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El rostro de la sombra

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El rostro de la sombra,
Alfredo Gómez Cerdá,
Madrid, SM, 2011

A veces, la diversión de unos supone el sufrimiento de otros. En ese momento, algo no cuadra y hay que revisar las conductas humanas que conducen a semejante callejón sin salida. Es lo que hace Alfredo Gómez Cerdá en este nuevo libro, “El rostro de la sombra”. Se trata de una historia valiente, comprometida y muy actual.
Tres amigos, Borja, Claudio y Adrián, se emborrachan un sábado por la noche y deciden grabar con el móvil una escena que ellos mismos provocan: tiran dos piedras a la calzada y esperan a ver qué pasa con los coches. Realmente, no hay excusa para eso, pero los tres piensan que se lo pasarán bien y eso les supone una descarga de adrenalina y una especie de victoria personal. No obstante, hay algo que no sale bien: uno de los coches se sale de la calzada y da unas vueltas de campana. Uno de los chicos, Adrián, ni se imagina el alcance de su broma de mal gusto.
Alfredo Gómez Cerdá incide en un tema candente, muy actual, como ya dijimos, y que, por desgracia, está en auge entre nuestros jóvenes. Se trata del hecho de difundir videos por Internet con escenas vejatorias, desagradables e, incluso, delictivas, como es el caso que nos ocupa.
No obstante, el autor va mucho más allá y traza una radiografía acertada de la psicología de uno de los cabecillas, el líder del grupo: Adrián. Adrián está enamorado de una chica, Nuria. Y su madre está en coma por causa de un accidente: el provocado por Adrián y sus amigos. Ni más ni menos. En ese momento, se empieza a tejer una tela de araña alrededor del muchacho que, por un lado, no quiere perder a su novia y finge en todo momento y, por el otro, trata desesperadamente de encontrar una salida airosa a ese problema. Tanto que, incluso, está dispuesto a inculpar a su hermana, Reyes, una adolescente deslenguada y muy lista que intuye el embrollo antes de que se destape.
“El rostro en la sombra” está narrado de una manera trepidante, casi contrarreloj, ya que se inicia la madrugada del domingo y termina el jueves siguiente, a mediodía, cuando ya ha muerto la madre de Nuria. En esos cuatro días y un poco más, Adrián trata de salir airoso de su delito, aunque no lo consigue. Sus amigos muestran ser más leales que él mismo, y su propia hermana lo supera en principios morales. No así su padre, un abogado que, en cuanto descubre el asunto, maquina un plan que nada tiene que ver con la justicia que tanto ha defendido, sino con la defensa de su hijo.
Alfredo Gómez Cerdá no cuestiona, no critica, no dice nada. Se limita a observar y a narrar. Son los lectores quienes asisten al drama, quienes comprenden la magnitud monstruosa de los hechos, los que se llevan las manos a la cabeza y acaso acaban por entender comportamientos difícilmente justificables.
Las nuevas tecnologías son muy útiles, por supuesto, pero deben usarse con sentido común, sin perjudicar a terceros. Por lo tanto, es una buena reflexión la que nos propone el autor madrileño acerca de algo, aparentemente tan inocente, como grabar un video. El efecto mariposa está clarísimo en el relato.
La novela se desarrollar en un ámbito urbano, como muchas de las del autor. Concretamente en Madrid, muy cerca de la M-30. Hay una presencia importante en el relato y es el río Manzanares, como elemento recurrente en las vidas de los personajes e, incluso, vertebrador.
Tras “El rostro de la sombra” posiblemente, haya un hecho real, que el autor presenta de una manera muy directa, realista e, incluso, cruda. El autor desdeña elementos accesorios y poda su prosa de florituras, ya que le interesa ir al grano: lograr el impacto en el lector. Y lo logra. Sin duda. El libro va destinado a jóvenes a partir de 12 años, pero, sin duda, su tema tiene suficiente carga emocional para interesar a cualquier lector.
Cabe, por último, señalar que esta novela se puede adquirir en papel, pero también en eBook y aplicación para iPad o iPhone. Además, los capítulos finales se pueden escuchar a través del iPod. Toda una novedad que busca potenciar la lectura entre los más jóvenes.

