Monthly Archives: juliol 2010

¡Esto tiene que estar muy bueno!

Astrid Lingren amb la Pippi televisiva

Astrid Lingren amb la Pippi televisiva

 

-¡Esto tiene cara de estar muy bueno! ¿Cuándo vamos a empezar?

En este momento entró la sirvienta con la tetera, y la señora Settergreen preguntó:

-¿Tomamos el té ya?

-¡Eh, que soy yo la primera! –advirtió  Pippi.

Y en dos saltos se plantó al lado de la mesa. Arrambló todas las pastas que pudo de una bandeja, echó cinco terrones de azúcar en su taza de té, vació en ella buena parte de la nata que había en una fuente y volvió a su silla con el botín, antes de que las damas tuvieran tiempo de llegar a la mesa.

Pippi estiró las piernas y colocó su plato de pastas entre sus pies. Seguidamente empezó a mojar pastas en la taza de té y a llevárselas a la boca, donde acumuló tan cantidad de ellas que no podía pronunciar palabra, por mucho que lo intentaba. En un santiamén dio fin a las pastas. Entonces se levantó, golpeó el plato con los nudillos como quien toca una pandereta y se acercó a la mesa para ver si quedaba algo. Las damas la miraban con un gesto de reprobación, pero ella no se daba cuenta.

Charlando alegremente y cogiendo ahora un pastel, luego otro, dio varias vueltas a la mesa.

-Les agradezco mucho que me hayan invitado –manifestó-. Nunca había asistido a un té.

En la mesa había un gran pastel de crema con un adorno de color rojo en el centro. Pippi lo contempló con las manos en la espalda. De pronto se inclinó y apresó el adorno con los dientes. Pero esta pesca fue tan precipitada, que, cuando volvió a ponerse derecha, su cara estaba cubierta de crema.

 

LINDGREN, Astrid (2010): Pippi Calzaslargas, Barcelona, Ed. Juventud, Il. Richard Kennedy, p. 

105-106

Una tortilla voladora

Inger Nilsson: la Pippi televisiva

Inger Nilsson: la Pippi televisiva

 

Pippi exclamó:

-¡Aquí se cuecen tortillas! ¡Aquí se sirven tortillas! ¡Aquí se fríen tortillas!

Dicho esto, sacó tres huevos y los arrojó al aire. Uno de ellos le cayó en la cabeza, se rompió y la yema resbaló por su frente hasta uno de sus ojos. Pero los otros dos cayeron y se rompieron donde debían: en una taza.

-Siempre he oído decir que la yema de huevo es buena para el cabello –dijo Pippi limpiándose el ojo-. Veréis lo de prisa que me crece ahora y lo fino que me queda. Por eso en el Brasil todo el mundo lleva un huevo en la cabeza, y por eso no hay brasileños calvos. Hubo un anciano tan original, que se comía los huevos en vez de ponérselos en la cabeza. Naturalmente, se quedó calvo. Y cuando salía a la calle, la gente se aglomeraba alrededor de él y tenía que acudir la policía.

Mientras hablaba, Pippi iba sacando cuidadosamente los trocitos de cáscara que habían quedado en la taza. Luego descolgó de la pared un cepillo de baño y batió con él los huevos de tal modo, que en seguida empezaron a subir e incluso treparon por las paredes. Finalmente, recogió cuanto pudo y lo echó en una sartén que había sobre el hornillo. Cuando la tortilla se doró por un lado, la lanzó al aire, casi hasta el techo, y la tortilla, dando una voltereta, volvió a caer en la sartén. Luego la arrojó hacia un lado, y la tortilla, volando a través de la cocina, fue a aterrizar en un plato que había sobre la mesa.

-¡Coméosla antes de que se enfríe! –exclamó.

Tommy y Annika empezaron a comérsela y la encontraron exquisita.

 

LINDGREN, Astrid (2010): Pippi Calzaslargas, Barcelona, Ed. Juventud, Il. Richard Kennedy, p. 14-15.

 

Enterrar l`angoixa sota palades de dolços

chocolatinas

No era res més que un atac de pànic. Ja feia anys que en tenia, sempre ben dissimulats en públic. Amb el temps havia anat aprenent a amagar-los. Si no, sempre podia anar a tancar-se en un lavabo. El ioga, la teràpia, la respiració, no hi havia ajudat gaire. Els ansiolítics que li receptava el psiquiatre, en canvi, sí. Però des que havia acceptat aquella feina, tot li havia anat pitjor que abans, si és que això era possible. La Txell trigaria molt a perdonar-li que l`hagués arrancat de Barcelona, dels amics, dels avis. O potser no li ho perdonaria mai.

