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La acera rota

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LA ACERA ROTA.

Mercedes Neuschäfer-Carlón,

Vigo, Ediciones Cardeñoso, 2011 

 

Desde hace mucho tiempo, a la escritora ovetense afincada a Alemania, Mercedes Neuschäfer-Carlón, sus lectores y lectoras le pedían poder leer una de sus obras clásicas La acera rota. Se trata de un libro que, desde su primera publicación en 1986, en Granica, la colección Moby Dick, ha vivido distintos avatares. Así, también apareció en Mondadori en 1990 y en Gea (Oviedo) en 1995. Ahora bien, era ya imposible poder adquirir un ejemplar del libro, puesto que sus ediciones estaban ya agotadas.

Por eso, recibimos con agrado la noticia de que, finalmente, la escritora se haya decidido a reeditar su libro en Ediciones Cardeñoso. El volumen, impreso de manera sobria y elegante, acaba de publicarse con el título La acera rota. Memoria de un comienzo. La escritora, además, ha querido incluir sola una ilustración, sacada de su primera edición y ha dejado para la contraportada la opinión de diversas autoridades en torno a este libro sin edad.

La acera rota  es un libro imprescindible para entender a los niños que vivieron la Guerra Civil española, ya que la protagonista, Elena, nos ofrece, de una manera pura e inocente, pero real y también crítica, todos los matices que la propia Mercedes vivió en Oviedo, en donde pasó la contienda con su familia.

            Elena era una niña feliz, que tenía una hermosa casa –acabada de estrenar- y que vivía rodeada de atenciones; pero que también sufría porque era una niña imaginativa que pensaba en el infierno y en la muerte y que, con 4 años, eso le suponía un tormento. Ella juega a no pisar las líneas que forman la acera (de ahí el título de la novela), pero esa acera se rompe con la Guerra Civil y Elena, con su familia, vive momentos angustiosos, aunque nos los explica de manera reposada, asombrada y, a veces, insegura, como lo haría una niña aún pequeña.

            La novela está contada en 3ª persona, pero se lee como si fuese la propia Elena quien nos explicara su infancia porque, como dice la autora: “Es la historia de Elena, que ya no soy yo, pero cuya memoria forma parte de mí”.

La novela se divide en diez partes subdivididas a su vez en diversos capítulos y en ellos se desgrana la vida diaria de Elena, una niña que se abre paso en la vida y que aprende a ver las diferencias,  que existen personas ricas y pobres,  que no se permiten todas las ideas,  que hay gente  mezquina e ignorante, que para ella la vida nunca volverá a ser igual.

 La peripecia se sitúa entre 1934 y 1939 en Oviedo y otros lugares de Asturias, entre los 4 y 10 años de Elenita. Elena escucha, observa y lo absorbe todo con la mirada abierta y curiosa de una niña. Es una niña que pertenece a la burguesía media y que ha de aprender a ceder, a perder, a cambiar. Con la guerra se rompe la primavera y se pierden las ilusiones.

            Mercedes Neuschäfer-Carlón no quiere que su recuerdo se tiña de nostalgia ni de tristeza; de ahí que acuda a la técnica narrativa de esconderse detrás de una niña, aunque, claro, no siempre la respeta y muchas veces es la propia Mercedes, ya madura, quien hace alguna observación; pero en ningún momento la novela pierde su frescura y su gracia. Son varios los aspectos que podríamos tratar de La acera rota, que, es por así decirlo una novela iniciática porque Elena, al acabar la novela, es mayor, no sólo en años, sino en experiencia vivida, en saber acumulado y, sin embargo, eso no impide que siga conservando su inocencia o, al menos, la parte más pura de su alma.

            La autora hace un análisis psicológico de los personajes realmente espléndido. Es una novela que tiene varias lecturas ya que, dependiendo de la edad del lector, se profundizará en unos aspectos o en otros. Con ello queremos decir, como ya lo hemos hecho en otras ocasiones, que solo existe una buena literatura, sin necesidad de añadir infantil o juvenil. Y La acera rota, aunque está protagonizada por una niña, es una lectura recomendable para todo tipo de lectores puesto que, por decirlo así, se trata de un clásico. Y los clásicos no tienen edad.

 

El bosque de los árboles muertos

 

 

El bosque de los árboles muertos,

Ana Alcolea, Madrid, Anaya, 2010, (Espacio Abierto, 145)

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

La autora que hoy nos ocupa está de actualidad puesto que acaba de ganar el VIII Premio Anaya de Literatura Infantil y juvenil con su obra La noche más oscura, destinada a lectores desde 12 años.

