Category Archives: Clàssic literari

Las aveturas de Tom Sawyer

Las aventuras de Tom Sawyer,

 un clásico lleno de humor, sin paternalismos

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

 

 

El norteamericano Samuel Langhorne Clemens (1835-1910) fue una persona genial, humorista y vital. Vivió en los años de la guerra de Secesión de los Estados Unidos. A lo largo de su vida ejerció los más diversos oficios o roles, como el de conferenciante, periodista y piloto naval, pero también fue vagabundo. Su seudónimo “Mark Twain” (¡marca dos!) viene de su experiencia como piloto naval, ya que es la expresión que se empleaba al medir la profundidad del agua con la sonda.

Buen conocedor de la orilla del Mississipi, cuando todavía era la frontera del Oeste americano, escogió ese rudo ambiente aldeano como telón de fondo para sus dos novelas, Las aventuras de Tom Sawyer y Huckleberry Finn.

Se trata de dos clásicos, en toda la extensión del término, ya que son dos novelas que han sido objeto de innumerables versiones, traducciones, así como adaptaciones al cine o al teatro. En la mente de todos está la figura de Tom, un niño travieso que prefiere vivir imaginativamente a hacer las cosas que se esperan de él. Así, en Las aventuras de Tom Sawyer se narran la vida y aventuras de Tom y Huck quienes realizan divertidas aventuras. Huckleberry Finn es la novela americana más larga de su tiempo. En ella Huck narra la aventura de su escapatoria por el río, en compañía de un esclavo fugitivo.

Tom vive con su tía Polly, una buena mujer que trata de enderezarlo, aunque él se pasa todo el día pensando qué travesura poder realizar. Y es que no hace falta irse a ningún punto extremo del planeta para vivir al límite, eso Tom lo sabe muy bien, puesto que él, sin moverse de su pequeño pueblo, es capaz de ser un bandolero o un indio e, incluso, un buscador de tesoros. Tom se enamora también de una niña, Becky, a quien idealiza en extremo y con quien vive más de una aventura. También tiene un hermanastro, Sid, quien se pasa el día espiándolo. Y, sobre todo, tiene un amigo, Huch Finn, que es un muchacho que vive solo, que no tiene casa ni familia, pero que se siente feliz. Juntos se lo pasan muy bien. No necesitan grandes cosas para disfrutar de la vida, con unas cuantas piedras, cuerdas o cosas de lo más insospechado organizan los escenarios de sus aventuras. Ahora bien, no todas las experiencias que viven son imaginarias, algunas resultan peligrosas y los ponen en situaciones realmente comprometidas. El indio Joe, el personaje siniestro de la obra, se encarga de ello.

Mark Twain escribe sin fórmulas paternalistas, dirigiéndose a todos los lectores, haciendo que lo que cuenta pueda leerse de forma fácil y resulte divertido, porque lo que le interesa al autor es conectar con el público y eso lo logra de sobras, a bese de su humor, de su ironía, de su crítica y de sus grandes dosis de imaginación. Mark Twain, no obstante, también describe un tiempo que ya se fue y una forma de vivir muy alejada de la nuestra, pero que, sin embargo, nos llega a resultar entrañable y, a la vez, fascinante.

Como ocurre con los grandes clásicos, estas nos novelas no fueron escritas inicialmente para los jóvenes, pero hoy son unas de las grandes novelas juveniles de todos los tiempos. Gracias a su lectura, jóvenes y adultos, se congraciarán con la buena literatura y disfrutarán de una de esas lecturas sin edad, que hermana a todos y que gusta por igual.

Hay muchas ediciones de Las aventuras de Tom Sawyer. En castellano, la editorial Anaya ofrece una buena traducción, en la colección “Tus libros”. No obstante, la muy reciente traducción al catalán (2010) a cargo de la también escritora Maria Antònia Oliver es una verdadera joya bibliográfica. Las dos novelas se presentan en un estuche, de manera sobria y rigurosa, ya que la traducción es impecable y logra recrear esos guiños que Mark Twain lanza al lector continuamente, en los que refleja su propia infancia. Aparte, las ilustraciones de Meritxell Ribas Puigamal, en blanco y negro, tratan de reproducir, no los aspectos más realistas, sino acaso aquellos más expresionistas y hacen que la edición, preparada por La Galera, sea doblemente valiosa.

La Galera también auspicia una adaptación de Las aventuras de Tom Sawyer, a cargo de Xosé A. Neira Cruz e ilustraciones de Javier Andrada, destinada a los lectores desde 8 años. Es, por así decirlo, una introducción infantil al clásico, en la colección Pequeños Universales (2008). No obstante, pese a la brevedad del texto, éste contiene todos los ingredientes de la historia y permite que los niños vayan entrando en la atmósfera del relato original y, sin duda, sientan ganas, con el tiempo, de leer toda la novela.

Sea como sea, Las aventuras de Tom Sawyer nunca pasarán de moda, porque no es posible que pasen de moda ni la imaginación ni la fantasía ni la lealtad ni la valentía ni otras cualidades que hacen que el ser humano pueda sentirse orgulloso de su condición, aunque, cierto es, el mundo adulto que describe Mark Twain es, a menudo, absurdo y poco razonable. No obstante, la infancia queda a salvo y es el espejo en el que todos los lectores nos miraremos.

