Monthly Archives: setembre 2009

Porta Coeli: La orden de Santa Ceclina

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LA ORDEN DE SANTA CECLINA
(PUERTA COELI, I)
SUSANA VALLEJO, Edebé, 2008

Anabel Sáiz Ripoll

Susana Vallejo con “La orden de Santa Ceclina” inicia una tetralogía muy ambiciosa que, seguramente, dará mucho qué hablar y será muy leída que es lo que importa cuando se escribe y publica un libro.
“La orden de Santa Ceclina” es una novela que se sitúa en la Edad Media y que nos habla de un nuevo mundo, un mundo al que se puede acceder desde el nuestro y que, sin embargo, no tiene nada qué ver ya que allí, en el mundo al que se accede por la Puerta, las criaturas, las estaciones, el paso del tiempo… todo es distinto, más diáfano, misterioso y lleno de magia, puesto que las pequeñas criaturas que allí habitan se nutren de los sentimientos de quienes viven en ese mundo.
Nuño y Bernardo, dos antiguos monjes de la Orden de Santa Ceclina reciben la misión, junto a Yebra, una joven que ya ha visitado ese mundo y ha vuelto cambiada por él, de cerrar la puerta, de volver con el libro “Puerta Coeli” para que nadie más pueda traspasarlo y, sin embargo, todo será muy distinto a como pretendía el prior de Santa Ceclina.
Santa Ceclina era un centro de estudio, de investigación y también de formación militar. Un centro que, con el tiempo, empezó a caer mal entre los señores feudales y comenzó a sufrir el acoso de uno de ellos, Arnau. Lo mismo le pasó al convento femenino, Las Inviernas. En este orden acaso podemos ver un trasunto de los templarios, aunque la imaginación supera la realidad.
Bernardo y Yebra han ido a ese otro mundo y han regresado de él muy cambiados. Lo que se encuentran es muy distinto a lo que dejaron y de alguna manera, gracias a esa experiencia, emprenden otra vida, ellos y los monjes y monjas que han sobrevivido al sitio de Arnau; aunque eso debe descubrirlo el lector.
Sea como sea, Nuño es el juglar que recoge estas aventuras y que siembra el ansía de conocimiento entre sus oyentes, los más jóvenes siempre. Nuño es el encargado de encontrar habitantes para ese otro mundo.
“La Orden de Santa Ceclina” es una novela llena de sugerencias en donde el narrador deja paso a menudo a sus personajes quienes, mediante los diálogos, se dan a conocer al lector. Amor, magia, misterio, ideas preconcebidas que se vienen abajo, respeto hacia lo distinto y mucha mucha fantasía son ingredientes básicos de esta primera entrega de “Puerta Coeli”.
Susana Vallejo nos ofrece una nueva forma de ver el mundo en donde nosotros podemos labrar nuestro propio destino. Es respetuosa con el hecho histórico, aunque, por supuesto, se deja llevar por las intuiciones y la fascinación que despierta en ella, y en sus personajes, la posibilidad de que nuestro mundo no sea ni el único ni el menor.
Uno de sus aciertos es empezar la tetralogía en la Edad Media, una época aparentemente oscura que demuestra no serlo tanto gracias a hombres de la talla de Bernardo y a mujeres como Yebra que osaron plantarle cara al destino y ser como ellos quisieron, no de otro modo.
El lector disfrutará sin duda con este volumen y con las descripciones que Susana Vallejo nos ofrece de ese otro mundo, de su fauna, su flora y su especial devenir temporal.

Scat

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SCAT,
DE ALBERT GARCÍA RIPOLL,
Carena, 2008

