Category Archives: Continents

La carn de l`Uruguai

carne-uruguay

 

“-En Uruguay tenemos cosas buenas y malas, pero indudablemente la carne pertenece al grupo de las cosas buenas –dijo Hilda con gran orgullo.

-Debe ser por los pastos –comentó Lenka.

-Es una de las razones. La carne es una de nuestras identidades nacionales y de reconocido prestigio en todo el mundo. Desgraciadamente en muchos países se mezcla la carne con componentes químicos para que aguanten más tiempo o se alimenta a los animales con tratamientos poco naturales. Así que…a comer toda la carne y tú Lenka ven a oler este intenso olor de las verduras a la brasa. Están sabrosísimas.

Cuando acabaron de comer se tendieron sobre la hierba y bajo un viento ligero y fresco siguieron hablando.”

 

BAELL, Gustavo (2001): La niña colombiana. Buenos Aires: Laertes, pág. 107.

El Congri a Cuba

congri

“Por la puerta de entrada a la casa de Juana se accedía directamente a una pequeña habitación cuadrada donde estaba el comedor y la cocina separados por un fino y pequeño tabique que no llegaba al techo.

Había una mesa redonda cubierta con un mantel de plástico y con sillas de hierro a medio pintar. Un pequeño sofá azul y un gran ventilador para refrescar el fuerte calor llenaba una de las paredes. Bajo la ventana, desde la cual se podía observar la bonita e iluminada plaza de la Catedral tenían una vieja televisión que funcionaba como si fuera su primer día.

Juana y su hija Luret les prepararon un delicioso plato “congri” que era una mezcla de pequeñas alubias negras con arroz, acompañado por una fresca cerveza cubana. Después, le siguió un sabroso filete de carne que lo habían ido a comprar para esa ocasión. Sólo comían Sara y Varinia pues Juana y su familia no podían permitirse comer ese tipo de carne. Su marido se encontraba sin trabajo desde que la URSS dejó de ayudar a Cuba tras el fin de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Sólo vivían del dinero que sacaban vendiendo las figuritas de yeso, y de las comidas que hacían en casa para los turistas.

 

BAELL, Gustavo (2001): La niña colombiana. Buenos Aires: Laertes, pág. 67

 

Text PDF

Huevos fritos con panceta

huevos-fritos-con-bacon

Pocas veces vi caras tan desilusionadas como esas cuatro. Me hubiera sentido mejor pegándole a una viejita. Al fin y al cabo, nos habían dado su casa, la habitación de sus hijos, su computadora, sus bicicletas, Jo cocinaba todos los días riquísimos huevos fritos con panceta para el desayuno, pollos magníficos al horno al mediodía y siempre había algún bizcochuelo o galletas recién horneadas al regresar a la tarde. Trevor padre nos acercaba con el auto a donde quisiéramos ir como si fuera nuestro padre. Mejor que cada uno de nuestros tres padres. Y nosotros éramos tan ingratos, tan malas personas que no íbamos a ir a la iglesia con ellos. 

 

Olguín, Sergio S.: Vivir en Springfield, Madrid, Siruela, 2008. (Las Tres Edades, 164), pág. 42.

 

 Text PDF

Esmorzar a la postguerra

mujer_mirando_al_mar

 

A la cocina llegaba ya la luz acaramelada del sol que despuntaba por los montes. No quiso prender la luz para resguardarse en la penumbra de la agresión de los recuerdos. Con la destreza que da la costumbre, se dirigió a la oscura alacena y tanteó hasta encontrar la lechera. Vertió leche en el cazo y lo depositó sobre los hierros de la placa. Colocó también sobre el fuego un pocillo con una mezcla de café y achicoria. Echó en el tazón unas rebanadas de pan de hogaza y esperó a que la leche y el café se calentaran. Desayunó despacio. Su mirada seguía los movimientos de la cuchara y su vista apenas se levantó del cuenco. Se había acostumbrado a mirar al vacío, protegiéndose de sus pensamientos.

Recogió los cacharros y los dejó en la pila. Decidió no fregar para no mancharse la ropa.

 

GÓMEZ, Ricardo: Mujer mirando al mar. Madrid, SM, 2010, pág. 90.

