-Tengo hambre y sueño –respondí con palabras que apenas podía articular-. Llevo más de tres días sin comer.
-Aquí nos dan poca comida. Casi todos los presos somos del pueblo y nuestras familias nos traen cosas. Me ha sobrado algo de queso y chorizo. Come. Cuando vuelva mi hija a verme, le diré que traiga un par de choricitos más para ti.
-Gracias, amigo.
-¿Por qué te han traído aquí?
-Quise pasar a Portugal.
-¿Eres una persona significativa? Por aquí huyen los anónimos. La gente bien ha tomado barcos para América.
-Yo soy escritor –y comencé a llorar.
-¿Poeta…? ¿No serás Antonio Machado, o alguno de esos…?
-No; yo no soy tan importante como el maestro. Me llamo Miguel Hernández.
pp. 196-197.
VARA, Mariano (2010): Tren de ida y vuelta, Alzira, Algar, Algar Joven, 44,