Nuestro pedacito de mundo

Estoy esperando coger el avión que nos lleve de regreso a casa. Y ahora es cuando después de dos días, donde el tiempo se ha congelado, donde las agujas del reloj se han adelantado para poder tener una hora más de ti; me siento, pienso y reflexiono procesando toda la información poco a poco. Vuelvo a empezar, revivo momentos y me atrapo porque en ellos quiero quedarme. Ahora pienso en la gran ola que vino y pudo con nosotros, nos dio un golpe seco y nos hizo caer.

Hoy hemos dejado aquella embarcación que nos ahogó y reuniendo fuerzas y sueños nos hemos atrevido a coger una pequeña barca, con dos remos y dos cuerdas para poder controlar la dirección. Nos hemos sumergido en un gran viaje; corto, pequeño pero inmenso. Con el tiempo necesario y justo para ver que mundo sólo hay uno. Un mundo enorme e imposible de recorrer, pero el que me llevó hasta ti.

Y grito contra el viento y contra toda la corriente que pueda llevar, que quiero ser libre y volar muy alto en esta vida, pero cuando gire mi cabeza, quiero verte a ti. Cuando abra los ojos para apagar el despertador, quiero verte a ti. Cuando quiera hablar, quiero que tú me escuches. Cuando me equivoque quiero que me encamines en la dirección correcta. Quiero que seas uno de los remos de nuestra pequeña barca.

A veces la vida te pone a prueba en el momento en que te sientes más rico y crees tenerlo todo. Pero verdaderamente no somos ricos por lo que tenemos, sino por lo que es nuestro sin poseerlo. A nosotros nos puso a prueba y creo que lo único que nos ha hecho todo esto es hacer nuestra ancla más fuerte y resistente.

Andrea