Daily Archives: 26 maig 2010

Què menjava un anacoreta?

 

siete-historias-para-la-infanta-margarita

 

 

Mi tía Hermenegilda, la de Babilafuente, que vivió más de cien años, llegó a conocer al raro anacoreta poco antes de que muriera, y afirmaba que era de increíble frugalidad y de vida tan mortificada y piadosa, que servía de ejemplo a cuantos lo frecuentaban.

Sustentábase casi exclusivamente de frutos secos, que le hacían llegar dos veces a la semana por medio de un cucurucho de papel, en el que iban introduciéndolos poco a poco. Aseguraba que las raciones eran tan exiguas que daba pena, pero que el clérigo se negaba a ingerir otra cosa, salvo algo de queso, si el día que le tocaba era fiesta de guardar, y algunas frutas escarchadas por Pentecostés. Solo bebía agua una vez al día, y tan poca que más parecía gorrión que hombre hecho y derecho, como decían que era los que le trataron antes de encerrarse.

 

FERNÁNDEZ-PACHECO, Miguel: Siete historias para la Infanta Margarita, Madrid, Siruela, 2001. Las Tres Edades, 84, p. 132.

 

Texto en PDF

El “boucan”

boucan

 

Su aspecto ciertamente aterraba. Además, eran casi todos herejes, ya anglicanos, ya hugonotes, ya anabaptistas. Muchos de ellos provenían de ejércitos licenciados, aunque los había también desertores, exiliados por cuestiones religiosas, plantadores arruinados, jugadores con deudas y hasta reos escapados de los presidios.

Asaban sus cochinos, tras despellejarlos, cortarlos en tiras y untarlos con sal, en unas parrillas tejidas con ramas verdes, que los caribes llamaban barbacoa, y que se ponían sobre hogueras también alimentadas con leña verde, para que produjera abundante humo. Así, conseguían una carne salada y ahumada que, también en lengua caribe, se denominaba boucan. De ahí viene el nombre de bucanero.

Este boucan, que se comía bien crudo, como nuestro jamón, bien guisado, tras ablandarlo en agua, era un alimento codiciadísimo por cuantas naves surcaban esos mares tropicales, dado que se conservaba en las húmedas y calientes bodegas más tiempo que ninguna otra carne, y aseguraban que, consumiéndola, se alejaba el temido escorbuto.

 

FERNÁNDEZ-PACHECO, Miguel: Siete historias para la Infanta Margarita, Madrid, Siruela, 2001. Las Tres Edades, 84, pp. 75-76.

Ficha bibliográfica

 

Text en PDF

Tenía hambre: El Diario de Ana Frank

anne-frank

 

Sra. Frank. (chillando.) ¡Otto! ¡Otto! ¡Levántate, rápido!

            (Los demás también se despiertan y apresuradamente saltan de la cama)

Sr. Frank. ¿Qué pasa? ¿Ocurre algo?

            (El Sr. Van Dann se escabulle hacia las escaleras, pero se confunde y se va hacia el otro lado. Margot rápidamente coloca un taburete bajo la lámpara colgante de la habitación central).

Sra. Frank. (Se abalanza contra el Sr. Van Dann). ¡Nos está robando la comida!

Sr. Dussel. (Sale de su habitación y se acerca apresuradamente al Sr. Van Daan. Detrás va Ana, que se ha echado una falda sobre los hombros, como si fuera un chal). ¡Usted! ¡Usted! ¡Deme esto!

Sra. Van Daan. (También se ha levantado. Los parlamentos siguientes se solapan). ¡Putti Putti! ¿Qué pasa?

Sr. Dussel. (Quitándole el pan de las manos al Sr. Van Daan mientras éste retrocede. Margot enciende la luz). Ladrón, ladrón asqueroso, que no sirve para nada… Mira que robar la comida. Miserable, miserable.

Sra. Frank. (Sujentando al Sr. Dussel). ¡Señor Dussel! ¡Por el amor de Dios! ¡Ayúdame, Peter!

            (Peter sale de su cuarto, tira de su padre con la intención de que se suelte del Sr. Dussel).

Peter. ¡Suéltelo, suéltelo!

            (El Sr. Dusel y Peter dan un estirón que derriba al Sr. Van Daan, que se queda de rodillas).

Sr. Dussel. Glotón, egoísta…

Sra. Van Daan. (Bajando las escaleras). Putti… ¿qué ha pasado?

            (Toda la bondad de la Sra. Frank, toda su dulzura y su control parecen haberla abandonado. Ahora se siente ultrajada, indignada, furiosa…).

Sra. Frank. ¡El pan! ¡Estaba robando el pan!

 

Per seguir llegint

 

GOODRICH, Frances; HACKETT, Albert: El diario de Ana Frank, Alzira, Algar, 2009, Joven teatro de papel, 4, pp. 209-212.

 

Ana Frank, la niña que no pudo ser mujer

 

Diario de Ana Frank. Llibre en pdf

 

diariodeanafrank_algar

Amb cullera i forquilla

cuchara-y-tenedor

Cuchara y Tenedor

 

Subo la cuchara,

bajo el tenedor.

 

Me lavo las manos

con agua y jabón.

-¡La mesa puesta!

¡Todos al salón!

 

Me gusta el tomate,

el pollo, el jamón,

la pasta, el gazpacho,

el huevo, el salmón.

 

Subo la cuchara,

bajo el tenedor.

¡Qué rico, qué rico

estaba el melón!

 

Me dice mi abuela,

y tiene razón,

que si como mucho

me haré un grandullón.

 

Subo la cuchara,

bajo el tenedor.

 

Me mira la Luna,

me mira el gorrión,

los dos tienen hambre

sopa les doy yo.

 

Subo la cuchara,

bajo el tenedor.

 

GÓNZÁLEZ TORICES, J: “Los alimentos”, en Los poemas de Pillo, Madrid, SM, 2007, pàg, 32.

 

los-poemas-de-pillo

 

Text en PDF