Monthly Archives: setembre 2010

Comer en el avión

el-retrato-de-carlota

Enseguida llegamos al mar, el Mediterráneo quedaba debajo de nuestros pies, azul, verde, con algunas sombras oscuras que eran el antirreflejo de las pequeñas nubes que atravesábamos. Nos dieron de comer una ensalada de jamón, un zumo de naranja y uno de estos pastelitos borrachos con una guinda roja en el medio. Me lo comí todo, incluso el pan con mantequilla que en casa no podía soportar. Allí dentro todo era diferente. Saqué un libro.

 

ALDECOA, Ana (2003): El retrato de Carlota, Madrid, Anaya, Espacio Abierto, 104, p. 8.

Una centolla y calamares

la-isla

 

Aurora Salazar llegó a mediodía del sábado. Fabio se puso nervioso porque no tenía hábito de tratar con mujeres, y menos en su casa. Y sobre todo porque no lo había previsto y no tenía nada para invitarla a comer.

Pero la maestra había sido más previsora:

-Antes de subir pasé por la lonja. Había una centolla recién pescada y unos calamares casi vivos.

El hombre, terco, dijo que por nada del mundo iba a admitir comer en su casa Cobn comida comprada por ella. Pero la mujer, más terca, le amenazó diciendo:

-Si no se fía de mi compra, tampoco lo hará de mis deducciones. Así que me voy.

Pero llegaron a un acuerdo y ella se quedó a almorzar.

El acuerdo fue que él se ocuparía de la cocina, mientras ella le contaba lo que había descubierto.

Fabio se puso un delantal y comenzó a cocinar. Entre el ruido de los cacharros (perolas, cazos, sartenes, espumaderas y platos, entre otros utensilios), Aurora Salazar contó lo que había descubierto.

 

GÓMEZ, Ricardo (2004): La isla de Nuncameolvides, Zaragoza, Edelvives, (Alandar, 58), p. 31.

Manzanas rojas

manzanas-rojas

 

SALIM:

            No te preocupes, madre, yo te ayudaré. Dejaré de ir por la tarde a la escuela y prepararemos juntos las manzanas para llevar algunas más al mercado.

GAZALA:
            Para hacer más hay que tenerlas, y para tenerlas hay que pagarlas. Cuando no las vendemos todas, no se puedan comprar más, Salim.

SALIM:

            Me quedaron algunas de ayer. Le diré al maestro que hoy no puedo ir.

GAZALA:

            Si no estudias, Salim, nunca podrás tener una vida mejor, ni lograrás ayudar a tu pueblo.

 

MATILLA, Luis (2006): Manzanas rojas, Anaya, Madrid, Sopa de Libros. Teatro, 4, p. 66-67. Il. Francisco Delicado