Category Archives: Viatge iniciàtic

On són els cereals?

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-Bon dia –va contestar sorneguera-. Em vas al darrere perquè vols, que jo no t`ho demano-. Va obrir un armari i va rebuscar uns instants-. On són els cereals?

-Bon dia. Els cereals? Doncs no ho sé… ja ho has mirat bé? De fet, ja has anat a mirar al supermercat?

-Mira, mama, no em vinguis amb frases ocorrents a dos quarts de vuit del matí, que saps que quan m`aixeco no estic d`humor. O sigui que no n`hi ha, vaja…

-Doncs no, si no són a l`armari dels cereals, deu ser perquè s`han acabat.

-Què passa, que no vas anar a comprar ahir? –li va retreure la Txell, mentre obria la nevera-. Bé que hi ha formatgets desnatats dels que a tu t`agraden, i iogurts desnatats amb fibra, i enciams iceberg dels que a tu t`agraden, pots de panís, pastanaga i soja…

-Dels que a mi m`agraden! –la va tallar la mare-. Molt bé, jo ahir vaig anar a comprar, però que m`oblidés dels teus maleïts cereals no significa que tot el que comprés fos només per a mi…

 

BAGÉS, Noemí (2008): I la mort em parlava, Barcelona, Barcanova, Antaviana Nova, 71, pàg. 14-15.

Esmorzar frugal amb Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Piero les avisó enseguida de que el almuerzo estaba preparado. Era muy frugal, compuesto de pan, queso, aceitunas y una sopa no demasiado sabrosa en la que se habían hervido juntos diversos vegetales. El único cubierto con que contaban era un cucharón de madera para servir la sopa en los cuencos en que habían de beberla y un cuchillo de aspecto imponente para cortar el pan y el queso. Leonardo les informó de que no tomaban vino a mediodía para poder trabajar mejor por la tarde y les ofreció a cambio un vaso de leche.

-No es buena cosa hartarse de comida y perder así la lucidez del pensamiento –les dijo, mientras almorzaban-. Hay que estar preparado para el esfuerzo, porque Dios vende todas las cosas valiosas al precio de la fatiga que cuesta conseguirlas. Las personas que sólo se dedican a hartarse en la mesa no son luego capaces de producir más que estiércol. ¡Estiércol! Eso es lo único útil que fabrica mucha gente: sólo dejan tras de sí retretes llenos, nada más. No comprenden que no hay cosa mortal que dure, pero en cambio el arte sí.

 

Savater, Fernando: El gran laberinto, Ariel, Barcelona, 2005, p. 147.

Màgia i música

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Mael se encontraba en su propia salsa. El público infantil y adulto se agolpaba a su alrededor para admirar sus trucos de magia, mezclados con algunos encantamientos menores de magia verdadera. Tan pronto hacía elevarse en el aire a una gallina como coloreaba de azul las orejas de un espectador incauto, despertando siempre el aplauso.

Hacia el mediodía, los espectadores empezaron a escasear, a medida que iban reuniéndose en grupos para comer. Mael decidió que aquellas buenas gentes bien merecían un poco de música alegre con que amenizar su banquete. Así que, introduciendo la mano dentro de los pliegues del manto, extrajo su pequeña arpa y empezó a afinar las cuerdas.

 

Urkixo, Joanes: El guerrero blanco, Barcelona, La Galera, 2003. (Premio Abril, 2003),pág. 119.

Un esmorzar a “la fonda” al S. XVI

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Al bajar a la sala donde se centraba la vida en esas horas, el estudiante encontró a varios hombres que desayunaban lo que la patrona había preparado para todo aquél que había pagado también una razón de algo caliente. Algunos de los que allí se sentaban eran verdaderos especímenes dignos de estudio individual y personalizado: estaba aquel clérigo recién llegado de las Indias que parecía que comía con la barbilla, tan corta era la distancia que separaba la boca del mentón. Siempre estaba leyendo, siempre rutando las palabras latinas que sus cansados ojos desvelaban, siempre intentando memorizar lo que en el libro ponía. Un poco más lejos se encontraba aquel noble caballero venido a menos que seguía portando capa y espada, mientras que a aquélla se la comían las ratas de su cuartucho y éste se cubría de la herrumbre imperdonable que supone la falta de uso. El estudiante estaba convencido de que, por esta misma razón, su estómago estaría también oxidado. El caballero intentaba ganarse el favor de una de las camareras por medio de piropos y, cuando ella se acercaba, el pícaro aprovechaba y le robaba hábilmente algunos de los trozos de pan que llevaba en la bandeja la pobre incauta. En una mesa del fondo unos cuantos estudiantes como él mascaban unos trozos de pan y, seguidamente, cortaban más trozos para mojarlos en el huevo frito que les había servido. El estudiante decidió no pararse a observar ya que era tarde, tenía que descubrir lo que todavía era extraño para él en la ciudad y además necesitaba urgentemente dinero.