Ana Alcolea, en El bosque de los árboles muertos, retoma motivos que nos son familiares de sus anteriores obras como El medallón perdido y El relato de Carlota. La autora va creando, libro a libro,  su propio universo literario con un estilo personal y lleno de sugerencias.

En esta ocasión la joven protagonista, Beatriz, contra su voluntad, viaja a Escocia para pasar sus vacaciones de verano. Ha suspendido el inglés y su madre ha decidido enviarla a casa de una amiga para que practique el idioma. Beatriz se lo toma con bastante malhumor, aunque, ha de cambiar de idea a lo largo del relato y es que ese verano será tan especial que, al final, Beatriz acabará madurando y aprendiendo mucho acerca del alma humana y de su propio pasado.

Como ocurría en las dos novelas anteriores de Ana Alcolea, esta vez también se trata de un viaje iniciático, aunque mezclado con el misterio y la aventura.

Beatriz viaja con su familia de acogida, formada por los padres, un joven de su edad, Peter, y dos pequeños gemelos, hacia un antiguo castillo escocés, lejos del mundo y de la vida, para pasar el verano. Poco a poco, se va empapando del ambiente del lugar y a involucrarse en las historias del pasado. La esposa del capitán, dueño del castillo, Renata, murió hace años, aunque, de alguna manera, se aparece a Beatriz, a Peter y a los hermanos gemelos. El color amarillo de su traje, unas cartas que guardó y las fresas salvajes que tanto le gustaban se convierten en símbolos de su vuelta al mundo de los vivos. No obstante, esta aparición fantasmal no está descrita con aspavientos narrativos, sino de forma muy sencilla y realista. El mundo de los vivos y los muertos parece mezclarse en la novela y no solo en forma de recuerdos, sino de una manera más directa.

Cuando Beatriz, con la ayuda de Peter, averigua el enigma de Renata, a la vez, aprende mucho más de sí misma porque, y eso sí es el destino, el padre de Renata es el mismo idealista inglés, miembro de las brigadas españolas, que luchó en la guerra civil y conoció a la bisabuela de Beatriz con quien tuvo una hija, su abuela, aunque ésta no llegó a conocerlo. Renata y su abuela murieron el mismo día, un 10 de julio, y estaban unidas por algo más que el azar, ya que son hermanastras.

En El bosque de los árboles muertos, como acabamos de ver, se alude también a la Guerra Civil española y a un escritor muy importante, Georges Orwell, quien también luchó por la causa republicada y se retiró a una isla muy cercana al castillo en que veranean Beatriz y sus amigos.

La novela se lee de manera rápida y fluida. Uno de sus aciertos es que maneja distintos tiempos, el presente y el pasado; así, de manera paralela, el lector asiste a la historia de Renata y también a las pesquisas de Beatriz y Peter. Ana Alcolea impregna el relato con una atmósfera de suspense y eso hace que se lea con creciente interés.

Por otro lado, la evolución psicológica de Beatriz está bien trazada. El resto de personajes también cobran importancia, aunque, por supuesto, el más mágico de todos es la figura de Renata.

En definitiva, el lector que entre en el mundo de El bosque de los árboles muertos no quedará defraudado; es más, tendrá ganas de averiguar más acerca del resto de los personajes y se preguntará si entre Beatriz y Peter habrá algo más que la amistad. Eso, tal vez, lo averigüemos en otras entregas.

Queremos, por último, comentar las espléndidas descripciones que traza la autora. La Escocia profunda, más agreste y cercana a los orígenes, con su vegetación autótona –el brezo- y sus habitantes hechos al trabajo y a la sobriedad, quedan perfectamente retratados en la novela.

Tren de ida y vuelta: Miguel Hernández

Tren de ida y vuelta,
de Mariano Vara.
Alzira, Algar, 2010, (Algar Joven, 44).
232 pp., 10.50€.

 

Literatura Juvenil

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

“La poesía de Miguel Hernández es lo suficientemente rotunda, hermosa y potente como para necesitar ningún tipo de recomendación; ahora bien, este año, en que se celebra su centenario, nos puede servir para releerlo y, lo que es aún mejor, para descubrirlo ya que a Miguel Hernández cada día llega un lector nuevo, niño, joven o adulto, tanto da, su voz resuena y suena sincera y verdadera ante cualquier lector. El poeta de Orihuela, uno de los más humanos de nuestra poesía, sigue hablándonos de lo esencial, de la vida, el amor y la muerte…”.