Las Cajas de China

Las Cajas de China,

De María García Esperón,

Colombia, Hillman, 2008 

 

Las Cajas de China, de la mexicana María García Esperón es un libro que presenta una particularidad narrativa muy atractiva. Esto es, puede leerse en dos tiempos que acaban confluyendo: el tiempo real, el del lector, que coincide con el del niño protagonista, y el tiempo evocado, el tiempo de las leyendas, de la magia que se desgrana en las historias que este mismo niño, Jerónimo, lee, a la vez que lo hace el propio lector. Se trata, pues, de un doble eje cronológico que implica directamente al personaje de ficción y al lector real. La escritora así logra un juego literario espléndido. Las Cajas de China no es solamente un relato de ficción, no, es mucho más que eso: es un conjunto de relatos que, a la manera medieval, están incluidos uno dentro del otro; de ahí el título del libro.

 Gustavo Tajín es el tío aventurero de la familia Tajín. Él es quien envía a su sobrino Jerónimo un regalo muy especial: “… siete cajas, una dentro de la otra”. Este regalo viene envuelto en misterio puesto que, siguiendo las indicaciones de Gustavo, han de abrirse una por día. Eso supone un freno a la curiosidad y un ejercicio de disciplina por parte de la familia Tajín, el padre, la madre y los dos hermanos, Andrés y Jerónimo. Todos están deseando llegar a la séptima caja, pero saben que no deben hacerlo y siguen las instrucciones del tío aventurero, aunque con alguna excepción, que él mismo ya había previsto. La voz de Gustavo se hace oír sonora y recia a lo largo del relato. Ahora bien, esa curiosidad de los Tajín y de sus vecinos es la misma curiosidad de los lectores que, si quieren entrar en el juego que nos propone María García Esperón, han de seguir las mismas instrucciones y leer un cuento cada día. ¿O no? Eso… ya se irá descubriendo una vez hayamos aceptado las reglas del juego. 

El amor, la amistad, la humildad, el respecto hacia unos principios son valores que se desprenden de los cuentos con los que María García Esperón ilustra estas fastuosas “Cajas de China”. 

Las Cajas de China, por lo tanto, contienen más de una historia. El hilo narrativo es el que marca la familia Tajín, con su devenir diario, sus problemas, sus quehaceres y sus preocupaciones. Así, los diálogos entre los Tajín son realistas, llenos de humor y gracia. María García Esperón describe con acierto a esta familia de la clase media mexicana. Trufa estos diálogos con términos propios de México, lo cual dota de mayor plasticidad al relato. Solo por esta historia ya valdría la pena leer el libro. 

No obstante, aún hay más. El regalo de Gustavo Tajín consiste en evocar, para su familia, hermosas historias ambientadas en el Egipto de los Faraones, en la mágica India o en la propia China. Son las historias propias de las leyendas, del acervo clásico, pero rociadas de un tenue perfume y envueltas en el delicado papel chino. Así, conocemos a la princesa Medianoche, la historia de Meryt la mariposa, leemos parte del diario de William Clark o sabemos algo más del gato de Anup.

 Gracias a estas historias, María García Esperón colma el deseo que, desde siempre, el ser humano ha sentido por conocer viejas historias, el deseo de saber algo más de nuestros orígenes y que nos lleva a sentirnos fascinados por las viejas civilizaciones orientales que, como en un prodigio, aparecen ante la familia Tajín. Como dice la propia escritora: “Las Cajas de China es un libro-regalo por naturaleza. A través de su escritura mi intención fue entregar a los niños la magia y fascinación de las civilizaciones orientales encerradas en siete cajas, una dentro de la otra, que el niño protagonista -y los niños lectores- tienen que ir descubriendo al seguir una lectura que debe detenerse cuando el narrador lo indica para retomarse una vez que la ilusión y la curiosidad hayan subido en el termómetro lector”. 

Las cajas de la China, en suma, es un libro poderoso porque encierra las llaves de la imaginación y cuando la imaginación se desata cualquier acontecimiento es posible. Los niños y niñas de 11 o 12 años leerán con gusto estos relatos, pero también los mayores y todos aquellos que, como Jerónimo y su familia, tengan la curiosidad a flor de piel.

