A mediodía soltaron a Miguel, y cuando entró en la cocina, Ida corrió hacia él.
-Tenemos morcilla para comer –le anunció, radiante de alegría.
¿Tú no sabes qué es la morcilla? Son grandes bolas negras con grasa de tocino dentro. Sabe como el budín de sangre, pero diferente y mucho mejor. La morcilla se hace de sangre, exactamente como se hace el budín de sangre, y como estaban de matanza en Katthult, era natural que la mamá de Miguel hiciera morcillas.
Había preparado la masa de la morcilla en una gran fuente de barro que estaba en la mesa, y en la lumbre ya hervía el agua en la enorme olla de hierro. Em seguida habría morcillas, y por eso reinaba gran alegría.
-Yo voy a comerme dieciocho –dijo Ida de repente, aunque era muy pequeña y por su estatura sólo podría engullir media morcilla.
LINDGREN, Astrid (2010): Las aventuras de Miguel el travieso, Barcelona, Juventud, p. 100.