En casa de Ana Mª Romero Yebra

«Un montón de cosas que me hacen feliz»
Por Anabel Sáiz Ripoll.
Ana María Romero Yebra, madrileña de origen, se trasladó a Almería en 1981 por motivos profesionales; ya que trabajaba como maestra en el Colegio Público “El Puche”. “Antes –nos dice- vivía en un piso en la capital, Almería, donde estaba mi colegio, pero cuando hace ya 4 años dejé de dar clase, decidimos llevar una vida más tranquila en esta casa que había sido hasta entonces la casa de las vacaciones y los fines de semana, así es que nos aposentamos aquí todo el año.”

En la actualidad reside en una casa preciosa de San José, un pueblo almeriense dentro del Parque Natural de Cabo de Gata, “que en verano se nos llena de turistas”, comenta divertida la escritora.

Tal vez no haga ni falta aludir a ello, pero Ana Mª Romero Yebra es poeta, no poetisa, porque, como diría Gloria Fuertes, ese término no resulta adecuado para definirla. Se trata de una poeta de los pies a la cabeza, que orienta sus versos hacia el público adulto (Entero para mí, Isla de Bretema, Cantos de arcilla, Horario de la hondura, Mirando escaparates, El llanto de Penélope…) y hacia los niños en donde destaca con una poesía clara, transparente, llena de imágenes y con una gran calidad poética.

Escribir poesía para niños no es una tarea fácil ni muy valorada, pero Ana Mª Romero disfruta enormemente componiendo versos. Entre sus títulos podemos destacar: Hormiguita negra, La vaca Dosinda, Verdes amigos, El memoriápodo, Doña Pescadilla, Ronda de Nanas, La princesa aburrida y un largo etcétera, en donde quizá podamos destacar al Pirata Pepe y la princesa y algunas adaptaciones de cuentos clásicos como La ratita presumida).

Dicen que la casa refleja el alma de quien la habita y con seguridad en esta ocasión es así. La casa de Ana Mª Romero y su familia, está cerca de la playa y rodeada de un pequeño jardín donde crecen más dos palmeras, un olivo, una higuera, un ficus, un álamo, una parra, una bignonia y buganvillas, hiedra, cactus, cañas y varias clases de flores. También hay una piscinita para cuando aprieta el calor y no hay ganas de playa.” A la poeta lo que más le gusta del jardín es un pequeño estanque donde viven felices y en armonía muchas ranas y bastantes peces de colores que se esconden bajo las hojas de los nenúfares o entre las juncias y los lirios de agua. “Siempre me hizo ilusión tener un estanque –resume- y al final, ya de mayorzota, lo he conseguido.”

En casa de Ana Mª vive también Cumbia, una gata de origen callejero, a la que le gusta cazar y que de tanto en tanto se hace con algún pájaro o rana.
Si entramos, la casa de nuestra escritora es acogedora, con sus dos plantas y libros por todas partes, porque, como ella misma explica, “a pesar de haberle añadido a la casa una habitación que sirve de biblioteca, allí no caben todos.”
Cuando le preguntamos dónde trabaja, nos dice que a menudo lo hace en la biblioteca, pero que “soy bastante anárquica y lo hago en cualquier sitio: en la mesa del porche, en el balancín, sentada junto al estanque, en el comedor, tumbada en el sofá, en la cama…Sólo necesito un boli y un cuaderno porque escribo siempre a mano y son dos cosas fáciles de transportar. Luego, cuando he acabado, lo paso a ordenador y lo voy revisando y corrigiendo.”

A menudo quisiéramos saber cómo los poetas consiguen sus ideas y no siempre podemos hacerles la pregunta, a Ana Mª sí se la hemos hecho y nos contesta, muy graciosa, que “sé que debería ser más ordenada pues a veces no sé dónde dejé el cuaderno o no encuentro el papelito donde escribí el último poema o no tengo ni idea de donde está algo que necesito. Entonces se me pasa el tiempo revisando archivos, carpetas o folios amontonados hasta encontrarlo, pero yo soy así ¡Qué le vamos a hacer!”. Y añade, más que socarrona, que “no me pasa sólo con lo que escribo, me ocurre igual con la ropa, los zapatos o lo que hay en la despensa o la nevera pero ya, a mi edad, no creo que tenga arreglo. Nunca llegaré a ser una de esas personas que mantienen un orden riguroso en su vivienda y sus papeles y siempre saben dónde están las tijeras, las botas de montaña, las gafas de sol en invierno o las facturas de la luz o el teléfono. Pero…bueno.” Sin duda a Ana Mª Romero la creatividad no le viene del orden, sino de sus sentimientos, de su riqueza interior, de su vitalidad.