La acera rota

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LA ACERA ROTA.

Mercedes Neuschäfer-Carlón,

Vigo, Ediciones Cardeñoso, 2011 

 

Desde hace mucho tiempo, a la escritora ovetense afincada a Alemania, Mercedes Neuschäfer-Carlón, sus lectores y lectoras le pedían poder leer una de sus obras clásicas La acera rota. Se trata de un libro que, desde su primera publicación en 1986, en Granica, la colección Moby Dick, ha vivido distintos avatares. Así, también apareció en Mondadori en 1990 y en Gea (Oviedo) en 1995. Ahora bien, era ya imposible poder adquirir un ejemplar del libro, puesto que sus ediciones estaban ya agotadas.

Por eso, recibimos con agrado la noticia de que, finalmente, la escritora se haya decidido a reeditar su libro en Ediciones Cardeñoso. El volumen, impreso de manera sobria y elegante, acaba de publicarse con el título La acera rota. Memoria de un comienzo. La escritora, además, ha querido incluir sola una ilustración, sacada de su primera edición y ha dejado para la contraportada la opinión de diversas autoridades en torno a este libro sin edad.

La acera rota  es un libro imprescindible para entender a los niños que vivieron la Guerra Civil española, ya que la protagonista, Elena, nos ofrece, de una manera pura e inocente, pero real y también crítica, todos los matices que la propia Mercedes vivió en Oviedo, en donde pasó la contienda con su familia.

            Elena era una niña feliz, que tenía una hermosa casa –acabada de estrenar- y que vivía rodeada de atenciones; pero que también sufría porque era una niña imaginativa que pensaba en el infierno y en la muerte y que, con 4 años, eso le suponía un tormento. Ella juega a no pisar las líneas que forman la acera (de ahí el título de la novela), pero esa acera se rompe con la Guerra Civil y Elena, con su familia, vive momentos angustiosos, aunque nos los explica de manera reposada, asombrada y, a veces, insegura, como lo haría una niña aún pequeña.

            La novela está contada en 3ª persona, pero se lee como si fuese la propia Elena quien nos explicara su infancia porque, como dice la autora: “Es la historia de Elena, que ya no soy yo, pero cuya memoria forma parte de mí”.

La novela se divide en diez partes subdivididas a su vez en diversos capítulos y en ellos se desgrana la vida diaria de Elena, una niña que se abre paso en la vida y que aprende a ver las diferencias,  que existen personas ricas y pobres,  que no se permiten todas las ideas,  que hay gente  mezquina e ignorante, que para ella la vida nunca volverá a ser igual.

 La peripecia se sitúa entre 1934 y 1939 en Oviedo y otros lugares de Asturias, entre los 4 y 10 años de Elenita. Elena escucha, observa y lo absorbe todo con la mirada abierta y curiosa de una niña. Es una niña que pertenece a la burguesía media y que ha de aprender a ceder, a perder, a cambiar. Con la guerra se rompe la primavera y se pierden las ilusiones.

            Mercedes Neuschäfer-Carlón no quiere que su recuerdo se tiña de nostalgia ni de tristeza; de ahí que acuda a la técnica narrativa de esconderse detrás de una niña, aunque, claro, no siempre la respeta y muchas veces es la propia Mercedes, ya madura, quien hace alguna observación; pero en ningún momento la novela pierde su frescura y su gracia. Son varios los aspectos que podríamos tratar de La acera rota, que, es por así decirlo una novela iniciática porque Elena, al acabar la novela, es mayor, no sólo en años, sino en experiencia vivida, en saber acumulado y, sin embargo, eso no impide que siga conservando su inocencia o, al menos, la parte más pura de su alma.

            La autora hace un análisis psicológico de los personajes realmente espléndido. Es una novela que tiene varias lecturas ya que, dependiendo de la edad del lector, se profundizará en unos aspectos o en otros. Con ello queremos decir, como ya lo hemos hecho en otras ocasiones, que solo existe una buena literatura, sin necesidad de añadir infantil o juvenil. Y La acera rota, aunque está protagonizada por una niña, es una lectura recomendable para todo tipo de lectores puesto que, por decirlo así, se trata de un clásico. Y los clásicos no tienen edad.

