Category Archives: Novel.la negra

“Tester”

Tester (Probador),

Jordi Sierra i Fabra,

Barcelona, Edebé, 2010.

(Periscopio, 76)

 

En poco menos de una semana, la vida de Lennon dará un cambio significativo. Uno de sus amigos, Hardy, acaba de morir en un accidente de moto. Tester es un inquietante thriller sobre el mundo de los videojuegos. Jordi Sierra i Fabra acude a su estilo más trepidante para narrar esta historia que habla de la amistad, de la codicia, del miedo, del amor y de una serie de sentimientos y emociones, tan a flor de piel, que parecen ser vividas por el propio lector.

Hardy no ha muerto casualmente y eso lo descubre Lennon gracias a la hermana del fallecido, Laura, una joven con la que mantuvo una relación de adolescentes y de nuevo irrumpe en su vida. Lennon se ha emancipado, aunque le cuesta mucho salir adelante, pero lo hace gracias a sus dibujos. Todo su grupo de amigos, superada ya la veintena, ha perdido la fuerza de la adolescencia y cada uno vive cómo puede. Hardy era probador de videojuegos, el mejor y eso le supuso la muerte, como, sin duda, el lector descubrirá.

Tester alude a una realidad muy común entre los más jóvenes, como son los videojuegos. Objetos de culto, en algunos casos, motivo de adicción, elementos de la modernidad más actual… contra el videojuego ya no se puede luchar, ni se debe, quizás, aunque sí, y ahí está la visión del autor, se pueden cuestionar algunos usos y abusos, las temáticas y ciertas maneras agresivas de tratar de imponer el producto.

Jordi Sierra i Fabra, está claro, ha creado su propio sello personal a la hora de narrar, aunque es capaz de manejar registros dispares. En esta ocasión, nos ofrece un relato más que ágil, rápido, que pretende dejar sin aliento al lector, que se lee casi sin despegar los ojos de las páginas. No hay retratos psicológicos de los personajes, es la verdad, pero sí deducimos muchas de sus características a través de sus propias palabras, como es el caso de Lennon, o del recuerdo o la impronta que dejaron, como le ocurre a Tomás o Hardy. Hardy llevaba un mes desconocido, fuera de control, había descubierto algo en el último videojuego que estaba probando que iba más allá de lo legal, puesto que el juego, incluso para él, un probador veterano, era adictivo.

Los diálogos de Tester son también muy sierraifabrianos, ya que desprenden toda una lección de vida, sobre todo las intervenciones de Jorge, un joven muy parecido a Lennon, de ahí el apodo, que trata de ser legal, de vivir libremente, de saborear su independencia y de exprimir su tiempo. Todas cualidades que le gustan mucho al autor, incluída la admiración por el Beatle.

A menudo el poder genera más poder y, en este caso, eso conlleva una ambición desmedida y mucho miedo a perder, de ahí la muerte de Hardy y de ahí también todos los problemas y situaciones, muy al límite, que vivirán Lennon y Laura, de las que saldrán, por supuesto, fortalecidos.

Las relaciones familiares, las relaciones afectivas, los contrastes entre los poderosos y los humildes, el trabajo bien hecho frente al oportunismo, el amor y el desamor, la adolescencia y la madurez, el crecimiento personal… son algunos de los temas que ofrece este relato.

Tester, en suma,  es una novela que maneja muy bien las coordenadas temporales y que se estructura, precisamente, en torno al factor tiempo. Sin duda, una novela juvenil muy atractiva.

El caso del loro que hablaba demasiado

El caso del loro que hablaba demasiado,

Jordi Sierra i Fabra, Barcelona, Siruela, 2011

 

 

 

Jordi Sierra i Fabra aborda el segundo caso de Berta Mir, El caso del loro que hablaba demasiado, con la misma frescura e intensidad que imprimió en el primer libro, El caso del falso accidente; aunque con mayor dominio, si cabe, de la psicología de la joven narradora y protagonista de la aventura, Berta. A Sierra i Fabra a veces se le ha acusado de superficialidad en el tratamiento de sus personajes. Creemos que nunca ha sido así puesto que él siempre ha dado libertad a sus criaturas y les ha dejado mostrarse –y evolucionar- gracias a sus palabras y comportamientos. Si lo que buscamos son grandes descripciones físicas y psicológicas no las encontraremos, pero sí hallaremos la creación de personajes redondos que, como le ocurre a Berta, van madurando y creciendo ante los ojos de los lectores.

