Durante el viaje de regreso, que hicimos juntos en su automóvil, yo conduciendo, me narró que su padre había sido entusiasta de la antigüedad romana y etrusca y que había muerto recientemente. Le pregunté por el sitio en que tenía en custodia a la Sibila o lo que pensaba que era la Sibila y me dijo que hacía varios años que se encontraba en una urna etrusca, en la biblioteca de su padre.
-¿La alimentan? –le pregunté.
Movió afirmativamente la cabeza.
-Si a eso puede llamarse alimento, unas gotas de agua con miel, como a los colibríes –dijo de manera un tanto reticente.
GARCÍA ESPERÓN, María: Sibila. México. Las Cuevas del Viento, 2007, pp. 72 y 73.
Por gentileza de la autora, María García Esperòn, si queréis leer su novela COMPLETA, CLICAD AQUÍ.