 

Text en PDF

Misteris de les olives farcides d’anxova

aceitunas

 

Así que el día que la Luisa subió a casa a contarnos que a Bernabé, su maridito y mi padrino, le habían ascendido en la empresa y que quería que le diéramos un pequeño pero sincero homenaje y mi madre chilló de alegría incontenible, no sabía si es que la Luisa se estaba tirando el pisto o que mi madre era una persona muy falsa. Una vez más me equivoqué. Mi madre me contó que era cierto, que Bernabé hasta el momento había sido representante de aceitunas con hueso y que a partir de ahora sería también de banderillas, de berenjenas en vinagre y de aceitunas sin hueso y con un trozo de anchoa incorporado. Este tipo de aceitunas sólo se crían en España; no me digas cómo es posible que los agricultores hayan conseguido un olivo que dé aceitunas con anchoas, nadie sabe cómo llegan las anchoas hasta allí, incluso ha habido congresos de científicos americanos estudiando ese tipo de olivo y no han hallado respuesta; los agricultores no sueltan prenda. Es un misterio tan grande como la fórmula de la coca-cola.

 

LINDO, Elvira: Pobre Manolito, Madrid, Alfaguara, 1995, pp.46-47

 

Text en PDF

Tens gust de llimona

limon

 

Durant tota l`estona que va estar estirada d`esquena no va dir res. Només quan ell va acabar va aixecar una mica el cap del coixí i va dir somrient:

-Què m`estàs fent? Que em vols menjar, ara que ja m`has ben adobat?

-Que bé, mmm –va fer ell. I li va estimar els dits del peu, i el genoll, i la cuixa i la panxa i el pit i les aixelles i la barbeta. I al final va estimar-la darrere les orelles.

-Mmm, tens gust de llimona.

-Sóc tan àcida com la llimona? –va riure.

-Tan bona i fresca com la llimona.

-Saps què és la primera cosa en què em vaig fixar de tu? –va preguntar ell després d`una estona.

Ella va fer que sí.

-Si descomptem els cabells, és clar.

Ella va tornar a fer que sí amb el cap.

-En la teva orella.

-L`orella? En tinc dues com tothom. Que potser pensaves que només en tenia una?

-Buffff. Era la dreta, aquesta d`aquí.

-Ah!

-Saps què és el primer que em va cridar l`atenció de tu? –va fer ella.

-No.

-Que sempre fossis allà a l`autobús mirant-me encantat. Vaig pensar. Aquest segur que ha pres sopa de badoc per esmorzar…

 

NILSSON, Per: Si truca l`Anna. Barcelona, Columna, 2001, Columna Jove, 160, pp. 95-96.

Textos en PDF 

 

Sopa de badoc

si_truca_anna

Va començar amb una riallada irònica.

-Que has menjat sopa de badoc o què, per dinar?

-Buff –va rondinar-. No, carn indonèsia, però no estava gens malament… pfff… i dos plàtans…

-Avui jo tampoc he menjat res d`assenyat i ara tinc una gana que em cargolo, no podríem fer alguna cosa?

-Oh i tant –va dir recuperant de nou la parla-. Beguda i entrepans segur que en trobem. I per cert, que jo sóc un especialista preparant tes.

-Ah, però jo faig els millors entrepans de Suècia –va dir contenta.

-I nosaltres tenim la millor melmelada d`Escadinàvia a la nevera.

-I jo vaig batre el rècord mundial de decoració de tovallons: els cigne, el sé fer amb els ulls clucs!

-Si tu fas els entrepans i doblegues els tovallons, jo faré te i obriré el pot de melmelada. Apa vine…

Van córrer cap a la cuina.

Una hora després seien l`un davant de l`altra a la taula de la cuina.

-Mmmm, ara ho entenc, que guanyessis el premi suec de preparar entrepans. Molts bons. Mmm –va fer mentre s`eixugava unes molles de la boca-. Però pel que fa al cigne, no m`acaba de fer el pes. Sembla més aviat un… un… sí, un tovalló arrugat!

-Aquests tovallons no van bé –va respondre amb la boca plena de melmelada-. I el color tampoc. No puc fer cignes vermells!

  

NILSSON, Per: Si truca l`Anna. Barcelona, Columna, 2001, Columna Jove, 160, pp. 86-87

Textos en PDF

Tarongina

Tarongina o melissa

Tarongina o melissa

 

-Olora.

Va olorar. Mmm. Feia una olor de llimona fresca, mols bona i intensa.

-Mmmm…

Ella li havia deixat anar la mà i se`l mirava satisfeta.

-Bona, no?

Va fer que sí amb el cap, feliç.

-Què és això? Una droga prohibida o què?

-Tarongina –va contestar la noia.

-Com?

-Tarongina. És una planta remeiera. El seu nom és tarongina o melissa. Tarongina és més bonic, no trobes?

-Molt –va dir, però va arrufar les celles.

-Què et passa? –va preguntar-li.

-Aquesta olor m`és coneguda. Em sembla que ja l`he sentida abans.

Ella va riure però no va dir res.