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 7/02/2010 08:07:00 AM

Siete días de julio

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SIETE DÍAS DE JULIO,
Jordi Sierra i Fabra,
Barcelona, Plaza y Janés, 2010

Anabel Sáiz Ripoll

“Siete días de julio” es una novela vibrante e intensa, cuya acción se desarrolla en siete días que significan, para Miquel Mascarell, un punto de inflexión importante en su vida. A Mascarell lo conocemos ya gracias a otra novela, “Cuatro días de enero”. Se trata de un inspector de policía republicano que ha pasado los últimos años de su vida en el Valle de los Caídos, trabajando en su construcción. En 1947 sale en libertad y regresa a Barcelona. Barcelona ya no es su ciudad, sino un lugar gris, triste en el que la gente trata de salir adelante. El hambre, el estraperlo, los chanchullos de la burguesía, la tristeza conforman el telón de fondo por el que se mueve Mascarell quien, pese a todo, acaba encontrando algún motivo de esperanza gracias a Patro, la joven prostituta a la que ayudó en su anterior caso y que ahora le devuelve, con creces el favor.
“Siete días de julio”, pese a tener aspectos de novela intimista, es una novela negra, de acción en la que Mascarell, de una manera que parece casual y que, sin embargo, no lo es, se hace cargo de un caso e investiga la muerte de una joven prostituta en el metro de Barcelona. No obstante, tras esa muerte que no fue tan accidental como se creía, se esconde el odio y la venganza. Mascarell está al punto de caer en las garras del hijo de uno de sus detenidos más famosos. Solo el azar y algo parecido a la buena suerte lo librarán.
Queremos destacar el ritmo narrativo de la novela que va, capítulo a capítulo, llevándonos a un desenlace que presagia nuevas entregas porque un caso se ha cerrado, pero quedan aún muchos cabos sueltos. Lo que interesa es la proyección psicológica de Mascarell quien comienza siendo un hombre abatido y viejo, que echa terriblemente de menos a su esposa Quimeta y acaba siendo un hombre rehecho, con fuerzas de flaqueza, que aprecia la vida y que siente alguna ilusión por salir adelante. Muchas veces se ha dicho que Sierra i Fabra no describe bien a sus personajes, en este caso no hay nada más falso porque Mascarell se nos va dando progresivamente, va evolucionando, va mostrando sus pensamientos, sus sentimientos, su especial talante, su proyecto de vida. E personaje femenino de Patro está bien resuelto, es una mancha blanca entre tanta oscuridad y merecería tal vez una nueva historia.
Por otro lado, la prosa de “Siete días de julio” es clara, directa y nos sitúa directamente en el ambiente de posguerra, aunque sin hurgar más en la herida. No es una novela que hable de la posguerra, no, es una novela que se desarrolla en la posguerra y que, por lo tanto, tiene que hacer referencia al tiempo y al espacio, pero centrándose más en el episodio policíaco que narra.
En “Siete días de julio” queda muy clara la división entre las dos Españas, los vencedores amasando sus grandes fortunas sin el más mínimo pudor (aunque llenos de miserias morales) y los vencidos tratando de subsistir. El ser humano, como en muchas otras novelas del autor, muestra aquí diversidad de rostros.
“Siete días de julio”, por fin, no es estrictamente una novela juvenil, pero ¿quién dijo que los jóvenes no puedan leer novelas, buenas novelas?

1937

19371937,
Joaquim Biendicho,
Ed. Proa, Premi Pere Calders de Literatura Catalana 2008,
Col·lecció: Beta, Núm 204 , 2009
120 páginas, 16 €.
ISBN: 978-84-8437-726-9