Los proyectos de un escritor son importantes porque nos ayudan a entender su quehacer cotidiano, su organización. Ana Mª nos habla de un poemario que ha terminado este verano y que se publicará en editorial Anfora Nova, en Córdoba a finales de año y “debo entregarlo ya”, concluye. “También -continúa- estoy acabando un libro para niños muy pequeños de la colección “sonidos divertidos” de SM”.

Pero no se acaban aquí los proyectos de la autora que comparte con gusto con los lectores de Pizca de Papel: “En estos próximos meses de otoño e inviernos mis proyectos son de trabajo pues tengo empezado un libro de poemas para esa edad tan difícil de los chavales de la ESO, a los que ya no les gustan las poesías de pajaritos y flores, demasiado infantiles para ellos pero tampoco entienden los sonetos de Garcilaso. Estoy escribiendo versos rimados de estructura sencilla pero con una temática de sentimientos y de problemas acordes con las circunstancias que rodean a estos chicos adolescentes en su descubrimiento de la vida, del entorno y de sus vivencias con respecto a los otros.” Nos parece un reto admirable porque acercar la poesía a los chicos y chicas de estas edades no es nada sencillo y casi nunca se logra del todo. Aguardamos con verdadero interés el poemario de la escritora.
La sorpresa que nos depara es que “también tengo, más o menos por la mitad, una novela juvenil con un chico protagonista, Juanjo, que descubre la solidaridad y la entrega a los demás en un viaje que hace a África y luego traslada esos sentimientos a su entorno más inmediato al ver la soledad de un vecino.” Y nos deja con la miel en la boca cuando sigue enumerando: “Tengo terminada ya, desde hace bastante tiempo, una novela histórica ambientada en la época de los Reyes Católicos que me gusta mucho. Naturalmente mi propósito es publicarla y mi proyecto es buscar editorial, así que tengo que empezar a ofrecerla por ahí que es una de las cosas que más pereza me dan.” Desde aquí le pedimos que deje atrás su pereza y trate de publicar esta obra que, por lo que cuenta, ha de ser muy válida.

A veces comenta que no tiene mucho tiempo, pero el poco que tiene y dedica a la escritura debe ser muy intenso –y nos alegramos como lectores- ya que, aún continúa explicando que: “también tengo acabados dos libros de poesías infantiles que debo todavía revisar, estructurar y encontrar quien los publique.”

Una actividad que le gusta mucho y que se le da muy bien es encontrarse con sus lectores, en ese momento Ana Mª Romero se transforma, de ahí que pueda decir que “aparte de trabajar tengo el plan maravilloso de seguir encontrándome con los críos como autora, asistiendo a cuantas bibliotecas y colegios me lo soliciten porque estando entre ellos es cuando realmente más satisfecha me siento de mis libros al ver lo que les gustan. Todos los años lo paso muy bien en estos encuentros.”

Y es que Ana Mª Romero es una mujer que conserva su alma de niña, con la capacidad de asombro intacta y la curiosidad a flor de piel, una mujer que pretende “continuar disfrutando de la playa y del sol de Almería, de mi nieto y del resto de mi familia, de mis amigos, de la lectura, del teatro, del cine, los viajes, la música, los bombones, los huevos fritos con patatas y un montón de cosas más que me hacen feliz.” Y esa felicidad, sin duda, se plasma en sus versos.

Agradecemos a la escritora que nos haya hecho un hueco, nos haya recibido en su casa y nos haya contado tantos aspectos interesantes y personales que nos permiten conocerla y apreciarla un poco más.


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 9/28/2010 11:19:00 PM

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