Desde que escribí la última línea de la novela que presenté como parte práctica de mi Treball de Recerca no he vuelto a escribir. Este segundo trimestre ha sido corto e intenso, cosa que no me ha permitido coger un bolígrafo y ponerme a redactar nada (ni con calma, ni con rapidez). Ahora que los exámenes han finalizado y tengo dos semanas bastante más relajadas, puedo permitirme el “lujo” de poder escribir algo.
El otro día me sentía inspirada y decidí crear un pequeño texto. No tenía ninguna idea clara en mi mente y tampoco sabía cómo expresar todo lo que pasaba por mi cabeza. Cuando hube terminado, noté que lo que había escrito no tenía mucho sentido. Además, estaba plagado de errores.
A pesar de esto, durante el proceso me encontraba, permanentemente, con una sonrisa en el rostro. Sabía que solo había pasado sin escribir unos dos meses, pero había percibido ese tiempo como si fueran años. Mientras escribía me sentía viva, alegre e, incluso, optimista. Y lo que es más importante: me sentía feliz.
Fue entonces cuando me di cuenta de lo importante que es para mí escribir, y de lo mucho que ello me alivia. Nunca llegué a imaginar que algo tan “simple” y tan “banal” (como mucha gente piensa) pudiera devolverme esa felicidad que Segundo de Bachillerato me va arrebatando a cada momento.
No puedo predecir el futuro, así que no sé si llegaré a ser, algún día, escritora. Tampoco puedo asegurar que mis escritos lleguen a tener la calidad suficiente como para que alguien se interese por ellos. Y aún no puedo garantizar que tenga la capacidad para crear una historia que emocione, que encante o que enseñe. Lo único que sé, y de lo que estoy totalmente segura, es que mi vida, sin escritura, no sería vida.
Arantxa
Arantxa,
A mi em sembla que els teus escrits JA tenen “la qualitat suficient”, o com a mínim, a mi (que no sóc cap expert en catalogar les qualitats dels escrits) m’interessen, i molt.
Aquest m’ha encantat. Gràcies!
Josep Maria