Category Archives: Novel.la històrica

Donde aprenden a volar las gaviotas

Donde aprenden a volar las gaviotas,

Ana Alcolea,

 Madrid, Anaya, 2007, Espacio Abierto, 125.

Arturo es un joven de 15 años que vive en Zaragoza y que aspira a tener un verano normal, como los de siempre. No obstante, ha suspendido el inglés y sus padres deciden que, para que aprenda, nada mejor que sumergirlo en una familia que solo hable ese idioma. Así, envían a Arturo a Noruega, a la casa de unos amigos. Para Arturo, que ya de por sí, está viviendo una adolescencia complicada, este hecho supone un nuevo agravio. Por si fuera poco se llama Arturo y su hermana… Morgana. ¿Qué más excentricidades le depara la agudeza de sus padres?

Donde aprenden a volar las gaviotas, de Ana Alcolea, es un hermoso libro, escrito en primero persona que narra la historia de un gran amor, pero también es un viaje iniciático y un canto a la verdad de las palabras, que se enfrentan, demasiado a menudo desnudas, a la barbarie de la guerra.

Arturo vivirá en Noruega, junto con Erik, un verano distinto, que le permitirá contemplarse desde fuera y ver cuán ridículos son sus problemas comparados con los que tuvo que vivir la abuela de Erik, Elsa. La casa de Erik está situada en lo que un día fuera búnker. Así, excavando, descubren por casualidad, una caja metálica que les llevará descubrir no solo el secreto de la abuela, sino la belleza del paisaje de Noruega, de sus fiordos, de su naturaleza en estado puro.  Ana Alcolea, buena conocedora del país, se detiene en describirnos esos momentos mágicos que el lector, desconocedor de Noruega, agradece puesto que le permite vivir también en primera persona la historia de Arturo.

Donde aprenden a vivir las gaviotas hunde sus raíces en una memoria colectiva que para Elsa ya es desmemoria, puesto que está aquejada de demencia senil. Y es que los ojos de Elsa tuvieron que vivir la ocupación nazi en su tierra y fueron testigos en primera persona de la sinrazón que son las guerras. Enamorada de un oficial nazi, Elsa vivió de manera escindida ese amor, debatiéndose entre el deber y el deseo porque Elsa y toda su familia eran judíos. Muchos años después su nieto, Erik, y un amigo venido de la lejana España son quienes llegan al secreto y quienes aprenden a valorar el esfuerzo de Elsa quien, letra a letra, palabra a palabra, dejó anotada la peripecia de su vida. Son esas palabras las que le devuelven un poco lo que fue, su verdad, su memoria, su esencia porque, sin memoria, no somos nada.

Ana Alcolea escribe una novela llena de sorpresas, que divide en 29 capítulos. Arturo, como hemos dicho, es quien va desgranando ese verano especial, en el que no solo aprendió inglés, sino mucha más, ya que también se encontró con el primer amor, porque Donde aprenden a volar las gaviotas es, por supuesto, una crónica sentimental, no solo la de Elsa, sino también la de Arturo.

El título del relato contiene una clave simbólica importante porque las gaviotas reales, de las que se habla en uno de los capítulos, representan al ser humano, ya que, como comenta Brigita, la guía de Arturo y Erik por uno de los archipiélagos, noruegos, “La vida es aprender, estamos aquí para eso, como las gaviotas. Vivir es peligroso, es cierto”. Y es Elsa, con su testimonio escrito, quien permite a Arturo aprender a relativizar y a crecer.

La novela está muy bien construida y combina la aventura con el humor y el sentimiento. Una novela redonda, en una palabra.

La misteriosa fragua de Vulcano

 

La misteriosa fragua de Vulcano,

Jorge M. Juárez,

Bruño, Madrid, 2011, Paralelo Cero, 69

En una época tan convulsa y apasionante para el país como fue el periodo de Felipe IV y el conde-duque de Olivares se desarrolla la novela La misteriosa fragua de Vulcano, de Jorge M. Juárez. El autor tiene la habilidad de convertir en novela aquello que fue historia y viceversa, hacer historia de lo que solo está en la ficción. Así, logra un relato lleno de aventuras, de lances y de intrigas.

