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A Platero le gustan las mandarinas…

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Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos son duros cual dos escarabajos de cristal negro.

Lo dejo suelto y se va al prado, y acaricia tibiamente con su hocico, rozándolas apenas, las florecillas rosas, celestes y gualdas… Lo llamo dulcemente: “¿Platero?”, y viene a mí con un trotecillo alegre que parece que se ríe, en no sé qué cascabeleo ideal…

Come cuanto le doy. Le gustan las naranjas mandarinas, las uvas moscateles, todas de ámbar; los higos morados, con su cristalina gotita de miel…

Es tierno y mimoso igual que un niño, que una niña…; pero fuerte y seco por dentro, como de piedra… Cuando paso sobre él, los domingos, por las últimas callejas del pueblo, los hombres del campo, vestidos de limpio y despaciosos, se quedan mirándolo:

— Tiene acero…

Tiene acero. Acero y plata de luna, al mismo tiempo.

JIMÉNEZ, Juan Ramón: Platero y yo. Capítulo I

De lo que le sucedió a una mujer llamada doña Fantástica

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El conde sabía que Patronio era un hombre sabio y que pronto buscaría un cuento con el que aconsejarle, así que le dejó contar…

-Hubo, señor, una mujer llamada doña Fantástica, más bien pobre que rica, que un día iba al mercado llevando una olla de miel.

 

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Yendo por el camino comenzó a pensar que en el mercado vendería esa olla de miel, y que con el dinero obtenido compraría una partida de huevos de la cual nacerían gallinas, y que cuando éstas hubieran crecido las llevaría al mercado y compraría ovejas, de las que al cabo del tiempo vendería la lana, la carne y los corderos, de modo que sería más rica que ninguna de sus vecinas.

Luego pensó que con aquella riqueza que obtendría casaría a sus hijos e hijas y les daría buenas dotes, y que iría por la calle rodeada de yernos y nueras, que pasearían con sus hijos de la mano, mientras oía a las gentes celebrar su buena suerte y elogiar su trabajo, con los cuales había podido prosperar desde la situación de pobreza en la que estaba.

Y se sintió tan feliz que rió de tanta alegría y, al reírse, se dio un golpe con la mano en la frente, con lo que la olla de miel cayó al suelo y se partió en pedazos. Cuando vio la olla rota comenzó a llorar y a lamentarse como si hubiera perdido a la vez miel, gallinas ovejas, corderos, dotes, yernos, nueras y nietos. Así que por celebrar anticipadamente lo que no había conseguido, no logró nada de lo que quería.

El conde volvió a sus cuentas y libros, pensando en un refrán que venía al caso de esa fábula:

                        En las cosas ciertas confiad

                        Y en las fantásticas evitad.

 

GÓMEZ, Ricardo (versión y adaptación) (2009): “De lo que sucedió a una mujer llamada doña Fantástica”, en El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel, Zaragoza, Edelvives, pp. 60-62.

 

El Conde Lucanor, edición de Juan Vicedo. Biblioteca Cervantes

 

Imágenes de Javier Zabala

La riquesa del panís a Guatemala

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Es van trobar, doncs, els ajiip* com ho havien acordat. Van pujar tots a l`aldea, que és molt amunt de la muntanya. S`havia adobat la casa on ens reuníem, un sostre sense parets. Vam compartir l`olla de nixtamal*, gallina rostida, batates, que són com moniatos; mel, coques, panades, pebrots, patates al caliu i un chumpipe* que va dur el Benicio; es va beure guaro*, el nostre aiguardent, tothom va dur alguna cosa. Compartir és el que fem els pobres.

Després van parlar els ajiip, van parlar tots, un rere l`altre. Van donar gràcies al cel. L`àvia va estar agraïda als avantpassats, a la terra, als dèus, que els va anomenar tots: Tlatcolt, el de la pluja; Kukultcán, el del vent; Yum Kay, el de la terra, les collites, la vegetació; Quetzacóalt, que va ensenyar als avantpassats de cultivar el panís, el kakawa, el kaapeh, ell ens va ensenyar com s`havien de fer les coses abans de pujar a guarnir el cel convertit en estrella. Van mencionar Ixzul, la deessa dels parts; Ac Puch, el dèu de la mort, Itzamné, de la saviesa; es va pregar Ixpiyacoc i Ixmucané, el Guarda del Món, el Déu Creador… Vam recordar els nostres orígenes, les nostres llegendes, sempre ho fèiem en una cerimònia.

L`àvia em va cedir la paraula. Jo havia de començar el relat. No havia de començar el relat. No havia parlat mai davant de la comunitat, era un gran reconeixement, això. El cor em saltava.

Però vaig parlar.

Vaig relatar la creació dels homes fets de panís, la nostra riquesa. El panís, on cada part té un nom: tuza és la fulla; milpa és el panís, també el camp, el gra; eloe, la panotxa; xilote, l`ull quan encara no té gra.

La veu em va sortir forta i segura.

 

BOGUNYÀ, M. Àngels: Les veus protectores. Barcelona. Baula, 2004. La llum del far, 43, pp. 58-57.

 

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* Bruixot, sanador, vell savi.

* Panís cuit en aigua i calç; un cop mòlt, se`n fan les coques

* Gall dindi

* Aiguardent de canya

Què menjava la Sibil·la?

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Durante el viaje de regreso, que hicimos juntos en su automóvil, yo conduciendo, me narró que su padre había sido entusiasta de la antigüedad romana y etrusca y que había muerto recientemente. Le pregunté por el sitio en que tenía en custodia a la Sibila o lo que pensaba que era la Sibila y me dijo que hacía varios años que se encontraba en una urna etrusca, en la biblioteca de su padre.

-¿La alimentan? –le pregunté.

Movió afirmativamente la cabeza.

-Si a eso puede llamarse alimento, unas gotas de agua con miel, como a los colibríes –dijo de manera un tanto reticente.

 

GARCÍA ESPERÓN, María: Sibila. México. Las Cuevas del Viento, 2007, pp. 72 y 73.

Blog de María García Esperón

Por gentileza de la autora, María García Esperòn, si queréis leer su novela COMPLETA, CLICAD AQUÍ.