Anabel Sáiz Ripoll

Esta vez reseñamos un libro innovador y comprometido. “Scat” es el seudónimo de un joven “graffitero”, quien, tres años después de los acontecimientos que narra, escribe el libro y lo hace, lógicamente, en primera persona. Se trata de un ejercicio literario considerable, ya que Albert García Ripoll no es el nombre del escritor que ha imaginado al personaje, sino un seudónimo. Acaso porque comparte algunos aspectos con Scat o porque el escenario geográfico sea el mismo, ha querido permanecer al margen de la historia y se lo vamos a respetar. En la novela se evidencia cómo un personaje puede emanciparse y cobrar vida propia, ya que el joven Albert sí parece haber existido o, al menos, lo hace siempre que leamos el libro.
Decíamos que la novela es innovadora por esa capacidad del autor de esconderse tras el narrador y de permanecer alerta, pero sin inmiscuirse en lo que el propio Albert quiere contarnos que no es, ni más ni menos, que unos acontecimientos que marcaron su vida cuando él aún cursaba 2º de la ESO.
Albert García Ripolles un joven adolescente que vive en L`Hospitalet de Llobregat y que, como tantos otros jóvenes, procede una familia separada ya que su padre, los ha abandonado por otra mujer más joven. Sus vivencias van del instituto, que él observa con curiosidad de entomólogo, aunque siempre solidario, hasta el primer amor de su vida, por la joven Fátima, una inmigrante que nos descubre todos los tabúes que pesan sobre las mujeres de procedencia árabe; aunque también pasa por las bandas callejeras, por el amor que siente hacia una profesora quien le descubre los caminos del arte y, en suma, por los sinsabores y angustias de un joven de 16 años, que tiene cuerpo de adulto, pero que, sin embargo, aún es un adolescente. No debemos olvidar sus intereses lingüísticos, aunque Albert defiende el catalán, de ahí su logo Scat, escribe la novela en castellano para demostrar que el bilingüismo es posible.
En la novela, como decíamos al principio, se alude al mundo de los “graffiteros”, ya que Albert fue y ha sido o es un “graffitero”, aunque, con el tiempo, deja de asaltar trenes y reivindica su arte desde otras posiciones; esto es, estudiándolo en la Universidad. Así, al terminar la historia, tiene ya 18 años y puede echar la vista atrás y recordar esos acontecimientos que le marcaron perturbaron.
Señalábamos también que era un libro comprometido porque su autor no obvia pasajes duros, al hablar, por ejemplo, de las bandas callejeras y remarca lo difícil que es ser inmigrante en ciertos ámbitos de nuestra sociedad.
“Scat”, por último, es un ejercicio lingüístico lúcido, ya que encontraremos todos los registros en el relato, desde el más vulgar hasta el más culto, pasando por conversaciones de “chat”, términos de la jerga juvenil o del argot y, en suma, disquisiciones filosóficas casi acerca de la vida y del arte.
El libro va dirigido al público juvenil, aunque recomendamos la lectura a todos los que sientan curiosidad por conocer desde dentro el pensamiento de un adolescente y tratar de entender sus comportamientos antes de criticarlos.
En definitiva, un libro muy bien escrito, distinto por la temática y por la forma, que no defraudará al lector.

La primavera no reía

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LA PRIMAVERA NO REÍA
De Mercedes Neuschäfer-Carlón, Ediciones Madú, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