També sabia que no podia augmentar la dosi de medicació prescrita, però sempre li quedava un últim recurs. Havia estat previsora. Va obris el calaix inferior de la dreta i en va treure tota la paperassa. Al fons, desenes de xocolatines, caramels, núvols de sucre i pastissets de tota classe l`esperaven per a un cas d`extrema necessitat.

Es va mirar el rellotge. Faltaven cinc minuts per a un quart de deu. Tenia vint minuts. Temps de sobres per enterrar l`angoixa sota palades i palades de dolços. I si no s`entretenia, tindria prou temps per tancar-se al lavabo del seu despatx i vomitar-ho tot. Era l`única manera de no sentir-se culpable, després, per les calories ingerides.

 

 

BAGÉS, Noemi (2008): I la mort em parlava, Barcelona, Barcanova, Antaviana Jove, 71, p. 30-31

 

On són els cereals?

i-la-mort-em-parlava

 

-Bon dia –va contestar sorneguera-. Em vas al darrere perquè vols, que jo no t`ho demano-. Va obrir un armari i va rebuscar uns instants-. On són els cereals?

-Bon dia. Els cereals? Doncs no ho sé… ja ho has mirat bé? De fet, ja has anat a mirar al supermercat?

-Mira, mama, no em vinguis amb frases ocorrents a dos quarts de vuit del matí, que saps que quan m`aixeco no estic d`humor. O sigui que no n`hi ha, vaja…

-Doncs no, si no són a l`armari dels cereals, deu ser perquè s`han acabat.

-Què passa, que no vas anar a comprar ahir? –li va retreure la Txell, mentre obria la nevera-. Bé que hi ha formatgets desnatats dels que a tu t`agraden, i iogurts desnatats amb fibra, i enciams iceberg dels que a tu t`agraden, pots de panís, pastanaga i soja…

-Dels que a mi m`agraden! –la va tallar la mare-. Molt bé, jo ahir vaig anar a comprar, però que m`oblidés dels teus maleïts cereals no significa que tot el que comprés fos només per a mi…

 

BAGÉS, Noemí (2008): I la mort em parlava, Barcelona, Barcanova, Antaviana Nova, 71, pàg. 14-15.

Esmorzar frugal amb Leonardo da Vinci

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Leonardo da Vinci. Autorretrat

Piero les avisó enseguida de que el almuerzo estaba preparado. Era muy frugal, compuesto de pan, queso, aceitunas y una sopa no demasiado sabrosa en la que se habían hervido juntos diversos vegetales. El único cubierto con que contaban era un cucharón de madera para servir la sopa en los cuencos en que habían de beberla y un cuchillo de aspecto imponente para cortar el pan y el queso. Leonardo les informó de que no tomaban vino a mediodía para poder trabajar mejor por la tarde y les ofreció a cambio un vaso de leche.

-No es buena cosa hartarse de comida y perder así la lucidez del pensamiento –les dijo, mientras almorzaban-. Hay que estar preparado para el esfuerzo, porque Dios vende todas las cosas valiosas al precio de la fatiga que cuesta conseguirlas. Las personas que sólo se dedican a hartarse en la mesa no son luego capaces de producir más que estiércol. ¡Estiércol! Eso es lo único útil que fabrica mucha gente: sólo dejan tras de sí retretes llenos, nada más. No comprenden que no hay cosa mortal que dure, pero en cambio el arte sí.

 

Savater, Fernando: El gran laberinto, Ariel, Barcelona, 2005, p. 147.

Màgia i música

el-guerrero-blanco

 

Mael se encontraba en su propia salsa. El público infantil y adulto se agolpaba a su alrededor para admirar sus trucos de magia, mezclados con algunos encantamientos menores de magia verdadera. Tan pronto hacía elevarse en el aire a una gallina como coloreaba de azul las orejas de un espectador incauto, despertando siempre el aplauso.

Hacia el mediodía, los espectadores empezaron a escasear, a medida que iban reuniéndose en grupos para comer. Mael decidió que aquellas buenas gentes bien merecían un poco de música alegre con que amenizar su banquete. Así que, introduciendo la mano dentro de los pliegues del manto, extrajo su pequeña arpa y empezó a afinar las cuerdas.