Carme Masip Porqueres,
profesora Lengua y Literatura catalanas

1937 és el relat curt d’un autor tarragoní novell, Joaquim Biendicho, professor de geografia i història en un institut de la seva ciutat natal. Però Biendicho no aprofita la seva professió per elaborar una novel·la històrica, ni tan sols per fer una reflexió sobre les maldats del conflicte (en tot cas, hi reflexiona el lector arrel del que llegeix), ni per fer quedar bé o malament a un o a un altre bàndol.
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La novel·la és fruit del que li explicaven els seus pares, quan ell era petit i passava les vacances al mas de la família Joy (nom que atorga també a la família protagonista del relat), un mas situat entre Vila-seca i el mar, en l’indret que avui coneixem com La Pineda. Entre aquests records i diversos elements reals relacionats amb el conflicte bèl·lic del 1937, Biendicho va entrellaçant els diversos episodis que impliquen d’una manera o altra la família dels Joy, pagesos que malviuen en uns temps de moltíssima misèria. Els encerts de la novel·la són molts: l’autor sap crear falses expectatives (quan els nens Joy s’adrecen de nit cap al Tros d’Amunt i saps del cert que es trobaran amb el Malandando, que va borratxo i armat i està cegat per l’odi, cap. IV), el lector es pensa que ja sap el que passarà, i no, no l’encertes mai! Hi ha moments de tensió (quan Josep Joy està a punt de morir, (cap. XII); l’intent de recuperació del mag Temístocles de la presó del SIM o Servei d’Intel·ligència Militar (cap. VIII i X), moments de suspens (la cerca de l’alemany per l’Aiguamort, cap. XI), moments de por (el Malandando i els gats mesquers, cap. IV), i, sobretot, molta humanitat. Potser el més encertat de la novel·la és precisament això, que és molt real, molt humana i, per tant, propera a nosaltres. El que senten els protagonistes i les seves reaccions són les mateixes que hauríem sentit nosaltres, els lectors, en la seva situació. M’agrada, per exemple, el treball en equip que dóna els seus fruits positius en la recuperació de les llaunes d’aliments de l’avió alemany abatut sota el mar (cap. XIII). M’agrada la tendra relació que es dóna entre els dos xiquets cosins Joy, la Pineda i l’Anton (pàg. 42, entre d’altres). I em plau també la inclusió d’alguna facècia tràgica d’aquelles que s’explicaven abans als pobles sobre el personatge més rar de la tribu (com la de la Cabrera, que es va menjar el seu propi infant en néixer, pàg. 25). I tot això amarat d’unes descripcions força poètiques, a vegades, enmig de la tragèdia (pàg.74: “El Muni, de tant en tant, aixecava el cap i observava els pins que capcinejaven amb el vent i prenien un to daurat, com de foc.”); dures en altres ocasions (pàg. 20: “Varen treure el cos d’en Ramon de la caixa i el van dipositar al fons del clot. Després, el van cobrir de terra i van enfilar cap a Vila-seca per tornar-li la caixa al fuster.”); i molt comprensibles i fàcilment compartibles amb el lector (pàg. 90: “La ratlla blanca que la lluna dibuixava sobre el mar el va apuntar directament. Es va sentir molt sol. L’últim home de la terra, va pensar [el Josep], per això la lluna m’assenyala” ).
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I, finalment, no me’n puc estar de parlar de la inclusió dels episodis extraordinaris protagonitzats pel mag immortal Temístocles, que sobreviu la travessada d’una baioneta de l’esquena al tòrax del seu cos, l’esbudellament a causa d’un bombardeig a Barcelona, i que només cau fulminat per un llamp després de suplicar-li-ho a Déu: “…i llavors un raig [enteneu llamp] va obrir el cel i com un senyal diví va entrar per la seva testa, el va travessar i el va deixar rígid i carbonitzat… “ (pàg. 83).
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Encara podríem comentar, breument, altres aspectes interessants de la primera novel·la de Joaquim Biendicho, com ara el lèxic acurat i ric usat, així com tot el que es refereix a la flora i la fauna del terme. M’explicava l’autor mateix que aquest lèxic de la flora i la fauna del terme li venia del seu pare, “caçador dels d’abans”, respectuós amb la natura, que caçava per disfrutar només. Alguns exemples només: merles, tórtores, mussol, garsa, mula, oliveres, pins, coscolls, llentiscles, lluerts, ginebres, pebrer, tudó, caragol (forma tarragonina del mot), margallons, avellaners, garrofes, bajoques…
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Acabo l’article amb algunes de les observacions que el mateix autor em destacava durant l’entrevista. La primera, que no és fàcil escriure una novel·la, que li ha costat molts anys d’anar fent, desfent i refent, aprofitant les seves vacances com a professor de secundària. I la segona, que els seus referents literaris principals són Viatge al fons de la nit de Louis-Ferdinand Céline; Los santos inocentes de Miguel Delibes, i Meridià de sang de Cormac McCarthy.


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 1/12/2010 01:15:00 AM

MALA LUNA

malaluna
MALA LUNA,
de Rosa Huertas,
Edelvives, 2009 (Alandar, 115).
248 págs., 9.20€.
ISBN: 9788426372505

A partir de 14 años, Literatura Juvenil

Por Anabel Sáiz Ripoll,
especialista en Literatura Infantil y Juvenil

A menudo en la literatura juvenil, se echan de menos historias comprometidas, que nos acerquen al presente sin olvidar el pasado. A veces se cae en el error de pensar que a nuestros chicos y chicas no entenderán ese pasado, porque se aleja de sus intereses, de sus ideas y nada más lejos de la realidad. Nuestros jóvenes necesitan aprender, necesitan saber dónde se hallan, cuáles son sus señas de identidad para no operar en el vacío. Nuestra sociedad tiende a los productos del quita y pon, al tengo o no tengo; pero huye de compromisos históricos, de todo lo que suponga un esfuerzo, un dolor o un hurgar en la herida. Por eso, Mala luna” supone una sorpresa para cerrar este año 2009, una sorpresa que une literatura con historia, sin olvidar los intereses de los adolescentes ni los temas más actuales. Rosa Huertas, profesora de instituto, conoce muy bien a los lectores y siente respeto por ellos, por eso no les escribe una historia almibarada ni rosa, sin pena ni gloria, sino que les brinda un relato cargado de compromiso, de luz, de verdad.