De Mercedes Neuschäfer-Carlón se pueden decir muchas cosas (y buenas). De ella destacaría su inmensa humanidad que se plasma en todo lo que escribe. Es una persona amable, afable y muy interesada por el mundo y todo lo que le rodea. Asturiana de nacimiento, vive hoy en Alemania (de allí es su marido), aunque con frecuencia visita Madrid o Marbella, por ejemplo. Su vocación literaria va por el camino de la literatura infantil donde destacan obras como “Antonio en el país del silencio”, “Violín y guitarra”, “La acera rota”, “Tras los muros”, “Una fotografía mal hecha”, “En la guarida secreta”, “La cabaña abandonada” y “El yate blanco”.
Conocí a Mercedes gracias a “La acera rota”. “La acera rota” es un libro sin edad que recoge los recuerdos de Elena, la niña que también fue Mercedes, en los duros tiempos de la Guerra Civil. El libro que ahora reseñamos es su continuación, por lo tanto, no es tampoco un libro que tenga un lector determinado. Pienso, incluso, que requiere una lectura seria y profunda, la lectura de la experiencia porque lo que narra no es fácil, aunque lo cuente una niña de ojos puros. No obstante, también pueden leerlo los niños y jóvenes porque así se acercarán a un periodo de nuestra historia que fue tremendamente duro, en el cual, por mucho que se buscase, “la primavera no se reía”.
La novela está narrada en tercera persona, aunque da la impresión de que es la propia Elena la que nos lo cuenta todo. La reencontramos, tras “La acera rota” con 8 años y la dejamos, al acabar el libro, con 16. Son, pues, los años que cierran la infancia y entran en la adolescencia. Elena ha vivido la dureza de la guerra, aunque no se puede quejar porque tiene una familia que la arropa y no pasa hambre, pero la sensación gris de la época late en todo el relato. Sin embargo, no es un libro triste, en absoluto, es un libro limpio, de lectura diáfana y esperanzada. Nos cuenta, es verdad, la represión de los cuarenta, pero también los anhelos de unas personas, de unas gentes que luchaban por salir adelante. Nos habla de una época en que la magia del cine era importante, en que las relaciones se establecían poco a poco, en que las circunstancias eran distintas y, sin embargo, las ilusiones, los sueños y los amores eran los mismos que pueda sentir un joven hoy en día.
¿Hasta qué punto es una novela sin más? Sospechamos que tras Elena, como ocurría en “La acera rota”, sigue habiendo mucho de la propia autora, aunque animado por la mirada de la distancia, a veces de la nostalgia y siempre de la buena literatura. Es una novela fácil de leer, es cierto, pero no nos engañemos, porque tras su aparente facilidad hay un esfuerzo, precisamente, para ajustarse a los pensamientos de una niña, primero, y de una joven, después.
Bien es cierto que no es un momento de nuestra historia reciente que debamos echar de menos, pero, de alguna manera, todos podemos entender la vida que late tras “La primavera no reía”. Elena sigue viviendo en un pueblo de Asturias, va al colegio, no acaba de entender bien las diferencias de clases, quiere a sus padres, a sus hermanos y lucha por integrarse en su vida; pero de una manera noble, pura, esencial. Elena descubre que no todos somos iguales, y eso le da mucha pena, pero también encuentra grandes sentimientos como la amistad y, sobre todo, el amor. Así acaba el libro, con una puerta abierta a la esperanza. Aunque pueda parecer nostálgico no lo es, precisamente porque se cierra mirando al futuro y porque “para Elena la primavera empezaba a sonreír”.

Tríada (Memorias de Idhún II)

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MEMORIAS DE IDHÚN II (TRÍADA)
De Laura Gallego, SM, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

“Tríada” es la segunda parte de las “Memorias de Idhún”. Se trata de un libro hermoso, muy atractivo y que continúa la peripecia que dejamos abierta en su día. Es una lectura apropiada para jóvenes y mayores, para los que, en definitiva, disfruten de la buena literatura fantástica.
Esta vez llegamos físicamente a Idhún, el planeta de los tres soles y las tres lunas (se incluye un plano del planeta que nos facilita mucho la lectura). Volvemos a encontrar a los personajes que ya conocemos: Kirtash. Jack y Victoria; que descubren que no pueden hacer nada por separado. Se saben prisioneros de un mismo destino, sin que lo hayan pedido. Victoria no puede prescindir de ninguno de los dos, aunque Jack y Kirtash no mantengan muy buenas relaciones. Los tres forman la “Tríada” y los tres juntos son los que pueden liberar a Idhún y hacer que se cumpla la profecía.
En la segunda parte de las Memorias, vemos, al principio, a un Kirtash debilitado por los sentimientos. Cuando actúa como humano, recibe el nombre de Christian, que le puso la propia Victoria, aunque él se siente extraño sintiendo emociones. En él se sigue operando la transformación que veíamos ya en la primera parte. Se sabe hijo de Ashram, el malvado, el nigromante y, sin embargo, lucha por sus sentimientos hacia Victoria.
En la segunda parte, hablando de Ashram, descubrimos qué es eso tan terrible que se esconde tras su mirada de hielo. Ashran parece humano por fuera, pero la criatura que lo habita no, ya que es, ni más ni menos, el Séptimo Dios de la Profecía, el malvado y perverso que osó enfrentarse a los Seis dioses de Idhún. Ashran es quien se hizo con el poder del Planeta y quien se enfrenta a la Tríada en la segunda parte.
Victoria, por su parte, es el canalizador de la magia porque, como unicornio, puede otorgarla a quien mire, de ahí que sea tan importante salvar al último Unicornio porque, si él muere, la magia se perderá.
Jack, por último, ya se reconoce como el último dragón y decide ir en busca de sus orígenes para aprender a sentir, cuando llegue el momento, como un verdadero dragón, el último dragón de la resistencia.
Y no podemos prescindir del planeta a Idhún, que condensa toda la capacidad de fabulación de Laura Gallego. Idhún es un mundo mágico, con una geografía bien delimitada y con unas características propias, quizá destaca porque tiene tres lunas y tres soles. Y es que el mundo que crea Laura Gallego, así como todos los seres que forman su bestiario, es riquísimo, lleno de magia y de imaginación.
La novela acaba de una manera dolorosa, puesto que no sabemos qué ocurrirá con Victoria, si se salvará o sucumbirá, mientras aparece Gerde, el hada malvada, en discordia. Tal vez la lucha que se ha establecido (y que tan bien describe la autora) entre las fuerzas del bien y las del mal haya sido inútil, aunque nos resistimos a creerlo, pero para eso habrá que aguardar a la tercera parte.

