Category Archives: Il·lustradors

Niño goloso

Antonio Joao Santos

Antonio Joao Santos

 En el árbol de la noche
cuelgan espléndidas
frutas;
yo quiero la más hermosa,
redonda y blanca: ¡la luna!

¿Su pulpa, será de coco,
de guineo o de naranja?
¿Tendrá jugo delicioso
como piñas o granadas?
¿Cómo será su perfume:
suave y puro de violetas,
fuerte y raro como
orquídeas
o de todos tendrá mezcla?
 
Si yo comiera esa fruta
no sé qué me pasaría…
Si tan solo con mirarla
¡me emborracho de
alegría…!
 
(María Olimpia de Obaldía)
Poesia extraída de Poesia infantil i juvenil

La vida de Lázaro con el escudero

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Eran ya las dos, y mi amo no venía.

Como mi hambre era cada vez mayor, cerré la puerta y puse la llave donde me dijo.

Acto seguido me dediqué a pedir pan por las casas, con voz baja y enferma.

Y lo hice tan bien que, antes de que el reloj diese las cuatro, ya tenía otras tantas libras de pan en el estómago, y más de otras dos ocultas en las mangas y en el seno.

De regreso a casa, pasé por la tripería, y pedí limosna a las mujeres que allí vendían. Una mujer, compadecida de mí, me dio un pedazo de uña de vaca y unas pocas tripas cocidas.

Cuando llegué a casa, ya estaba en ella el bueno de mi amo. Había doblado su capa, la había puesto encima del poyo de piedra y él se estaba paseando por el patio.

Creí que me iba a reñir por haber tardado tanto, así que me excusé:

-Señor, hasta que dieron las dos estuve aquí. Y como vi que no volvía, fui a pedir por las casas, y me han dado esto.

Y le enseñé el pan y las tripas.

Al verlo, se le animó la cara y me dijo:

-Pues yo te he esperado para comer, pero al ver que no venías, he comido sin ti. Tú has hecho muy bien, porque más vale pedir que no robar. Sólo te ruego que no le digas a la gente que eres mi criado, aunque la verdad es que aquí nadie me conoce. ¡No tenía que haber venido nunca a esta ciudad! Come, pues, come.

 

NAVARRO DURÁN, Rosa (2006): El Lazarillo contado a los niños, Barcelona, Edebé, pp. 93-94. Il. Francesc Rovira

 

Més informació

Las bodas de Tecuixpo y Cuitláhuac

 

Tenochtitlan

Tenochtitlan

 

Mi padre decretó unas bodas magníficas. Regaló maíz a los cuatro barrios de Tenochtitlan. Parecía una cascada de maíz, una lluvia de abundancia que tuviera su origen en el cielo. Las bodas de Tecuixpo y Cuitláhuac eran benditas, acababan con el hambre, traían alegría y alimento a los tenochcas.

Los nobles fueron regalados con objetos de oro, turquesas y jades. La calzada de Iztapalapa parecía el camino de los dioses alegres, de los dioses risueños, de los cuatrocientos conejos, del dios Omacatl, que convidaba a la gente a comer y a reír, aquí sobre la Tierra.

La ceremonia principal fue en la mejor sala de las Casas Nuevas. Yo iba envuelta en un sueño, con un bello huipil del color de la Luna y mis cabellos de niña destrenzados, fluyendo como un río hasta la cintura. En la puerta de la sala estaba parado mi tío Cuitláhuac.

Mi novio.

 

GARCÍA ESPERÓN, María (2010): Copo de algodón, México, Ediciones el Naranjo, p.54.

 

 

El banquete de Moctezuma

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Nadie osó detenerlo. No había por qué. No había cómo. Su majestad, su grandeza interior subyugaba a todos. Dispuso no volver a usar nunca el mismo vestido, el mismo máxtlatl, el mismo calzado y ni siquiera los mismos platos. Después de usado, todo se regalaba a los nobles, que lo tenían como gran honor.

Convirtió la hora de comer en un banquete de dioses. No, digo mal. No un banquete de dioses, sino en el banquete de un dios: Moctezuma. Comía solo, le servían una a una sus hermosas mujeres, músicos escondidos detrás de una cortina endulzaban sus oídos, endiosaban su corazón con la música, le recordaban nota a nota su asumida condición sagrada.

Porque mi padre Moctezuma se asumió como Huitzilopochtli, como el mago colibrí azul. Pero de una manera muy diferente de la de mi tío Ahuízotl: mantuvo la aplastante obligación de los sacrificios humanos, pero en número mucho más reducido que el gobierno del tío abuelo; en el banquete ritual jamás comió carne de niños, solamente de hombres, y además se aproximó a las enseñanzas de los cantores de Huexotzingo y Texcoco. Cultivió la amistad de Nezahualpilli, el hijo del rey Nezahualcóyotl, que, como su padre, era finísimo poeta. 

  

GARCÍA ESPERÓN, María (2010): Copo de algodón, México, Ediciones el Naranjo, p. 33. Il. Marcos Almada Rivero

 

Reseña de María Eugenia Mendoza

Gran Vía

Gran Vía. Antonio López

Gran Vía. Antonio López

 

 

Los niños, en medio del espanto, gozaron de una impensable libertad de movimientos. Y todo parecía estar permitido.

La vida debía tener menos valor.

Los adultos andaban demasiado ocupados.

La muerte te encontraba en cualquier esquina de la ciudad.

Buscar comida, escondrijos y gatos, se convirtió en la tarea principal de los niños durante la guerra. Los gatos llegaron a ser un mercado paralelo del cual eran señores los niños, capaz de convertir el hambre en espejismo por entre sus huesecillos roídos. Eso y correr a la más cercana estación de metro cuando sonaban las alarmas.

