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La cuina i l’amor

Mª Rosa Serdio,  Cocinando amor 

Mª Rosa Serdio

Mª Rosa Serdio

COCINANDO AMOR

En la calle de la Oliva,
esquina a calle Limón,
vive una princesa negra
con corazón de algodón.

A las cinco de la tarde
sale a jugar con el sol
y, en cada día de lluvia,
entona en clave de amor.

Tiene las manos de hada,
cocina que es un primor
platillos llenos de estrellas
y postres tul ilusión.

Ha pasado una mañana,
y no sé cómo pasó,
que un caballero la viera,
que un caballero la vio.

También lo vio la princesa
y un ojito le guiñó.
Desde entonces, él cocina
y ella le habla del sol.

En la calle de la Oliva,
esquina a calle Limón,
viven dos enamorados
con el corazón en flor.

Serdio, Mª Rosa (2007)

El Lindero

 ellindero

Roberta

Soy la segunda hija de Montserrat y Mauricio, mi hermano mayor es Gregorio y la chiquita es Carla, bueno no está tan chiquita, pero siempre le hemos dicho chiquita.

¡Qué  forma tan boba  de comenzar, ¿verdad?

Lo que pasa es que me cuesta mucho trabajo hablar de mí. Déjenme decirles que cuando vi que era inminente hacer todo este mitote, propuse que rifáramos los nombres de los cinco  para escribir la biografía de otro, pero nadie aceptó. Y como no quiero ser quien obstaculice este proyecto en el que mamá tiene tanto interés, pues aquí me tienen.

Cuando lean esto ya tendré 77 años ¿llegaré al 2050? Sólo me gustaría si soy de esas viejas lúcidas,  fuertes, enteritas y menos regañona de lo que soy ahora. Ya salió mi primer defecto.Tuve una infancia muy afortunada. Viví colgada de los árboles como los changos, cortando frutas verdes o maduras, no me importaba mucho. Todas me sabían deliciosas. Me fascinaba ver cómo se iban transformando las semillas que mi mamá, Abundio y otros muchachos sembraban. Para mí era como magia. Un día ves  algo tan aparentemente  insignificante  y en poco tiempo te percatas de que la vida se abre camino de forma sorprendente, que lo que parecen tímidas raíces serán la base y sustento de una planta de chile o de un árbol de naranja, no importa, siempre y cuando se le dedique  cariño, cuidados y las condiciones adecuadas para que prospere.

El contacto con los frutos de la tierra fue determinante para despertar mi vocación, aunque de no haber estado Filomena en el camino no sé si lo hubiera visto con tanta claridad. Filo es la esposa de Abundio, es una mujer encantadora con unas manos y un olfato extraordinarios, basta que toque algún alimento para que éste se convierta en un manjar. Yo sé que es difícil que me crean esto, pero estoy segura que cuando me daba una manzana o enrollaba una tortilla para entretener mi hambre antes de la hora de la comida, esos sencillos alimentos se convertían en manjares, como si en su interior se concentraran más sabores que los propios de una manzana o una tortilla. Todo el mundo dice que con hambre todo sabe rico, pero muchas veces hice el experimento y le pedía a alguien más  que me lavara una manzana o me diera la famosa tortilla y no pasaba nada, sabían bien, pero nada más.

Esto no se lo había dicho a nadie hasta que un día que estaba platicando con mi mamá, ella me confesó que siempre había tenido la misma sensación.

Lo de Filo viene a cuento porque con ella aprendí muchos secretos de cocina, muchos secretos de la vida y de la seducción.

La cocina es el lugar más sensual de cualquier casa, en ella se llevan a cabo las transformaciones más sorprendentes que uno pueda imaginar. La alquimia y luego la química están en deuda con las cocinas, que sin duda, fueron los primeros laboratorios.

 

 

 

Per seguir llegint: El Lindero

Mendoza, María Eugenia (2003): El Lindero. México: SM. (Gran Angular, 16). Pàg. 69-75.