Esta primera novela del autor está cuajada de aspectos que merecen el comentario y nuestra atención. Para empezar, consigue crear en el lector una gran expectación que va aumentando conforme el relato avanza. La trama se inicia cuando el pintor Velázquez se dirige a Italia, acompañado de algunos de sus discípulos, entre ellos Juan Bautista Martínez del Mazo quien, con el tiempo, llegaría a ser un pintor reputado y el yerno del propio Velázquez, aunque ésta es ya otra historia. Viajan en una galera acompañados del gran Spínola, el héroe que logró pacificar Holanda. La travesía está al punto de fracasar por un abordaje que sufren y que los pone sobre aviso de ciertas maniobras pocos claras. Por si fuera poco, en España, el padre de Juan Bautista, herrero de profesión, es acusado ante el Santo Oficio por tener sueños premonitorios. De una manera rocambolesca consigue salir de la cárcel –el episodio está admirablemente resuelto- y acaba galopando, herido, hacia Italia para avisar a su hijo y al pintor de un complot que está al punto de acabar con la seguridad del país y la propia monarquía.

El lector irá, sin aliento, asistiendo a la resolución de distintos lances, aunque, pese a la rapidez del relato, el autor no deja de reposarse, en algún momento, para retratar a algunos personajes importantes, como el herrero o su mujer, que es una pieza indispensable para la resolución del conflicto. Por otro lado, hay una fina ironía a la hora de referirse a Felipe IV, más atento a sus veleidades que al gobierno. Baja, también, del pedestal a los grandes hombres, como a Velázquez a quien acusa de tacaño, aunque de una manera muy sutil. No menos importante es la figura de Diego Fernández de Córdoba.

La misteriosa fragua de Vulcano entremezcla, como hemos dicho, episodios reales con momentos de pura ficción, pero todos muy bien entrelazados. De alguna manera, la novela podría considerarse un viaje iniciático de Juan Bautista Martínez del Mazo, quien también tiene sueños premonitorios, y de sus compañeros, quienes, por su juventud, están formándose y creciendo gracias al sinfín de aventuras que vivirán y que pondrán en peligro sus vidas en más de una ocasión.

Finalmente, se desvela el porqué del título, La misteriosa fragua de Vulcano, en el último capítulo. En este momento, el lector disfrutará enormemente atando cabos y fijándose en la pintura para tratar de reconocer a los personajes reales, de carne y hueso.

La novela de Jorge M. Juarez, en suma, es un relato emocionante escrito por um buen conocedor de la historia que no busca solo aclarar algunos episodios, sino que quiere entrar, como diría Unamuno, en la “intrahistoria”, esto es, en los comportamientos de personajes anónimos que, son, en suma, quienes hacen la verdadera historia.

La misteriosa fragua de Vulcano se estructura en 41 capítulos y está escrita en 3ª persona narrativa por un autor omnisciente que disfruta enormemente con su trabajo. Abundan, no obstante, los diálogos y el léxico está muy ajustado a la época, así como la alimentación, la manera de vestir, la vida de los soldados, la rutina en alta mar y los usos un general. Es una obra muy documentada que no lo parece, ésa es su virtud, porque lo que domina es la intriga, la aventura, la lectura que nos deja sin aliento.