 

Urkixo, Joanes: El guerrero blanco, Barcelona, La Galera, 2003. (Premio Abril, 2003),pág. 119.

Un esmorzar a “la fonda” al S. XVI

huevo-frito

 

Al bajar a la sala donde se centraba la vida en esas horas, el estudiante encontró a varios hombres que desayunaban lo que la patrona había preparado para todo aquél que había pagado también una razón de algo caliente. Algunos de los que allí se sentaban eran verdaderos especímenes dignos de estudio individual y personalizado: estaba aquel clérigo recién llegado de las Indias que parecía que comía con la barbilla, tan corta era la distancia que separaba la boca del mentón. Siempre estaba leyendo, siempre rutando las palabras latinas que sus cansados ojos desvelaban, siempre intentando memorizar lo que en el libro ponía. Un poco más lejos se encontraba aquel noble caballero venido a menos que seguía portando capa y espada, mientras que a aquélla se la comían las ratas de su cuartucho y éste se cubría de la herrumbre imperdonable que supone la falta de uso. El estudiante estaba convencido de que, por esta misma razón, su estómago estaría también oxidado. El caballero intentaba ganarse el favor de una de las camareras por medio de piropos y, cuando ella se acercaba, el pícaro aprovechaba y le robaba hábilmente algunos de los trozos de pan que llevaba en la bandeja la pobre incauta. En una mesa del fondo unos cuantos estudiantes como él mascaban unos trozos de pan y, seguidamente, cortaban más trozos para mojarlos en el huevo frito que les había servido. El estudiante decidió no pararse a observar ya que era tarde, tenía que descubrir lo que todavía era extraño para él en la ciudad y además necesitaba urgentemente dinero.

 

 Ballester, Blanca: Dos gramos de plomo, León, Everest, 2001. (IV Premio Leer es Vivir), pp. 10-11.

 

Dia normal al campament… o no?

quin-sidral

 

Dia normal al campament. Hem nedat, hem pres el sol, hem jugat al baló, hem trobat un crani i hem sopat espaguetis, com sempre. Víctor s`ha manifestat amb una pancarta davant del barracot que fa de cuina i ha exigit que li canviaren la dieta. “Com va escriure E.E. Cummings”, deia el rètol, “hi ha una merda que no em menjaré”. El cuiner, molt amoïnat per la crítica, li ha donat una tallada de vedella torrada i una puntada de peu al cul. “Tin, un filet de primera per al senyor E. E.”, li ha dit. Crec que els monitors haurien d`haver intervingut i expulsat el cuiner. No hi ha dret que ens tracten així: la carn estava cremada. Silvestre, sempre amatent amb els amics, ha agafat la vedella i l`ha tirat contra el terra.

-No hem pagat vint-i-cinc mil pessetes perquè ens donen un tros de carbó –ha cridat.

-Era el meu tros de carbó –li ha contestat Víctor-. Estic fart de tu, m`entens, mofeta?

I tot seguit ha pres la carn de terra i l` ha estampat contra els espaguettis de Silvestre. L`impacte ha esguitat de tomata tres companys del campament, un gèmini, un Àries i un Libra, els quals, juntament amb Silvestre, han introduït el cap de Víctor en el perol de la pasta i l`han deixat gitat, tan llarg com és, damunt la taula. Aleshores Lídia ha tirat el seu plat sobre la cara de Silvestre i una Taure agressiva amb ascendent Sagitari ha aprofitat la confusió per a llançar el bol de tomata al cuiner. A l`acte s`ha improvisat una disputa entre acampadors i monitors el resultat de la qual ha estat que tot el campament se n`ha anat al llit empastifat d`espaguetis i que els monitors, malgrat tot, han guanyat la baralla: demà haurem de fer una marxa de deu quilòmetres com a càstig.

 

ALAPONT, Pasqual (1996): Quin sidral de campament!, Barcelona, Cruïlla, Gran Angular, 79, pp. 54-55.

 

Més informació

“Corn flakes”

corn-flakes

El dia de la Gran Competició Esportiva em vaig llevar ple de confiança en mi mateix. No puc dir que els entrenaments de salt d`alçada haguessin estat un èxit, però em sentia com si tingués ales als turmells. Feia sol, l`aire era net i era un d`aquells dies ideals que no fa fred ni calor. Vaig anar directament a la cuina i em vaig servir un bon plat de corn flakes amb llet i iogurt. Per acabar de donar-me energies, hi vaig posar un parell de plàtans i una taronja tallats a trossos. Quan anava a inaugurar el plat, va treure el cap la mare.