 

 Ballester, Blanca: Dos gramos de plomo, León, Everest, 2001. (IV Premio Leer es Vivir), pp. 10-11.

 

Altraín y Bufo Soñador

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Después de conversar largamente sobre ésas y otras cosas menudas, Altraín se alisó su larga baba de fino algodón trenzado, y luego de bostezar con parsimonia, dijo:

-Y ahora que ambos hemos disfrutado despreocupadamente de este ameno diálogo, pasemos a la importante cuestión que te trae aquí. Las frutas amargas hay que endulzarlas con almíbar antes de tragarlas, mi querido Bufo.

El joven Caballero Alado no comprendió lo que el Mago del Mundo de la Ilusión quiso decirle sobre las frutas amargas y pensó que pronto le ofrecería una deliciosa cena a base de zumos preparados con alguna pócima magistral. Pero Bufo Soñador no tenía hambre, estaba muy nervioso y ardía en deseos de transmitir al mago las urgentes y gravísimas noticias que justificaban su secreta misión. (pág. 14).

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Al pronto, el asistente del mago trajo una bandeja con dos copas y una jarra de bronce colmada de zumo elaborado con deliciosas frutas silvestres y la colocó sobre una mesa situada junto a uno de los miradores abiertos del Laboratorio del Saber, desde el que podía contemplarse la deslumbrante infinitud del Universo del Pensamiento y los muchos astros y estrellas que gravitan en sus galaxias” (pág. 18).

 

Ábalos, Rafael (2000): Bufo Soñador, en la galaxia de la tristeza, Madrid, Debate.

 

 Informació sobre Rafael Ábalos

Ajo arriero

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Se sentaron a la mesa y, por fin, Raúl comió el tan deseado ajo arriero.

-Abuela, no es un plato que sea sofisticado, ya lo sé, pero me muero por el ajo arriero…

-Pues como no vengas más a menudo te quedas sin él… ¿Sabéis? El año pasado Blas, mi Blas, vuestro tío, vino unos días al pueblo y se trajo a un superior, pero más campechano que un ocho. No paraba hablar maravillas de todo. Les hice también ajo arriero… y yo creo que no he visto nunca a nadie disfrutar tanto con un plato de pobres, aunque ahora el bacalao está por las nubes…

-¡Vaya con el superior! –Raúl siguió la broma- ¡Menos mal que estoy aquí! ¡No me vaya a quedar sin mi ración!

-¿Cómo se prepara, abuela? –preguntó Luisa.

-Me enseñó mi madre, que también se llamaba Luisa como tú, era más refinada que yo, pero sabía cocinar, ya lo creo… Ya os lo he dicho antes. Cuando tuvieron que dejar las casa de la capital se vinieron conmigo. Mi padre lo pasó peor, pero la abuela Luisa se adaptó estupendamente y me ayudó mucho con los chicos, sobre todo con Andrés, que era un demonio… Ay qué ver, mi madre, que era una señora, acabó comadreando con las vecinas del pueblo como una más y mi padre que presumía de campechano se dejó vencer en un rincón… porque se le había caído el mundo encima.

-¿Y cómo se hace el ajo arriero, abuela?

A. Sáiz, preparant ajo-arriero

A. Sáiz, preparant ajo-arriero

-Ahora os lo digo, pero sin paciencia nada de nada. No es como ahora que zas vas y compras cuatro avíos congelados de esos y a comer. Nada nada. Se cogen unas patatas, se hierven y se pelan. Se añaden dos huevos duros, uno o dos crudos, unos ajos bien machacados, bacalao desalado y desmigado… Lo ligáis todo, un poco de sal y a darle vueltas con aceite de oliva. Cuando quedé así como lo veis, pues se puede comer. Era el plato de Semana Santa y yo lo preparaba con frecuencia. Ahora hacía tiempo, pero a ti, Raúl te gustaba mucho de pequeño… y mira que es un plato poco sofisticado, pero te lo comías con unas ganas… Os haré otro día el gazpacho que al abuelo le gusta mucho y, cuando venga vuestro padre, el morteruelo, para que se chupe los dedos, a ver si mejora.

-¡Es que Raúl es un tragón! –soltó Marta.

-¡Tragona tú!, que estás todo el día con las chuches y venga pedir a mamá…

-Bueno, pero tú me las quitas.

-Os haré otro día el gazpacho –intervino conciliadora la abuela- que al abuelo le gusta mucho y, cuando venga vuestro padre, el morteruelo, para que se chupe los dedos, a ver si mejora.

-Sí, abuela, y esas rosquillas…

-¡Y luego dice que el tragón soy yo! –siguió porfiando Raúl, aunque más por hacer rabiar a su hermana que por otra cosa.

-¡Abuela!, ¡di qué pare!

