Monthly Archives: juny 2010

Menjar a l`hospital

korazon

Pero, en casos así, has de sacar fuerzas de donde no las hay.

Hicimos vida de hospital. A papá le crecía la barba por momentos, y mamá tenía unas ojeras como si no hubiese dormido en tres semanas seguidas. Comíamos en la cafetería del hospital con menús que parecían hechos a propósito para que no salieses nunca más del hospital, aunque hubieses ido sólo como acompañante o como visitante.

Korazón de Pararrayos estaba en una Unidad de Vigilancia Intensiva, lo que llaman una UVI, y más o menos cada hora, papá y mamá perseguían a alguno de los médicos o enfermeros que salía de la sala y preguntaban quieras o no:

-¿Qué, doctor…?

 

SOTORRA, Andreu (2003): Korazón de Pararrayos, Barcelona, Edebé, Tucán, 180. p. 79-80

 

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Les privacions a Sarajevo durant la guerra

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I. La manca d`aigua

 

Mentre hi pensa, arriba al passeig del Miljacka i veu que hi ha algú pescant i també recollint aigua. No se sorprèn, ja res no li estranya. Alguns, sobretot si hi ha una mica de boirina que els pugui amagar, fan això, apropar-se fins al riu per intentar capturar algun peix o aprovisionar-se d`aigua, encara que sigui bruta. Les fonts de la ciutat no funcionen i, anant al Miljacksa, s`estalvien les llargues caminades fins als escassos punts de distribució d`aigua en camions cisterna que té el govern. Tanmateix, la Selma creu que el risc de recollir aigua del riu és massa gran. A més del perill dels trets, l`aigua està contaminada pels residus de la ciutat, animals morts i fins i tot algun cadàver en descomposició. També corre el rumor que els txèniks han enverinat el riu de la zona ocupada. A ells, els Arvin, de moment no els can exposar-se així. Són afortunats perquè tenen un petit pou al pati del darrere de casa. Fins i tot en donen, d`aigua, als veïns.

Ja fa quasi dos n anys que dura la guerra, la situació cada vegada es fa més difícil i la falta d`aigua és tan sols un dels problemes. Només ocasionalment hi ha electricitat i, per això, els electrodomèstics han esdevingut aparells inútils. També escassegen el menjar i les medecines, encara que la seva família en pot comprar al mercat negre, no amb els diners provinents de l`escarransit sou de conserge del pare al dipòsit de llibres, sinó gràcies al que guanya ella fent de taxista pels carrers de la ciutat.

 

 II. Un sopar

 

 

Sense treure`s l`uniforme de conserge, que ha fet que alguns veïns al barri, fent broma, l`anomenin “el Coronel”, en Kemal seu al petit menjador de casa seva, entretenint-se amb un joc de cartes, mentre a la ràdio parla un conegut escriptor, un dels serbis que s`han mantingut al costat del govern bosnià. La Fatima gairebé té a punt el dinar. Ja fa setmanes que mengen el mateix: sopa de verdures, pa i algunes salsitxes de pollastre. La Selma seu lluny de la finestra, no cal donar facilitats als franctiradors, es diu, mentre pensa en el menjar.

 

 BENAVENTE, Jaume (2005): Història d`amor a Sarajevo, Barcelona, Columna, Columna Jove. Premi Ramon Muntaner 2005, pp. 13-14 i 18

 

Proposta de lectura

 

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La carn de l`Uruguai

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“-En Uruguay tenemos cosas buenas y malas, pero indudablemente la carne pertenece al grupo de las cosas buenas –dijo Hilda con gran orgullo.

-Debe ser por los pastos –comentó Lenka.

-Es una de las razones. La carne es una de nuestras identidades nacionales y de reconocido prestigio en todo el mundo. Desgraciadamente en muchos países se mezcla la carne con componentes químicos para que aguanten más tiempo o se alimenta a los animales con tratamientos poco naturales. Así que…a comer toda la carne y tú Lenka ven a oler este intenso olor de las verduras a la brasa. Están sabrosísimas.

Cuando acabaron de comer se tendieron sobre la hierba y bajo un viento ligero y fresco siguieron hablando.”

