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About Anabel

Sóc Anabel Sáiz Ripoll, professora de l`IES Jaume I de Salou. Dóno Llengua i Literatura Espanyoles i sóc especialista en literatura infantil i juvenil. M`agrada molt la docència i sempre crec que puc aprendre. El curs passat vaig gaudir d`una llicència retribuïda de tipus A concedida per la Generalitat de Catalunya per treballar el discurs persuasiu adreçat als joves

Un nus a la gola

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-Fas molt bé –va dir tot d`una en Samuel-. Fas bé d`anar-te`n. Però no jo tinc prou forces per fer-ho. Ara mateix no.

-Potser trobaràs algú que et pugui fer el sopar.

-Ja ho solucionaré.

-És important que salis les patates quan les coguis. I que el foc no sigui gaire fort.

En Samuel va assentir amb el cap.

-Ho recordaré.

-Per bullir els ous acostumo a comptar fins a dos-cents. Aleshores queden com a tu t`agraden.

-Comtes ràpid o a poc a poc?

En Joel va comptar. En Samuel va assentir amb el cap. Ho recordaria.

-Has de posar aigua freda al cassó de coure les farinetes. Si no, és gairebé impossible rentar-lo.

En Samuel va prometre que faria el que deia en Joel. Aleshores va arribar el tren a l`andana.

Es van donar la mà. Tots dos tenien un nus a la gola.

-T`escriuré –va dir en Joel-. Quan sàpiga en quin vaixell aniré.

-Recordaré això del cassó de les farinetes –va dir en Samuel-. Posar-hi aigua freda. Si no serà molt difícil rentar-lo.

Després no hi va haver res més a dir.

 

 

 

MANKELL, Henning (2007): Viatge a la fi del món. Barcelona. Columna, Columna jove, 227, pàg. 171.

 

Textos en PDF de Viatge a la fi del món

 

Lloc oficial Henning Mankell

Hem de decidir-nos

Patates amb costella

Patates amb costella

Al cap d`uns dies d`haver tingut el somni del rierol i de l`aigua que bullia ho va preguntar a en Samuel. S`havia preparat amb molta cura. Normalment només menjaven patates saltades amb costella  els diumenges. Però com que no hi havia cap altre plat al món que agradés més a en Samuel, en Joel el va preparar malgrat que era dimarts. Sabia que el millor moment per plantejar a en Samuel una pregunta important era en acabar de menjar, quan apartava el plat.

Havia arribat el moment. En Samuel va deixar la forquilla a sobre de la taula, es va eixugar la boca i va apartar el plat.

-Hem de decidir-nos –va dir en Joel.

Malgrat que gairebé li havia canviat del tot el to de la veu, de vegades passava que se li disparava i li sortia un xiulet o un gall. Parlava a poc a poc perquè la veu li sortís ben greu.

MANKELL, Henning (2007): Viatge a la fi del món. Barcelona. Columna, Columna Jove, 227, pàg. 16.

 

 

 

Un àpat a la presó

-Hemos conseguido –dijo Fidel- permiso para hacerte una comida de bienvenida en la celda más amplia del penal, la número once. Un gran banquete de espera. Hemos escrito hasta el menú. Aquí lo tiene el señor para que dé su aprobación.

Casa de Miguel Hernández a Orihuela

Casa de Miguel Hernández a Orihuela

 No pude evitar una amplia sonrisa que dirigí a todos.

-“Sopa sala once, jamón de donde sea, ensalada del preso, cigarrillos plenipotenciarios, macedonia del condenado, café de la libertad…” Todo en honor a nuestro poeta.

Éramos once personas en el banquete de la celda número once. No hubo palabras de amargura por parte de nadie. Brindamos sin vino y hubo incluso pequeños discursos al final de una comida que me pareció exquisita.

 

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, pp. 217-218

 

Textos de Tren de ida y vuelta en pdf

 

Fundación Cultural Miguel Hernández

 

Obra de Miguel Hernández

 

Casa-Museo de Miguel Hernández

Només ceba per menjar…

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Yo procuraba refugiarme en la escritura de nuevas poesías, o escribiendo a Josefina cartas en las que no le decía toda la verdad. Ella me respondía también esperanzada, contándome cosas de nuestro hijo que me hacía subir la moral… Cuando me dijo que a nuestro niñito le habían salido cinco dientes y que apenas tenía comida para alimentarlo, únicamente pan y cebolla, sólo pude llorar, golpear la pared de la celda con impotencia y pensar en el pobrecillo…

Un compañero me vio llorar.

-Miguel –me dijo-. Tienes que tener esperanza.

-¿Y qué fe puedo tener cuando mi mujer y mi hijo sólo tienen cebolla para comer?

 

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,

 

Nanas de la cebolla

pág. 192.

Me llamo Miguel Hernández: tengo hambre y sueño

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-Tengo hambre y sueño –respondí con palabras que apenas podía articular-. Llevo más de tres días sin comer.

-Aquí nos dan poca comida. Casi todos los presos somos del pueblo y nuestras familias nos traen cosas. Me ha sobrado algo de queso y chorizo. Come. Cuando vuelva mi hija a verme, le diré que traiga un par de choricitos más para ti.

-Gracias, amigo.

-¿Por qué te han traído aquí?

-Quise pasar a Portugal.

-¿Eres una persona significativa? Por aquí huyen los anónimos. La gente bien ha tomado barcos para América.

-Yo soy escritor –y comencé a llorar.