Querida Alejandría

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Querida Alejandría
De María García Esperón,
Grupo Norma Editorial, 2007
Anabel Sáiz Ripoll

Querida Alejandría es un relato epistolar escrito con exquisita sensibilidad, ya que María García Esperón maneja una prosa llena de sentimiento, cercana a la poesía para desgranar todas las vivencias e inquietudes de un personaje histórico, poco conocido, como es Cleopatra Selene. La fama de su madre, la gran Cleopatra eclipsó a su hija y le robó la identidad que, de alguna manera, le devuelve María García Esperón en esta libro, que ha sido distinguido con el Premio Norma-Fundalectura 2007.
Tras la caída de Alejandría en manos romanas, Marco Antonio y Cleopatra se suicidaron para no aparecer derrotados ante la gran Roma, pero sus hijos sobrevivieron y, pese a que fueron muy bien tratados por Octavia, la esposa de Marco Antonio y hermana del emperador, no dejaron de ser rehenes dorados que tuvieron que desfilar de una manera humillante ante el pueblo romano envueltos en cadenas, de oro, eso sí; pero cadenas al fin.
Cleopatra Selene escribe cinco cartas conmovedoras a su ciudad, Alejandría, “porque te extraño, te sueño y reconstruyo tus calles y tus fragancias y los gritos de tus vendedores y tu lengua sorprendida en la encrucijada de los dioses”. Cada una de estas cartas constituye un capítulo que empieza con las cinco letras primeras del alfabeto griego y no es por azar, sino porque María García Esperón quiere recordar, de esta manera, los cinco distritos en que se dividía Alejandría; mejor dicho, quiere recordarlo Cleopatra Selene.
Gracias a estas cartas vemos un alma sensible, instruida y culta que añora su patria, que recuerda a sus padres y que a veces se deja llevar por el fatalismo de su destino, aunque también siente ilusión como cuando la destinan a Juba, otro hijo de rey desposeído, con quien reinará en la Mauritania romana, favoreciendo un oasis de cultura y de paz en esa tierra afrricana.
Cleopatra habla de las costumbres romanas, escribe acerca de sus hermanos, ve con preocupación, desde el presente, cómo lo que ocurrió en Alejandría estaba cantado; tiene palabras de piedad para sus padres y para ella misma. Escribe en primera persona del singular y siempre se dirige a un tú, en ese caso una ciudad que se humaniza gracias al apóstrofe continuado que emplea la autora.
De alguna manera Querida Alejandría es un relato alegórico que introduce a los lectores –jóvenes o no- en un mundo fascinante, que nos habla de la cultura egipcia y griega, con admiración, y que recuerda la fuerza romana y, sobre todo, al gran César, amante también de la madre de Selene. Las intrigas palaciegas por conseguir el poder hicieron que Selene fuese la última descendiente de los Tolomeos y, acaso, del propio Alejandro Magno. Habla de la debilidad de los gobernantes, de Octavio Augusto que enfermaba en cada batalla; de la crueldad de las guerras; de lo duro que es vivir fuera de la patria y de una serie de elementos que hacen de la novela un mosaico vivo y fascinante de una época que ya pasó, pero que aún sigue despertando fascinación y admiración entre el mundo.
El libro termina cuando Cleopatra y Juba contraen matrimonio y la joven princesa se despide de su ciudad, a la manera del Aleph borgiano, evocando todo lo que, en su ensoñación de recién desposada, cree ver y que le lleva a Alejandría, a sus gentes, a su futuro, a su destino: “…vi mi tumba junto al mar, monumento circular sin cesar labrado por el viento y, más allá de cordilleras y ríos salvajes…”.
Querida Alejandría es un libro que nos acerca a la historia antigua, de manera humana, viva y llena de riqueza. La autora, insistimos, emplea una prosa llena de cadencias, de ecos, que se paladea, que sabe a tierra, que sabe a río, que sabe a Alejandría.