Berta Mir, de 18 años, a la fuerza ha debido de hacerse cargo de la agencia de detectives familiar puesto que es la única fuente de ingresos que tiene. Claro que no es lo mismo perseguir a maridos infieles que introducirse en los trapos sucios de los Dalmau, una familia adinerada de la burguesía catalana, lo cual la llevará a destapar la caja de los truenos y a introducirse, de paso, en una red ilegal de importación de animales exóticos. Y todo porque Berta ha aceptado el encargo de una encantadora ancianita, Claudia Dalmau, a quien han robado su loro, un guacamayo de Spix valiosísimo.

Sierra i Fabra tiene la habilidad de introducirnos en distintos ambientes ya que su novela presenta una extraordinaria estructura que no deja ningún fleco suelto. Por un lado, Claudia y su vida como detective en la agencia Mir, ya que su padre, impedido en la cama poco puede hacer, aunque, eso sí, la ayuda de una manera muy peculiar. Por otro lado, Claudia y su relación con el grupo de música en el que toca, las ilusiones y las decepciones que ello conlleva, los amores y las frustraciones. Por otro lado, la familia Dalmau y todos lo que esconden unos y otros y que Berta, de una manera entre ingenua e inconsciente descubrirá. Y, por supuesto, la relación de Berta con el policía Sanllehí, con quien tiene una especie de tira y afloja, aunque siempre por supuesto, Sanllehí es una especie de protector de la joven. Vemos trasvasadas al policía algunas de las cualidades de Sierra i Fabra y de las ideas que siempre ha defendido con vehemencia. Vehemencia que, por supuesto, no falta en la novela.

El caso del loro que hablaba demasiado, escrito en primera persona, atrapa en cinco intensos días, como indica el título, la aventura de un loro que no es que hablase demasiado, sino que provocó mucho qué hablar. El texto se lee con rapidez y combina distintos géneros, el de la novela negra y de detectives, con el del viaje iniciático y la novela realista y aún se podría apelar a otros registros como el sentimental y emotivo del que el libro no está exento.

La crítica de Sierra i Fabra más directa se centra en los traficantes de animales exóticos y no escatima palabras ni ejemplos para mostrar esa realidad que existe en nuestro mundo. Ahora bien, como acabamos de decir, no deja ningún fleco suelto y no descuida para nada el aspecto más personal y humano ni de Berta Mir ni de los personajes que la rodean, la arropan, de alguna manera.

El caso del loro que hablaba demasiado, en suma, se lee con creciente interés, con el aliento contenido, incluso, pero con el suficiente reposo y calma como para descubrir la personalidad de Berta, una joven que, poco a poco, va madurando y va creciendo. Berta acepta que las cosas no siempre son blancas o negras, empieza a comprender a su madre, a su abuela y ella misma se descubre actuando de una manera acaso impulsiva, pero siempre positiva. Y es que Berta va siempre en línea recta, sin pensar en las posibles consecuencias. Por eso cae simpática al lector y, por eso, sin duda, el policía Sanllehí acaba protegiéndola y haciendo la vista gorda en más de una ocasión. Y es que, repetimos, las apariencias pueden engañar –y de hecho engañan-.

Se trata, en suma, de una extraordinaria novela que gustará a los seguidores del escritor todoterreno barcelonés, pero puede causar adicción en lectores que nunca o poco se hayan acercado a Sierra i Fabra. Lo advertirmos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

I la mort em parlava

I la mort em parlava,

Noemi Bagés, Barcelona, Barcanova, 2006 

Anabel Sáiz Ripoll 

I la mort em parlava, de Noemi Bagés, és una novel·la que té tots els ingredients per agradar a tots els lectors, joves i grans. Barreja diferents històries amb un gran domini de la narració i una molt bona trama.

El relat és emocionant i ens presenta a diferents personatges que, pel destí o l`atzar, acaben trobant-se. Ara bé, el pes de la narració el porten Olga i la seva filla, Txell. Olga és una metgessa reputada, especialitzada en oftalmologia, que, malgrat el seu èxit professional, no té una vida fàcil. Per una banda, la relació amb la seva filla no passa pel seu millor moment i, per altra banda, arrossega l`angoixa per la desaparició del seu marit, un periodista, que la va deixar d`una manera sobtada. Olga i Txell viuen a Tarragona, on s`han traslladat per motius de feina i, encara que a la filla no li fa cap gràcia, coneix a en Arnau, un company de classe que pateix per la incomprensió de la seva mare i viu amb el seu pare, Joan.

