Mario, te lo repito?

Mario no es especial, simplemente no te escucha. Grita, pone la televisión a todo volumen y de vez en cuando te mira fijamente los labios. A pesar de eso le encanta jugar al futbol, a videojuegos, coleccionar cosas rarísimas y pasear por la montaña. Cada vez que tiene que hacer los deberes, en casa reina el caos, odia la escuela y mucho más madrugar. Se trata de un niño normal.

Mario no es especial, es sordo. Para ser más exactos tiene pérdida auditiva en los dos oídos. Mario es un luchador nato: lee los labios desde bien chiquitito, ha sido sordo desde siempre. Gritaba, y eso fue motivo de muchas riñas en casa. Aun no me explico cómo pudo aguantar tanto tiempo sin sus preciados audífonos. Esos pequeños cachivaches que permiten que mi hermano escuche a la perfección, que deje de leer los labios, que no haya más riñas y discusiones en casa. Mario es un niño con audífonos.

Mario ha sido motivo de burlas, y de desprecio. Ha sufrido como ninguno. A estas edades cualquiera entiende que tu compañero de clase este sordo. Se dejó crecer el pelo para disimular los aparatos. Mario se quejaba constantemente del trato que recibía de parte de sus profesores, lo trataban diferente, de forma especial. Mario no lo soportaba. Él seguía siendo el de siempre, aquel niño inquieto que juega al futbol, colecciona cosas rarísimas y pasea por la montaña. Que había cambiado?

Mario no es especial, simplemente no te escucha, y no por eso merece un trato diferente al de los otros. Él puede bailar, cantar, jugar, estudiar, escuchar música y todo esto sin problemas. No os empeñéis en recluirlo del mundo, para nada os esforcéis en dar importancia a sus aparatos porqué como Mario dice ‘’son como mis zapatos, están ahí, dalo por hecho’’.

Carolina

 

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