Lo único que queda es el amor

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LO ÚNICO QUE QUEDA ES EL AMOR,
DE AGUSTÍN FERNÁNDEZ PAZ,
ANAYA, 2008

Anabel Sáiz Ripoll

Agustín Fernández Paz se define a sí mismo como: “… una persona que encuentra placer en inventar historias y contarlas por medio de la escritura. Un contador de historias, aunque esto siempre debería colocarlo en segundo lugar, porque lo que a mí de verdad me gusta es leer lo que escriben otras personas. Leer . Y leer y escribir, ya se sabe, son como las dos caras de una misma moneda”.
“Lo único que queda es el amor” ha sido Premio Nacional de Literatura Juvenil 2008 y bien merece que le dediquemos unas líneas ya que se trata de un libro bellísimo integrado por diez historias –algunas ya publicadas, pero que aquí adquieren una nueva dimensión- que tienen como hilo conductor el amor. Los personajes que nos dibuja Agustín Fernández Paz se hallan unidos por la fuerza poderosa de este sentimiento, aunque no todos lo viven igual. Encontramos el amor más allá de la muerte, pero también el desamor, el primer amor, la fuerza con que la memoria recuerda los amores perdidos, el amor platónico o el amor frustrado.
Son historias melancólicas, revestidas por un halo de misterio que las hace especiales, conmovedoras, únicas. Agustín Fernández Paz se llena de sensibilidad y maneja los hilos del destino de sus criaturas con respeto y con afecto. No nos dejan indiferentes las quimeras de Diana, Sara, Laura, Adrián y de tantos otros, no nos dejan indiferentes porque están viviendo aquello que, desde que el mundo es mundo, han vivido millones de personas: la arrolladora fuerza del amor que es, al fin y al cabo, lo único por lo que merece la pena vivir, viene a decirnos el autor.
En Un radiante silencio, por comentar un ejemplo de un relato ya publicado con anterioridad, Sara está a punto de hallar el amor en Pablo, un librero que le desliza notas entre las páginas de los libros que ella compra, pero no acaba de aceptarlo y tiene miedo. Ninguno de los dos se ha atrevido a declararse su amor y eso los ha separado antes de unirlos. Es una historia muy triste, pero bellísima, de las más hermosas del autor. Como él mismo dijo en su día, en Un radiante silencio: “está mi homenaje explícito a la literatura, en especial a la poesía, y a los libros y autores que fueron muy importantes para mí. Y está también mi mirada sobre el amor, esa fuerza poderosa capaz de transformarnos por entero y hacernos ver la vida de otra forma”.
A Agustín Fernández Paz le gusta la poesía de José Ángel Valente en la que encuentra inspiración para muchos de sus libros y relatos. “Una historia de fantasmas”, que ya leímos en Muchachas, por ejemplo, tiene mucho que ver con uno de los poemas póstumos del autor, incluido en Punto Cero. Acude de nuevo al poeta Valente y a un verso suyo, que gusta especialmente a uno de los personajes del libro y que da título al mismo: “La memoria nos abre luminosos corredores de sombras”.
Los libros son un motivo recurrente en “Lo único que queda es el amor” y en toda la obra de Agustín Fernández Paz, como vemos en varios de sus relatos, sobre todo en “Un río de palabras”, aunque no es difícil encontrarlos en otras historias, como en “Después de tantos años”, en donde la protagonista recuerda al amor de su vida gracias a un libro que le regaló, las “Rimas” de Bécquer. Así, en “Una historia de fantasmas” podemos leer: “…los libros que amamos llevan también nuestra memoria y nuestros sueños entre sus páginas”.
“Lo único que queda es el amor” está narrado en primera o en tercera persona, con pocos diálogos y una gran introspección que hace que conozcamos los vericuetos del alma de los personajes que Agustín Fernández Paz ha escogido como protagonistas. No se trata de adolescentes, no, en absoluto, son seres rasgados, ya mayores, algunos ancianos, otros escindidos, otros en busca del amor que, a veces, eso sí, recuerdan, como un destello entre la tormenta, el que pudo haber sido el amor de su vida y que se convirtió en recuerdo, porque la memoria es también una de las armas narrativas, al lado de los libros y las fotografías antiguas, que usa el autor en sus relatos. La nostalgia suele impregnar las páginas del libro o el recuerdo o las ansias de volver a lo que ya pasó. Al fin y al cabo, como reza el título, “Lo único que queda es el amor”. Sí, detrás de los pequeños naufragios de las vidas de estos personajes se esconde el empuje poderoso del amor. Lo único que les acompaña y lo único por lo que vale la pena vivir, como bien ocurre en “Esta extraña lucidez”, cuyo narrador no es otro que un perro fallecido que vaga, como alma en pena, con su amo, sombra doliente y amorosa del más allá.
El libro, bien es verdad, está finamente arropado por las ilustraciones de Pablo Auladell que son realmente soberbias, sorprendentes, llenas de magia y de misterio y que cautivaron desde el primer momento a Agustín Fernández Paz, quien con finísima modestia, ya que sus relatos son magníficos, dice que, “aunque el texto fuese sacado directamente del BOE o similar, el libro seguiría valiendo la pena”, gracias a las ilustraciones. Por fortuna, “Lo único que queda es el amor” nada tiene que ver con el BOE y sí con el tejido de los sueños, con la vida y el alma humanas.