La novel·la ens presenta aspectes de novel·la negra, amb tota la investigació al voltant de la desaparició de l`Òscar Dalmau, el periodista marit de l`Olga, qui realment no va morir, encara que aquesta part del relat, potser millor que la descobreixi el lector.

El passat ve a retrobar l`Olga que, per fi, pot recompondre el puzzle de la seva vida i, amb ella, la pròpia Txell.

Noemi bagés descriu molt bé els personatges, s`endinsa en aspectes psicològics i emocionals i fa que entenguem tots els punts de vista, gràcies a una mena d`empatia que el lector estableix amb l`Olga, amb la Txell, amb l`Arnau i amb el Joan, son pare. Compadim a l`Olga, tancada en un turment que l`ha portada quasi a la pròpia destrucció; entenem a la Txell, en plena adolescència; entenem al Joan, separat i aclaparat per la seva ex muller que no ha deixat en pau a l`Arnau qui, de mica en mica, va trobant el seu camí.

És una història de misteris, de secrets, de relacions personals, d`amors i d`odis; una història amb un bon ventall de registres que manté el seu interès fins el final… i molt més enllà doncs es tracta d`una història amb un final obert.

Noemi Bagés, professora de llengua i literatura, entén molt bé la psicologia dels adolescents, se sap posar a la pell dels diferents personatges donant-li realisme a la novel·la.

Per altra banda, els aspectes espacial i temporal estan molt ben treballats i l`estructura és com una mena de cercle que es va, progressivament, tancant. Cal afegir que l`acció succeeix a Tarragona i que les descripcions de la ciutat són, també, prou atractives.

En definitiva, I la mort em parlava ens fa veure que, malgrat tot, sempre podem trobar un perquè i un motiu pel qual lluitar, malgrat que la vida de vegades es posi molt complicada.

Palabras envenenadas

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PALABRAS ENVENENADAS,

Maite Carranza,

Barcelona, Edebé, 2010, (Periscopio, 78).

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

Palabras envenenadas es el último Premio Edebé de Literatura Juvenil. Se trata de un libro valiente y comprometido que narra una historia estremecedora y arriesgada. Maite Carranza nos ofrece un relato de impecable factura en el que no sobra ningún detalle. Lejos de sus novelas más frescas e irónicas, más mordaces y divertidas, la escritora barcelonesa apuesta por un drama que nos remueve todos los cimientos.

Palabra envenenadas nos ofrece la crónica de un día, un día distinto y especial en el que, para algunos, el tiempo corría en su contra y, para otros, parecía hacerlo a su favor. Ofrece además un ejemplo de perspectivismo porque el relato, escrito en  3ª persona y 1ª persona, permite conocer el punto de vista de tres personajes más el de la propia protagonista.

Bárbara Molina lleva 4 años desaparecida, desde que tenía 15. Todos creen que ha muerto, menos el inspector que llevó su caso, Salvador Lozano, quien, a punto de jubilarse, se resiste a dar por pérdida a Bárbara. A estos dos personajes se suman, Núria Solís, la madre de Bárbara, y Eva, quizás la mejor amiga de la joven, al menos, hasta que las cosas se torcieron.

Gracias a estos personajes vamos atando cabos y llegando a una conclusión que nos parece monstruosa y que queremos desechar, pero que se acaba imponiendo sobre las demás hipótesis.

Bárbara era una chica hermosa, una chica con un buen porvenir, especial, sin embargo su propio padre se encargó de anularla, de vejarla y de torturarla porque Palabras envenenadas pone el dedo en la llaga al referirse a los abusos sexuales que sufren aún muchos niños y niñas, Bárbara es un ejemplo de ello.

Harta de esas prácticas, llena de miedo, pensó en huir, pero su padre fue más rápido y acabó sepultándola en vida en una especie de zulo al que acudía para darle de comer y saciar sus perversiones; no obstante, Bárbara aún tiene esperanzas, pero Él (al que conocemos al principio por el uso en mayúsculas del pronombre personal), se encarga de hacerla pasar por mala, por la causante de todas las desgracias.

El inspector Lozano, un hombre cabal y muy humano, aún sabe que hay algo en la historia que no casa y esa última pieza del puzzle se la da Eva, la joven a la que Bárbara pide ayuda. Ha conseguido el móvil del su padre y, con mil penurias, realiza esta llamada que le salva la vida y cambia el rumbo de la vida de todos los implicados en la trama, del inspector, de Eva, de Núria y, por supuesto, de Pepe Molina, el supuesto padre estupendo, entregado solo a la causa de recuperar a su hija, amante de su familia y un cínico por emplear un calificativo suave.

