Todos necesitamos héroes, grandes hombres y mujeres que podamos admirar y reconocer como nuestros modelos y mentores. No precisamos ir muy lejos para encontrarlos, no nos hace falta inventarnos supermanes o creer en titanes.
Hemos sido criados por auténticos valientes que arriesgaron, en cierto momento, sus vidas con el fin de aseverar el futuro de las nuestras. Debemos dar las gracias a todos aquellos padres que sonríen a pesar del desorden que reina en el comedor, a pesar del vaso de agua derramado por el mantel. A aquellos que nos abrazan cuando erramos, a los que hacen cuentas por las noches después de acostarnos. Adeudados estaremos si no retribuimos a íntegros campeones que no acaban alienados inclusive con cinco hijos que educar o a los que dejaron atrás tantos años de carrera para convertirse en progenitores.
No llevarán capa y no lucharán contra seres malvados, pero sí transcurren noches enteras en vela con nosotros porque el día anterior olvidamos abrigarnos antes de salir.
Son ellas quienes, tras soltarles un discurso de lo más ofensivo, siguen alegando: ‘’Tardé nueve meses en formar tu corazón, perdona por no permitir que te lo rompan’’. Y son ellos quienes no permitirán que tu felicidad dependa de nadie más que de ti.
Está bien tener ídolos y querer imitarlos, pero jamás olvides que los genuinos héroes siempre serán tus padres.
Haridian