A las columnas de mi templo

No es sencillo recordar todos los instantes que ha estado a mi lado, pero pondría la mano en el fuego y diría que todos los segundos que llenan mi vida, desde que mi existencia era discutible al ser una simple célula hasta el último movimiento de mi dedo, todos estos segundos, ella ha estado conmigo. Es inimaginable la dedicación que supone estar todos los segundos de diecisiete años sin alejarte lo más mínimo de algo o alguien, sin equivocarte, sin caer, sin vacilar ni preguntarte en ningun momento si realmente ese es el lugar donde debes estar. Pero una mujer como ella es capaz de convertir toda esta dedicación en magia.

Solía pensar que era la persona más fuerte del mundo, que nadie podia hacerla caer, que su corazón era de hierro y que su mejor virtud era luchar. Pero el tiempo me ha hecho comprender que no todo es lo que parece. Sé que debajo de esa fuerza incalculable que usa como protección hay un corazón que late sensibilidad y cariño, en vez de sangre. He aprendido que, como todo ser humano, la vulnerabilidad se apodera de ella en muchas ocasiones, que ella también suspira y que sus ojos también lloran. He aprendido que su corazón no es de hierro, pero pesa como si lo fuera por lo immenso que puede llegar a ser. Y he aprendido que su virtud no es luchar, su virtud es querer con la locura que la lleva a luchar con tantas ansias.

“He aprendido que, como todo ser humano, la vulnerabilidad se apodera de ella en muchas ocasiones, que ella también suspira y que sus ojos también lloran”

Y de esta manera, mi madre se ha convertido para mi en una diosa inmortal con la misma fragilidad que una amapola. La mujer más poderosa del mundo, la que irradia más luz, pero con el único poder que solo las madres pueden controlar, el único poder que no puede ser robado, ni comprado, ni fingido… el amor. Porque solo ella ha sido capaz de enseñarme a amar, a amar con sabiduría y respeto, a amar con el corazón, y con la mente, los dos elementos que me permitiran poder ser, algun dia, una mujer tan poderosa como ella. Y esa es mi mayor aspiración, poder utilizar su palabra como escuela, su luz como camino y sus recuerdos como ejemplo para poder ser lo que ella me ha enseñado a ser. Mamá, tú eres la alfarera, yo tan solo barro entre tus manos.

Paula

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2 respostes a A las columnas de mi templo

  1. Josep M. Altés Riera diu:

    Paula,
    l’article reflecteix alhora amor i admiració, i els expressa de forma d’una solidesa formidable. M’ha agradat especialment el segon paràgraf, per la seva estructura ordenada i per la claredat de les idees que hi vas desplegant.
    Si hagués d’assenyalar un paràgraf més fluixet, potser et diria el primer, tot i que el comparo amb la extraordinaria brillantor dels altres dos. Com sempre, la llum és el que crea les ombres.
    M’has fet gaudir de la lectura. No deixis d’escriure!
    Josep Maria

  2. paula benzal diu:

    Carinyo, és impresionant a manera com escrius, com t’expresses i per sobre de tot, la manera com estimes la teva mare. Vivint tant aprop me n’adono de quant t’assembles a ella, princesa… no dubtis que seràs i faràs tot el que et proposis i espero poder estar al teu costat per veure-ho!!!! (estic una mica moñas, si, astenia primaveral i orgull de twin en un sol cos!) t’estimo cuca!!!!
    pd: ja estic esperant a veure el pròxim post jijiji ( si diu jijiji….)

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