Category Archives: Novel.la sobre Madrid

La misteriosa fragua de Vulcano

 

La misteriosa fragua de Vulcano,

Jorge M. Juárez,

Bruño, Madrid, 2011, Paralelo Cero, 69

En una época tan convulsa y apasionante para el país como fue el periodo de Felipe IV y el conde-duque de Olivares se desarrolla la novela La misteriosa fragua de Vulcano, de Jorge M. Juárez. El autor tiene la habilidad de convertir en novela aquello que fue historia y viceversa, hacer historia de lo que solo está en la ficción. Así, logra un relato lleno de aventuras, de lances y de intrigas.

Esta primera novela del autor está cuajada de aspectos que merecen el comentario y nuestra atención. Para empezar, consigue crear en el lector una gran expectación que va aumentando conforme el relato avanza. La trama se inicia cuando el pintor Velázquez se dirige a Italia, acompañado de algunos de sus discípulos, entre ellos Juan Bautista Martínez del Mazo quien, con el tiempo, llegaría a ser un pintor reputado y el yerno del propio Velázquez, aunque ésta es ya otra historia. Viajan en una galera acompañados del gran Spínola, el héroe que logró pacificar Holanda. La travesía está al punto de fracasar por un abordaje que sufren y que los pone sobre aviso de ciertas maniobras pocos claras. Por si fuera poco, en España, el padre de Juan Bautista, herrero de profesión, es acusado ante el Santo Oficio por tener sueños premonitorios. De una manera rocambolesca consigue salir de la cárcel –el episodio está admirablemente resuelto- y acaba galopando, herido, hacia Italia para avisar a su hijo y al pintor de un complot que está al punto de acabar con la seguridad del país y la propia monarquía.

El lector irá, sin aliento, asistiendo a la resolución de distintos lances, aunque, pese a la rapidez del relato, el autor no deja de reposarse, en algún momento, para retratar a algunos personajes importantes, como el herrero o su mujer, que es una pieza indispensable para la resolución del conflicto. Por otro lado, hay una fina ironía a la hora de referirse a Felipe IV, más atento a sus veleidades que al gobierno. Baja, también, del pedestal a los grandes hombres, como a Velázquez a quien acusa de tacaño, aunque de una manera muy sutil. No menos importante es la figura de Diego Fernández de Córdoba.

La misteriosa fragua de Vulcano entremezcla, como hemos dicho, episodios reales con momentos de pura ficción, pero todos muy bien entrelazados. De alguna manera, la novela podría considerarse un viaje iniciático de Juan Bautista Martínez del Mazo, quien también tiene sueños premonitorios, y de sus compañeros, quienes, por su juventud, están formándose y creciendo gracias al sinfín de aventuras que vivirán y que pondrán en peligro sus vidas en más de una ocasión.

Finalmente, se desvela el porqué del título, La misteriosa fragua de Vulcano, en el último capítulo. En este momento, el lector disfrutará enormemente atando cabos y fijándose en la pintura para tratar de reconocer a los personajes reales, de carne y hueso.

La novela de Jorge M. Juarez, en suma, es un relato emocionante escrito por um buen conocedor de la historia que no busca solo aclarar algunos episodios, sino que quiere entrar, como diría Unamuno, en la “intrahistoria”, esto es, en los comportamientos de personajes anónimos que, son, en suma, quienes hacen la verdadera historia.

La misteriosa fragua de Vulcano se estructura en 41 capítulos y está escrita en 3ª persona narrativa por un autor omnisciente que disfruta enormemente con su trabajo. Abundan, no obstante, los diálogos y el léxico está muy ajustado a la época, así como la alimentación, la manera de vestir, la vida de los soldados, la rutina en alta mar y los usos un general. Es una obra muy documentada que no lo parece, ésa es su virtud, porque lo que domina es la intriga, la aventura, la lectura que nos deja sin aliento.

