Al text de Fernando Savater que segueix pots trobar-hi elements clarificadors entorn de l’origen social de les normes. Veuràs que a les primeres línies reapareix l’oposició necessitat/llibertat com a forma de caracteritzar l’especificitat de la naturalesa humana (el tema de la Filosofia, recorda!). La necessitat (obligan, impiden) enfront d’una llibertat inseparable de la racionalitat (estamos dotados de capacidad racional, gracias a la cual podemos hacer cosas mucho mejores (¡y mucho peores!) que los animales). I, a l’hora de definir aquesta racionalitat, la relaciona amb la capacitat d’establir convencions: normes.
“Los animales tienen mecanismos instintivos que les obligan a hacer ciertas cosas y les impiden hacer otras. De este modo, la evolución biológica protege de peligros a las especies y asegura su supervivencia. Pero los seres humanos tenemos unos instintos menos seguros o, si prefieres, más flexibles. Los bichos aciertan casi siempre en lo que hacen, pero no pueden hacer más que unas cuantas cosas y pueden cambiar poco; por el contrario, los hombres nos equivocamos constantemente hasta en lo más elemental, pero nunca dejamos de inventar cosas nuevas… hallazgos nunca vistos y también nunca vistos disparates. ¿Por qué? Porque además de instintos estamos dotados de capacidad racional, gracias a la cual podemos hacer cosas mucho mejores (¡y mucho peores!) que los animales. Es la razón la que nos convierte en unos animales tan raros, tan poco… animales. Y ¿qué es la razón? La capacidad de establecer convenciones, o sea, leyes que no nos vengan impuestas por la biología sino que aceptemos voluntariamente. Por medio de la razón patentamos suplementos y complementos a nuestros instintos. Somos, a ver si me entiendes, instintivamente racionales. Los animales no tienen más código que el código genético; nosotros tenemos también el genético, desde luego, pero además el código penal, el código civil y el de la circulación… entre muchos otros. Esas leyes que pactamos entre nosotros y que obedecemos con la cabeza (y no sólo con el programa celular) no son ni puramente instintivas ni puramente racionales, sino que mezclan estímulos distintos y a veces paradójicos. Como las convenciones vienen en parte del instinto, su objetivo último es el mismo que sirve de base a todos los instintos: la supervivencia de la especie. Pero como son también instintivamente racionales, además de sobrevivir responden al deseo de vivir más y mejor. (…) Pero la verdad es que los animales también tienen un brote de razón, una cierta capacidad de improvisación e inventiva que les permite despegarse del funcionamiento automático de sus instintos genéticamente programados. Desde luego, la diferencia de intensidad es tan grande que apenas podemos hablar de “razón” animal como lo hacemos de la humana.”
Fernando Savater. Política para Amador, 1992.