Te`n pots quedar una, si vols. Jo ja en tinc cinc. Les he plantat jo mateixa. Les fulles es poden posar fresques a les amanides, o també se`n pot fer infusions. Són bones per fer-te dormir bé i er procurar-te somnis agradables.

-Amb molt de gust, gràcies, i tant que me l`enduc.

Va agafar de grat el test que ella li donava.

-Em cap a la bossa.

-Adéu.

-Adèu, i gràcies per la tarongina.

-Mm. De res.

 

 

 

NILSSON, Per: Si truca l`Anna. Barcelona, Columna, 2001, Columna Jove, 160, pp. 49-50

 

Textos en PDF

Suquet de peix

suquet-de-peix

 

El comedor estaba absolutamente perfumado por el aroma de, de…

Suquet de Peix –dijo orgulloso don Ramón descubriendo una enorme perola de aluminio llena de un líquido blancuzco en el que flotaban trozos de patata y lo que parecía pescado.

-¿Y eso qué es? –pregunté.

-La cumbre de la comida marinera en el golfo de León –afirmó Boris tomando asiento.

-Un plato de pescadores. Pescado blanco y de roca a poder ser, cocido al dente en una picada de sus hígados, almendras, ajo y perejil y patatas viejas ahogadas –susurró casi místico don Ramón.

-¿Y me gustará? –cuestioné arrugando la nariz, pues aquello de los hígados aplastados con ajo y perejil me había cortado un poco al apetito.

-Llorarás de emoción –dijo Boris acercando su plato a la perola para que le sirvieran.

Exageraba un poco. No lloré de emoción, pero repetí tres veces.

-Qué, ¿te ha gustado? –me interrogó el patrón sirviéndose por cuarto vez.

-Mucho. No sabía que al pescado se le podía sacar tan buen sabor –reconocí.

-Es que los de tierra adentro trabajáis bien la carne, pero lo que es el pescado… ¿A ver, cuántas variedades de cefalópodos crees que hay? –me interrogó el patrón.

-Pues… El pulpo, el calamar y la sepia. Tres –afirmé orgulloso de mi cultura.

Boris se echó a reír.

-Mira, hijo –me dijo el patrón rodeándome la espalda con uno de esos brazos que parecía una pierna -, solo de consumo común en España, la clase cefalópoda, orden dibranquia, suborden decápoda, tiene cuatro familias: logínidos, en la que están el calamar común, el calamar gigante y el calamarín; ommastrephidos, con las pota y el volador; sepiólidos, que incluye al globito, al choco, la jibia, el castaño y el chopito; y en orden octópoda, el pulpo común, el pulpo almizclado y el pulpo blanco. Trece variedades, Federico, trece.

-Vale –admití-, pero tierra adentro ya nos llegan limpios, cortados, congelados y muchas veces precocinados.

-Eso es lo terrible de estos tiempos de prisas: se ha perdido el placer de preparar la comida –se quejó el patrón-. Te voy a explicar la receta para que algún día la puedas cocinar- añadió, y a continuación me la detalló con pelos y señales y salivando de solo pensar en ella, el muy bruto, que acababa de devorar cuatro platos.

 

ROMEU, Carles: Llamadme Federico. Madrid, SM, 2000, pp. 35-35

 

Text en PDF

El “boucan”

boucan

 

Su aspecto ciertamente aterraba. Además, eran casi todos herejes, ya anglicanos, ya hugonotes, ya anabaptistas. Muchos de ellos provenían de ejércitos licenciados, aunque los había también desertores, exiliados por cuestiones religiosas, plantadores arruinados, jugadores con deudas y hasta reos escapados de los presidios.

Asaban sus cochinos, tras despellejarlos, cortarlos en tiras y untarlos con sal, en unas parrillas tejidas con ramas verdes, que los caribes llamaban barbacoa, y que se ponían sobre hogueras también alimentadas con leña verde, para que produjera abundante humo. Así, conseguían una carne salada y ahumada que, también en lengua caribe, se denominaba boucan. De ahí viene el nombre de bucanero.

Este boucan, que se comía bien crudo, como nuestro jamón, bien guisado, tras ablandarlo en agua, era un alimento codiciadísimo por cuantas naves surcaban esos mares tropicales, dado que se conservaba en las húmedas y calientes bodegas más tiempo que ninguna otra carne, y aseguraban que, consumiéndola, se alejaba el temido escorbuto.

 

FERNÁNDEZ-PACHECO, Miguel: Siete historias para la Infanta Margarita, Madrid, Siruela, 2001. Las Tres Edades, 84, pp. 75-76.

Ficha bibliográfica

 

Text en PDF