 

Lior

Lior de Núria Pradas. Cruïlla, SM, (14 2002), Vaixell de vapor, 67. 144 pp., 7.95€. En catalán.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

Lior, de Núria Pradas, es una novela que continúa entusiasmando a sus lectores. Publicada en 1995, Lior se sigue editando porque su lectura cautiva a los niños y jóvenes y, por supuesto, a los adultos.

Se trata de una novela de ciencia-ficción que acaba trascendiéndose porque todo el relato no es otra cosa que una bella alegoría en torno a la libertad. Frente a un mundo gris y anónimo en que la impersonalidad es la nota dominante, en que las emociones han desaparecido por completo; frente a un mundo que supone que es más importante ser responsable que amar… se sitúan Lior y sus amigos, los resistentes, aquellos románticos que creen en un mundo mejor y que defienden a ultranza sus cualidades humanas.

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Publicado por Blogger para El Blog de Pizca de Papel el 12/06/2010 10:20:00 AM

 

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Abdel

Abdel

 

de Enrique Páez.

 

Madrid, SM, 1994, (34, 2010).

 

112 pp., 7.95€.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

Abdel es un libro emocionante de esos que crean lectores. Su autor, Enrique Páez, logra imprimir al relato un tono tal de humanidad que lo acerca al lector desde el primer momento. Está recomendado para niños a partir de 12 años, aunque, como siempre se dice, la cuestión de la edad es más un trámite editorial que real. Pensamos que Abdel puede gustar –y mucho- a los adolescentes, dado la trama que maneja…

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El Blog de Pizca de Papel el 11/15/2010 09:10:00 PM

Industrias Gon


La Princesa Doña Letizia entregó ayer en Alcalá de Henares el XIV Premio Cervantes Chico al escritor de literatura infantil y juvenil Fernando Lalana como han reflejado medios como Periodista Digital

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Como Homenaje de Pizca de papel nuestra colaboradora Anabel Sáiz Ripoll ha preparado una reseña de sus últimos libros: Industrias Gon con la que inauguramos una serie dedicada a la obra de Fernando Lalana. ¡Enhorabuena Fernando!

Industrias Gon
de Fernando Lalana-José Mª Almárcegui.
Ilustraciones de Mike Casal.
Madrid, Macmillan Infantil y Juvenil,

col. Librosaurio, 2010. 144 pp.,

En el relato, Nico es un joven avispado y huérfano, que vive en un orfanato en Miranda del Ebro. Un buen día su vida cambia porque recibe una oferta de trabajo de la manera más insospechada, a través de un anuncio en el periódico que le llega volando… y con varios años de retraso; pero eso Nico no lo lee. Decide escaparse y tomar el tren que lo llevará de Miranda a Zaragoza, en donde está su futuro. Allí conoce al sr. Gon, de González, quien, en principio, se muestra reticente y desconfiado con la presencia de Nico.