El faro de la mujer ausente

El faro de la mujer ausente,

David Fernández Sifres, Edelvives, 2011

Anabel Sáiz Ripoll

El faro de la mujer ausente, del escritor leonés David Fernández Sifres, XI Premio Alandar, es un relato lleno de registros y de aciertos literarios. En primera persona, Hugo, de 16 años, narra una historia del pasado que habría de conmoverlo y cambiarle la vida para siempre. Todo trascurrió en la localidad normanda de Bellemer donde Hugo pasó un verano más que distinto o emocionante, lleno de experiencias enriquecedoras que lo harán crecer y madurar. Y es que El faro de la mujer ausente es también el relato de un viaje iniciático que arranca con un Hugo escéptico, inseguro, y termina con otro chico, ni mejor ni peor, aunque sí más solidario y humano.
Hugo resultó ser el ganador de un curso intensivo de francés. De ahí que se trasladara solo, en avión, a París. Todo es nuevo para él, aunque sabe encajarlo bastante bien. Conoce a los que serán sus compañeros de grupo e, inicialmente, parece que todo va a ser normal. Hasta que un día, desoyendo las advertencias de un viejo pescador, se interna por un camino solitario y asiste a lo que él cree que es el asesinato de una mujer por un soldado. Una mujer quien desea entregarle un papel que aparece misteriosamente en sus bolsillos. Hugo sufre un desmayo y despierta en el hospital, atendido por una simpática enfermera. No obstante, ya nada será lo mismo. Poco a poco, con la ayuda de algunos de sus compañeros, Gabriella, sobre todo, va encontrando nuevas pistas que lo conmueven hasta lo más hondo y lo llevan al abismo porque Hugo, en más de una ocasión, cree que se ha vuelto loco.
El relato, por lo tanto, mezcla dos líneas narrativas. Por un lado, la actual, con el curso de francés y todas las actividades docentes y lúdicas. Por el otro, el episodio del asesinato que se remonta a la Segunda Guerra Mundial y que une al viejo farero, Bernard, con el pescador, la joven asesinada y un misterioso soldado alemán. Para solucionar ese episodio que aún no ha cicatrizado, Hugo y sus amigos tendrán que abrir aún más las heridas y removerlas hasta llegar al fondo y poder, así, cerrar un capítulo más de la guerra, uno de esos momentos que mezclan lo más sublime del ser humano con lo más abyecto, porque las situaciones límite, y una guerra lo es más que nada, ponen a prueba a las personas.
El faro de la mujer ausente es un relato antibelicista que clama contra todas las guerras y el dolor y la perdición que suponen para las buenas gentes que se ven abocadas a ellas sin haberlo pedito. En esta ocasión, se centra en el desembarco de Normandía, pero podemos aplicarlo a cualquier guerra. Dos de los compañeros de Hugo, uno alemán y otro inglés, que no cesan de criticarse mutuamente por esos orígenes, acaban, gracias a dos excombatientes de ambos bandos, aceptando que son más los puntos que los unen que los que los separan.
La novela también nos habla de sentimientos y alude a lo que podemos llamar el primer amor de Hugo, que no sería para toda la vida, no, pero que le dejó un poso importante. También lo enfrenta a la muerte, con el personaje entrañable de Klara. Y, sobre todo, permite que el lector reflexione sobre unos hechos que nunca debieron de haber ocurrido y que sembraron el dolor por doquier.
El faro de la mujer ausente recoge es una novela de amplios registros puesto que, siendo una novela histórica de base, contiene elementos de novela de misterio, con otros, como ya dijimos, de viaje iniciático y aún de novela sentimental. Todo forma un entramado narrativo muy sugerente. David Fernández Sifres maneja con destreza la descripción de sensaciones y sentimientos y emplea, para ello, imágenes y metáforas muy impactantes y con gran potencia emocional. En cuanto a la descripción de personajes logra introducirnos en la psicología de Hugo y, poco a poco, en la de los principales actores del relato. Muchos son personajes ancianos, lo cual es un ingrediente básico para la novela, porque son los ancianos quienes tienen la memoria de lo que ocurrió en la guerra.
La novela se divide en veintitrés capítulos y un epílogo y arranca de un presente, la muerte del viejo farero, que permite destapar todos los hechos que Hugo rescata para el lector, puros y frescos, como están grabados aún en su mente. Un relato, en suma, redondo, que gustará a los jóvenes, pero también a los adultos.

El último grito

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El último grito,
Concha López Narváez y María Salmerón,
Bruño, 2011, (Paralelo Cero, 71)