Platero y yo

En la Navidad de 1914, ediciones de La Lectura, de Madrid, publicó en la colección Juventud Platero y yo, de Juan Ramón Jiménez. No se trata de un libro estrictamente infantil, aunque los niños se lo han apropiado, como tantos otros clásicos. El propio autor afirmaba que los niños podían leer de todo, con las consabidas excepciones y añade, en la advertencia que incluye en su edición de Platero y yo, sabedor de que su lectura se orientaba hacia el público infantil: “… no le quito ni le pongo una coma”.

Juan Ramón Jiménez

Juan Ramón Jiménez

 

Juan Ramón Jiménez suele calificarse como un poeta difícil, pero de fina sensibilidad. Destinaba sus obras “a la inmensa minoría” y buscaba siempre la perfección. El poeta andaluz fue galardonado en 1954 con el Premio Nobel de Literatura, como escritor “soñador e idealista”.

Para Juan Ramón, que fue un aristócrata del verso, el arte es algo selecto que ha de orientarse a la perfección, la cual se logra, no con artificios, sino empleando palabras sencillas y naturales. El poeta fue un artista exigente consigo mismo y con los demás.

Este andaluz universal, tuvo una salud delicada, presidida por distintas crisis espirituales. Sus inicios pueden calificarse de modernistas, aunque no con un Modernismo rutilante, sino con ese otro Modernismo más íntimo y sobrio, muy en la línea de Bécquer. Precisamente a esta primera etapa corresponde el libro que hoy estamos recomendando

Platero y yo, subtitulado “Elegía andaluza”, puede calificarse de poema en prosa, ya que contiene un ritmo y una candencia que así lo atestiguan. Se trata de un libro traducido y publicado en varios idiomas. Es un texto que ha sido muy empleado en los colegios de este país para introducir a los niños en la lectura. Los que ya tenemos unos años, aprendimos, en las páginas de lecturas escolares, a amar a este borriquillo suave como el algodón.

La obra, organizada en 138 breves capítulos, mantiene un breve esquema argumental, la amistad del poeta con el borriquillo de Moguer. No obstante, es mucho más que eso, porque, gracias a estos cuadros poéticos, el poeta refleja sus propias vivencias, su mundo íntimo, tan delicado y profundo, sus anhelos, sus pesares. Juan Ramón llena de poesía cualquier elemento y nos ofrece un retablo poético lleno de ternura, melancolía y nostalgia. No es un libro alegre Platero y yo, sino que es un texto reflexivo, sobrio, cuajado de añoranza. No obstante, la presencia del borriquillo ha hecho que se destine a los más pequeños. No nos parece mal, no obstante, ha de haber un adulto cerca para orientarlo, para hacerle entender algunas escenas, para ayudarlo a adentrarse en el mundo en donde la vida y la muerte van de la mano, porque Platero muere y eso hace que el delicado entramado que ha tejido el poeta sufra un hondo revés.

 Cabe añadir una particularidad conocida de todos y es que Juan Ramón no empleaba la letra “g” cuando se refiere al sonido “j”. Conviene explicárselo a los niños antes de iniciar la lectura.

Hay muchas ediciones del texto. No obstante, la de la Editorial Juventud, publicada en este mismo año 2010, se muestra respetuosa con el original, no adapta el texto y no pone intermediarios entre Juan Ramón Jiménez y los lectores. Añade, eso sí, el matiz importante de las ilustraciones, a cargo de Jordi Solano, quien, en blanco y negro, con tonos grises, va reproduciendo ese clima evanescente que describe Juan Ramón Jiménez. Gracias a Platero y yo penetramos en el ambiente sereno de un pueblo marinero, lleno de luz, de colores. Por lo tanto, Jordi Solano hace bien en no cargar sus ilustraciones, ya que las palabras de Juan Ramón están suficientemente coloridas para que el lector imagine el escenario o lo intuya. Interesa destacar también la reproducción que hace el poeta del habla andaluza, con su especial cadencia.

Platero y yo, en suma, es un libro que contiene historias sencillas, historias cotidianas de Moguer. Juan Ramón, con una especial mirada, convierte los aspectos cotidianos en trascendentes. La metáfora y la poesía hacen de este texto un auténtico festín para la sensibilidad.

Los Viajes de Gulliver

Por Anabel Sáiz Ripoll.

¿Quién dice qué han de leer los jóvenes o por qué? ¿Acaso se puede vetar la libertad lectora? Muchos de los considerados clásicos juveniles fueron escritos para los adultos, pero, por diversos motivos, han pasado a formar parte de la cultura juvenil. Es el caso de Los Viajes de Gulliver. Su autor, Jonathan Swift (Dublín, 1667), dado su carácter, no pensó en los lectores jóvenes al escribir su acerada obra, sino más bien pretendió fustigar la sociedad en la que vivió y poner en evidencia sus defectos. Swift publicaba bajo seudónimo para poder recrearse más en la crítica. Persona destacada en la literatura y política de su tiempo, de gran capacidad intelectual y pluma afilada, fue sacerdote anglicano y, a partir de 1713, ejerció como Deán de la catedral de St. Patrick, en Dublín. Sus capacidades mentales fueron mermando en sus últimos y se le incapacitó en 1742, pocos años antes de su muerte…

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Publicado por Blogger para El Blog de Pizca de Papel el 11/04/2010 12:48:00 PM

Don Quijote de la Mancha

Por Anabel Sáiz Ripoll.