A lo lejos, Menkaura

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O`CALLAGHAN I DUCH, Elena
A lo lejos, Menkaura
Zaragoza, Edelvives, 2008 (Alandar, 104), 172 págs. ISBN 978-84-263-6835-5

Anabel Sáiz Ripoll

“A lo lejos, Menkaura” ha obtenido el VIII Premio Alandar y lo firma una escritora ya consolidada en el panorama de la literatura infantil y juvenil. Para Elena O`Callaghan, la literatura, escribir, es una forma de ejercer la libertad y lo demuestra en esta novela llena de vida, de amor y de solidaridad.
“A lo lejos, Menkaura” denuncia una realidad actual: la de los niños invisibles en pleno S. XXI, como dice la autora en la explicación final. Gamal es muchacho que malvive en El Cairo, a la sombra de la pirámide de Menkaura, a quien confía sus cuitas y anhelos. El pequeño vende souvenirs a los turistas, pero desea poder ir al colegio, como sí hace su hermano mayor. La historia es hermosa porque tiene un trasfondo de esperanza, pero, de la mano de Gamal, un muchacho de natural alegre, somos testigos de la miseria a la que están condenados los que nada tienen y lo poco que tienen les es arrebatado. Gamal ha sufrido mucho, aunque su mayor dolor es haber perdido a su madre que era su mayor valedora. Su padre trata de organizar la vida familiar y decide que sea el pequeño quien se ponga a trabajar, aunque eso Gamal no acaba de entenderlo. El niño tiene los ojos puestos en el futuro y, al final, gracias a una arqueóloga y a un encuentro fortuito, el lector quiere suponer –y así lo desea- que el destino está empezando a cambiar para Gamal.
La novela se estructura capítulos breves que desgranan la difícil infancia de este chico. Está escrita en tercera persona, aunque son frecuentes los diálogos y los pasajes introspectivos que hacen que conozcamos mejor a los personajes y su ambiente

La resistencia (Memorias de Idhún I)

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MEMORIAS DE IDHÚN (LA RESISTENCIA)
De Laura Gallego, SM, 2004