La Guerra de los 30 años está acabando, pero su paso ha sembrado de destrucción todas las tierras que tardarán mucho en recuperarse; pero no solo las tierras, sino las gentes. La muerte y desolación reina por doquier. Con este telón de fondo, Concha López Narváez y su hija María Salmerón escriben una historia de misterio, en la que la lucha por el poder y la ambición son las desencadenantes de la trama. “El último grito” es una novela que mantiene el ritmo narrativo en todo momento y que logra que el lector, desde la primera página, se sienta transportado a una época y a un ambiente que sin ser los suyos, le fascinan.
La historia se inicia de una manera directa y aborda la extraña situación de Otto von Rotsein quien, de alguna manera, sin estar muerto, parece que lo esté ya que despierta en la cripta de sus antepasados. Poco a poco, va acordándose de lo sucedido y, gracias a ello, el lector entiende cada uno de sus actos, aunque no los justifica. Por otro lado, en el castillo de los Rotsein, en Renania, cerca de Baviera, impera el luto, ya que se están celebrando las exequias del conde Maximilian, que, tras 10 años en la guerra, sin dar señales de vida, ha sido localizado, aunque muerto. Su esposa, su fiel esposa, lo vela y llora.
No obstante, no hay nada normal en semejante situación porque ni Maximilian está muerto ni el cadáver es el suyo. Y el misterio está servido. Las narradoras, en tercera persona, tejen una historia que presenta dos puntos de vista: el de Otto y el de Maximilian quien regresa, cansado, hambriento y desolado a su castillo y se encuentra con la sorpresa que supone su propio cadáver. De alguna manera, un nigromante, don Nathan de Praga, quien lleva muchos años en el castillo, ha logrado, a través de sus poderes especiales, de su magia negra, convencer a Otto de que suplante a su primo y, así, cuando resucite, lograr casarse con la viuda y, de paso, alcanzar poder y renombre, como el propio Nathan. No obstante, no contaba con la llegada del verdadero conde. Todo se precipita de una manera inexorable y, al final, el lector, horripilado, asiste a un desenlace funesto, terrible, aunque justo e implacable.
Concha López Narváez y María Salmerón, a través de 17 capítulos, van trazando las líneas maestras de una historia en la que todo tiene una explicación, aunque no lo parezca. Las descripciones que aparecen en “El último grito”, sobre todo, las que aluden a la evolución de Otto, tras su despertar entre los muertos, son realmente magníficas y también espeluznantes porque, como si de una carrera contrarreloj se tratara, leemos cómo Otto va recuperando, poco a poco, el pulso de la vida para, de golpe, perderlo todo. De ahí el título del relato, como el lector podrá comprobar.
En suma, “El último grito” es una novela apasionante donde los elementos psicológicos son imprescindibles, así como el juego temporal y las descripciones. No es una novela propiamente juvenil, desde el punto de vista de los personajes, sino una novela que gustará a los amantes del misterio, de la magia y de lo inexplicable.

La acera rota

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LA ACERA ROTA.

Mercedes Neuschäfer-Carlón,

Vigo, Ediciones Cardeñoso, 2011 

 

Desde hace mucho tiempo, a la escritora ovetense afincada a Alemania, Mercedes Neuschäfer-Carlón, sus lectores y lectoras le pedían poder leer una de sus obras clásicas La acera rota. Se trata de un libro que, desde su primera publicación en 1986, en Granica, la colección Moby Dick, ha vivido distintos avatares. Así, también apareció en Mondadori en 1990 y en Gea (Oviedo) en 1995. Ahora bien, era ya imposible poder adquirir un ejemplar del libro, puesto que sus ediciones estaban ya agotadas.

Por eso, recibimos con agrado la noticia de que, finalmente, la escritora se haya decidido a reeditar su libro en Ediciones Cardeñoso. El volumen, impreso de manera sobria y elegante, acaba de publicarse con el título La acera rota. Memoria de un comienzo. La escritora, además, ha querido incluir sola una ilustración, sacada de su primera edición y ha dejado para la contraportada la opinión de diversas autoridades en torno a este libro sin edad.

La acera rota  es un libro imprescindible para entender a los niños que vivieron la Guerra Civil española, ya que la protagonista, Elena, nos ofrece, de una manera pura e inocente, pero real y también crítica, todos los matices que la propia Mercedes vivió en Oviedo, en donde pasó la contienda con su familia.

            Elena era una niña feliz, que tenía una hermosa casa –acabada de estrenar- y que vivía rodeada de atenciones; pero que también sufría porque era una niña imaginativa que pensaba en el infierno y en la muerte y que, con 4 años, eso le suponía un tormento. Ella juega a no pisar las líneas que forman la acera (de ahí el título de la novela), pero esa acera se rompe con la Guerra Civil y Elena, con su familia, vive momentos angustiosos, aunque nos los explica de manera reposada, asombrada y, a veces, insegura, como lo haría una niña aún pequeña.