El rostro de la sombra

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El rostro de la sombra,
Alfredo Gómez Cerdá,
Madrid, SM, 2011

A veces, la diversión de unos supone el sufrimiento de otros. En ese momento, algo no cuadra y hay que revisar las conductas humanas que conducen a semejante callejón sin salida. Es lo que hace Alfredo Gómez Cerdá en este nuevo libro, “El rostro de la sombra”. Se trata de una historia valiente, comprometida y muy actual.
Tres amigos, Borja, Claudio y Adrián, se emborrachan un sábado por la noche y deciden grabar con el móvil una escena que ellos mismos provocan: tiran dos piedras a la calzada y esperan a ver qué pasa con los coches. Realmente, no hay excusa para eso, pero los tres piensan que se lo pasarán bien y eso les supone una descarga de adrenalina y una especie de victoria personal. No obstante, hay algo que no sale bien: uno de los coches se sale de la calzada y da unas vueltas de campana. Uno de los chicos, Adrián, ni se imagina el alcance de su broma de mal gusto.
Alfredo Gómez Cerdá incide en un tema candente, muy actual, como ya dijimos, y que, por desgracia, está en auge entre nuestros jóvenes. Se trata del hecho de difundir videos por Internet con escenas vejatorias, desagradables e, incluso, delictivas, como es el caso que nos ocupa.
No obstante, el autor va mucho más allá y traza una radiografía acertada de la psicología de uno de los cabecillas, el líder del grupo: Adrián. Adrián está enamorado de una chica, Nuria. Y su madre está en coma por causa de un accidente: el provocado por Adrián y sus amigos. Ni más ni menos. En ese momento, se empieza a tejer una tela de araña alrededor del muchacho que, por un lado, no quiere perder a su novia y finge en todo momento y, por el otro, trata desesperadamente de encontrar una salida airosa a ese problema. Tanto que, incluso, está dispuesto a inculpar a su hermana, Reyes, una adolescente deslenguada y muy lista que intuye el embrollo antes de que se destape.
“El rostro en la sombra” está narrado de una manera trepidante, casi contrarreloj, ya que se inicia la madrugada del domingo y termina el jueves siguiente, a mediodía, cuando ya ha muerto la madre de Nuria. En esos cuatro días y un poco más, Adrián trata de salir airoso de su delito, aunque no lo consigue. Sus amigos muestran ser más leales que él mismo, y su propia hermana lo supera en principios morales. No así su padre, un abogado que, en cuanto descubre el asunto, maquina un plan que nada tiene que ver con la justicia que tanto ha defendido, sino con la defensa de su hijo.
Alfredo Gómez Cerdá no cuestiona, no critica, no dice nada. Se limita a observar y a narrar. Son los lectores quienes asisten al drama, quienes comprenden la magnitud monstruosa de los hechos, los que se llevan las manos a la cabeza y acaso acaban por entender comportamientos difícilmente justificables.
Las nuevas tecnologías son muy útiles, por supuesto, pero deben usarse con sentido común, sin perjudicar a terceros. Por lo tanto, es una buena reflexión la que nos propone el autor madrileño acerca de algo, aparentemente tan inocente, como grabar un video. El efecto mariposa está clarísimo en el relato.
La novela se desarrollar en un ámbito urbano, como muchas de las del autor. Concretamente en Madrid, muy cerca de la M-30. Hay una presencia importante en el relato y es el río Manzanares, como elemento recurrente en las vidas de los personajes e, incluso, vertebrador.
Tras “El rostro de la sombra” posiblemente, haya un hecho real, que el autor presenta de una manera muy directa, realista e, incluso, cruda. El autor desdeña elementos accesorios y poda su prosa de florituras, ya que le interesa ir al grano: lograr el impacto en el lector. Y lo logra. Sin duda. El libro va destinado a jóvenes a partir de 12 años, pero, sin duda, su tema tiene suficiente carga emocional para interesar a cualquier lector.
Cabe, por último, señalar que esta novela se puede adquirir en papel, pero también en eBook y aplicación para iPad o iPhone. Además, los capítulos finales se pueden escuchar a través del iPod. Toda una novedad que busca potenciar la lectura entre los más jóvenes.

Tren de ida y vuelta: Miguel Hernández

Tren de ida y vuelta,
de Mariano Vara.
Alzira, Algar, 2010, (Algar Joven, 44).
232 pp., 10.50€.