Lo curioso de la historia es que Gon dirige una pequeña fábrica de artículos de broma y malvive más que otra cosa, porque su hermano, que era el cerebro, murió antes de llevar a cabo sus múltiples ideas. Ahora bien, Nico es mucho más listo de lo que parece y encuentra los cuadernos de Cecilio, quien se le aparece de una manera más bien estrambótica. Total, gracias a Nico, el sr. Gon vive una segunda juventud.
Venden sus productos a una gran empresa francesa, aunque se hace llamar Fumanchú, aunque la operación resulta fallida puesto que los de Fumanchú son unos piratas que comercializan los productos de Gon con su nombre. Ahora bien, eso no importa ya demasiado, porque la vida de Gon y de Nico ha cambiado, ha dado un vuelco espectacular gracias a Odile, una atractiva francesa, rica y relacionada con la industria de la broma. Y el lector ya verá qué pasa y cómo acaba la historia.
Industrias Gon es un relato muy divertido, que se desarrolla en la década de los 60, en una capital, Zaragoza, que Lalana, por supuesto, conoce muy bien y que suele recrear en sus obras. Los dos personajes principales, Nico y Gon aparecen muy bien caracterizados, sobre todo Gon, que es quien evoluciona más en la novela, porque, de aparecer como un viejo descuidado y desalentado, se convierte en un hombre maduro, de buen ver y con ilusiones.
En cuanto al negocio de la broma, que es el que ocupa a Gon, Lalana lo describe muy bien y se recrea en ello. Todo tipo de elementos divertidos, para gastar bromas les o pesadas aparecen en el relato, como las bombas fétidas. ¿Sabía el lector que existen cuatro tipos de bombas fétidas? Pues si lee Industrias Gon sabrá esto y mucho más.
La novela se estructura en dos partes, más una “Previa”. A su vez se organiza en capítulos que van desgranando una historia hilarante, llena de humor, aunque también tierna y muy humana. Resultan conmovedoras las apreciaciones que hace Gon de sí mismo, cuando se considera poca cosa para Odile.
Industrias Gon se lee deprisa, puesto que hay mucho diálogo y el estilo narrativo es ágil. Cada página se recorre con una sonrisa puesto que los dos personajes resultan entrañables. Mikel Casal, que es quien ilustra el libro, nos los muestra en la portada rodeados por sus inventos.
Los lectores de 10 años en adelante, y los mayores, se divertirán leyendo esta historia. Los adultos también reconocerán elementos de su época, como esas tiendas en que se vendían toda clase de artículos de broma mezcladas con otros productos. Y los pequeños disfrutarán con las ocurrencias de Gon y Nico.
Publicado por Carmen Fernández Etreros para El Blog de Pizca de Papel el 10/20/2010 01:16:00 AM

 

Por Anabel Sáiz Ripoll.
Industrias Gon es un relato firmado por dos autores que forman un tándem estupendo, Fernando Lalana y José Mª Almárcegui. No es que se sienten a escribir juntos, en absoluto, eso sería más bien complicado. Parece ser que José Mª Almárcegui tiene una imaginación desbordante y aporta las ideas, a cual más descabellada e ingeniosa; mientras que Fernando Lalana, reciente Premio Cervantes Chico, sabe muy bien cómo dar forma a este torrente imaginativo. Juntos, repetimos, has elaborado obras tan absolutamente geniales como Los hijos del Trueno.

La palabra más hermosa

La palabra más hermosa del mundo
de Jordi Sierra i Fabra.
Ilustraciones de Agustín Riccardi.
Algar, col. Algar calcetín, 57, 2010.
120 pp., 8.35 €.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

La palabra más hermosa es un nuevo tributo del autor barcelonés Jordi Sierra i Fabra a las letras, a la comunicación, al arte de leer. Se trata de una historia destinada para lectores desde 10 años que, partiendo de una situación real, nos ofrece una alegoría del mundo de las palabras. Georgina y Daniel son dos hermanos gemelos que, a causa de una enfermedad, han estado dos meses ausentes del colegio. Cuando vuelven, han de ponerse al día en todo y no les resulta nada fácil. El profesor Maestro, valga la repetición, es el sustituto de la profesora de lengua y decide no hacerles un examen, sino algo mucho peor: les pone una prueba para decidir si merecen pasar de curso o no. La prueba consiste en una especie de enigma ya que han de descubrir, como dice el título, cuál es la palabra más hermosa…

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para El Blog de Pizca de Papel el 11/01/2010 01:17:00 AM

Peligro en la Aldea de las Letras

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María Eugenia Mendoza Arrubarena,

Publidisa Mexicana, México, 2008

  

Hilaria es una jovencita vivaz, lista y muy observadora. Le gustan mucho las tareas escolares y disfruta aprendiendo, por eso participa en un concurso muy especial que le brindará la posibilidad, no solo de ganar un estupendo viaje, sino la de conocerse mejor a sí misma y a su propia familia, porque Peligro en la Aldea de las Letras viene a ser un viaje iniciático muy especial, ya que son las propias letras quienes, en sus especiales papeles de generadoras de la escritura y las palabras, se convierten en guías de excepción de Hilaria quien, ni por un momento, duda de que la Aldea de las Letras, a la que viaja de una manera casual, sea real; es más, vuelve a ella en un momento puntual para defenderla de ataques externos que hacen que el idioma se tambalee.