Clara y Víctor son dos jóvenes que estudian en un instituto de Orihuela, aunque, al principio, parece que nada tienen que ver, el azar los acaba uniendo. Los abuelos de ambos sí están relacionados por una historia con más claros que oscuros que les lleva a descubrir los últimos años del poeta oriolano por excelencia, Miguel Hernández. El abuelo de Clara estuvo con él en la cárcel los últimos tiempos y sabe del dolor que sufrió el poeta, aunque no ha querido compartirlo con nadie hasta que la propia Clara ha tirado del ovillo. El abuelo de Víctor, por su parte, Aurelio, ya ha muerto y no goza de las simpatías del Sr. Castillo, el abuelo de Clara, recién operado y convaleciente.

Víctor y Clara se alían para encontrar algo que parece una quimera, de lo que hablan los dos abuelos, el cuaderno de tapas negras en el que Miguel Hernández escribió sus últimos versos y que le fue requisado, a traición, por Aurelio, cuando murió en la cárcel de Alicante. Castillo ha vivido con la pena de saber que esos poemas están en malas manos y ahora, con Clara y Víctor implicados, parece que llega al final de la historia.

Aurelio Sánchez-Macías, el chino, arrastra un pasado lleno de contradicciones que le lega a su nieto en forma de memorias. Leemos, con el muchacho, una historia de amistad y de desconfianza. Aurelio fue amigo de Miguel Hernández, eran del mismo pueblo y quiso emularlo; pero la excelencia del poeta lo eclipsó. Con el estallido de la guerra, tan bien descrito en el libro, Aurelio supo estar del bando de los vencedores y no ayudó a su amigo, al contrario. Aurelio acabó medrando, amasando una gran fortuna y viviendo, en su interior, en una perpetua contradicción, entre la lealtad y la traición.

Clara y Víctor sufren con la historia de los abuelos y acaban medio enemistados, aunque, al final, puede más la juventud, la vida y se tienden la mano que no se tendieron los abuelos. El cuaderno de tapas negras de Miguel Hernández es el mismo en el que Aurelio escribe sus memorias y de donde el propio Miguel Hernández arrancó antes de morir las cuartillas escritas y le ofreció un poema al abuelo de Clara, “Ausencia de Aurora”.

Mala luna toma el título del verso hernandiano “Yo nací en mala hora” y sirve de contraste para Aurelio que, según piensa, él sí tuvo buena luna, pero no le sirvió de nada, aunque, en cualquier vida, hay momentos de luces y de sombras y Víctor acaba entendiendo que su abuelo es también digno de perdón y de cariño.

En la novela es interesante el tratamiento de los personajes. Por un lado, los dos abuelos, sobre todo Aurelio, un personaje redondo, torturado por su pasado, que no somos capaces de juzgar. Clara y Víctor son los dos adolescentes, que conectan con los lectores, llenos de vida, de proyectos, pero también de pesares y contradicciones. Víctor es un joven hijo de padres separados, muy serio y metódico, que no acaba de encajar en ningún sitio. Clara es una chica alegre, bulliciosa, que adora a su abuelo. Y, sobre todo, Miguel Hernández, el poeta, que es descrito por unos y por otros. Su vida, la incomprensión que sufrió por parte de su padre, las frustraciones que tuvo que vivir en Madrid, su dolor en la guerra y esa fuerza que transmitía siempre a los que lo rodeaban. Miguel Hernández el llamado “poeta cabrero” es un tópico manido, porque si bien es cierto que fue pastor de cabras, no lo es menos que se nutrió de la mejor literatura y que fue un autodidacta. Por casualidad no surgen sus imágenes gongorinas en “Perito en lunas”, sin ir más lejos.

Destacan los últimos momentos en la cárcel. Sabemos que allí, en otro cuaderno que sí se conserva, escribió su “Romancero y cancionero de ausencias”, su testamento poético en donde se incluyen las “Nanas de la cebolla” dedicadas a su segundo hijo (el primero murió muy pequeño).

Mala luna, por fin, es un buen preámbulo para empezar a celebrar el Centenario de Miguel Hernández y para acercar esa figura, de una manera humana y real, a los jóvenes lectores de hoy en día que no tienen por qué no gustar de la buena poesía.