 

Literatura Juvenil

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

“La poesía de Miguel Hernández es lo suficientemente rotunda, hermosa y potente como para necesitar ningún tipo de recomendación; ahora bien, este año, en que se celebra su centenario, nos puede servir para releerlo y, lo que es aún mejor, para descubrirlo ya que a Miguel Hernández cada día llega un lector nuevo, niño, joven o adulto, tanto da, su voz resuena y suena sincera y verdadera ante cualquier lector. El poeta de Orihuela, uno de los más humanos de nuestra poesía, sigue hablándonos de lo esencial, de la vida, el amor y la muerte…”.

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 7/02/2010 08:07:00 AM

MALA LUNA

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MALA LUNA,
de Rosa Huertas,
Edelvives, 2009 (Alandar, 115).
248 págs., 9.20€.
ISBN: 9788426372505

A partir de 14 años, Literatura Juvenil

Por Anabel Sáiz Ripoll,
especialista en Literatura Infantil y Juvenil

A menudo en la literatura juvenil, se echan de menos historias comprometidas, que nos acerquen al presente sin olvidar el pasado. A veces se cae en el error de pensar que a nuestros chicos y chicas no entenderán ese pasado, porque se aleja de sus intereses, de sus ideas y nada más lejos de la realidad. Nuestros jóvenes necesitan aprender, necesitan saber dónde se hallan, cuáles son sus señas de identidad para no operar en el vacío. Nuestra sociedad tiende a los productos del quita y pon, al tengo o no tengo; pero huye de compromisos históricos, de todo lo que suponga un esfuerzo, un dolor o un hurgar en la herida. Por eso, Mala luna” supone una sorpresa para cerrar este año 2009, una sorpresa que une literatura con historia, sin olvidar los intereses de los adolescentes ni los temas más actuales. Rosa Huertas, profesora de instituto, conoce muy bien a los lectores y siente respeto por ellos, por eso no les escribe una historia almibarada ni rosa, sin pena ni gloria, sino que les brinda un relato cargado de compromiso, de luz, de verdad.

Clara y Víctor son dos jóvenes que estudian en un instituto de Orihuela, aunque, al principio, parece que nada tienen que ver, el azar los acaba uniendo. Los abuelos de ambos sí están relacionados por una historia con más claros que oscuros que les lleva a descubrir los últimos años del poeta oriolano por excelencia, Miguel Hernández. El abuelo de Clara estuvo con él en la cárcel los últimos tiempos y sabe del dolor que sufrió el poeta, aunque no ha querido compartirlo con nadie hasta que la propia Clara ha tirado del ovillo. El abuelo de Víctor, por su parte, Aurelio, ya ha muerto y no goza de las simpatías del Sr. Castillo, el abuelo de Clara, recién operado y convaleciente.

Víctor y Clara se alían para encontrar algo que parece una quimera, de lo que hablan los dos abuelos, el cuaderno de tapas negras en el que Miguel Hernández escribió sus últimos versos y que le fue requisado, a traición, por Aurelio, cuando murió en la cárcel de Alicante. Castillo ha vivido con la pena de saber que esos poemas están en malas manos y ahora, con Clara y Víctor implicados, parece que llega al final de la historia.

Aurelio Sánchez-Macías, el chino, arrastra un pasado lleno de contradicciones que le lega a su nieto en forma de memorias. Leemos, con el muchacho, una historia de amistad y de desconfianza. Aurelio fue amigo de Miguel Hernández, eran del mismo pueblo y quiso emularlo; pero la excelencia del poeta lo eclipsó. Con el estallido de la guerra, tan bien descrito en el libro, Aurelio supo estar del bando de los vencedores y no ayudó a su amigo, al contrario. Aurelio acabó medrando, amasando una gran fortuna y viviendo, en su interior, en una perpetua contradicción, entre la lealtad y la traición.

Clara y Víctor sufren con la historia de los abuelos y acaban medio enemistados, aunque, al final, puede más la juventud, la vida y se tienden la mano que no se tendieron los abuelos. El cuaderno de tapas negras de Miguel Hernández es el mismo en el que Aurelio escribe sus memorias y de donde el propio Miguel Hernández arrancó antes de morir las cuartillas escritas y le ofreció un poema al abuelo de Clara, “Ausencia de Aurora”.