En esta ocasión, María Eugenia Mendoza Arrubarrena defiende el idioma, defiende la importancia de las lenguas maternas en el mundo, en este mundo global en que parece que solo dominen unas cuantas lenguas y las otras queden postergadas porque cualquier lengua, si sirve para comunicarnos y para entendernos, es importante. La escritora mexicana se centra en la Aldea de las Letras del español, pero puede aplicarse a cualquier idioma.

Interesa mucho el personaje de Hilaria, la niña protagonista, quien, con la ilusión intacta y las preguntas a flor de piel, pronuncia una encendida defensa de la letra hache que conmueve a todas las letras de la Aldea. Debido a un correo electrónico que recomienda la simplificación ortográfica, Hilaria encuentra el tema de su redacción y de su discurso, ya que la letra hache es muy importante para ella: ni más ni menos, es la letra de su inicial, pero estos son motivos egoístas que ella sabe superar y acaba entendiendo que, en el mundo de las letras, como en el de las familias, todos son importantes.

Peligro en la Aldea de las Letras es un texto que combina distintos registros, por un lado, el viaje alegórico al mundo de las letras; pero sin olvidar el entorno de Hilaria (las relaciones con sus padres, con su hermana pequeña, Ana, con su abuela ya fallecida, quien le puso el nombre, con sus amigos, en las escuela), no los aspectos cotidianos del día a día. María Eugenia Mendoza tiene la capacidad de unir, en un mismo relato, distintos registros, hace una defensa de la lectura, de la escritura, critica la pobreza de espíritu de aquellos que quieren reducirnos a seres sin opinión ni capacidad de decisión y, sobre todo, apela a la concordia, al entendimiento.

Un idioma es un ser vivo, que se transforma, y así lo entiende la autora, pero que no admite censuras ni barreras, que es capaz de adaptarse a todas las realidades, pero sin cortapisas.

En definitiva, la novela gustará a los lectores de diez años en adelante, pero también a los adultos puesto que contiene muchos elementos de reflexión. No hay que olvidar también la fina ironía con que María Eugenia Mendoza maneja algunas situaciones y cómo, de manera elegante, resuelve los conflictos, que se plantean en el relato.

El texto contiene el español jugoso de México, buena manera de hacernos entender que, en el caso del español, la madre puede que sea una, pero los acentos y algunas palabras y construcciones son diversas, lo cual enriquece aún más el idioma. Sea como sea, “ninguna letra estorba, ninguna es ociosa, en cambio la pereza mental, la simplificación de las ideas o su anulación, eso sí que daña a la comunicación y a la convivencia humana”.

 

 

 

 

 

 

 

 

Copo de Algodón

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COPO DE ALGODÓN,

María García Esperón,

México, Ediciones el Naranjo, 2010.

Il. Marcos Almada Rivero

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

Una niña escribe acerca de sus padres y de sus propios sentimientos. Una niña se admira de su tiempo. Una niña es testigo de la historia. Una niña observa cómo se comportan los que la rodean. Una niña presiente que algo en su vida está cambiando. El tema es universal y podemos encontrarlo en multitud de relatos que, con mayor o menor acierto, consiguen que el lector o la lectora se emocionen y sientan, como suyos, la peripecia de la protagonista. En este caso, María García Esperón, la autora de Copo de Algodón, su obra más reciente y la que estamos reseñando, logra todo eso y mucho más porque, con su prosa diáfana, cargada de resonancias, como una caracola de los tiempos, nos acerca a un episodio importante, trascendental, de nuestra historia, de la nuestra y de la de México, puesto que alude a los últimos tiempos de Moctezuma y a la llegada de los conquistadores quienes, con Hernán Cortés a la cabeza, no entendieron a la civilización azteca y la condenaron al silencio, en aras de una religión, de una cultura superior, de unos valores encomiables; pero, en el fondo, como en cualquier conquista, los motivos fueron económicos, en forma de oro.