Anabel Sáiz Ripoll

Laura Gallego (Quart de Poblet, Valencia, 1977) es una escritora muy joven que ya está consolidando su peculiar forma de hacer literatura, un mundo propio, lleno de riqueza, de matices y de ilusión. Ganó el 1998 el premio Barco de Vapor con “Finis Mundi”, novela excelente que ya reseñaremos en otro momento, y volvió a hacerlo con “La leyenda del Rey Errante” en 2002, otro título sugerente y evocador. Entre sus otras novelas tenemos las “Crónicas de la Torre”, “El coleccionista de relojes extraordinarios”, “Las hijas de Tara” y “La hija de la noche”, que hemos reseñado recientemente en estas páginas.
Hoy nos ocupamos de las “Memorias de Idhún”, una obra ambiciosa, cuya segunda parte va aparecer en otoño. Aquí, en “La Resistencia”, Laura Gallego presenta un mundo fantástico, a caballo entre lo real y lo imaginario, donde hay cosas que, gracias a la magia, pueden ser posibles. Un grupo de seres viven en un espacio, entre la Tierra e Idhún, un espacio al que es difícil llegar y que se llama Limbhad. Son el príncipe Alsan y el mago Shail. De alguna manera están relacionados porque ellos son los que rescataron al último unicornio y al último dragón, que habían sido barridos de la faz de Idhún por Ashram, el nigromante, y los sheks, una terribles serpientes aladas. A estos se unen Jack, un joven al que han matado a su familia y no entiende el porqué, y Victoria, una muchacha con ciertos poderes para la magia. Juntos pretenden que Idhún, el mundo de los tres soles y las tres lunas, recobre su libertad; pero han de luchar contra el enviado de Ashram, Kirtash.
La novela es de una extensión considerable, pero de lectura muy atractiva porque no se limita a ofrecernos un mundo de magia, no, puesto que nos lo trae a la Tierra y une lo prodigioso con lo normal, al menos para los terrícolas. Y es que Jack y Victoria, aparentemente, son humanos y tienen –hasta que algo les sucede- la vida de los humanos.
“La Resistencia” presenta el punto de partida de esta serie, cómo son los personajes y su evolución ya que no son criaturas planas, al contrario. Todos evolucionan, hasta el malvado Kirtash acaba sufriendo una evolución extraordinaria, gracias a su parte humana, gracias al amor que siente por Victoria que, de alguna manera, lo transforma.
Laura Gallego, repetimos, construye un mundo en que es fácil pasar de Madrid o Alemania a otra dimensión, en que lo extraordinario convive con lo cotidiano, en que no es raro descubrir que hay seres que tienen una doble naturaleza, como le sucede a Alsan, aunque sin quererlo, o a Kirtash o a los propios protagonistas, Jack y Victoria, quienes
–y no lo desvelamos- son el verdadero icono de la Resistencia.
En definitiva, una novela deslumbrante (ya por su mera presentación exterior, puesto que la Editorial ha cuidado este extremo con mimo) que va acelerando el ritmo narrativo y concentrando en el clímax final una serie de respuestas que laten durante toda la novela.
“Memorias del Idhún” gustará mucho a los amantes de la literatura fantástica, pero, incluso, a los que no les interese ese tipo de literatura también interesará porque Laura Gallego crea un universo nuevo, sin dejarse el menor detalle, un universo lleno de sentimientos donde la ternura y el amor es importante, pero donde tampoco falta acción y superación de obstáculos, a veces personales, a veces externos.

Corazón de tinta

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CORAZÓN DE TINTA,
De Cornelia Funke, Siruela, 2004

Anabel Sáiz Ripoll

“Corazón de tinta”, recientemente adaptado al cine, puede considerarse ya una obra clásica de la literatura infantil y juvenil o de cualquier edad, no en balde se ha publicado en la colección “Las tres edades” que va destinada “de 12 en adelante” y, por supuesto, este en adelante lo marca el lector.
No había leído aún esta novela, lo confieso, y me la recomendó una exalumna con la que coincido en el club de lectura al que pertenezco. Se me perdonará este matiz personal, pero es importante para demostrar que las lecturas, las buenas lecturas, nos llegan de maneras diversas. Porque “Corazón de tinta” es una buena lectura. Sin más. Es, según la mayoría de opiniones que he leído u oído, la mejor entrega de la trilogía, aunque esto habrá de decidirlo el lector también.
Sea como sea, “Corazón de tinta”, a la manera unamuniana, propia de las nivolas, nos narra un relato en que verdad y ficción se unen. Los personajes literarios cobran vida y, al final, no se sabe muy bien quién es más real, Capricornio, el ser cruel y malvado escapado del libro o Mo, el llamado Lengua de Brujo, quien, con sus dotes lectoras, es capaz de dar vida a las criaturas de papel.
Todo es como un juego, un experimento metaliterario en que el libro y la palabra escrita tienen la máxima importancia y el máximo protagonismo. Son, por ejemplo, muy recomendables, las citas que la autora escoge para iniciar cada capítulo.
“Corazón de tinta” es el título del mismo libro del que han escapado Capricornio y sus secuaces y también el libro por el que Mo y su hija Meggie se han quedado sin esposa y sin madre, al menos hasta que se resuelva el embrollo.
La más pura aventura hará que al lector le brillen los ojos, puesto que la acción es importante, pero aún lo son más los personajes, muy bien trazados, y los sentimientos que nos inspiran. Un personaje cobra especial interés y pasa de secundario a principal, se trata de Elionor, la tía de Meggie, quien empieza siendo una mujer más bien excéntrica y rara, solo pendiente de sus libros y acaba siendo la misma mujer exéctrica y rara, pero que cae bien por su inmensa humanidad.
El relato combina la descripción con la narración, aunque los diálogos son importantes para desvelar el pensamiento de los personajes. Cornelia Funke no deja nada al azar y escribe una novela mágica, un viaje al mundo del mal en estado puro, pero también al mundo del amor, de los sueños, de la fantasía. Así, no es extraño que el propio soldadito de plomo cobre vida gracias a la voz de Meggie, quien tiene el mismo don que su padre, aunque el personaje de ficción más emocionante es Campanilla, el hada de Peter Pan, que acaba viviendo, por así decirlo, una vida de papel distinta, fuera del País del Nunca Jamás.
Queremos reseñar la traducción impecable de Rosa Pilar Blanco quien nos ofrece, al final, una bibliografía en castellano de todos los libros que aparecen mencionados en “Corazón de tinta”, lo cual es un regalo que nos conducirá a nuevas aventuras.
El libro, en suma, nos ofrece más de 600 páginas de lectura, de emoción, de misterio, de intriga e, insistimos, de buena literatura.

