Muchas veces sin motivo alguno, nos entristecemos por alguna cosa que no tendría que afectarnos, algo que por muy absurdo que sea nos impide disfrutar la vida con normalidad. Sin embargo, desconocemos que esta causa no es externa sino interna, es decir, el hecho de que algo nos afecte depende de la forma de asimilar los hechos que nos suceden, no de cómo se comporten los demás.
Debemos dejar de analizar los hechos como buenos o malos, sino simplemente como algo ocurrido. Supongamos que la vida consiste en navegar por un río y no sabemos dónde nos llevará, no podemos cambiar su trayecto, ni regular su caudal, pero podemos controlar nuestra propia barca. No podemos deducir ni saber lo que nos pasará, pero podemos vivir el día a día felices.
Si navegando por el río se nos rompe la barca, la arreglaremos como sea porque no queremos ahogarnos, si no la arreglamos, se irá hundiendo más y más hasta que se hunda del todo. En la vida es igual, si fracasamos nos entristecemos y si no intentamos seguir adelante, nos iremos derrotando a nosotros mismos cada vez más y más.
Por ejemplo, cuando fracasamos en algo, lo normal es entristecernos y abatirnos pensando que somos perdedores, cuando el verdadero triunfador no es aquel que consigue sus objetivos sin problemas, sino el que se levanta después de haber caído. “Tropezando se aprende a caminar”
Para todo esto, el primer paso es dominarse a si mismo, acabar con esa voz interna que nos hunde y nos derrota en cada error cometido y acabar con la idea de que todo lo que hagas tiene que destacar para los demás, actúa para ti, no para los demás, total, es tu vida. Domínate a ti mismo. Siempre que tengas mil motivos para llorar, tendrás mil y uno para sonreír. El que ha llegado a dominarse hasta sonreír en la mayor de sus dificultades, es el que ha llegado a poseer la sabiduría de la vida.
Edu Seyde
Me gustó mucho tu reflexión. La vida en efecto no es un destino, es un camino, un río largo y sinuoso que debemos navegar para llegar a nuestro destino final que es el mar, el mar inmenso en donde todas las almas se integran en el seno de la última y gran realidad. La mejor forma de navegar el río es, efectivamente, concentrarnos en gobernar nuestra nave sin preocuparnos por lo que quedó atrás o por lo que puede venir adelante. Todos somos parte de Dios pero no lo percibimos. Nuestra individualidad es solamente una percepción, una percepción falsa que termina junto con este “sueño” que llamamos “vida”. Esta idea la expresa bellamente John Keats en su poema “Adonais” cuando dice: “Muerto, no está muerto, él ha despertado del sueño de la vida”.
Edu,
Presentes tot un programa del que cal fer i, sobretot, el que convé evitar, si volem ser feliços (o, el que és el mateix, si volem no sentir-nos desgraciats). La idea central, “governa’t a tu mateix” (perquè és l’únic que realment pots controlar) és present ja a les primeres reflexions dels humans sobre la felicitat. Suposo que deu ser tan fàcil de dir com difícil d’aconseguir… sempre.
M’ha agradat molt tant el que dius com la forma en què ho expresses. No deixis d’escriure, que tens molt a dir.
Josep Maria