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Celebración de la Pentecostés

 

El día de la fiesta de Pentecostés, muy de mañana, toda la familia de Samuel se dirigió, junto con el resto de los vecinos, a ofrecer a Dios los primeros frutos recogidos de la cosecha. El padre, por su condición de sacerdote del Templo, era quien dirigía la ceremonia, esperando a la gente en el altar construido para tal ocasión. La comitiva iba encabezada por un buey con los cuernos recubiertos de oro y una guirnalda de olivo sobre la testuz, y los niños lo precedían haciendo sonar sus flautas. El abuelo y el tío llevaban dos roscas de ocho litros de flor de harina, cocidas con levadura tal como prescribía el Levítico, y los demás miembros de la familia portaban al hombro distintos cestos con los frutos recogidos: higos, granadas, almendras, olivas, sandías, melones y manzanas, así como diversos vegetales.

 

MENÉNDEZ-PONTE, María (2010): Si lo dicta el corazón, Madrid, SM, (Los libros de María, 4), p. 30.

 

 

El Greco. Pentecostés

El Greco. Pentecostés

Una Nadala

alberti

Primer no
—Pastor que vas con tus cabras
cantando por los caminos,
¿quieres darme una cabrita
para que juegue mi niño?

.
—Muy contento se la diera
Si el dueño de mi ganado,
Señora , lo permitiera

Segundo no

—Aceitunero que estás
vareando los olivos,
¿me das tres aceitunitas
para que juegue mi niño?

—Muy contento se las diera
si el dueño del olivar,
Señora, lo permitiera.

Tercer no

—Ventero amigo que estás,
Sentado en un ventorrillo,
¿quieres darme una cunita
para que duerma mi niño?

—Muy contento se lo diera,
si hubiese sitio y el ama,
Señora, lo permitiera.

ALBERTI, Rafael (1973): “Las tres negaciones“, Senda. Lectura 5º, Madrid, Santillana, p. 78.

Esmorzar frugal amb Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Piero les avisó enseguida de que el almuerzo estaba preparado. Era muy frugal, compuesto de pan, queso, aceitunas y una sopa no demasiado sabrosa en la que se habían hervido juntos diversos vegetales. El único cubierto con que contaban era un cucharón de madera para servir la sopa en los cuencos en que habían de beberla y un cuchillo de aspecto imponente para cortar el pan y el queso. Leonardo les informó de que no tomaban vino a mediodía para poder trabajar mejor por la tarde y les ofreció a cambio un vaso de leche.

-No es buena cosa hartarse de comida y perder así la lucidez del pensamiento –les dijo, mientras almorzaban-. Hay que estar preparado para el esfuerzo, porque Dios vende todas las cosas valiosas al precio de la fatiga que cuesta conseguirlas. Las personas que sólo se dedican a hartarse en la mesa no son luego capaces de producir más que estiércol. ¡Estiércol! Eso es lo único útil que fabrica mucha gente: sólo dejan tras de sí retretes llenos, nada más. No comprenden que no hay cosa mortal que dure, pero en cambio el arte sí.

 

Savater, Fernando: El gran laberinto, Ariel, Barcelona, 2005, p. 147.

L’entrepà

Entrepà

L`entrepà

Ple de tonyina amb olives,
ple de tomaca, oli i sal,
ple de pernil i formatge,
tant se val, m`és igual.

Embolicat amb alumini,
dins la bossa, l`entrepà
viatja amb mi cap a escola
fins a l`hora d`esmorzar

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GIRBÉS, Fina (2009): Poemes de butxaca. Alzira: Bromera. El Micalet Galàctic, 143. Dibuixos de Montse Ginesta, pàg. 41.