Interesa mucho destacar el personaje de Núria Solís, la madre, a la que Pepe se ha encargado de anular, a la que ha ninguneado toda la vida, ha desautorizado y ha sometido ha toda clase de presiones. Esta mujer que toma tranquilizantes, que es una sombra de lo que era, que se fía de su marido aún… cuando descubre la verdad empieza a entender muchas cosas y retoma, con esfuerzo, su propia personalidad, coge fuerzas de su propia hija y entiende que tiene que actuar. Ella y el inspector son los que corren más para parar el tiempo.

Palabra envenenadas ofrece el retrato de una sociedad que se nutre de las falsas apariencias, de vive de espaldas a la verdad, que, a menudo, no quiere saber la verdad y se escuda en tópicos y en mitos.

Maite Carranza escribe sin que le tiemble el pulso, pero es elegante en su prosa, no busca el sensacionalismo, sino la verdad y la denuncia, por eso no entra en escenas que podrían ser truculentas, solo la esboza y más bien se centra en la psicología de los personajes de los que hace unos retratos excelentes. Aprendemos a conocer a Bárbara, la acompañamos en su encierro y nos sentimos impotentes como ella misma; pero apreciamos de verdad al inspector Lozano y deseamos que solucione el caso antes de jubilarse; entendemos a Eva, sus dudas y vacilaciones y le damos coraje para sumar dos y dos y, por fin, levantamos a Núria, le soplamos al oído que tiene que ser ella y nadie más quien proteja a Bárbara.

Sin duda, es una novela que va a conmover a quien la lea y que merece ser difundida porque, a menudo, la verdad que más duele es la que está escondida. Palabras envenenadas se lee deprisa, con el aliento contenido y el alma en vilo. Es una novela realista, con un final inesperado, aunque mantiene, eso sí, la llama de la esperanza.

 

http://www.culturamas.es/2010/05/03/palabras-envenenadas-de-maite-carranza/

Siete días de julio

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SIETE DÍAS DE JULIO,
Jordi Sierra i Fabra,
Barcelona, Plaza y Janés, 2010

Anabel Sáiz Ripoll

“Siete días de julio” es una novela vibrante e intensa, cuya acción se desarrolla en siete días que significan, para Miquel Mascarell, un punto de inflexión importante en su vida. A Mascarell lo conocemos ya gracias a otra novela, “Cuatro días de enero”. Se trata de un inspector de policía republicano que ha pasado los últimos años de su vida en el Valle de los Caídos, trabajando en su construcción. En 1947 sale en libertad y regresa a Barcelona. Barcelona ya no es su ciudad, sino un lugar gris, triste en el que la gente trata de salir adelante. El hambre, el estraperlo, los chanchullos de la burguesía, la tristeza conforman el telón de fondo por el que se mueve Mascarell quien, pese a todo, acaba encontrando algún motivo de esperanza gracias a Patro, la joven prostituta a la que ayudó en su anterior caso y que ahora le devuelve, con creces el favor.
“Siete días de julio”, pese a tener aspectos de novela intimista, es una novela negra, de acción en la que Mascarell, de una manera que parece casual y que, sin embargo, no lo es, se hace cargo de un caso e investiga la muerte de una joven prostituta en el metro de Barcelona. No obstante, tras esa muerte que no fue tan accidental como se creía, se esconde el odio y la venganza. Mascarell está al punto de caer en las garras del hijo de uno de sus detenidos más famosos. Solo el azar y algo parecido a la buena suerte lo librarán.
Queremos destacar el ritmo narrativo de la novela que va, capítulo a capítulo, llevándonos a un desenlace que presagia nuevas entregas porque un caso se ha cerrado, pero quedan aún muchos cabos sueltos. Lo que interesa es la proyección psicológica de Mascarell quien comienza siendo un hombre abatido y viejo, que echa terriblemente de menos a su esposa Quimeta y acaba siendo un hombre rehecho, con fuerzas de flaqueza, que aprecia la vida y que siente alguna ilusión por salir adelante. Muchas veces se ha dicho que Sierra i Fabra no describe bien a sus personajes, en este caso no hay nada más falso porque Mascarell se nos va dando progresivamente, va evolucionando, va mostrando sus pensamientos, sus sentimientos, su especial talante, su proyecto de vida. E personaje femenino de Patro está bien resuelto, es una mancha blanca entre tanta oscuridad y merecería tal vez una nueva historia.
Por otro lado, la prosa de “Siete días de julio” es clara, directa y nos sitúa directamente en el ambiente de posguerra, aunque sin hurgar más en la herida. No es una novela que hable de la posguerra, no, es una novela que se desarrolla en la posguerra y que, por lo tanto, tiene que hacer referencia al tiempo y al espacio, pero centrándose más en el episodio policíaco que narra.
En “Siete días de julio” queda muy clara la división entre las dos Españas, los vencedores amasando sus grandes fortunas sin el más mínimo pudor (aunque llenos de miserias morales) y los vencidos tratando de subsistir. El ser humano, como en muchas otras novelas del autor, muestra aquí diversidad de rostros.
“Siete días de julio”, por fin, no es estrictamente una novela juvenil, pero ¿quién dijo que los jóvenes no puedan leer novelas, buenas novelas?