 Lo bueno –y lo positivo- fue que desde España, los conquistadores, llevaron el idioma allá y, gracias a él, ahora nos podemos entender y podemos leer textos tan emocionantes como Copo de Algodón. Su autora, mexicana de nacimiento, permite que sea una niña, Copo de algodón, quien nos cuente qué ocurrió para que cada uno extraiga sus propias consecuencias. Es una novela que tiende puentes, que no toma partido, que muestra los aspectos más humanos y, por lo tanto, más endebles, de dos grandes figuras: Moctezuma y Hernán Cortés. Los dos, con sus errores y sus imperfecciones, se encuentran; los dos acaso se equivocaron y los dos han pasado a la historia tomados de la mano. ¡Quién se lo iba a decir! Gracias a Copo de Algodón se restañan heridas, se aprende a entender los distintos puntos y de vista y se descubre que, al fin y al cabo, como creían los aztecas, el tiempo y el espacio son uno y que, aunque nos empeñemos en enmendarle la plana, todo está fijado ya en la eterna lucha cósmica.

Copo de Algodón, Flor Blanca, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, es la hija bienamada de Moctezuma, del Gran Tlatoani. Ella nos cuenta cómo nació, como fue recibida y cómo vivió los primeros años de la infancia, rodeada por los distintos ritos de la cultura azteca, amada por su nana, quien tuvo que ceder una hija al sacrificio ritual. Hay muchos aspectos que no logramos entender de la forma de comportarse de los aztecas, no comprendemos los sacrificios humanos; pero sí entendemos el sentimiento que tenían, el orgullo de ser ellos mismos, su conciencia de pertenecer a un pueblo importante, jamás domeñado. Y eso es lo que nos cuenta Copo de Algodón, pero añade tantas vivencias que sería imposible completar en estas líneas. Escribe acerca de las luchas intestinas, de los pulsos en torno al poder, de su matrimonio infantil con uno de sus tíos, Cuitláhuac, de la pena que sintió al morir su nana, de las dudas en torno al comportamiento de su padre, al que ama y, por lo tanto, no juzga, pero sí se atreve a pensar que fue un hombre cruel.

En el relato aprendemos muchos aspectos relacionados con el mundo azteca que, explicados desde el punto de vista de una niña, cobran mayor importancia, aparecen ante nosotros como recién nacidos, nuevos y siempre eternos. Copo es la voz que nos habla, que enlaza su tiempo con el nuestro porque, ya lo hemos dicho, son los dos uno. Copo es también la voz de otras mujeres por las que María García Esperón ha tomado partido, como Cleopatra Selene, en Querida Alejandría. Ambas ven cómo su manera de vivir sucumbe y ambas se esfuerzan por poner algo de orden en sus vidas y no perder ni sus orígenes ni sus afectos.

Copo de Algodón presenta una estructura muy trabajada, puesto que los capítulos son los días del mes azteca (cipactli, ehécatl, calli…). Recordemos que el año azteca tenía 18 meses. La autora, por otra parte, muestra un dominio impecable del náhuatl y, por supuesto, de todas las coordenadas históricas. Ahora bien, no se queda en la superficie sino que, como ya hemos leído en otros textos suyos, penetra en la psicología de los personajes y nos los muestra directamente, sin intermediarios. Nunca Moctezuma será más respetado que cuando manifiesta el amor por su hija. Nunca Hernán Cortés será más entendido que cuando abraza a Copo a la muerte de su padre. Los grandes héroes, para serlo, han de humanizarse, solo así llegarán al lector, en este caso al lector infantil; aunque pensamos que Copo de Algodón es una lectura sin edad que ayudará mucho a que todos entendamos qué pasó con la Gran Tenochtitlan.

Si duda, tras el libro, hay una gran documentación y un gran esfuerzo lingüístico, puesto que los datos son precisos, la alusión a los dioses aztecas exacta y la recreación de la vida en las Casas Nuevas, rigurosa; todo aderezado por la inocencia de una niña quien, poco a poco, va perdiendo ese velo propio de la niñez y va entendiendo las cosas de los adultos, no siempre claras, no siempre justas. Sea como sea, como iniciaba la nana sus relatos, “En un cierto tiempo, que ya nadie puede contar…” vivió, añadiríamos nosotros, una princesa que no tuvo el destino de las princesas de los cuentos, sino de las reales, de las de carne y hueso. A Copo de Algodón le cambiaron el nombre por el de Isabel, Isabel Moctezuma y, pese a la vida breve que vivió, fue lo suficientemente intensa como para que reclamemos a María que siga contándonos su historia. Necesitamos de nuevo que la voz de Copo se cuele en nuestras conciencias, medio larvadas,  y nos haga ver que, a menudo, como diría Azorín, “Vivir es ver volver”.