Paco y Eladio ya eran, por entonces, hermanos en la libertad, en el hambre, en los negocios gatunos, en la pasión por el cine, las canicas y las correrías. Y en el desastre. Fue por entonces cuando la Gran Vía se convirtió en uno de sus lugares favoritos para las excursiones “hacia lo desconocido”.

 

 pp. 44-45

ÁLVAREZ, Blanca (2010):

Siempre que ceno huevos fritos… tengo pesadillas

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Siempre que ceno huevos fritos tengo pesadillas. Pero no puedo contenerme, me gustan demasiado. Sobre todo los que trae doña Pura cuando vuelve de la sierra. Son gordos, amarillos…; brillan tanto que casi hay que comerlos con gafas de sol.

La noche en que empezó esta aventura estaba soñando que una enorme gallina con gafas de sol y cazadora de cuero rojo quería detenernos a mí y a Mario –el renacuajo de mi vecino- por haber robado siete sacos de maíz. Yo le decía que no sabía nada y entonces ella me miraba con cara de no creerme y me decía, en inglés de película americana:

-Yeah? Hard to believe, babe.

 

FONSECA, Javier (2010): Clara Secret y el caso del soldado desaparecido, Madrid, Macmillan, Il. Joaquín González, p. 9.

 

Il·lustració de Joaquín González

Il·lustració de Joaquín González

 

Daniela

daniela

 

 

Podrás encontrarla en la Luna,

podrás encontrarla en el mar.

Es sirena, nube, barco,

gaviota, cielo y coral.

 

 

Daniela es viento,

Daniela es sol,

Daniela es semilla,

tierra, lluvia, fruto y flor.

 

Daniela. Il·lustració Ester Sánchez

Daniela. Il·lustració Ester Sánchez

 TORTOSA, Ana (2009): Daniela, Oviedo, Pintar-Pintar. Il·lustracions Ester Sánchez

Ressenya de Daniela

De lo que le sucedió a una mujer llamada doña Fantástica

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El conde sabía que Patronio era un hombre sabio y que pronto buscaría un cuento con el que aconsejarle, así que le dejó contar…

-Hubo, señor, una mujer llamada doña Fantástica, más bien pobre que rica, que un día iba al mercado llevando una olla de miel.

 

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Yendo por el camino comenzó a pensar que en el mercado vendería esa olla de miel, y que con el dinero obtenido compraría una partida de huevos de la cual nacerían gallinas, y que cuando éstas hubieran crecido las llevaría al mercado y compraría ovejas, de las que al cabo del tiempo vendería la lana, la carne y los corderos, de modo que sería más rica que ninguna de sus vecinas.

Luego pensó que con aquella riqueza que obtendría casaría a sus hijos e hijas y les daría buenas dotes, y que iría por la calle rodeada de yernos y nueras, que pasearían con sus hijos de la mano, mientras oía a las gentes celebrar su buena suerte y elogiar su trabajo, con los cuales había podido prosperar desde la situación de pobreza en la que estaba.

Y se sintió tan feliz que rió de tanta alegría y, al reírse, se dio un golpe con la mano en la frente, con lo que la olla de miel cayó al suelo y se partió en pedazos. Cuando vio la olla rota comenzó a llorar y a lamentarse como si hubiera perdido a la vez miel, gallinas ovejas, corderos, dotes, yernos, nueras y nietos. Así que por celebrar anticipadamente lo que no había conseguido, no logró nada de lo que quería.

El conde volvió a sus cuentas y libros, pensando en un refrán que venía al caso de esa fábula:

                        En las cosas ciertas confiad

                        Y en las fantásticas evitad.

 

GÓMEZ, Ricardo (versión y adaptación) (2009): “De lo que sucedió a una mujer llamada doña Fantástica”, en El Conde Lucanor, de Don Juan Manuel, Zaragoza, Edelvives, pp. 60-62.

 

El Conde Lucanor, edición de Juan Vicedo. Biblioteca Cervantes

 

Imágenes de Javier Zabala

Sombraluna y las naranjas

Maria García Esperón

Maria García Esperón

 

-Niñasombra no te vayas

pero si quieres salir

de la noche que es mi casa

da al jazmín algo de ti.

-¿Qué podría darte yo

que tú no tuvieras ya?

-El principio de tu sueño.

De tus sueños el final.

El trébol de madrugada,

la naranja al despertar,

la violeta en el pañuelo,

un clavel para mi ojal.

 

GARCÍA ESPERÓN, María (2008): Sombraluna, México, Solar Servicios Editoriales. Ilustraciones Lorde.

 

 

Don Quijote vela las armas

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Menos mal que salió enseguida el ventero. Al ver la figura del caballero, imaginó que no debía de estar muy cuerdo. Por eso le ofreció posada con buenas palabras.

A don Quijote le pareció el señor del castillo y aceptó gustoso su invitación.

Las mujeres le ayudaron a desarmarse, pero no pudieron quitarle el casco, porque lo tenía atado con cintas verdes y fuertes nudos, y él no quiso que las cortaran.

Como él tenía que sostenerse la visera, sólo pudo comer con su ayuda: ellas le ponían la comida en la boca. Beber fue más complicado: necesitó una caña que el ventero agujereó.

Y dado que a él le parecía que comía en un castillo y le ayudaban bellas doncellas, decidió que ése era el lugar adecuado para armarse caballero. Y así se lo pidió al señor del castillo.

El ventero, que era aficionado a los libros de caballerías, aceptó hacerlo.

Pasó la noche velando las armas.

 

NAVARRO DURÁN, Rosa (2005): El Quijote contado a los niños, Barcelona, Edebé, pp. 16-18. Ilustraciones Francesc Rovira.

 

Il·lustració de Francesc Rovira

Il·lustració de Francesc Rovira