-Qué menges, nen?

-Ja ho veus: corn flakes.

-D`on els has tret?

-Vaig fer una ràtzia pel súper.

-I per què no prens la llet amb galetes, com sempre?

-Perquè als corn flakes hi ha molta més energia. Que no ho has vist als anuncis?

-Nen –va fer una pausa, com si dubtés de revelar-me el que anava a dir-. La publicitat no sempre diu la veritat.

Vaig aparcar la cullera uns segons.

-Ja ho sé, mare, ja ho sé, però és que a Califòrnia mengen corn flakes per esmorzar.

-A Califòrnia…- va repetir amb aquella cara que fa ella quan no entén res de res.

Vaig continuar menjant. Omplint-me el cos d`energia concentrada, mentre la mare sortia de la cuina. 

 

 

MORET, Xavier (1999): La vida és rara, Barcelona, Cruïlla, Gran Angular, 105, p. 125-126 

 

Textos en PDF

M`agraden els supermercats!!!

supermercat

 

M`agraden els supermercats, com més grans millor. O sigui, que m`agraden els hípers, els mega, els mamuts, els supermonstres. És un rotllo quan hi vaig amb els pares, perquè no paren de ratllar-me que cal fer una dieta equilibrada i m`atabalen amb la teoria sobre la necessitat de menjar molta verdura i d`alternar peix, ous i carn d`una manera equilibrada i raonable. Resultat: que al final sortim sempre amb un carro avorridíssim, encara que, això sí, tan equilibrat que m`estranya que no hi hagi a la porta una representació d`algun organisme oficial per atorgar-nos la medalla d`or europea al consum responsable.

Si fos per mi, ho tindria sempre claríssim: ompliria el carro de iogurts de diferents gustos, cocacoles, corn flakes, donuts, galetes, gelats, pizzes congelades i patates fregides. I apa, a viure! Que hi falta carn? Molt bé: doncs posem-hi unes quantes hamburgueses envasades, d`aquestes que van en paquets de dues i amb un plàstic per sobre. O unes salsitxes de Frankfurt envasades al buit. Peix. Uns quants trossos de lluç arrebossat, d`aquest quadrat que ja ve congelat. No, si ja dic jo que la vida seria molt més fàcil si no manessin els grans.

Quan vaig al súper m`agrada passejar pels llargs corredors plens de prestatges amb llaunes de beguda a banda i banda. És un paisatge que em fa feliç. Quan estic deprimit i baix de forma, és una cosa que em renova. Si pogués, vindria al súper amb els patins de línia i lliscaria amunt i avall sabent que sóc en territori amic. Llaunes, iogurts, galetes, congelats, corn flakes… Aquest és el meu món! Fins i tot allò que no m`agrada llueix en un súper. Està tan ben posat als prestatges, tan ben il·luminat, amb el preu ben clar i sovint amb megaofertes temptadores. “Agafin`n tres i emporti-se`n quatre”. Gangues, autèntiques gangues, tot i que la mare sempre diu que són enganyifes i que no es pensa deixar enredar. Ho confesso: si fos per mi, viuria només del meravellós món de les ofertes. Et sents tan bé quan menges una cosa i saps que l`has pagat a la meitat del preu oficial.

M`agraden els súpers perquè tenen un aire net i asèptic, com el menjar d`avió, que a mi m`encanta i que el pare sempre diu que és un fàstic. Segur que ho fa per fer-se veure. O perquè és gratis. Li deu semblar que queda molt millor dir que és deliciós un menjar pel qual ha pagat 5.000 pessetes per barba. A ell, si no li posen litres d`alguna salsa amb nom en francès i un plat decorat com si fos un quadre no està content. Si a sobre hi afegeixes un vi francès ja és el deliri. Segur que té el mateix gust que un vi d`aquí, però allò de veure l`etiqueta en francès l`excita d`una manera especial.

Els súpers, per a mi, són infinitament millors que els mercats, on trobes els enciams i les pastanagues bruts i plens de terra com si els acabessin de collir de l`hort i on les venedores criden d`una manera escandalosa. Als súpers tos és diferent. Hi ha més llum, els empleats van uniformats i somriuen i hi ha una renglera de caixes registradores que fan una música segle XXI total. El meu cel, definitivament, s`assembla molt a un súper. M`hi quedaria a viure.

 pp. 97-99.

MORET, Xavier (1999): La vida és rara, Barcelona, Cruïlla, Gran Angular, 105,