Mala luna toma el título del verso hernandiano “Yo nací en mala hora” y sirve de contraste para Aurelio que, según piensa, él sí tuvo buena luna, pero no le sirvió de nada, aunque, en cualquier vida, hay momentos de luces y de sombras y Víctor acaba entendiendo que su abuelo es también digno de perdón y de cariño.

En la novela es interesante el tratamiento de los personajes. Por un lado, los dos abuelos, sobre todo Aurelio, un personaje redondo, torturado por su pasado, que no somos capaces de juzgar. Clara y Víctor son los dos adolescentes, que conectan con los lectores, llenos de vida, de proyectos, pero también de pesares y contradicciones. Víctor es un joven hijo de padres separados, muy serio y metódico, que no acaba de encajar en ningún sitio. Clara es una chica alegre, bulliciosa, que adora a su abuelo. Y, sobre todo, Miguel Hernández, el poeta, que es descrito por unos y por otros. Su vida, la incomprensión que sufrió por parte de su padre, las frustraciones que tuvo que vivir en Madrid, su dolor en la guerra y esa fuerza que transmitía siempre a los que lo rodeaban. Miguel Hernández el llamado “poeta cabrero” es un tópico manido, porque si bien es cierto que fue pastor de cabras, no lo es menos que se nutrió de la mejor literatura y que fue un autodidacta. Por casualidad no surgen sus imágenes gongorinas en “Perito en lunas”, sin ir más lejos.

Destacan los últimos momentos en la cárcel. Sabemos que allí, en otro cuaderno que sí se conserva, escribió su “Romancero y cancionero de ausencias”, su testamento poético en donde se incluyen las “Nanas de la cebolla” dedicadas a su segundo hijo (el primero murió muy pequeño).

Mala luna, por fin, es un buen preámbulo para empezar a celebrar el Centenario de Miguel Hernández y para acercar esa figura, de una manera humana y real, a los jóvenes lectores de hoy en día que no tienen por qué no gustar de la buena poesía.

Rosa Huertas se documenta con rigor, muestra gran respeto por sus personajes, maneja con soltura los distintos registros del idioma y, en suma, nos transmite de forma vivaz y realista un fragmento de nuestra historia reciente.
Más:
– Entrevista a Rosa Huertas en SEHACESABER.org


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 12/31/2009 07:51:00 AM

El caballero del jubón amarillo

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El caballero del jubón amarillo,
de Arturo Pérez-Reverte
(Madrid, Alfaguara, 2003)

Anabel Sáiz Ripoll

Con este título, llegamos a la quinta entrega de las aventuras de Capitán Alatriste, que se iniciaron en 1996 y que están formadas por El Capitán Alatriste, Limpieza de sangre, El sol de Breda, El oro del rey y la que hoy reseñamos.
Iñigo Balboa, el joven escudero o acompañante del capitán en los relatos, recuerda en sus años ancianos todas las aventuras que vivió al lado de Alatriste, que era un hombre de honor, valiente, piadoso a su manera, honesto según su propio código, amigo de sus amigos, de talante especial, en suma. Iñigo asistió, y es muy consciente de ello cuando lo narra, al final de una época de grandeza, asistió a la caída del gran gigante con pies de barro que entonces, ya con Felipe IV, empezó a ser España y nos lo cuenta con nostalgia, con un punto de pena, con melancolía también, pero con orgullo de haber estado en ese momento al servicio de alguien tan especial como el capitán Alatriste.
En El caballero del jubón amarillo, nuestro capitán, esta vez, se las tiene que ver con un rival de altura, de tanta altura como el propio rey Felipe IV, quien se ha encaprichado de la misma mujer que Alatriste. Bien, Pérez Reverte no hurta al lector algunos secretos de alcoba, mal guardados como se ve, entre el rey y la reina, quien hubo de aguantar toda clase de engaños sin merecerlos.
La novela interesa mucho, aparte de por su hilo argumental, porque nos sitúa de lleno ante el espectáculo popular más querido por las gentes de entonces: el teatro. Antes nosotros surge un teatro vivo, rebosante de color, con todos los matices que nos lleva de lleno a cualquier corral de comedias de los que hubiese entonces por Madrid. Justamente el propio capitán era aficionadísimo al teatro.
Al lado del capitán sigue, otra vez, don Francisco de Quevedo, con toda su carga de ironía y de humanidad, y también se añade, esta vez, a María de Castro, una actriz bellísima y a su marido, que conocía y aceptaba las infidelidades de su mujer. No falta, por supuesto, el enemigo del capitán, Gualterio Malatesta quien aquí está al punto de acabar con Alatriste y al que dejamos bastante malparado. No falta tampoco la pérfida Angélica Alquézar con quien Iñigo vive su primera aventura sentimental, que le deja honda huella.
La novela se lee con creciente interés y está llena de referencias literarias a Quevedo, sobre todo, aunque sin olvidar a Góngora, Tirso de Molina, Lope de Vega (un hijo suyo juega un papel importante en la trama) y Calderón de la Barca.
En suma, Pérez Reverte con su pluma ágil y afilada, con una prosa de periodo amplio y muy vivaz, sigue retratando con veracidad, con autenticidad y con total maestría un momento del Madrid de los Austrias que esta vez se trasladan a El Escorial; del Madrid de capa y espada, del de los duelos, del de las romerías cerca del río, del de los paseos por el Prado, del de los que nada hacían y querían aparentar, del lujo y la pobreza de sus habitantes.
La serie protagonizada por el Capitán Alatriste es fundamental, por la plasticidad, por el dominio del relato, por las descripciones, para conocer un momento básico de nuestra historia, acaso el más importante, el S. XVII, el Barroco, magnífico en cultura, desolador en política. Las dos caras mismas del Barroco, el claroscuro; por un lado la más espectacular de las bellezas, por el otro la más terrible de las fealdades. Y es el propio narrador, Iñigo, quien, cargado de experiencia, reflexiona sobre todo esto, sobre las glorias y las vanidades humanas.