            La novela está contada en 3ª persona, pero se lee como si fuese la propia Elena quien nos explicara su infancia porque, como dice la autora: “Es la historia de Elena, que ya no soy yo, pero cuya memoria forma parte de mí”.

La novela se divide en diez partes subdivididas a su vez en diversos capítulos y en ellos se desgrana la vida diaria de Elena, una niña que se abre paso en la vida y que aprende a ver las diferencias,  que existen personas ricas y pobres,  que no se permiten todas las ideas,  que hay gente  mezquina e ignorante, que para ella la vida nunca volverá a ser igual.

 La peripecia se sitúa entre 1934 y 1939 en Oviedo y otros lugares de Asturias, entre los 4 y 10 años de Elenita. Elena escucha, observa y lo absorbe todo con la mirada abierta y curiosa de una niña. Es una niña que pertenece a la burguesía media y que ha de aprender a ceder, a perder, a cambiar. Con la guerra se rompe la primavera y se pierden las ilusiones.

            Mercedes Neuschäfer-Carlón no quiere que su recuerdo se tiña de nostalgia ni de tristeza; de ahí que acuda a la técnica narrativa de esconderse detrás de una niña, aunque, claro, no siempre la respeta y muchas veces es la propia Mercedes, ya madura, quien hace alguna observación; pero en ningún momento la novela pierde su frescura y su gracia. Son varios los aspectos que podríamos tratar de La acera rota, que, es por así decirlo una novela iniciática porque Elena, al acabar la novela, es mayor, no sólo en años, sino en experiencia vivida, en saber acumulado y, sin embargo, eso no impide que siga conservando su inocencia o, al menos, la parte más pura de su alma.

            La autora hace un análisis psicológico de los personajes realmente espléndido. Es una novela que tiene varias lecturas ya que, dependiendo de la edad del lector, se profundizará en unos aspectos o en otros. Con ello queremos decir, como ya lo hemos hecho en otras ocasiones, que solo existe una buena literatura, sin necesidad de añadir infantil o juvenil. Y La acera rota, aunque está protagonizada por una niña, es una lectura recomendable para todo tipo de lectores puesto que, por decirlo así, se trata de un clásico. Y los clásicos no tienen edad.

 

El diario de Miguel

El diario de Miguel,

José Luis Ferris, Oxford, 2010, (El árbol de  la lectura, 31)

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

En un año hernandiano por excelencia, José Luis Ferris nos ofrece un libro muy cuidado y emotivo: El diario de Miguel. Miguel Hernández, al que llamaron genial epígono de la Generación del 27, es uno de los poetas más queridos y admirados de la literatura española. Su vida y su obra rezuman verdad y compromiso. Por eso, hablar de Miguel Hernández supone siempre un reto porque es difícil apresar en unas páginas todo el torrente apasionado de la voz del poeta de Orihuela.

José Luis Ferris es un buen especialista en la obra del poeta. Tal vez por eso se ha atrevido a imaginar el que podría haber sido su diario, el diario de sus 13 años. No obstante, va más allá y trasvasa, de una manera metafórica, alegórica, incluso, las vivencias que tuvo el poeta de joven y adulto a su infancia.

En el Diario de Miguel asistimos a la peripecia de un niño que quiere ser poeta y que consigue ingresar en la Escuela de Poetas, en Madrid. Esta escuela no es otra, ni más ni menos, que la Residencia de Estudiantes. De este modo, Ferris relaciona, en un mismo tiempo y en una misma escuela, a los que fueron grandes poetas del momento, pero los sitúa también en su niñez. Así, Miguel estudia con otros niños más mayores como Federico, Dámaso o Vicente, los tres grandes poetas del 27. A todos ellos centra en su carácter y en su especial manera de ser, sobre todo se acerca a Vicente. Vicente Aleixandre fue de los pocos poetas que siempre ayudó a Miguel Hernández. De esta manera, Ferris imagina que Miguel y Vicente, de niños, compartieron habitación en la Residencia de Estudiantes. Entre los profesores están, por supuesto, don Antonio, Juan Ramón y don Ramón.

