“Uno de los problemas planteados por estos filósofos es el llamado problema de la demarcación, es decir, la pregunta por un criterio que nos sirva para distinguir la ciencia (por ejemplo, la astronomía) de la no-ciencia (por ejemplo, la astrología). Un sociologista barato puede tentarnos a responder que la ciencia es sencillamente lo que hacen los científicos. Pero esto no haría más que trasladar el problema, pues a continuación se plantearía la pregunta por un criterio que nos sirviese para distinguir a los científicos (como los astrónomos) de los no-científicos (como los astrólogos). Por otro lado, no todo lo que hacen los científicos es ciencia. Un científico puede participar en todo tipo de actividades deportivas, comerciales, políticas, religiosas, etc., y puede sustentar todo tipo de opiniones sobre temas de toda clase. Sólo consideramos como científicas sus actividades u opiniones que se ajusten a los métodos o patrones de la ciencia. El problema de la demarcación es un problema real, pues dado el prestigio social de que ha gozado la ciencia en los últimos dos siglos, todo tipo de ideologías y doctrinas han pretendido autocalificarse de científicas. Incluso los magos y charlatanes han pretendido que sus confusas supersticiones constituyen “ciencias ocultas”. Por tanto, una de las aclaraciones que podemos esperar de la filosofía es que nos ayude a distinguir lo que es ciencia de lo que no lo es, lo cual implica una previa dilucidación de en qué consista la ciencia.
La ciencia es una compleja actividad social, que se lleva a cabo por parte de las comunidades científicas establecidas en las universidades y centros de investigación, y cuyos resultados se presentan en congresos, revistas especializadas y libros de texto. Estos resultados son, por un lado, descripciones o historias detalladas de ciertas áreas de la realidad observadas con detenimiento o provocadas en los laboratorios, y, por otro, teorías abstractas que pueden ser usadas como instrumentos intelectuales en la explicación de los datos registrados en las historias, o en la predicción de futuras observaciones o de los resultados de futuros experimentos o en el diseño de nuevas tecnologías o aparatos. Los resultados expuestos por los científicos son públicos y están sometidos al análisis, la crítica y el control de todo el mundo y en especial de los colegas, ávidos de refutar los resultados de sus compañeros para así elevar su propio prestigio dentro de la comunidad científica”.
MOSTERÍN, Jesús. La ciencia a “Grandes temas de la filosofía actual”, 1983
“És possible discrepar en allò que concerneix als resultats de la ciència o als seus primers principis, però sembla fora de tot dubte la seva funció general. La ciència és la que ens proporciona la seguretat d’un món constant. Podem aplicar a la ciència la coneguda frase d’Arquímedes: “Doneu-me un punt de recolzament i mouré el món”. En un univers canviant, el pensament científic ens fixa els punts quiets, els pols en repòs, incommovibles. En la llengua grega, el terme episteme deriva etimològicament d’una arrel que significa fermesa i estabilitat. El procés científic ens condueix a un equilibri estable, a una estabilització i consolidació del món de les nostres percepcions i pensaments”
CASSIRER, Ernst. Antropologia filosòfica, 1944.
“En latín, “saber” se dice “scire”, y “ciencia”, “scientia”. Ciencia es ya, desde su etimología, saber. Pero actualmente asociamos la palabra ciencia no con cualquier saber, sino con un saber colectivo, producido y transmitido por especialistas, expresado en un lenguaje preciso, controlado por métodos públicos, y susceptible de ser utilizado para la explicación de los hechos pasados y la predicción de los futuros.
La ciencia -junto con el lenguaje- constituye el objeto predilecto de estudio por parte de los filósofos. Una gran parte de la filosofía actual puede caracterizarse como metaciencia, es decir, como estudio de la estructura, los métodos y las funciones de la ciencia. Muchos de los filósofos más famosos de nuestro siglo han sido básicamente filósofos de la ciencia”.
MOSTERÍN, Jesús. La ciencia, a “Grandes temas de la filosofía actual”, 1983
“La ciencia se ha convertido en el eje de la cultura contemporánea. Y, por ser el motor de la tecnología, la ciencia ha venido a controlar indirectamente la economía de los países desarrollados. Por consiguiente, si se quiere adquirir una idea adecuada de la sociedad moderna es menester estudiar el mecanismo de la producción científica así como la estructura y el sentido de sus productos.
La ciencia es hoy en día objeto de estudio de varias disciplinas, cuya unión constituye la ciencia de las ciencias. Ellas son la epistemología o filosofía de la ciencia, la historia de la ciencia, la psicología de la ciencia, la sociología de la ciencia, la politología de la ciencia, y acaso alguna más.
(…)
Una filosofía de la ciencia no merece el apoyo de la sociedad si no constituye un enriquecimiento de la filosofía ni le es útil a la ciencia. Y una epistemología es útil si satisface las siguientes condiciones:
a) Concierne a la ciencia propiamente dicha, no a la imagen pueril y a veces hasta caricaturesca tomada de libros de texto elementales;
b) Se ocupa de problemas filosóficos que se presentan de hecho en el curso de la investigación científica o en la reflexión acerca de los problemas, métodos y teorías de la ciencia, en lugar de problemitas fantasma;
c) Propone soluciones a tales problemas, en particular soluciones consistentes en teorías rigurosas e inteligibles, así como adecuadas a la realidad de la investigación científica, en lugar de teorías confusas o inadecuadas a la experiencia científica;
d) Es capaz de distinguir la ciencia auténtica de la pseudociencia, la investigación profunda de la superficial, la búsqueda de la verdad del pan de cada día;
e) Es capaz de criticar programas y aun resultados erróneos, así como de sugerir nuevos enfoques promisorios”.
BUNGE, Mario. Epistemología, 1980, pàg. 9 i 21.