Wendy ataca

wendy-atacaWENDY ATACA,
Andreu Martín, Algar, 2009 (Algar Joven)

Anabel Sáiz Ripoll

“Wendy ataca” es una nueva aventura protagonizada por la joven mosso d`esquadra a quien conocimos en su primera entrega, “La noche que Wendy aprendió a volar”. Wendy es una joven de no más de 24 años que tiene sus miedos y sus dudas, que no es una policía de película y que, sin embargo, ya sea por intuición, por tozudería o por casualidad, Wendy acaba tirando del hilo que le lleva a la resolución de los casos en los que participa. No obstante, como lo hace de manera poco ortodoxa, sin prestar atención a las normas, sus superiores no la felicitan, sino que la regañan por exponerse tanto, por no pensar mejor las cosas. Wendy, por lo tanto, es una joven como todas las demás, aunque ella se dedica a una profesión, hasta no hace mucho tiempo, considerada solo de hombres.
En “Wendy ataca”, nos encontramos a Wendy en compañía de Roger, con el que tiene una extraña relación, una especie de tira y afloja. Ambos patrullan por la ciudad y resuelven distintos altercados. Es de noche y las patrullas son de 12 horas. En un momento han de acudir a una discoteca en donde se está librando una batalla campal entre hispanoamericanos y autóctonos. Es tanto el atropello, que un joven hispano resulta muerto por arma blanca y aquí empieza el caso de Wendy que la llevará a averiguar quién está detrás de esa muerte y a involucrarse de manera directa en su resolución; tanto que, su vida también llega a correr peligro.
Conectando con la anterior entrega, de nuevo la niña Mon protagoniza parte del relato y ayuda a Wendy de manera directa.
Andreu Martín escribe un texto que dura prácticamente lo mismo que su lectura, por lo tanto se ajusta muy bien el ritmo narrativo al cronológico. Por otra parte, “Wendy ataca” responde al género de novela negra que tanto gusta al autor y tan bien domina. No faltan notas de ironía en el relato, ni diálogos chispeantes y fluidos. Distintos y dispares son los personajes que pululan por las páginas de la novela y para todos Andreu Martín tiene la descripción más certera y el retrato más preciso, no exento de crítica social.
“Wendy ataca” alude también a distintos temas que tienen que ver con la vida nocturna y los oscuros de una gran ciudad: forofos del fútbol, bandas organizadas, vagabundos, malos tratos, robos… Todo ello contado de manera directa, sin aspavientos, muy cercana al lector porque Wendy, insistimos, no es una superheroína, es una chica de barrio que aspira a ser buena en su oficio, que tiene sus debilidades y sus afectos, que le gustaría mayor reconocimiento de sus padres y que, en fin, es humana. Ésa es la característica que la hace entrañable y cercana.