Una de las habilidades de José Luis Ferris es que no emplea los apellidos y es el lector quien tiene que darlos. Don Antonio es Antonio Machado, Juan Ramón es Juan Ramón Jiménez y don Ramón es Ramón Gómez de la Serna. Este procedimiento logra que el diario adquiera humanidad puesto que el niño Miguel lo escribe con sencillez, con total naturalidad.

En El diario de Miguel también se habla de la relación de Miguel Hernández con Pablo Neruda y del distanciamiento del que fuera su amigo, Ramón Sijé; aunque con la misma idea que preside el libro: Ramón es también niño y fallece siéndolo.

Por las páginas de este diario singular se asoman los poemas de Miguel, se asoma la esperanza que pudo haber sentido alguna vez, su difícil relación con el padre, el afecto por su madre y hermanos y tantos otros aspectos que conmueven al lector.

La tragedia llega también al relato con el inicio de la Guerra Civil que José Luis Ferris cuenta también de manera simbólica, como si Miguel hubiera vivido con los otros niños de la Residencia hasta que se quedó solo con Don Antonio y, por último, solo definitivamente. El resto de la historia, por desgracia, todos la conocemos.

El Diario de Miguel empieza un 20 de febrero y termina un 28 de marzo. No se indica el año, porque la historia no fue así, pero pudo haberlo sido. ¿Qué nos lo impide creer?

Sea como sea, el libro es una hermosa recreación literaria que ayudará a entender mejor la figura del poeta y a valorarla.

En el libro se incluye un prólogo, a manera de explicación y un apéndice con distintos documentos acerca de la vida y la obra de Miguel Hernández.

Recomendamos el libro a los jóvenes estudiantes del segundo ciclo de Educación Secundaria. Nos parece que es un libro vibrante, lleno de connotaciones literarias y, sobre todo, de emoción.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El retrato de Carlota

El retrato de Carlota,
de Ana Alcolea.
Madrid, Anaya, 2003,
Espacio Abierto, 104.
184 pp., 8.30 €.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

El retrato de Carlota de Ana Alcolea es una novela de misterio protagonizada por una joven, Carlota, que va a pasar unas vacaciones con su tía Ángela en Venecia. Ahora bien, la historia adquiere mayor emoción porque la tía Ángela es escritora y vive en un palacete remodelado a orillas del canal…”.

 

 

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Copo de Algodón

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COPO DE ALGODÓN,

María García Esperón,

México, Ediciones el Naranjo, 2010.

Il. Marcos Almada Rivero

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

Una niña escribe acerca de sus padres y de sus propios sentimientos. Una niña se admira de su tiempo. Una niña es testigo de la historia. Una niña observa cómo se comportan los que la rodean. Una niña presiente que algo en su vida está cambiando. El tema es universal y podemos encontrarlo en multitud de relatos que, con mayor o menor acierto, consiguen que el lector o la lectora se emocionen y sientan, como suyos, la peripecia de la protagonista. En este caso, María García Esperón, la autora de Copo de Algodón, su obra más reciente y la que estamos reseñando, logra todo eso y mucho más porque, con su prosa diáfana, cargada de resonancias, como una caracola de los tiempos, nos acerca a un episodio importante, trascendental, de nuestra historia, de la nuestra y de la de México, puesto que alude a los últimos tiempos de Moctezuma y a la llegada de los conquistadores quienes, con Hernán Cortés a la cabeza, no entendieron a la civilización azteca y la condenaron al silencio, en aras de una religión, de una cultura superior, de unos valores encomiables; pero, en el fondo, como en cualquier conquista, los motivos fueron económicos, en forma de oro.