-¿Poeta…? ¿No serás Antonio Machado, o alguno de esos…?

-No; yo no soy tan importante como el maestro. Me llamo Miguel Hernández.

 pp. 196-197.

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,

Dinar de casament

Miguel Hernández y Josefina Manresa

Miguel Hernández y Josefina Manresa

 

Recibí el correspondiente permiso y el día nueve de marzo de mil novecientos treinta y siete, a las doce del mediodía, en el Juzgado Civil de Orihuela, teniendo como testigos a mis mejores amigos de la tahona de Carlitos Fenoll, el alcalde del pueblo nos declaró marido y mujer. Fue un día feliz. Después de la ceremonia nos trasladamos a la calle de Arriba, donde mi querida madre, Concheta, preparó para todos los invitados un arroz estupendo, regado con excelente vino. Fue una comida muy animada, en cuya sobremesa cantamos y bailamos en el patio, en el corral, sin que a los animales pareciera importarles demasiado. Me sentía feliz, y seguro que se me notaba a la legua. También lo parecía Josefina, que no cesaba de regalar grandes sonrisas y pequeñas lágrimas que desaparecían en su traje de novia negro.

 

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44, pág. 146.

 

 

Fam de paraules

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Me condujo a un salón de amplios ventanales. Casi todo allí eran libros que llenaban las estanterías; libros en las mesas y libros en todos los rincones. Libros y más libros entremezclados con cuadros de pintores famosos o que empezaban a serlo.

-¿Has comido? –preguntó.

-Sí, comí en la pensión.

-Pero en las pensiones sólo dan bazofia.

-No…, he comido un cocido que estaba bueno.

-Entonces no era bazofia. ¿Sabes que la bazofia era la comida habitual de los soldados de Esparta? Me enteré hace unos pocos días leyendo una revista. Se llamaba así y seguro que era como la comida de muchas pensiones… -Pablo comenzó a emitir una risa que me contagió.

-¿Ni un café…?

-Pablo, sólo tengo hambre de palabras.

El poeta sonrió y me hizo sentar a su lado.

-Entonces echaremos unos tragos y hablaremos tranquilamente.

 pág. 101.

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,

Entrepà de calamarsos

calamares

 

Anduve navegando como un náufrago, hasta la estación de Atocha. Entré en un bar para utilizar los servicios. Eran casi las once de la noche y el local estaba vacío. Después me dirigí al camarero y le pedí un vaso de agua. Cuando puso el vaso en el mostrador y levanté la cabeza, vi que no era agua, sino leche caliente.

-Muchas gracias… -susurré.

-¡Vamos, levante el ánimo…! Con la tos que tiene necesita algo caliente. ¿No le apetecería también un bocadillo de calamares…?

-No, gracias…

-Que sí, hombre, que sí. Total, son las sobras del día…

Y al instante puso sobre la barra el mayor bocadillo que había visto en mi vida.

-Coma, coma tranquilo mientras yo termino de recoger.

Media hora más tarde, después de ponerme otro vaso de leche, dijo:

-Lo siento amigo, pero he de cerrar.

-Ya me voy, pero no podré pagarle todo esto…

-Es cortesía de la casa. Usted no es un mendigo, aunque las cosas no le vayan bien. Se nota a la legua. No se ofenda, pero tome estas veinte pesetas. Son las propinas de hoy.

 

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,

pág. 67

 

Miguel Hernández viatja a Madrid

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En Alicante compré un billete de tercera clase a Madrid. El edificio de la estación, muy abierto, dejaba pasar un frío intenso. No quise ponerme el abrigo que llevaba en los brazos, aunque carecía de supersticiones, pensé que estrenarlo en Madrid podría ser el augurio de una buena suerte. Después de un retraso considerable, el tren comenzó a silbar y subí a mi vagón. Me acomodé en un asiento de madera verdaderamente incómodo. Puse el abrigo sobre mis hombros y cerré los ojos con la intención de dormir un rato, pero el insomnio se me había colado en el cerebro y fue imposible pegar ojo. A mi lado otros viajeros, quizás más habituados al tren, sí que lograron conciliar un sueño que me produjo verdadera envidia. Al cabo de unas horas, mis compañeros de asiento volvieron a abrir los ojos y comenzaron a sacar de sus cestas todo tipo de comida, especialmente chorizo y queso, que comieron con la misma lentitud con la que el tren avanzaba. También yo saqué pan, un trozo de queso y un poco de jamón que mi hermana había envuelto en papel de estraza. Un hombre de edad avanzada me pasó una botella de gaseosa que había rellenado con vino tinto.

-Beba, joven, beba.

-Muchas gracias.

Tomé la botella y eché un pequeño trago. Compartimos nuestras viandas y un poco de agradable conversación.

 

  pág. 55

VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,

 

Ressenya del llibre a Culturamas

 

Una nova fruita arriba d’Amèrica: la pinya

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Don Cristóbal encontró chozas de nativos con comida fresca y frutos nunca vistos, en especial uno, al que pusimos por nombre piña, porque se parecía a los piñones españoles, pero multiplicados por cuarenta en tamaño, de carne amarilla pálida y muy sabrosa, que ya habíamos saboreado en el primer viaje, pero cuyos árboles no conocíamos, y que mucho después nos enteramos que los nativos llamaban ananá.

 

 

 

Villanes, Carlos: Memorias del segundo viaje de Colón, Madrid, Anaya, 2006,  (Espacio Abierto, 118), pàg. 43.

 

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