La página escrita

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LA PÁGINA ESCRITA,
DE Jordi Sierra i Fabra, SM, 2006.

Anabel Sáiz Ripoll

“La página escrita” se inicia con unas aseveraciones rotundas. Jordi Sierra i Fabbra asegura que “No hay un método para escribir” y añade: “No existe un manual”. No obstante, sí es capaz de escribir cómo escribe él, de qué manera organiza sus materiales, cómo crea las secuencias, las historias, los personajes…; en definitiva, sus propios recursos de escritor, su experiencia a la hora de crear una historia y su, por qué no, instinto e intuición. Estos ingredientes, y toda la fuerza de un hombre apasionado por su trabajo, son los que encontraremos en “La página escrita”.
Sierra i Fabra no da la fórmula para la novela perfecta, porque no existe, no quiere hacer clones, antes al contrario, huye de los estereotipos y de las fórmulas manidas, por eso “La página escrita” no es un manual académico, y sin embargo su utilidad es superior nos atrevemos a decir porque está escrito desde la experiencia, desde la ilusión y con la fuerza y energía que siempre derrocha este escritor camaleónico y visceral.
“La página escrita” se divide en 9 capítulos y, fiel al estilo del autor, cada capítulo está subdivido en otros apartados breves que es donde Sierra i Fabra desarrolla sus propias técnicas, inspiradas en la libertad y el respeto, porque él no quiere imponer nada a nadie, solo muestra cómo escribe y por qué lo hace así. De esta manera, ejemplifica sus técnicas narrativas con fragmentos de sus novelas y hace, así, un ejercicio importante de autoanálisis.
En cada uno de los apartados, Jordi Sierra i Fabra hace preguntas y las responde, se pone en la piel de los jóvenes narradores que es a quienes, en definitiva, va dirigido el libro, aunque nos puede interesar a todos los que amamos la palabra escrita y queremos mejorar nuestras habilidades.
Sierra i Fabra, fiel a su estilo rápido, de párrafos breves e impactantes, va desglosando aspectos como los géneros literarios, los personajes, el guión, la narración, el diálogo y va demostrando que es un escritor que cuida mucho sus novelas, aunque a menudo se le critique por su rapidez a la hora de escribir. Este libro demuestra que sus proyectos nunca surgen de la nada, sino que se crean a partir de un buen guión y una buena reflexión previa.
Son interesantes las pequeñas frases entresacadas del texto que aparecen resaltadas en gris y que resumen lo que se está diciendo a cada momento, así: “El arte de contar historias es la suma de muchos factores” o “Un buen guión te asegura en un gran tanto por ciento una buena novela”. Tampoco son infrecuentes los decálogos a los que Sierra i Fabra es aficionado.
En suma, un libro práctico, lleno de vida y de garra, también de ironía y de honestidad, que puede ayudarnos a escribir mejor, aunque, como dice el propio escritor al final, lleno de ironía: “Por lo tanto, el último consejo es: no hagas caso de nada de lo que te he dicho y móntate tu propia película. Sé feliz”.
“La página escrita” se lee de manera rápida y con mucho interés, puesto que Sierra i Fabra se dirige continuamente a un tú, al propio lector, y lo implica en la lectura como si de una novela de suspense se tratase.