DEL MITE AL LOGOS

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Los primitivos griegos habían creído que el primer ser fue el Caos (…). Caos creó una diosa llamada Noche y luego se unió con ella, y su descendencia produjo más tarde todos los dioses y los hombres. Un universo creado a partir de Caos concordaba perfectamente con la creencia griega en una naturaleza impredecible manejada por dioses caprichosos. Pero en el siglo sexto antes de Cristo, en Jonia, se desarrolló un nuevo concepto, una de las grandes ideas de la especie humana. El universo se puede conocer, afirmaban los antiguos jonios, porque presenta un orden interno: hay regularidades en la naturaleza que permiten revelar sus secretos. La naturaleza no es totalmente impredecible; hay reglas a las cuales ha de obedecer necesariamente. Este carácter ordenado y admirable del universo recibió el nombre de Cosmos.

Pero, ¿por qué todo esto en Jonia, en estos paisajes sin pretensiones, pastorales, en estas islas y ensenadas remotas del mediterráneo oriental? ¿por qué no en las grandes ciudades de la India o de Egipto, de Babilonia, de China o de Centroamérica? China tenía una tradición astronómica vieja de milenios; inventó el papel y la imprenta, cohetes, relojes, seda, porcelana, y flotas oceánicas. Sin embargo, algunos historiadores afirman que era una sociedad demasiado tradicionalista, poco dispuesta a adoptar innovaciones. ¿Por qué no en la India, una cultura muy rica y con dotes matemáticas? Debido según dicen algunos historiadores a una fascinación rígida con la idea de un universo infinitamente viejo condenado a un ciclo sin fin de muertes y nuevos nacimientos, en el cual no podía suceder nunca nada fundamentalmente nuevo. ¿Por qué no en las sociedades mayas y aztecas, que eran expertas en astronomía y estaban fascinadas, como los indios, por los números grandes? Porque, declaran algunos historiadores, les faltaba la aptitud o el impulso para la invención mecánica. Los mayas y los aztecas no llegaron ni a inventar la rueda, excepto en juguetes infantiles.

Los jonios tenían varias ventajas. Jonia es un reino de islas. El aislamiento, aunque sea incompleto, genera la diversidad. En aquella multitud de islas diferentes había toda una variedad de sistemas políticos. Faltaba una única concentración de poder que pudiera imponer una conformidad social y intelectual en todas las islas. Aquello hizo posible el libre examen. La promoción de la superstición no se consideraba una necesidad política. Los jonios, al contrario que muchas otras culturas, estaban en una encrucijada de civilizaciones, y no en uno de los centros. Fue en Jonia donde se adaptó por primera vez el alfabeto fenicio al uso griego y donde fue posible una amplia alfabetización. La escritura dejó de ser un monopolio de sacerdotes y escribas. Los pensamientos de muchos quedaron a disposición de ser considerados y debatidos. El poder político estaba en manos de mercaderes, que promovían activamente la tecnología sobre la cual descansaba la prosperidad. Fue en el mediterráneo oriental donde las civilizaciones africana, asiática y europea, incluyendo las grandes culturas de Egipto y Mesopotamia, se encontraron y fertilizaron mutuamente en una confrontación vigorosa y tenaz de prejuicios, lenguajes, ideas y dioses. ¿Qué hace uno cuando se ve enfrentado con varios dioses distintos, cada uno de los cuales reclama el mismo territorio? El Marduk babilonio y el Zeus griego eran considerados, cada uno por su parte, señores del cielo y reyes de los dioses. Uno podía llegar a la conclusión de que Marduk y Zeus eran de hecho el mismo dios. Uno podía llegar también a la conclusión, puesto que ambos tenían atributos muy distintos, que uno de los dos había sido inventado por los sacerdotes. Pero si inventaron uno, ¿por qué no los dos? Y así fue como nació la gran idea, la comprensión de que podía haber una manera de conocer el mundo sin la hipótesis de un dios; que podía haber principios, fuerzas, leyes de la naturaleza, que permitieran comprender el mundo sin atribuir la caída de cada gorrión a la intervención directa de Zeus.”

Carl Sagan. Cosmos, 1980.

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El pensamiento arcaico interpreta el universo entero empáticamente, en función de las propias experiencias psicológicas humanas. Cuanto acontece es el resultado de la acción de voluntades, de fuerzas personales, de personalidades cósmicas, de dioses. Los dioses son las personificaciones de las fuerzas y aspectos importantes del mundo y de la vida. Son imprevisibles y temperamentales, como nosotros, pero mucho más poderosos. Los pensadores arcaicos griegos, que básicamente habían sido los poetas Homeros y Hesíodos, recogían esta concepción arcaica del mundo y la elaboraban. Se preguntaban por el origen del mundo y de las cosas, y la respuesta (que en Hesíodos alcanzaba ya una notable sistematicidad) era una historia de uniones, generaciones y conflictos entre personalidades cósmicas, entre dioses.

