Siempre me ha gustado el mundo de la psicología sobre todo la psicología conductista. Desde hace relativamente poco tengo la costumbre de analizar a todo ser individuo que se cruza en mi camino y pienso por qué hace las cosas que hace o el modo en el que lo hace.
Por ejemplo, el lunes fui a comprar el pan, hasta ahí todo bien, pero al entrar en la panadería de mi barrio había una anciana sola tomando un café y empecé a imaginarme en lo que ella estaba pensando. La pobre tenía la mirada perdida, supongo que estaba triste por estar sola y hasta creo que tenía los ojos llorosos, pero esto último pudo haber sido fruto de mi mente.
En el mostrador había un hombre joven de unos 20 años un tanto irritado que no paraba de golpear el vidrio con una moneda y miraba continuamente el móvil, me gustó pensar que estaba esperando la llamada de la novia con la que habían discutido un par de días antes.
Al final de la panadería, al lado de una puerta había una mujer con un niño pequeño muy ilusionado jugando con un tren rojo. En esta ocasión no dejé que mi imaginación viajase mucho, ya que la caja al lado del tren daba a entender que el juguete era nuevo y si eso no fuese suficiente solo con ver la cara del niño lo podía deducir.
Cuando fue mi turno compré la barra de pan y salí de la panadería. Al poco rato me puse a reflexionar y pensé que igual que yo estuve analizando aquellas personas, alguien me podía estar analizando a mi y sinceramente esta sensación me dejó un poco desconcertada.
Sandra
Sandra, és un article encantador per la seva senzillesa, i està força ben escrit. M’ha agradat molt. No paris d’escriure!
Josep Maria