Rosa Huertas se documenta con rigor, muestra gran respeto por sus personajes, maneja con soltura los distintos registros del idioma y, en suma, nos transmite de forma vivaz y realista un fragmento de nuestra historia reciente.
Más:
– Entrevista a Rosa Huertas en SEHACESABER.org


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 12/31/2009 07:51:00 AM

Cielo abajo

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CIELO ABAJO,
DE FERNANDO MARÍAS, Anaya, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

“Cielo abajo” se publica en una colección destinada al público juvenil, la prestigiosa colección Espacio Abierto; no obstante, como hemos dicho ya muchas veces, no hay la menor frontera para la buena literatura y “Cielo abajo” es un relato estremecedor, lleno de sensibilidad, que arrebata al lector desde el principio. No en balde obtuvo el II Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil y el Premio Nacional de Literatura..
La novela presenta una trabajada estructura y un uso del narrador llamativo y muy sugerente. “Cielo abajo” está contada por dos narradores, uno, el actual, en primera persona que es una especie de testigo cómplice de lo que cuenta el que sería el narrador principal, Joaquín Dechén. Sin embargo, aún hay más. Joaquín Dechén, un anciano héroe de guerra, cuenta, por escrito sus peripecias y las encuaderna como si fueran un legado que, por un azar, lee el narrador actual que es quien, al fin, escribe toda la novela. Así, la historia transcurre de manera paralela, cada capítulo pertenece a una de las voces, con lo que ninguno de los dos cuenta qué le pasó de manera continuada, sino que nos lo ofrece en dosis, para que el lector asista, igual que el narrador actual, a lo que no es otra cosa que el testamento de Joaquín Dechén.
Joaquín narra su infancia dura ya que fue huérfano y cómo intercambió con otro compañero su identidad; así él, que se llamaba en realidad Javier Álvarez, pasó a ser Joaquín Dechén porque no aceptó el destino que le habían preparado en el orfanato: ser sacerdote y prefirió ser militar, que era lo que debía hacer el verdadero Joaquín. A partir de aquí vemos cómo conoce al Capitán Cortés, un aviador que le enseña todo lo que sabe y que lo infiltra en el Madrid de los primeros tiempos de la Guerra Civil. Así, Joaquín se convierte en un espía del bando nacional, aunque, poco a poco, su percepción va cambiando ya que vive en casa de Ramiro y Constanza, los que fueron amigos de Cortés y que ahora, por estupideces de la guerra, son sus enemigos. Joaquín vive continuas peripecias en el Madrid que resiste el avance nacional y es testigo de uno de los episodios más terribles de nuestra guerra, a la vez que se enamora de Constanza y promete cuidarla siempre. No podrá hacerlo, ya que la muerte lo impide, pero Joaquín siempre, de lejos o de cerca, va a estar en la vida de las siguientes Constanzas, la hija y la bisnieta de la primera. Es, por lo tanto, su texto, el libro que él quiere legarle a la última Constanza, una carta de amor, una confesión de sus miedos, un testimonio de su historia. Y no contamos más que el lector debe descubrir el resto.
“Cielo abajo” es un libro de amor y de sentimientos límite, puesto que sitúa a los personajes en momentos cruciales de su existencia y les permite escoger ser héroe o villano y Joaquín no es ni una cosa ni otra porque siempre estuvo dividido.
También, la novela es una crítica a todas las guerras y un homenaje a los que lucharon en ellas, en este caso en la Civil española. Un homenaje a todos esos seres anónimos que creyeron en un ideal y que aún siguen creyendo.
Es, por último, una historia de amistad, de lealtad, de problemas de conciencia, de destino aciago, de emociones a flor de piel.
El libro, por lo demás, se inicia con un episodio poco conocido de nuestra historia que dejará al lector intrigado y le demostrará, páginas más adelante, que, ante cualquier circunstancia, la piedad es mejor que la venganza.

El llanto de las palomas

el-llanto-de-las-palomasEl llanto de las palomas
De Carlos Puerto, Alzira, Algar, 2009, (Algar Joven, 40)

