Hay un chiste que dice: “esto es una profe que entra en clase y anuncia a sus alumnos:
-Chicos, hoy vamos a hablar de democracia.
En esto que un alumno pregunta:
-¿Por qué señorita?
Y la señorita responde:
-¡Porque lo digo yo!”
Pues esto es un claro ejemplo de lo que está pasando, no sólo en las aulas, tambiés en otros ámbitos. Dar órdenes y obligar de forma impulsiva se está convirtiendo en un mal hábito. En las escuelas, los alumnos debemos mostrar respeto a los profesores, simplemente por el hecho de serlo. (Pero parece que últimamente son ellos los que deberían mostrarlo un poco también). Yo pienso que el respeto se gana; se siembra y se recoge. En todas parte hay profesores de todo tipo: simpáticos, bromistas, divertidos, algunos con los que puedes hablar con toda confianza, pero sólo porque se lo ganan; profesores que se enfadan, que gritan y, por supuesto, que faltan al respeto, critican, insultan, juzgan y algún que otro racista también. Imagino que es por su forma de ser y cada uno es como es. Pero todos (alumnos, profesores, padres, empresarios) debemos tener unos principios y también, de vez en cuando, tragarnos el orgullo, cosa que hemos hecho todos alguna vez. ¿Qué pasa si un profesor insulta a un alumno? El alumno no debería decir ni mu, porque el alumno le debe respeto al profesor. Pero… ¿no es una falta de respeto insultar al alumno, provocarlo y hacer que pierda los nervios? A veces, los conflictos en las aulas se podrían evitar por ambas partes. Así que os doy un consejo, profesores: si le tenéis manía a algun alumno o no lo soportáis, lo mejor sería hablar con él, fuera de las horas de clase. Hablando se entiende la gente.
También conozco algún profesor racista, que empieza el curso muy bién, haciendo bromas y echando alguna que otra risa. Pero, yo le diria: no seas tonto, ¡no hagas chistes ni bromas racistas cuando tienes un alumno marroquí en el aula! Sencillamente, por lo que os he hablado antes, el respeto. Así se pierde, no sólo el del alumno imigrante hacia el profesor sinó también el de los demás. Porque a nadie le gusta ver como otro que exige respeto y buen comportamiento insulta así al alumno involucrado involuntariamente. Por último, a los profesores que dan órdenes, que se alteran y que gritan, yo les diría que no estamos sordos ni estamos en Guantánamo. Un ejemplo que yo mismo he vivido en mi clase hace apenas unas semanas:
“-Fulanito, lée el siguiente apartado.
-Es que me duele el cuello.
-¡Va, lée!
– Pero que me duele el cuello.
-Da igual, lée!”
Y lo acabó leyendo… Esto es solo un pequeño ejemplo, pero, desde mi punto de vista, estamos volviendo poco a poco al pasado, sin castigos corporales, de momento.
Aunque también hay profesores buenos, incluso muy buenos! Profesores que se convierten en amigos, incluso. A todos estos que se ganan el respeto de los alumnos e incluso el cariño, les diría que ojalá todos fueran como vosotros. Y, con todo mi respeto, gracias.
Álex Giménez López
Àlex, fas una molt interessant reflexió entorn del valor del respecte en les relacions entre les persones, per exemple entre alumnes i professors. Encara que llegint el teu escrit algú podria deduir que estàs reclòs en un correccional, envoltat de vigilants que criden i insulten sense motiu els presoners (la imatge de Guantànamo la dones tu mateix). Ja sé que no és aquesta la teva intenció, però convindràs amb mi que una persona que desconegui el que passa realment a les aules pot fer lectures una mica estravagants del teu article.
L’estructura del text és força correcta, i el redactat en general també.
No deixis d’escriure!
Josep Maria