Apariencias, Madeleine George,
Madrid, Editex, 2011, (Libros de Mochila)
Apariencias, de Madeleine George es un libro realista, a veces descarnado, que no disfraza los acontecimientos, sino que los enfrenta y los expone de una manera directa y, a menudo, demoledora. El título del relato, Apariencias, ya indica, de alguna manera que quiere huir de los estereotipos y que, como les ocurre a las protagonistas del relato, a menudo, por no decir casi siempre, la primera visión engaña. Se necesita observar muy de cerca y meditar despacio para hacerse cargo de lo que ocurre y de cómo son las personas y, aun así, nos podemos equivocar.
Las dos protagonistas de Apariencias son, en principio, dos chicas completamente antagónicas, condenadas, si nos dejamos guiar por los tópicos, a no entenderse, a ignorarse, incluso. Meghan Ball es una chica con una realidad difícil. Está llena de miedos, de angustias y de frustraciones. No sabe cómo canalizar esta ansiedad y acude a la comida. Solo comiendo, grandes cantidades de alimentos, nota que se apacigua su alma. Es una chica sin amigos que, pese a su corpulencia, pasa más bien desapercibida, aunque nadie le hurta los malos ratos ni las humillaciones. Meghan, además, es muy observadora y enseguida se ha dado cuenta de la presencia de una nueva alumna que acaba de llegar a clase: Aimee Zorn. Esta chica es lo opuesto a Meghan: apenas come y si lo hace, es de una manera simbólica. Aimee también arrastra un pasado emocionalmente difícil. Escribe unos poemas muy especiales y tiene problemas familiares. Las dos chicas se sienten solas y no encajan para nada en el ambiente escolar que les ha tocado vivir.
La autora, Madeleine George vive en Nueva York y, aparte de escribir, ha sido profesora de escritura y, en la actualidad, dirige un programa educativo en la prisión para mujeres de Manhattan. Demuestra conocer muy bien la realidad de un centro educativo medio, americano, puesto que las descripciones del ambiente, de la atmósfera escolar, de docentes y alumnos, son certeras e, insistimos, muy críticas. En este ambiente, en donde parece que solo pueden triunfar los que tienen éxito, los que son populares, Meghan y Aimee se sienten rechazadas y acosadas. Las situaciones que se describen son, en algún momento, duras y descarnadas. Las dos jóvenes acaban uniéndose por mera solidaridad y para consolidar su revancha. Las dos, como leemos al final, han inventado “una manera de ser invisibles”.
Apariencias está escrita en tercera persona y estructurada en 19 capítulos. Abundan las descripciones puesto que las dos protagonistas son muy observadoras y la autora ha querido dotar su relato con esta cualidad.
Es un libro destinado para lectores de 14 a 17 años, aunque pensamos que lo entenderán mejor los mayores, los de 4º de ESO e, incluso bachillerato. También es recomendable para los docentes ya que les ayudará a entender ciertas conductas que se pueden dar en las aulas (de cualquier lugar) y que, a veces, pasan bastante desapercibidas; aunque, por supuesto, tampoco vendría mal que lo leyeran los padres y madres.
Apariencias no es un libro alegre, en absoluto, pero sí que propicia una buena reflexión acerca de los comportamientos que pueden darse en los centros escolares, de acoso y de desprestigio, que tanto daño causan a quienes los padecen. Es, en suma, un relato que lucha contra los tópicos y las “falsas apariencias”.