Cielo abajo

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CIELO ABAJO,
DE FERNANDO MARÍAS, Anaya, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

“Cielo abajo” se publica en una colección destinada al público juvenil, la prestigiosa colección Espacio Abierto; no obstante, como hemos dicho ya muchas veces, no hay la menor frontera para la buena literatura y “Cielo abajo” es un relato estremecedor, lleno de sensibilidad, que arrebata al lector desde el principio. No en balde obtuvo el II Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil y el Premio Nacional de Literatura..
La novela presenta una trabajada estructura y un uso del narrador llamativo y muy sugerente. “Cielo abajo” está contada por dos narradores, uno, el actual, en primera persona que es una especie de testigo cómplice de lo que cuenta el que sería el narrador principal, Joaquín Dechén. Sin embargo, aún hay más. Joaquín Dechén, un anciano héroe de guerra, cuenta, por escrito sus peripecias y las encuaderna como si fueran un legado que, por un azar, lee el narrador actual que es quien, al fin, escribe toda la novela. Así, la historia transcurre de manera paralela, cada capítulo pertenece a una de las voces, con lo que ninguno de los dos cuenta qué le pasó de manera continuada, sino que nos lo ofrece en dosis, para que el lector asista, igual que el narrador actual, a lo que no es otra cosa que el testamento de Joaquín Dechén.
Joaquín narra su infancia dura ya que fue huérfano y cómo intercambió con otro compañero su identidad; así él, que se llamaba en realidad Javier Álvarez, pasó a ser Joaquín Dechén porque no aceptó el destino que le habían preparado en el orfanato: ser sacerdote y prefirió ser militar, que era lo que debía hacer el verdadero Joaquín. A partir de aquí vemos cómo conoce al Capitán Cortés, un aviador que le enseña todo lo que sabe y que lo infiltra en el Madrid de los primeros tiempos de la Guerra Civil. Así, Joaquín se convierte en un espía del bando nacional, aunque, poco a poco, su percepción va cambiando ya que vive en casa de Ramiro y Constanza, los que fueron amigos de Cortés y que ahora, por estupideces de la guerra, son sus enemigos. Joaquín vive continuas peripecias en el Madrid que resiste el avance nacional y es testigo de uno de los episodios más terribles de nuestra guerra, a la vez que se enamora de Constanza y promete cuidarla siempre. No podrá hacerlo, ya que la muerte lo impide, pero Joaquín siempre, de lejos o de cerca, va a estar en la vida de las siguientes Constanzas, la hija y la bisnieta de la primera. Es, por lo tanto, su texto, el libro que él quiere legarle a la última Constanza, una carta de amor, una confesión de sus miedos, un testimonio de su historia. Y no contamos más que el lector debe descubrir el resto.
“Cielo abajo” es un libro de amor y de sentimientos límite, puesto que sitúa a los personajes en momentos cruciales de su existencia y les permite escoger ser héroe o villano y Joaquín no es ni una cosa ni otra porque siempre estuvo dividido.
También, la novela es una crítica a todas las guerras y un homenaje a los que lucharon en ellas, en este caso en la Civil española. Un homenaje a todos esos seres anónimos que creyeron en un ideal y que aún siguen creyendo.
Es, por último, una historia de amistad, de lealtad, de problemas de conciencia, de destino aciago, de emociones a flor de piel.
El libro, por lo demás, se inicia con un episodio poco conocido de nuestra historia que dejará al lector intrigado y le demostrará, páginas más adelante, que, ante cualquier circunstancia, la piedad es mejor que la venganza.