 Lo bueno –y lo positivo- fue que desde España, los conquistadores, llevaron el idioma allá y, gracias a él, ahora nos podemos entender y podemos leer textos tan emocionantes como Copo de Algodón. Su autora, mexicana de nacimiento, permite que sea una niña, Copo de algodón, quien nos cuente qué ocurrió para que cada uno extraiga sus propias consecuencias. Es una novela que tiende puentes, que no toma partido, que muestra los aspectos más humanos y, por lo tanto, más endebles, de dos grandes figuras: Moctezuma y Hernán Cortés. Los dos, con sus errores y sus imperfecciones, se encuentran; los dos acaso se equivocaron y los dos han pasado a la historia tomados de la mano. ¡Quién se lo iba a decir! Gracias a Copo de Algodón se restañan heridas, se aprende a entender los distintos puntos y de vista y se descubre que, al fin y al cabo, como creían los aztecas, el tiempo y el espacio son uno y que, aunque nos empeñemos en enmendarle la plana, todo está fijado ya en la eterna lucha cósmica.

Copo de Algodón, Flor Blanca, Tecuixpo Ixtlaxóchitl, es la hija bienamada de Moctezuma, del Gran Tlatoani. Ella nos cuenta cómo nació, como fue recibida y cómo vivió los primeros años de la infancia, rodeada por los distintos ritos de la cultura azteca, amada por su nana, quien tuvo que ceder una hija al sacrificio ritual. Hay muchos aspectos que no logramos entender de la forma de comportarse de los aztecas, no comprendemos los sacrificios humanos; pero sí entendemos el sentimiento que tenían, el orgullo de ser ellos mismos, su conciencia de pertenecer a un pueblo importante, jamás domeñado. Y eso es lo que nos cuenta Copo de Algodón, pero añade tantas vivencias que sería imposible completar en estas líneas. Escribe acerca de las luchas intestinas, de los pulsos en torno al poder, de su matrimonio infantil con uno de sus tíos, Cuitláhuac, de la pena que sintió al morir su nana, de las dudas en torno al comportamiento de su padre, al que ama y, por lo tanto, no juzga, pero sí se atreve a pensar que fue un hombre cruel.

En el relato aprendemos muchos aspectos relacionados con el mundo azteca que, explicados desde el punto de vista de una niña, cobran mayor importancia, aparecen ante nosotros como recién nacidos, nuevos y siempre eternos. Copo es la voz que nos habla, que enlaza su tiempo con el nuestro porque, ya lo hemos dicho, son los dos uno. Copo es también la voz de otras mujeres por las que María García Esperón ha tomado partido, como Cleopatra Selene, en Querida Alejandría. Ambas ven cómo su manera de vivir sucumbe y ambas se esfuerzan por poner algo de orden en sus vidas y no perder ni sus orígenes ni sus afectos.

Copo de Algodón presenta una estructura muy trabajada, puesto que los capítulos son los días del mes azteca (cipactli, ehécatl, calli…). Recordemos que el año azteca tenía 18 meses. La autora, por otra parte, muestra un dominio impecable del náhuatl y, por supuesto, de todas las coordenadas históricas. Ahora bien, no se queda en la superficie sino que, como ya hemos leído en otros textos suyos, penetra en la psicología de los personajes y nos los muestra directamente, sin intermediarios. Nunca Moctezuma será más respetado que cuando manifiesta el amor por su hija. Nunca Hernán Cortés será más entendido que cuando abraza a Copo a la muerte de su padre. Los grandes héroes, para serlo, han de humanizarse, solo así llegarán al lector, en este caso al lector infantil; aunque pensamos que Copo de Algodón es una lectura sin edad que ayudará mucho a que todos entendamos qué pasó con la Gran Tenochtitlan.

Si duda, tras el libro, hay una gran documentación y un gran esfuerzo lingüístico, puesto que los datos son precisos, la alusión a los dioses aztecas exacta y la recreación de la vida en las Casas Nuevas, rigurosa; todo aderezado por la inocencia de una niña quien, poco a poco, va perdiendo ese velo propio de la niñez y va entendiendo las cosas de los adultos, no siempre claras, no siempre justas. Sea como sea, como iniciaba la nana sus relatos, “En un cierto tiempo, que ya nadie puede contar…” vivió, añadiríamos nosotros, una princesa que no tuvo el destino de las princesas de los cuentos, sino de las reales, de las de carne y hueso. A Copo de Algodón le cambiaron el nombre por el de Isabel, Isabel Moctezuma y, pese a la vida breve que vivió, fue lo suficientemente intensa como para que reclamemos a María que siga contándonos su historia. Necesitamos de nuevo que la voz de Copo se cuele en nuestras conciencias, medio larvadas,  y nos haga ver que, a menudo, como diría Azorín, “Vivir es ver volver”.