Por último, y no menos importante, hay que aludir a las ilustraciones de Marcos Almada Rivero quien, con trazo suave, en blancos, grises y negros, traza el paisaje sentimental de Copo de Algodón, la princesa que nació “en el día 2 viento, del año 5 conejo, en la gran ciudad de la laguna”.

 

 

 

 

 

El príncipe que todo lo aprendió en los libros

Jacinto Benavente, Barcelona, Juventud, 2010

 

Anabel Sáiz Ripoll

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es, en principio, una comedia amable, escrita por Jacinto Benavente y destinada a los niños; no obstante, si leemos en profundidad el texto y tratamos de extraer conclusiones veremos que su autor no solo escribe un texto fácil y ligero, sino que va mucho más allá. El Príncipe es un soñador que ha leído muchos cuentos de hadas y que cree en los sueños; por eso, su padre, el Rey, lo envía, con su preceptor y un sirviente, a conocer el mundo y a que se dé cuenta de que “no todo está en los libros”. En este viaje iniciático, el Príncipe se encuentra con otros personajes que interpreta al estilo de los cuentos de hadas, así piensa que la Vieja es un hada encantada y que el rico es un ogro de verdad y no se equivoca demasiado, porque la Vieja lo salva de morir a manos de unos ladrones y el rico se ha convertido en tal a costa de extorsionar a las pobres gentes. El Príncipe, en este periplo, además, encuentra el amor, en la hija segunda de otro rey, que está deseando casar a sus tres hijas, las cuales son algo excéntricas; pero, de todas ellas, la segunda –y no la pequeña como ocurre en los cuentos- es la que tiene mejor corazón.

El Príncipe demuestra ser un muchacho de fortaleza, de buen ánimo y de alma transparente que ve recompensados sus sueños y que cuando su padre, el Rey,  al final de la pieza le pregunta si ya está desengañado y si ha aprendido que “la vida no es un cuento de hadas”, le contesta. “No, al contrario. Vi realizados todos mis sueños, porque creía en ellos”. El Príncipe nos da una lección al afirmar que, para que los sueños se cumplan, hay que creer primero en ellos y que la imaginación y el mundo de la magia no han de estar reñidos con la vida cotidiana.

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es un texto teatral, por tanto, está concebido con los aspectos formales del género; no obstante, puede, o bien realizarse una lectura dramatizada (pensamos en un grupo de niños que quieran organizar esta función) o bien puede leerse individualmente, ya que los personajes y las acotaciones están muy bien trazados y es muy fácil entender la trama e imaginarse cómo son los distintos actores. Aparte del Príncipe y de la Vieja, la figura de Tonino, el sirviente, muy cercana al pícaro, da un matiz divertido a la obra.

Cabe añadir que Jacinto Benavente (Madrid, 1866), Premio Nobel de Literatura en 1922, ocupó durante muchos años, con sus obras, los teatros españoles y que supo retratar, de manera irónica, a la sociedad española, aunque no solo escribió comedia, sino también algún drama, como La Malquerida y una farsa, Los intereses creados, que es, sin duda, su mejor pieza.

La edición preparada por Juventud está ilustrada por Zuzanna Celej con unas imágenes, en blanco y negro, que retratan muy bien la psicología de los personajes y entroncan con los cuentos de hadas. Sin duda, los lectores niños que se acerquen a este libro, reconocerán estereotipos de los cuentos tradicionales, pero quizá sean los lectores más adultos quienes sepan interpretar sus significados. Sea como sea, nos parece un acierto que se haya reeditado este clásico que, sin duda, cobra vigencia en un mundo que, más que nunca, está necesitado de sueños, ilusiones y proyectos. Hacen falta muchos Príncipes que crean en sí mismos para sacar adelante nuestra sociedad.