Abrazos eternos, abrazos con llanto, abrazos de un adiós, en definitiva más y más abrazos. Sintiendo con fuerza cada uno de los milímetros del cuerpo del otro, notas que en ese instante el mundo se detiene. Se detiene para los dos y nada de lo que esté pasando fuera de ese abrazo tiene la mínima importancia. Sólo existe el mundo, esa persona y tú. Detrás de todo esto hay historia, la cual te ha traído hasta aquí, la cual se expresa con una mirada o con una frase bien elegida. La misma historia que te ha hecho sentir todo lo que algún día soñaste.
Todo queda reflejado en aquel abrazo que no quieres que acabe nunca, intentarías con todas tus fuerzas que durara para siempre. No entiendes por qué ese abrazo tan esperado no te lo has encontrado antes, pero justo cuando menos lo esperas, justo en el mejor momento, alguien sin mala fe, sin querer interrumpirte, lo hace. Debemos marchar. Y se deshace rápidamente toda aquella satisfacción contenida. Se deshace con un sencillo adiós. Tú te enfadas por el simple hecho de que tu abrazo eterno se fuera, pero en el fondo sabes que los abrazos eternos no pueden existir, que la gracia de ellos es tener alguna historia que los compacte. Pero si te fijas bien los abrazos vienen y nunca se van. Su escénica perdura hasta que tú lo decidas, duran el tiempo que tú los recuerdes.
Los abrazos son una de las mejores maneras para expresar lo que se siente, simplemente necesitan dos personas, naturalidad, fuerza y una historia detrás que explote justo en ese instante.
Andrea
Expresión perfecta de aquello que siento y pienso del hecho de abrazara…momento eterno, un oximoron posible