Kôt

kotKÔT,
De Rafael Ábalos, Mondadori, 2007

Anabel Sáiz Ripoll

“Kôt” es una novela singular en cuanto a su estructura, ya que sigue tres líneas paralelas que, de alguna manera, acaban concluyendo o solapándose. En pleno S. XX, en Estados Unidos, en Nueva York, una de las ciudades más cosmopolitas del mundo, se suceden, casi en cadena, una serie de asesinatos de científicos célebres que parecen unidos por un nexo: a todos les han extraído el cerebro de una manera sofisticada e increíble y todos aparecen vinculados a la palabra “Kôt” y a un extraño símbolo que reproduce dos serpientes enfrentadas.
El Detective Fowler es el primero en investigar los hechos, aunque después acaba trabajando con la teniente Taylor del FBI. Juntos, poco a poco, van centrando las posibles relaciones de todos los científicos que estudiaron en una misma universidad. Por otro lado, dos adolescentes con conocimientos superiores en informática y astronáutica, entran en un extraño juego virtual que reproduce lo que pasa en la realidad. Beth y Nicholas, junto a su guía en la red, Carol, son los encargados de resolver los distintos enigmas que les llevarán a descubrir la llamada Esencia del Misterio o lo que es lo mismo, la piedra filosofal, desvelo de tantos alquimistas en la Edad Media. Por otro lado, la tercera línea narrativa es la protagonizada por el siniestro Walter Stuck, de apariencia encantadora, pero con un fondo oscuro ya que es el Gran Maestre de una secta extraña que tiene como dios al diablo. Stuck promueve la creación de un gran parque temático dedicado a la Edad Media.
“Kôt” es, en realidad, la abreviatura de “Gótico”, el seudónimo que usó Adam Grosling. Grosling era uno de los científicos que formó parte de un grupo especial, que tenían como objetivo proteger la Esencia del Misterio. Estos científicos son los que mueren y detrás de sus muertes está Grosling y el Centro Grosling que él mismo fundó y que se dedicaba a investigaciones dudosas en torno a trasplantes de cerebros humanos. Grosling quiso vengarse de sus amigos científicos y quiso proteger su propia vida más allá de la muerte –de hecho ha muerto ya al iniciarse la novela-. Uno de los enigmas es que el extraño señor Stuck acaba siendo, ni más ni menos, que el portador del cerebro de Grosling.
Muchos más detalles nos aguardan si leemos “Kôt”, una novela llena de intriga, de aventura, de emoción que tiene mucho de ciencia ficción, pero también parte de novela histórica e, incluso, de novela negra y, como decimos, de aventuras.
“Kôt” se relaciona directamente con “Grimpow”, la novela anterior de Ábalos, ya que los jóvenes Beth y Nicholas acaban descubriendo el fantástico libro que escribiera, en su tiempo, Grimpow, “El manuscrito de los prodigios cósmicos” que entronca con la mítica sociedad Ouróboros, que ya conocimos gracias a la lectura de la anterior novela. Suponemos, incluso, que habrá una tercera entrega ya que “Kôt” termina de una manera enigmática y abierta.
“Kôt” no está dirigida de manera directa a los jóvenes, porque no tiene un público definido, puesto que a todos puede gustar; no obstante son los jóvenes los que representan el futuro en “Kôt” y quienes desvelan los misterios.
Son interesantes los escenarios y elementos que recrea la novela que nos lleva desde la Edad Media –como decorado siniestro- hasta los principales símbolos de la sociedad norteamericana, como la Estatua de la Libertad y los principales recursos de internet. Novela que combina, pues, los misterios del pasado con el potencial que nos depara el futuro en la ciencia; aunque la recomendación que leemos entre líneas es que la ciencia nunca debe perder el aspecto ético o moral en sus investigaciones para no caer en los horrores en los que cayó, por ejemplo, la Dra. Hart.
“Kôt” es una novela extensa divida en tres partes, como iniciales del título, cada parte divida, a su vez, por tres grandes bloques que se van sucediendo ya que, como dijimos, la narración sigue tres líneas paralelas. Como se lee en la contraportada: “Tres historias aparentemente inconexas unidas por un tenebroso secreto que solo dos adolescentes podrán desvelar”.

Seis cerezas y media

cerezas
SEIS CEREZAS Y MEDIA,
DE JUANA AURORA MAYORAL,
Bruño, 2002 (Paralelo Cero, 38)

