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El tren dels orfes

rodzina

Cuando el tren se detuvo a la hora de la cena, los pasajeros de otros vagones, lo bastante afortunados como para llevar dinero en el bolsillo, bajaron a cenar. La cantina resplandecía con sus alegres luces en medio de una oscuridad cada vez más profunda. Los olores de carne frita y de tortas horneadas se escaparon de la cocina y vinieron directos al vagón de los huérfanos. Nosotros, los huérfanos, nos amontonamos en los asientos que daban al comedor, pegamos las narices a los cristales y aspiramos.

-Si estuviera allí –dijo Spud desde el banco que estaba frente al mío-, tomaría lucio hervido con salsa de rábanos picantes y zopa de zanahorias.

-Y rosbif para mí –dijo Sammy, saltando sobre su asiento.

-No, salchichas de cerdo –dijo Joe.

-Y pan blanco con mantequilla –añadió Chester-, y pollo asado.

-Y torta –me susurró Lacey-, mucha torta.

El señor Szprot llegó en ese momento con nuestra cena. Sándwiches de jalea, por supuesto, y patatas frías que sacaba de esas grandes cestas que parecían no tener fin.

Mickey Dooley miró su sándwich y comentó:

-Si tuviéramos jamón, podríamos comer jamón y huevos…

-¡Cierra esa bocaza irlandesa, Dooley! –chilló uno de los chicos mayores.

-… si tuviéramos huevos –completó Mickey riéndose.

-¡A callar, bribones! –ordenó el señor Szprot-. La señora doctora y yo tenemos que bajar un momento del tren. Los pequeños están dormidos y los mayores van a salir también. ¡Tú, polaca, vigila a estos de aquí, que se estén quietos y que no bajen del tren!

Sospeché que la doctora y el señor Szprot iban a la cantina para tomar filetes y cerveza.

-Parece que ellos no se conforman con sándwiches de jalea –dije en cuanto se fueron.

-Apuesto que comen ternera asada y col –dijo Spud.

-Y torta de chocolate –añadió Chester.

-¡Y helado! –remató Joe dando saltos.

 p. 48-49.

 

CUSHMAN, Karen (2004): Rodzina, Barcelona, EntreLIbros, p

 

El Congri a Cuba

congri

“Por la puerta de entrada a la casa de Juana se accedía directamente a una pequeña habitación cuadrada donde estaba el comedor y la cocina separados por un fino y pequeño tabique que no llegaba al techo.

Había una mesa redonda cubierta con un mantel de plástico y con sillas de hierro a medio pintar. Un pequeño sofá azul y un gran ventilador para refrescar el fuerte calor llenaba una de las paredes. Bajo la ventana, desde la cual se podía observar la bonita e iluminada plaza de la Catedral tenían una vieja televisión que funcionaba como si fuera su primer día.

Juana y su hija Luret les prepararon un delicioso plato “congri” que era una mezcla de pequeñas alubias negras con arroz, acompañado por una fresca cerveza cubana. Después, le siguió un sabroso filete de carne que lo habían ido a comprar para esa ocasión. Sólo comían Sara y Varinia pues Juana y su familia no podían permitirse comer ese tipo de carne. Su marido se encontraba sin trabajo desde que la URSS dejó de ayudar a Cuba tras el fin de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Sólo vivían del dinero que sacaban vendiendo las figuritas de yeso, y de las comidas que hacían en casa para los turistas.

 

BAELL, Gustavo (2001): La niña colombiana. Buenos Aires: Laertes, pág. 67

 

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Una vetllada complicada a un pub irlandès

bacalla-arrebossat

 

La vetllada ha estat un veritable malson. El Shamrock ha resultat ser un pub ple de borratxos amb ganes de gresca. N`hi havia un de grassonet especialment pesat que l`amo feia fora cada deu minuts. No sé com s`ho feia, però un segons més tard tornava a ser dins del local com per art de màgia. Llavors tornaven a fer-lo fora.

A banda d`aquesta curiositat, el pub tenia un karaoke on pujaven cantants que amb prou feines podien mantenir-se drets. La lletra sempre anava uns segons endarrerida respecte a la música, cosa que convertia les cançons en un guirigall incomprensible.

Jo tenia l`estómac remogut pel peix que m`acabava de menjar, amb un arrebossat més sòlid que un crostó, fregit amb oli deu vegades reescalfat. A la segona queixalada ja estava pensant com desfer-me del filet sense ofendre l`amo. Per sort no ha calgut, perquè l`he cedit a un holandès del nostre grup que és un golafre.

Mentre intentava fer baixar el greix del filet amb una pinta de Guiness, se m`han acostat almenys deu nois. Un d`ells fins i tot s`ha atrevit a passar-me la mà `pels cabells i la galta mentre em deia alguna cosa a l`orella que no he entès.

Jo els ensenyava el meu claddadh –l`anell amb el cor i la corona-, però encara es tornaven més agressius.

 

Anell claddadh

Anell claddadh

 

MIRALLES, Francesc: Un curs d`estiu a Irlanda. Barcelona. Columna, 2004. Columna jove, 203, pp. 90-91.

 

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