Anabel Sáiz Ripoll

Nora es una joven que está a punto de cumplir 18 años y que se encuentra en un momento de la vida especial. Se dedica a la danza, que la fascina y la estimula a partes iguales. Su madre es corresponsal deportiva y suele estar mucho fuera de casa, lo cual no le gusta a Nora que se siente medio abandonada y, más aún, no soporta a la pareja de su madre. El padre de Nora, por el que ella sentía adoración, hace años que murió y su recuerdo está presente en la chica continuamente.
La madre de Nora le ha prometido un regalo especial, pero lo que llega es un paquete extraño, que contiene una serie de folios manuscritos y que resulta ser el regalo de su abuela materna, Manuela Expósito, de la que Nora no había oído hablar en la vida. Manuela vive en París y les hace ofrenda de su biografía.
De esta manera, “El llanto de las palomas”, de Carlos Puerto, presenta dos líneas narrativas que se superponen y complementan y que aparecen muy bien diferenciadas gracias a la tipografía especial que se emplea para ello.
Nora empieza a leer lo que su abuela le cuenta y, sin dejar de hacer sus cosas de cada día, de estar con los amigos, de esforzarse para que la escojan como bailarina en un musical, va leyendo con creciente interés el legado de su abuela.
Manuela Expósito es una mujer, ya anciana, que vivió los años duros de la guerra civil y de la posguerra. Los vivió de una manera muy dramática puesto, y aquí entra la licencia de Carlos Puerto, ella es una de las trece rosas, las trece mujeres que fueron fusiladas por ningún motivo al final de la Guerra Civil. Manuela hubiera sido la rosa número catorce, pero, milagrosamente, se salvó y partió al exilio, en donde vivió los duros años de la deportación, de la humillación nazi, hasta que, finalmente, pudo llevar una vida digna. En París, después de ser abandonada por su pareja cuando supo que estaba embarazada, nació Berta, la madre de Nora, cuyo nombre forma parte de la palabra Libertad.
“El llanto de las palomas” es un relato emotivo y emocionante que nos ayuda, que ayuda a los jóvenes a entender, en primera persona, cómo fueron los años de la Guerra Civil, las represiones, las injusticias, el hambre y la miseria que pasaron tantas personas anónimas. No obstante, Carlos Puerto lo narra con sensibilidad, sin aspavientos, con claridad y sin concesiones al lenguaje, que, es en todo momento, impecable.
El libro se divide en 13 capítulos y nos permite asistir al proceso de maduración de Nora que, poco a poco, va creciendo y aprendiendo a separar lo importante de lo superfluo, como su pelo, que acaba cortando.
“El llanto de las palomas” nos ofrece una hermosa historia de comprensión y de relación entre distintas generaciones porque, al fin y al cabo, los ancianos de hoy fueron los jóvenes de ayer, como le ocurre a Manuela Expósito.
Un poema planea a lo largo del libro, protagonizado por palomas, que son las que dan título al libro, aparte de que aparecen en los sueños de la madre de Nora que sufre, como la abuela, la enfermedad de la narcolepsia.
Aparte, cabe señalar que Carlos Puerto se ha documentado exhaustivamente a la hora de hablar de la danza y del baile, ya que nos regala momentos de descripción realmente soberbios.
“El llanto de las palomas”, pese a ser un libro que se centra en el personaje femenino, puede gustar a todo tipo de lectores, no tenemos dudas; pero sobre todo a los que disfrutan con una historia intimista y que buscan responder a las preguntas del pasado.
Nora cumple 18 años y con ello no solo es mayor de edad civil, sino que también alcanza la mayoría de edad emocional.

La primavera no reía

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LA PRIMAVERA NO REÍA
De Mercedes Neuschäfer-Carlón, Ediciones Madú, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

