SALIM:
No te preocupes, madre, yo te ayudaré. Dejaré de ir por la tarde a la escuela y prepararemos juntos las manzanas para llevar algunas más al mercado.
GAZALA:
Para hacer más hay que tenerlas, y para tenerlas hay que pagarlas. Cuando no las vendemos todas, no se puedan comprar más, Salim.
SALIM:
Me quedaron algunas de ayer. Le diré al maestro que hoy no puedo ir.
GAZALA:
Si no estudias, Salim, nunca podrás tener una vida mejor, ni lograrás ayudar a tu pueblo.
MATILLA, Luis (2006): Manzanas rojas, Anaya, Madrid, Sopa de Libros. Teatro, 4, p. 66-67. Il. Francisco Delicado