Los pensadores milesios del siglo VI se hacían la misma pregunta por el origen del mundo y de las cosas. Pero ya no daban la respuesta en función de personalidades cósmicas, de dioses, de mitos, sino que inventaban respuestas libremente, sin miramiento alguno por la tradición religiosa. A diferencia de las sociedades teocráticas del Cercano Oriente, en que poderosas castas sacerdotales ejercían el monopolio de la expresión intelectual y los reyes se consideraban los servidores de los dioses, las ciudades jónicas carecían de sacerdotes, los dogmas religiosos se limitaban a la recitación de poemas y los patricios acomodados que las gobernaban no pretendían servir más que a sí mismos. Incluso la invención de la escritura alfabética completa (que incluía tanto consonantes como vocales) por los griegos había democratizado extraordinariamente la lectura y escritura, poniéndola al alcance de todos los ciudadanos y arrancándola de las manos de los escribas profesionales, que en otras culturas ejercían una censura de hecho sobre la transmisión de ideas.

Aristóteles fue el primero en trazar una línea divisoria entre los pensadores arcaicos que trataban de explicar lo que acontece en el mundo en función de los mitos y los dioses y los nuevos pensadores filosóficos que trataban de explicarlo en función de causas naturales y leyes generales. A los primeros llamó “theológoi”, a los últimos “physiológoi”. El mismo Aristóteles se consideraba como un filósofo de la naturaleza, un “physiológos” más, y reconocía en Thales al primero de sus antecesores intelectuales. De hecho, casi todo lo que sabemos sobre esos primeros filósofos griegos procede de Aristóteles o de su discípulo Theófrastos, que escribió una historia de sus opiniones, de la que nos han llegado por vía indirecta diversos fragmentos.”

Jesús Mosterín. Historia de la filosofía, 3, pp22-23

ESTREPSÍADES: Oh Terra, aquesta veu, com n’és, de sagrada, solemne i prodigiosa!

SÒCRATES: És que només elles (Es refereix a un cor de núvols) són de veritat deesses, i tota la resta és xerrameca.

E: Vegem, per la Terra!, i Zeus Olímpic no és per a vosaltres un déu?.

S: Quin Zeus?. No diguis ximpleries. No existeix, Zeus.

E: Què dius?. I qui envia la pluja?. Això, explica-m’ho primer que res.

S: Elles, evidentment; i t’ho demostraré amb arguments convincents. Vegem, és que has vist mai ploure sense núvols?. Si fos així, caldria que Zeus fes ploure en temps serè, quan els núvols no hi fossin.

E: Per Apol.lo, això sí que m’ho has confirmat bé amb aquesta explicació d’ara. De veritat que jo abans em pensava que Zeus orinava a través d’un garbell. Però, digues, qui és que provoca aquests trons que em fan tremolar tant?.

S: Són elles que fan tronar quan giravolten.

E: De quina manera?, oh tu, que a tot t’aventures!.

S: Quan estan replenes d’aigua i, penjades allà dalt, es veuen obligades a moure’s, arrossegades per la saturació de pluja, llavors, com que pesen tant, xoquen entre elles, s’esquerden i retrunyen.

E: I qui és que les fa moure, si no Zeus?.

S: No, de cap manera!. És el terbolí eteri.

E: Terbolí?. En això, no m’hi havia pas fixat, que Zeus no existeix, i que en lloc d’ell ara regna Terbolí. Però del tro i el llamp encara no m’has ensenyat res.

S: No m’has escoltat, que he dit que els núvols, replens d’aigua, en xocar entre ells retrunyen per la seva densitat?.

E: Vegem, això com m’ho puc creure?.

S: T’ho demostraré basant-me en la teva pròpia persona. Oi que durant les Panatenees (Festes en honor de la deessa Atena), quan t’atipes bé de brou, alguna vegada se t’ha regirat el ventre i el moviment sobtat l’ha fet tronar?.

E: Sí, per Apol.lo!, el brouet de seguida em causa efectes terribles, a mi, em remou, retruny com un tro i bramula terriblement primer a poc a poc, pappax, pappax, i després augmenta, papapappax, i quan vaig de ventre, sembla ben bé un tro, papapappax, igual que aquests núvols.

S: Fixa’t, doncs, quins pets que surten d’un ventre tan petit com el teu, i digues si no és natural que l’aire, que és il·limitat, faci uns trons tan grossos. És per això, doncs, que aquestes paraules s’assemblen l’una a l’altra: “tro” i “pet”. (En grec, “bronté” i “pordé” presenten una certa similitud).