El llanto de las palomas

el-llanto-de-las-palomasEl llanto de las palomas
De Carlos Puerto, Alzira, Algar, 2009, (Algar Joven, 40)

Anabel Sáiz Ripoll

Nora es una joven que está a punto de cumplir 18 años y que se encuentra en un momento de la vida especial. Se dedica a la danza, que la fascina y la estimula a partes iguales. Su madre es corresponsal deportiva y suele estar mucho fuera de casa, lo cual no le gusta a Nora que se siente medio abandonada y, más aún, no soporta a la pareja de su madre. El padre de Nora, por el que ella sentía adoración, hace años que murió y su recuerdo está presente en la chica continuamente.
La madre de Nora le ha prometido un regalo especial, pero lo que llega es un paquete extraño, que contiene una serie de folios manuscritos y que resulta ser el regalo de su abuela materna, Manuela Expósito, de la que Nora no había oído hablar en la vida. Manuela vive en París y les hace ofrenda de su biografía.
De esta manera, “El llanto de las palomas”, de Carlos Puerto, presenta dos líneas narrativas que se superponen y complementan y que aparecen muy bien diferenciadas gracias a la tipografía especial que se emplea para ello.
Nora empieza a leer lo que su abuela le cuenta y, sin dejar de hacer sus cosas de cada día, de estar con los amigos, de esforzarse para que la escojan como bailarina en un musical, va leyendo con creciente interés el legado de su abuela.
Manuela Expósito es una mujer, ya anciana, que vivió los años duros de la guerra civil y de la posguerra. Los vivió de una manera muy dramática puesto, y aquí entra la licencia de Carlos Puerto, ella es una de las trece rosas, las trece mujeres que fueron fusiladas por ningún motivo al final de la Guerra Civil. Manuela hubiera sido la rosa número catorce, pero, milagrosamente, se salvó y partió al exilio, en donde vivió los duros años de la deportación, de la humillación nazi, hasta que, finalmente, pudo llevar una vida digna. En París, después de ser abandonada por su pareja cuando supo que estaba embarazada, nació Berta, la madre de Nora, cuyo nombre forma parte de la palabra Libertad.
“El llanto de las palomas” es un relato emotivo y emocionante que nos ayuda, que ayuda a los jóvenes a entender, en primera persona, cómo fueron los años de la Guerra Civil, las represiones, las injusticias, el hambre y la miseria que pasaron tantas personas anónimas. No obstante, Carlos Puerto lo narra con sensibilidad, sin aspavientos, con claridad y sin concesiones al lenguaje, que, es en todo momento, impecable.
El libro se divide en 13 capítulos y nos permite asistir al proceso de maduración de Nora que, poco a poco, va creciendo y aprendiendo a separar lo importante de lo superfluo, como su pelo, que acaba cortando.
“El llanto de las palomas” nos ofrece una hermosa historia de comprensión y de relación entre distintas generaciones porque, al fin y al cabo, los ancianos de hoy fueron los jóvenes de ayer, como le ocurre a Manuela Expósito.
Un poema planea a lo largo del libro, protagonizado por palomas, que son las que dan título al libro, aparte de que aparecen en los sueños de la madre de Nora que sufre, como la abuela, la enfermedad de la narcolepsia.
Aparte, cabe señalar que Carlos Puerto se ha documentado exhaustivamente a la hora de hablar de la danza y del baile, ya que nos regala momentos de descripción realmente soberbios.
“El llanto de las palomas”, pese a ser un libro que se centra en el personaje femenino, puede gustar a todo tipo de lectores, no tenemos dudas; pero sobre todo a los que disfrutan con una historia intimista y que buscan responder a las preguntas del pasado.
Nora cumple 18 años y con ello no solo es mayor de edad civil, sino que también alcanza la mayoría de edad emocional.

