“El pensamiento arcaico interpreta el universo entero empáticamente, en función de las propias experiencias psicológicas humanas. Cuanto acontece es el resultado de la acción de voluntades, de fuerzas personales, de personalidades cósmicas, de dioses. Los dioses son las personificaciones de las fuerzas y aspectos importantes del mundo y de la vida. Son imprevisibles y temperamentales, como nosotros, pero mucho más poderosos. Los pensadores arcaicos griegos, que básicamente habían sido los poetas Homero y Hesíodo, recogían esta concepción arcaica del mundo y la elaboraban. Se preguntaban por el origen del mundo y de las cosas, y la respuesta (que en Hesíodo alcanzaba ya una notable sistematicidad) era una historia de uniones, generaciones y conflictos entre personalidades cósmicas, entre dioses.
Los pensadores milesios del siglo VI se hacían la misma pregunta por el origen del mundo y de las cosas. Pero ya no daban la respuesta en función de personalidades cósmicas, de dioses, de mitos, sino que inventaban respuestas libremente, sin miramiento alguno por la tradición religiosa. A diferencia de las sociedades teocráticas del Cercano Oriente, en que poderosas castas sacerdotales ejercían el monopolio de la expresión intelectual y los reyes se consideraban los servidores de los dioses, las ciudades jónicas carecían de sacerdotes, los dogmas religiosos se limitaban a la recitación de poemas y los patricios acomodados que las gobernaban no pretendían servir más que a sí mismos. Incluso la invención de la escritura alfabética completa (que incluía tanto consonantes como vocales) por los griegos había democratizado extraordinariamente la lectura y escritura, poniéndola al alcance de todos los ciudadanos y arrancándola de las manos de los escribas profesionales, que en otras culturas ejercían una censura de hecho sobre la transmisión de ideas.
Aristóteles fue el primero en trazar una línea divisoria entre los pensadores arcaicos que trataban de explicar lo que acontece en el mundo en función de los mitos y los dioses y los nuevos pensadores filosóficos que trataban de explicarlo en función de causas naturales y leyes generales. A los primeros llamó “theológoi”, a los últimos “physiológoi”. El mismo Aristóteles se consideraba como un filósofo de la naturaleza, un “physiológos” más, y reconocía en Tales al primero de sus antecesores intelectuales. De hecho, casi todo lo que sabemos sobre esos primeros filósofos griegos procede de Aristóteles o de su discípulo Teofrasto, que escribió una historia de sus opiniones, de la que nos han llegado por vía indirecta diversos fragmentos.”.
MOSTERÍN, Jesús. Historia de la filosofía, 3, pp22-23.