 

           

SÁIZ RIPOLL, Anabel (2008): Como un girasol, Cuenca, Diputación Provincial, pp. 95-107

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En la sobremesa de María (receptes i més)          

         

 

 

 

 

Dinar de casament de Felip II i Maria Tudor

Dirck Crabeth: «Felipe II y María Tudor ante la Eucaristía» (1557)

Dirck Crabeth: «Felipe II y María Tudor ante la Eucaristía» (1557)

 El rey, que vestía un terno de color claro, sombrero de plumas y manto de tisú de oro, esperó en el altar a doña María, vestida también de blanco y pedrería y tocada con cofia de encaje. En el altar, los novios hablaron afablemente entre sí, don Felipe le dirigía sonriente las pocas palabras que había aprendido en inglés. La comida, de muchas viandas y abundante cerveza, se amenizó con un baile que acercó a la nobleza inglesa y española; así conoció el conde de Feria a la que luego sería su esposa lady Juana Dormer. Los demás nos entregamos al jabalí asado y a la bebida. Luego el obispo de Winchester subió a bendecir el lecho nupcial, pidiendo al Señor la alegría de la fecundidad para la prosperidad de los reinos .

 

SANZ, Blanca (1999): Aquellas costas de Inglaterra, Barcelona, Emecé Editores,  p. 105.

 

 

 

 

 

 

Provisions per L`Armada Invencible

"Armada Invencible"  (Aert van Autum, Rijksmuseum, Amsterdam)

"Armada Invencible" (Aert van Autum, Rijksmuseum, Amsterdam)

Nos detuvimos frente a la galeaza, el sol iluminaba el rojo bermellón de su casco y arrancaba destellos a las tallas doradas que adornaban el maderamen, los fanales de cobre relucían en el castillo de popa y en la proa una escultura femenina semidesnuda que hacía de mascarón se balanceaba mostrando sus pechos desnudos. Aunque todavía los hombres de guerra y la marinería subían y bajaban por las cubiertas, había una cierta calma y se podía escuchar el ruido de las banderolas y de los pendoles agitados por la brisa y el golpeteo de los palos y la jarcia.

De la ciudad empezaron a llegar provisiones de auxilio que se amontonaban en los diques: toneles de agua y de vino, sacos de sal, de legumbres, pellejos de aceite y de vinagre y grandes cestos de pan.

Los carros, las carretillas y las mulas, que con sus cargas a rebosar se dirigían a los cobertizos del malecón, entorpecían el paso. 

SANZ, Blanca (1999): Aquellas costas de Inglaterra, Barcelona, Emecé Editores,  p. 64. 

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Activitats d’aula: 2n d’ESO 

Un nus a la gola

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-Fas molt bé –va dir tot d`una en Samuel-. Fas bé d`anar-te`n. Però no jo tinc prou forces per fer-ho. Ara mateix no.

-Potser trobaràs algú que et pugui fer el sopar.

-Ja ho solucionaré.

-És important que salis les patates quan les coguis. I que el foc no sigui gaire fort.

En Samuel va assentir amb el cap.

-Ho recordaré.

-Per bullir els ous acostumo a comptar fins a dos-cents. Aleshores queden com a tu t`agraden.

-Comtes ràpid o a poc a poc?

En Joel va comptar. En Samuel va assentir amb el cap. Ho recordaria.

-Has de posar aigua freda al cassó de coure les farinetes. Si no, és gairebé impossible rentar-lo.

En Samuel va prometre que faria el que deia en Joel. Aleshores va arribar el tren a l`andana.

Es van donar la mà. Tots dos tenien un nus a la gola.

-T`escriuré –va dir en Joel-. Quan sàpiga en quin vaixell aniré.

-Recordaré això del cassó de les farinetes –va dir en Samuel-. Posar-hi aigua freda. Si no serà molt difícil rentar-lo.

Després no hi va haver res més a dir.

 

 

 

MANKELL, Henning (2007): Viatge a la fi del món. Barcelona. Columna, Columna jove, 227, pàg. 171.

 

Textos en PDF de Viatge a la fi del món

 

Lloc oficial Henning Mankell

Hem de decidir-nos

Patates amb costella

Patates amb costella

Al cap d`uns dies d`haver tingut el somni del rierol i de l`aigua que bullia ho va preguntar a en Samuel. S`havia preparat amb molta cura. Normalment només menjaven patates saltades amb costella  els diumenges. Però com que no hi havia cap altre plat al món que agradés més a en Samuel, en Joel el va preparar malgrat que era dimarts. Sabia que el millor moment per plantejar a en Samuel una pregunta important era en acabar de menjar, quan apartava el plat.

Havia arribat el moment. En Samuel va deixar la forquilla a sobre de la taula, es va eixugar la boca i va apartar el plat.

-Hem de decidir-nos –va dir en Joel.

Malgrat que gairebé li havia canviat del tot el to de la veu, de vegades passava que se li disparava i li sortia un xiulet o un gall. Parlava a poc a poc perquè la veu li sortís ben greu.

MANKELL, Henning (2007): Viatge a la fi del món. Barcelona. Columna, Columna Jove, 227, pàg. 16.