E: Ara explica’m d’on ve el llamp flamejant, i per què, quan cau sobre nosaltres, els mortals, a uns els rosteix i a d’altres només els socarrima. I és ben clar que el llamp Zeus l’envia contra els perjurs.

S: I com és, neci que fas pudor de Cronos, que ets més vell que la lluna, si el llança sobre els perjurs, com és que no ha cremat Simó, ni Cleònim, ni Teor?. I això que són uns perjurs com una casa. I en canvi l’envia contra el seu propi temple, i contra Súnion, promontori d’Atenes, i contra les altes alzines, i això per què?. Si una alzina no comet perjuri!.

E: No ho sé; però tu, em sembla que tens raó. Què és, doncs, el llamp?.

S: Quan un vent sec s’alça cap als núvols i hi queda empresonat, els infla com si fossin una bufeta, i llavors, amb la seva pròpia pressió, els estripa, surt de dins rabent a causa de la seva densitat, i s’inflama ell mateix per l’estrèpit i l’impuls.

E: Per Zeus!. Va ser això, ni més ni menys, el que em va passar a les Diàsies. Guisava un ventre per als parents i, per no tenir cura de fer-hi uns talls, es va anar inflant, i de sobte em va esclatar davants els ulls, em va socarrimar els pèls i em va cremar la cara.

Aristòfanes. Els núvols.

Que [la filosofia] no consisteix en un saber productiu és palès a partir de la consideració dels primers filòsofs. Car els homes comencen i començaren sempre a filosofar a causa de l’admiració: primerament admirats pels fenòmens sorprenents més comuns; després, avançant lentament i plantejant-se qüestions més complexes, com els canvis de lluna i les relatives al sol i als estels i a l’origen de totes les coses. Qui es planteja una qüestió o s’admira reconeix la seva ignorància… Per tant, si filosofaren per defugir la ignorància, és palès que cercaven el saber amb vista al coneixement i no per la seva utilitat. I el que passà n’és testimoni, puix que aquesta activitat comença a cercar-se quan ja existeixen quasi bé totes les coses necessàries i àdhuc les relatives al lleure i a la fruïció de la vida.”

Aristòtil. Metafísica, 982b11 (s.IV a.C.)

La majoria dels primers filòsofs consideraren tan sols principis materials com a fonament de totes les coses. Allò que totes les coses són, allò a partir d’on totes les coses arriben per primera vegada al ser, allò en què es converteixen quan moren, subsistint la substància, però canviant els accidents, això, diuen, és l’element i principi de les coses existents. En conseqüència creuen que res no es genera ni es destrueix sinó que aquest tipus d’entitat primària es conserva sempre. De manera semblant, nosaltres no diem que Sòcrates esdevé absolutament quan esdevé bell o culte, ni que es destrueix quan perd aquestes qualitats; ja que el substrat, Sòcrates mateix, es conserva. De la mateixa manera res no es genera ni es destrueix, atès que hi ha una entitat (o més d’una) que sempre es conserva i a partir de la qual es generen totes les altres coses. No estan tots d’acord, però, pel que fa a la quantitat i a les característiques d’aquests principis.”

Aristòtil. Metafísica, 983b7 (s.IV a.C.)

La seva física [la dels milesis] era totalment especulativa; però té importància perquè algunes de les seves idees, proposades aleshores sense fonament, suggeriren més endavant línies de pensament vàlides per a científics posteriors. La idea més influent de totes fou la de que les innombrables substàncies diferents de què es composa el món no són tan diverses com semblen, sinó que són en realitat distintes formes d’un element fonamental, o combinacions diferents d’uns pocs elements. Aquesta idea s’ha convertit en un principi central de la física i de la química modernes. (…)

L’astronomia d’aquests pensadors no era més sòlida que la seva física. A diferència de la dels babilonis i egipcis, no comptava amb una base observacional sòlida. (…) L’única veritable contribució de Grècia a l’astronomia fou una idea. Els grecs no tenien un fonament científic en què basar aquesta idea, però la ciència té un deute amb ells per la seva potència imaginativa. Els grecs, en efecte, conceberen la idea de que la Terra pot sostenir-se sola, sense cap recolzament, en l’espai buit. (…) És contrari al sentit comú suposar que qualsevol cosa, i menys encara un sòlid com la Terra, pugui mantenir-se sense un sòcol o base. Doncs per comprendre que encara és més difícil suposar que la Terra estigui sostinguda per quelcom cal una intel·ligència molt més penetrant que la del sentit comú. (Si la Terra estigués sostinguda per alguna altra cosa, caldria una base per aquesta base, i hauríem d’admetre l’existència d’una regressió a l’infinit.)”.

Hull, L.W.H. Història i filosofia de la ciència, 1959.

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