Anabel Sáiz Ripoll

“Seis cerezas y media” es un título llamativo y sugerente que está publicado en una colección juvenil, aunque podría haber aparecido en cualquier otra colección de misterio e intriga porque a ese género pertenece la novela, que se lee de manera ávida puesto que uno está deseando saber el desenlace, aunque son numerosas las pistas y guiños que nos lanza la autora que no sabemos interpretar hasta el final.
Juana Aurora Mayoral (Villanueva de la Serena, Badajoz) reside en Madrid y su trabajo ha sido múltiple y dispar, desde profesora, hasta documentalista, traductora y articulista. En cuanto a su labor literaria es ya amplia y la novela que hoy presentamos aquí es un solo ejemplo de su producción que abarca temas históricos, de ciencia ficción y misterio, entre otros.
Pues bien, “Seis cerezas y media” se desarrolla en Nueva York. Ha aparecido muerto en la habitación de un hotel un prestigioso médico y se sospecha que sea suicidio, pero todo lleva a indicar, una vez contrastadas las pistas, que no es así. La Capitán Ellen Carruthers, personaje que merecería estar más ampliado e, incluso, tener una serie como protagonista, se encarga del caso, ayudada por Abigail Reeves, la toxicóloga de la policía.
A esta muerte se suceden varias más y la reacción es ya en cadena, puesto que al final son seis los muertos. Y todos han sido asesinados con cianuro, el olor de las almendras amargas es inevitable en los lugares del crimen, aunque lo que es más curioso es la hoja que llevan todos prendida con un alfiler en la que puede leerse, con letra infantil: “Seis cerezas y media”. Eso hace que la capitán investigue de manera frenética y aplique el “método tanque”, que le enseñó su difunto padre, también policía; esto es, que no quede una sola pista por atender. Tanto es así que las muertes y los lugares en que estas suceden forman una perfecta estrella de David con sus seis puntas, que es clave para resolver el misterio.
“Seis cerezas y media” nos precipita hacia un desenlace insospechado que nos lleva a un ajuste de cuentas que viene desde la infancia y que protagoniza alguien que no mencionaremos por si algún lector quiere leer esta novela. No vayamos a estropearle la sorpresa; pero baste señalar que el principio de la novela, en apariencia ajeno a la trama, al final se convierte en una pieza más de rompecabezas.
La novela se divide en 9 capítulos que se desarrollan con rapidez, como corresponde a una novela de suspense. Hay, no obstante, algún intento de análisis psicológico que, insistimos, debería continuarse en la figura de la capitán.
Por otro lado, al suceder en un lugar ajeno a nuestra realidad, la novela nos llama más la atención puesto que entramos en una cultura distinta y en unos ambientes que, en principio, nos son ajenos.
“Seis cerezas y media” es una lectura fácil y sin complicaciones, muy asequible al lector que busca una buena historia en línea recta, que busca entretenimiento e intriga. Una novela para pasar un rato excelente, aunque no debemos soslayar el mensaje implícito que conlleva cuando se acerca a la cuestión judía y al holocausto.
“Seis cerezas y media” exige un lector cómplice y muy atento.

Muerte a seis veinticinco

muerte-a-seis-veinticinco2Muerte a seis veinticinco,
Jordi Cervera, Edebé, 2009

Anabel Sáiz Ripoll

“Muerte a seis veinticinco” es el último Premio Edebé de Literatura Juvenil. Jordi Cervera (Reus, 1959) hasta ahora se había dedicado a la literatura juvenil, aunque sí es un hombre con una buena obra, de poesía y novela, y con un buen bagaje cultural. No nos extraña, pues, que su novela haya ganado el Premio, puesto que es un texto bien escrito, cuidado y con una serie de ingredientes propios del carácter y las aficiones de su autor, como puede ser el suspense y las referencias a Barcelona.
La novela se estructura en 41 capítulos breves, que no llevan ningún título, sobre el número, ya que no quieren estorbar al lector en su apasionante lectura, porque apasionante es el relato que nos cuenta Jordi Cervera, bien graduado y bien presentado, tanto que, al final, poco a poco, nos va dejando pasmados, literalmente asombrados por el giro que dan los hechos.
El primer capítulo ya marca cómo va a ser la novela puesto que nos presenta, a la manera de un clímax ascendente, los últimos momentos de un partido de baloncesto decisivo, que significa una gran victoria para el Badalona. Uno de sus jugadores estrella, Ray Barbosa, es quien vive esa apoteosis en el campo. Nada hace presagiar la desgracia, aunque algo intuimos. En su casa, su mujer y su hijo son brutalmente asesinados. Y comienza la acción. Joan Pons, el sargento de los Mossos d`Esquadra, es el encargado de resolver los hechos y la presión que sufre por parte de los políticos es inmensa. Ahí el autor no duda en emplear a fondo su ironía, su fina ironía de la que hace gala en todo momento. Pieza indiscutible del relato es Carla, la hija del sargento y aspirante a mosso también quien, de alguna manera, descubre al asesino o ayuda a ir atando cabos. Nos recuerda, salvando las distancias, a la Wendy de Andreu Martín.
Varios son los personajes de esta novela que viven los hechos de manera distinta, según el papel que les haya tocado. La policía autonómica catalana aparece retratada desde un punto de vista muy positivo, ya que, en esta novela, son los que han de descubrir el porqué y el quién. Sin embargo, no es desdeñable la figura del asesino, un matón a sueldo que esconde una fría venganza en el asesinato y que se complace en escribir, paralelamente a los hechos que narra el autor, su propia historia, a manera de diario y, por supuesto, en primera persona. Así, el relato conjuga la tercera persona y la primera que acaban confluyendo en un final de lo más excitante.
La trama va también ajustándose al tiempo, al poco tiempo que tiene el sargento Pons y, de alguna manera, la rapidez con que se resuelven los capítulos va marcando ese tiempo angustioso para unos y agobiante, para otros.
“Muerte a seis veinticinco” va destinada al público juvenil, pero no es una novela juvenil, sin más, puesto que la historia que contiene va a interesar a todo aquel que guste de la novela negra, del suspense y de la acción. Aparte, hay otras muchas connotaciones en la novela, como la perfecta ubicación en Badalona y Barcelona e, incluso, en Arenys, en donde se refugia el asesino con personalidad falsa. En algún momento el relato se remansa y da paso a la poesía de Espriu, tan relacionada con Sinera, con el Cementerio de Arenys. Jordi Cervera, pues, emplea distintos registros, desde el sarcástico hasta el irónico, pasando por el pedante (de los políticos) o el coloquial. Hay incluso episodios que nos hablan de la violencia gratuita de los skinhead, otros que recrean el manejo de armas. En suma, una buena documentación por parte de Cervera.
Es una buena novela, que se lee con rapidez y que nos permite pensar en cómo, por un error de juventud, toda una vida se puede venir abajo, como le ocurre al gran Barbosa.