El ángel caído, de Jordi Sierra i Fabra

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EL ÁNGEL CAÍDO,
DE JORDI SIERRA I FABRA
Madrid, Ayuntamiento, 2004

Anabel Sáiz Ripoll

“El ángel caído” es el número 1 de la colección “Hitos de Madrid”, la cual surge de la colaboración entre las Bibliotecas Públicas de Madrid, la Organización de Amigos del Libro Infantil y Juvenil y el propio Ayuntamiento madrileño. Dicha colección pretende enlazar la literatura con los principales monumentos de la ciudad para, así, convertirla en una capital literaria, sentida, especial. Reseñamos hoy este libro con un doble propósito: porque es una historia llena de magia y misterio y porque es un ejemplo que quizá nuestros centros y Bibliotecas podrían seguir.
Pues bien, como decíamos, el primer título de “Hitos de Madrid” está escrito por Jordi Sierra i Fabra, ilustrado por Quique Palomo y con un prólogo de Alfredo Gómez Cerdá, a quien también hemos reseñado algún título en estas páginas.
En la Plaza de Honduras del Parque del Retiro se puede admirar el monumento al ángel caído, a Luzbel, al ángel más bello que se rebeló contra Dios. Ricardo Bellver fue quien lo esculpió y se inauguró el 29 de abril de 1880. Tuvo, eso sí, muchos problemas para ser instalado allí porque resultaba ofensivo dedicar un momento el mismísimo diablo. Es casi la única ciudad del mundo que tiene un monumento de estas características (Sierra i Fabra nos recuerda que existe otro en Tantapi, Ecuador). Cabe mencionar aquí también que el ángel caído es un tema apreciado por los escritores y escritoras románticos puesto que ellos mismos se ven como una especie de ángeles desposeídos, de titanes arrojados del paraíso.
Pues bien, Jordi Sierra i Fabra obvia estos aspectos de la realidad (que es del dominio público) y trama una historia fascinante. Un Rey sueña (y no es un rey cualquiera, es el Rey de España). Sueña con un proyecto fabuloso y para ello necesita contar con su maestro escultor que en aquellos momentos se encuentra trabajando en El Escorial. Para el pobre escultor éste es un encargo sin igual, que lo deja anonadado porque no tiene ni idea de qué debe hacer. Piensa y se desespera. Decide acudir a la Iglesia y allí sus rezos son recogidos por un extraño joven que le da la gran idea. ¿Por qué no esculpir un monumento a Lucifer? Y dicho y hecho. Esculpe la más bella estatua y, cuando le falta la cara, de nuevo, como en un prodigio, se le aparece el mismo joven misterioso. El maestro esculpe al diablo con una hermosa sonrisa y aquí empieza la magia de la historia. Dios habla al maestro y muestra su disgusto porque ha representado al diablo con una sonrisa y dice. “El mal ha de existir como complemento del bien. Pero el mal nunca puede sonreír y menos hacerlo en público, aunque sea en piedra, pues tu obra será vista por futuras generaciones a las que sobrecogerá” y es el espíritu de Dios quien borra esa sonrisa y coloca en su lugar la mueca de horror que hoy vemos. El diablo ha sido vencido una vez más y el día de la inauguración, sólo el maestro escultor escucha “Un grito terrible, dramático, que parecía surgir de lo más profundo de la tierra, de su fuego más devorador. Un grito de angustia y a la vez de derrota, de tiniebla y pesar, de crepúsculo y… eternidad”. El grito del joven bello.
Ahora le queda al lector hacer la reflexión final y encontrar lo que existe de poesía en este texto de Sierra i Fabra y en la propia escultura cuyo origen ha recreado en este libro.