De Mercedes Neuschäfer-Carlón se pueden decir muchas cosas (y buenas). De ella destacaría su inmensa humanidad que se plasma en todo lo que escribe. Es una persona amable, afable y muy interesada por el mundo y todo lo que le rodea. Asturiana de nacimiento, vive hoy en Alemania (de allí es su marido), aunque con frecuencia visita Madrid o Marbella, por ejemplo. Su vocación literaria va por el camino de la literatura infantil donde destacan obras como “Antonio en el país del silencio”, “Violín y guitarra”, “La acera rota”, “Tras los muros”, “Una fotografía mal hecha”, “En la guarida secreta”, “La cabaña abandonada” y “El yate blanco”.
Conocí a Mercedes gracias a “La acera rota”. “La acera rota” es un libro sin edad que recoge los recuerdos de Elena, la niña que también fue Mercedes, en los duros tiempos de la Guerra Civil. El libro que ahora reseñamos es su continuación, por lo tanto, no es tampoco un libro que tenga un lector determinado. Pienso, incluso, que requiere una lectura seria y profunda, la lectura de la experiencia porque lo que narra no es fácil, aunque lo cuente una niña de ojos puros. No obstante, también pueden leerlo los niños y jóvenes porque así se acercarán a un periodo de nuestra historia que fue tremendamente duro, en el cual, por mucho que se buscase, “la primavera no se reía”.
La novela está narrada en tercera persona, aunque da la impresión de que es la propia Elena la que nos lo cuenta todo. La reencontramos, tras “La acera rota” con 8 años y la dejamos, al acabar el libro, con 16. Son, pues, los años que cierran la infancia y entran en la adolescencia. Elena ha vivido la dureza de la guerra, aunque no se puede quejar porque tiene una familia que la arropa y no pasa hambre, pero la sensación gris de la época late en todo el relato. Sin embargo, no es un libro triste, en absoluto, es un libro limpio, de lectura diáfana y esperanzada. Nos cuenta, es verdad, la represión de los cuarenta, pero también los anhelos de unas personas, de unas gentes que luchaban por salir adelante. Nos habla de una época en que la magia del cine era importante, en que las relaciones se establecían poco a poco, en que las circunstancias eran distintas y, sin embargo, las ilusiones, los sueños y los amores eran los mismos que pueda sentir un joven hoy en día.
¿Hasta qué punto es una novela sin más? Sospechamos que tras Elena, como ocurría en “La acera rota”, sigue habiendo mucho de la propia autora, aunque animado por la mirada de la distancia, a veces de la nostalgia y siempre de la buena literatura. Es una novela fácil de leer, es cierto, pero no nos engañemos, porque tras su aparente facilidad hay un esfuerzo, precisamente, para ajustarse a los pensamientos de una niña, primero, y de una joven, después.
Bien es cierto que no es un momento de nuestra historia reciente que debamos echar de menos, pero, de alguna manera, todos podemos entender la vida que late tras “La primavera no reía”. Elena sigue viviendo en un pueblo de Asturias, va al colegio, no acaba de entender bien las diferencias de clases, quiere a sus padres, a sus hermanos y lucha por integrarse en su vida; pero de una manera noble, pura, esencial. Elena descubre que no todos somos iguales, y eso le da mucha pena, pero también encuentra grandes sentimientos como la amistad y, sobre todo, el amor. Así acaba el libro, con una puerta abierta a la esperanza. Aunque pueda parecer nostálgico no lo es, precisamente porque se cierra mirando al futuro y porque “para Elena la primavera empezaba a sonreír”.

MENSAJE CIFRADO

mensaje-cifradoMENSAJE CIFRADO,
DE MARTA ZAFRILLA,
SM, 2007

Anabel Sáiz Ripoll
Doctora en Filología

“Mensaje cifrado” fue Premio Gran Angular 2007. El premio, dotado con 100.000 euros, ha llegado a las 30ª edición y, en 2007, se presentaron 154 ejemplares. Marta Zafrilla (Murcia, 1982) es una jovencísima escritora que mantiene que “Al escribir no conviene perder de vista un detalle importante: que siempre hay alguien al otro lado, personas que están más allá de las páginas, pero que sienten tu voz y escuchan tu historia”.
“Mensaje cifrado” es una novela de intriga y de emoción protagonizada por un adolescente, Santiago, que es quien escribe la historia o recuerda los hechos que sucedieron y que aún no están cerrados del todo, porque pertenecen a un pasado muy cercano. “Mensaje cifrado” es, pues, una novela abierta que invita a que el lector supongo distintos finales.
A la muerte, de su abuelo, que se llama como él, Santiago recibe un legado extraño, el tablero de la oca del abuelo, un viejo tablero que ha pasado por mil batallas y del que el abuelo no quiso desprenderse jamás. Juntos pasaron tardes gloriosas jugando, tanto que Santiago, por su cumpleaños, decide hacerle un regalo especial: recoge toda la información sobre la Oca y, perplejo, comprueba, que entronca con el misterio de los Templarios y con el Camino de Santiago. Lo malo es que nunca se lo pudo leer al abuelo porque murió antes.
Junto al tablero de la oca hay un jeroglífico que Santiago interpreta poco a poco y le lleva a recorrer algunos de los escenarios del abuelo, que estuvo encarcelado durante la Guerra Civil en un pueblo del que ni quiere acordarse, pero al que su nieto vuelve buscando alguna explicación al enigma que le plantea su abuelo.
Santiago, cada vez más inquieto, no sabe con quién compartir sus pesquisas y lo hace con su amigo Ernesto, con el que lleva a cabo la aventura de su vida. En el cementerio de Canila, el pueblo de su padre, un panteón guarda un secreto asombroso del abuelo. Un secreto que no desvelamos, pero que conmociona a su nieto porque, empieza la novela, confesando que lo tiene debajo de su cama y acaba la historia volviendo a preguntarse qué hará con esos petates que esconden algo inquietante.
La novela se lee con creciente interés porque Santiago sabe motivar al lector e implicarlo en su propia peripecia. Destaca el cariño que este chico profesa a su abuelo y los deseos que tiene de respetar su memoria y su recuerdo, aparte de la frescura de sus comentarios e impresiones.
Su autora se siente muy feliz al haber ganado el Gran Angular y desea que sus lectores disfruten “con los enigmas, el misterio y los finales con sorpresa”.