LA NOCHE QUE WENDY APRENDIÓ A VOLAR

LA NOCHE QUE WENDY APRENDIÓ A VOLAR
DE ANDREU MARTÍN, ALGAR, 2007

Anabel Sáiz Ripoll

Andreu Martín (Barcelona, 1949) ha ganado con la novela que estamos reseñando el Premio Bancaixa de Narrativa Juvenil 2006. Sabido es que Andreu Martín es un maestro de la novela negra, aparte de ser uno de los padres –junto a Jaume Ribera- del detective Flanagan.
En “La noche que Wendy aprendió a volar” nos pone frente a una joven agente, Wendy, quien, aventuramos, aún habrá de protagonizar muchas historias tan trepidantes como ésta. La cualidad de Wendy, que lleva un nombre curioso extraído de “Peter Pan”, es que se trata de una joven –que en la noche en que transcurre la acción cumple 23 años- llena de miedos, de dudas, muy alejada de las heroínas intachables y, sin embargo, esto la hace más humana y la acerca al lector.
Roger y Wendy inician lo que iba a ser una noche más de patrulla, aunque se rompen los pronósticos. Para empezar, Roger confiesa a Wendy que está enamorado de otra y Wendy se siente traicionada. Después, tienen un aviso de un sesenta (un asesinato) que les lleva a una casa lujosa. Aquí empiezan los problemas de Wendy quien se deja llevar por la intuición y persigue a una niña que se escondía en las sombras de la noche, Mon, con la que vivirá una pesadilla. Mientras, Roger, más pagado de sí mismo que un paco real, recibe la llama desesperada de Wendy y no sabe interpretarla, pero sí le permite descubrir el secreto que se escondía en la casa lujosa y que fue robado. En la biblioteca había un museo clandestino lleno de piezas nazis, masonas y judías. Lo que han robado los asesinos ha sido el Ojo de Dios, el símbolo de los Illuminati.
La novela presenta dos líneas argumentales y dos acciones:
-la investigación en la Casa Lujosa y todo lo que comporta.
-la peripecia de Wendy que está a punto de morir ahogada, que tiene que luchar por su vida, que recuerda que una vidente le dijo que moriría cuando cumpliese 23 años y que no está dispuesta a permitirlo. Se crece tanto que prácticamente vuela, como indica el título.
La novela está escrita a un ritmo trepidante, que nos deja sin aliento y nos lleva a descubrir aún más horrores de Hitler y su afán por lo esotérico. Los personajes están muy bien trazados, son planos, en su mayoría, excepto Wendy que evoluciona continuamente y la niña Mon, una mocosa que se ha visto implicada en el robo de la joya y que también lucha por su vida.
Sin duda, “La noche que Wendy aprendió a volar” gustará a los lectores aficionados al género policíaco, con independencia de la edad. La novela aparece en una colección destinada a los jóvenes, pero pertenece a la buena literatura. Y punto.