Por último, y no menos importante, hay que aludir a las ilustraciones de Marcos Almada Rivero quien, con trazo suave, en blancos, grises y negros, traza el paisaje sentimental de Copo de Algodón, la princesa que nació “en el día 2 viento, del año 5 conejo, en la gran ciudad de la laguna”.

 

 

 

 

 

Diario en un campo de barro

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DIARIO EN UN CAMPO DE BARRO,

Ricardo Gómez,

Zaragoza, Luis Vives, 2002

 Anabel Sáiz Ripoll 

Nushi es una adolescente que, tras haber pasado un año acogida por una familia española, vuelve a su país, la ex-Yugoslavia, diezmada por la guerra y empobrecida. Allá están la aguardan sus padres y un hermano. Viven en un campo de refugiados que lleva por nombre “Amanecer-4”. Nushi se da cuenta de que las cosas han cambiado, de que su padre ha envejecido y tiene miedo, de que su madre rehúye hablar del hermano mayor ausente y que su otro hermano se siente mal en su presencia. Hay muchos flecos emocionales que cerrar y Nushi, con paciencia, poco a poco, va entendiendo el puzzle de la vida de los suyos en ese año en el que ella no estuvo. Escribe en su diario todas sus experiencias, sus sensaciones, la vida cotidiana en el campo y, sobre todo, escribe acerca de las huellas de la guerra que, ha acabado, es cierto, pero que sigue en las pupilas de todas las personas, que no se atreven a empezar de nuevo, que lo han perdido todo o que, sencillamente, no saben qué hacer con sus vidas.

Nushi escribe el diario y también se cartea con su familia de acogida, a quienes agradece su cariño y a quienes recuerda en la distancia. Ese diario es, en definitiva, el propio libro, testigo de una época que, por desgracia, no ha pasado del todo.

Diario en un campo de barro es un relato hermoso, escrito con transparencia, que se sitúa en la retaguardia, allí donde todos sufren, allí donde todos son solidarios en lo poco que tienen. Reconstruye la vida cotidiana en un campo de refugiados, habla de las rutinas que se establecen, de las carencias, de los deseos de volver al pueblo, al hogar… aunque no quede nada de él.

Nushi, poco a poco, reconstruye qué fue de la vida de los suyos en ese año dramático, se acerca a su hermano, aprende a ponerse en su lugar y salen los dos fortalecidos y con nuevos recursos emocionales. Descubre, por último, qué ocurrió con su hermano mayor, muerto de una manera dramática, atroz. Entiende que sus padres sean sombras de lo que fueron y saca ánimos para animarles a empezar de nuevo. Todos deciden volver a su pueblo… y ésa ya será otra historia.

Ricardo Gómez desaparece como narrador y cede su lugar a Nushi quien, de manera muy realista, va componiendo ese diario, testigo mudo de la evolución de la chica quien va caminando hacia su madurez.

De alguna manera el libro es también el relato de un viaje iniciático puesto que la Nushi casi niña que empieza a escribir el diario no tiene mucho que ver con la Nushi casi adulta que lo termina. Se da cuenta de que ella, de alguna manera, ha de empujar a sus padres al cambio y lo hace con determinación y esperanza.

Diario en un campo de barro nos recuerda que en las guerras los que sufren con las personas anónimas, esas que sienten que su vida se tambalea y no entienden por qué y es que no hay ninguna explicación. Las guerras todos las pierden. Seguro.

El Cid

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

¿Qué tiene la figura del Cid que apasiona y emociona? ¿Acaso se debe a su humanidad, su condición social, a sus pleitos con Alfonso VI? El Cantar de Mio Cid nunca pasará de moda porque la épica, con sus vibrantes aportaciones toca lo más hondo del ser humano. No obstante, quizá, antes de empezar por el Cantar directamente hay otras maneras de acercarse a la figura y aprender a entenderla, después podremos paladear –jóvenes y adultos- con gusto la esencia del primer Cantar de Gesta español.
 
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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 6/29/2010 01:05:00 AM

 

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