 

BAELL, Gustavo (2001): La niña colombiana. Buenos Aires: Laertes, pág. 107.

El Congri a Cuba

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“Por la puerta de entrada a la casa de Juana se accedía directamente a una pequeña habitación cuadrada donde estaba el comedor y la cocina separados por un fino y pequeño tabique que no llegaba al techo.

Había una mesa redonda cubierta con un mantel de plástico y con sillas de hierro a medio pintar. Un pequeño sofá azul y un gran ventilador para refrescar el fuerte calor llenaba una de las paredes. Bajo la ventana, desde la cual se podía observar la bonita e iluminada plaza de la Catedral tenían una vieja televisión que funcionaba como si fuera su primer día.

Juana y su hija Luret les prepararon un delicioso plato “congri” que era una mezcla de pequeñas alubias negras con arroz, acompañado por una fresca cerveza cubana. Después, le siguió un sabroso filete de carne que lo habían ido a comprar para esa ocasión. Sólo comían Sara y Varinia pues Juana y su familia no podían permitirse comer ese tipo de carne. Su marido se encontraba sin trabajo desde que la URSS dejó de ayudar a Cuba tras el fin de la guerra fría y la caída del muro de Berlín. Sólo vivían del dinero que sacaban vendiendo las figuritas de yeso, y de las comidas que hacían en casa para los turistas.

 

BAELL, Gustavo (2001): La niña colombiana. Buenos Aires: Laertes, pág. 67

 

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Panqueques

panqueques

 

Taslima no sólo estaba de excelente humor sino que mostraba unas desconocidas dotes de cocinera. Preparaba unos panqueques según una clásica receta del norte de la India.

-Tengo salsa de fresa, de arándanos, de naranja, de frutas chinas, salsa de coco y almendras.

Revoleaba la masa de los panqueques y los cocinaba vuelta y vuelta. Nos sentamos frente al desayunador. Pablo y yo, de un lado; del otro, los Brown. Taslima nos servía panqueques y los comíamos uno tras otro, sin parar.

 

 

Olguín, Sergio S.: Vivir en Springfield, Madrid, Siruela, 2008. (Las Tres Edades, 164),

 pág. 69.

 

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Huevos fritos con panceta

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Pocas veces vi caras tan desilusionadas como esas cuatro. Me hubiera sentido mejor pegándole a una viejita. Al fin y al cabo, nos habían dado su casa, la habitación de sus hijos, su computadora, sus bicicletas, Jo cocinaba todos los días riquísimos huevos fritos con panceta para el desayuno, pollos magníficos al horno al mediodía y siempre había algún bizcochuelo o galletas recién horneadas al regresar a la tarde. Trevor padre nos acercaba con el auto a donde quisiéramos ir como si fuera nuestro padre. Mejor que cada uno de nuestros tres padres. Y nosotros éramos tan ingratos, tan malas personas que no íbamos a ir a la iglesia con ellos. 

 

Olguín, Sergio S.: Vivir en Springfield, Madrid, Siruela, 2008. (Las Tres Edades, 164), pág. 42.

 

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Esmorzar a la postguerra

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A la cocina llegaba ya la luz acaramelada del sol que despuntaba por los montes. No quiso prender la luz para resguardarse en la penumbra de la agresión de los recuerdos. Con la destreza que da la costumbre, se dirigió a la oscura alacena y tanteó hasta encontrar la lechera. Vertió leche en el cazo y lo depositó sobre los hierros de la placa. Colocó también sobre el fuego un pocillo con una mezcla de café y achicoria. Echó en el tazón unas rebanadas de pan de hogaza y esperó a que la leche y el café se calentaran. Desayunó despacio. Su mirada seguía los movimientos de la cuchara y su vista apenas se levantó del cuenco. Se había acostumbrado a mirar al vacío, protegiéndose de sus pensamientos.

Recogió los cacharros y los dejó en la pila. Decidió no fregar para no mancharse la ropa.

 

GÓMEZ, Ricardo: Mujer mirando al mar. Madrid, SM, 2010, pág. 90.

 

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