Don Quijote de la Mancha es uno de los libros sobre los que más se ha escrito. Se trata de la obra maestra de Cervantes y, en definitiva, es también la primera obra maestra de la literatura universal moderna. Cervantes tiene 57 años cuando apareció la primera parte en 1605. Llevaba 20 años sin publicar (desde La Galatea). Su publicación causa interés y envidia. El público acoge bien la obra. Así, en 1605 se sucedes 6 ediciones, impresas por Juan de la Cuesta y editadas por el librero Francisco de Robles. En 1612 se traduce al inglés y en 1614 al francés…

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 9/26/2010 01:51:00 PM

El Lazarillo de Tormes

 

Por Anabel Sáiz Ripoll.

“El Lazarillo de Tormes es un texto que nunca defrauda a sus lectores ya que, dependiendo de la edad, se descubren o aprecian distintos aspectos. Es, por así decirlo, un relato que nos acompaña a lo largo de la vida y que crece conforme lo hacemos nosotros. El Lazarillo de Tormes es la primera novela picaresca y surge a partir de una actitud inconformista con la literatura del momento. Por eso aparece como anónima porque el autor prefiere no darse a conocer, aunque la Dra. Navarro Durán, tras distintas investigaciones, llega a la conclusión de que el autor fue Alfonso de Valdés. Sin duda, se trató de una persona culta, conocedora del arte literario…”.

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 8/31/2010 01:02:00 AM

La Isla del Tesoro

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¿Quién no conoce el relato La isla del Tesoro? Leyéndolo se tiene la sensación de atrapar el tiempo y de que no existen las edades lectoras porque todos, niños, jóvenes y mayores, se sienten, nos sentimos atrapados, por la historia de Jim Hawkins, un joven tímido que, de una manera casual, se ve implicado en la más fascinante aventura que un niño pueda protagonizar, la aventura que lo llevará desde su Inglaterra natal a la Isla del Esqueleto, en donde se esconde el tesoro del mítico pirata Flint.

Gracias a La isla del Tesoro generaciones de lectores aprendieron a emocionarse, a sentir como suyas las aventuras de los personajes de papel porque Robert L. Stevenson tiene la cualidad de hacer que sus personajes se conviertan, por así decirlo, en seres de carne y hueso, de un realismo y una presencia mucho más evidentes que algunas personas físicas que parecen dejar pasar la vida y no tomar partido por nada.

Gracias a La isla del Tesoro se crearon las historias de piratas, ya que tiene todos los ingredientes para ser considerada de este género (el tesoro, los piratas, las intrigas, la isla, el plano…), pero, como ya se ha dicho, añade otros muchos ingredientes que permiten que, mientras otras novelas e, incluso, películas, de piratas, corsarios o bucaneros, se olviden, La isla del Tesoro cobre nuevos bríos lectura tras lectura.

Jim Hawkins, a bordo de La Hispaniola, vive una peripecia singular que le permite crecer, madurar, hacerse hombre; ya que, para él, toda la aventura, es un viaje iniciático que realiza acompañado de otros personajes tan emblemáticos como el mítico John Silver quien, de alguna manera, ejerce el papel del padre que, por desgracia, Jim ya no tiene, aunque no es el único, puesto que el Doctor Livesey, con sus comentarios y sus consejos equilibrados, se convierte en un ejemplo de conducta para el joven.

Son muchas las ediciones que podemos leer de este clásico juvenil atemporal, aunque quizá la de Anaya Tus Libros sea una de las más conocidas y completas por la distinta información que aporta del autor, del libro y de otros particulares que, sin duda, hacen de la lectura de La isla del Tesoro un placer. No obstante, queremos comentar la adaptación teatral de la novela, tarea nada fácil, que han realizado Rafael Contreras y Ramón Moreno, en Algar. Se trata de una adaptación que recoge toda la esencia del relato original y que permite que los personajes cobren protagonismo gracias a los diálogos que sustentan la obra. Es una pieza, dividida en ocho escenas, que pone sobre el escenario la peripecia de Jim y del resto de personajes. El humor preside muchos de los juramentos de los piratas ya que la adaptación parte de la base de que los jóvenes pueden ser los principales receptores y, acaso, sus intérpretes, puesto que La isla del Tesoro, en adaptación teatral, es una buena manera de acercar del teatro a las aulas o a los centros de ocio y permitir, de paso, que, gracias a su representación, se siembre la curiosidad tanto en el actor como en el público y que quieran leer la novela, en su versión original.

Sea como sea, gracias a este texto –en prosa o en teatro- nos introducimos en una aventura clásica, en el más puro sentido del término; aprendemos a evolucionar, como Jim, y a comprender que, en la vida, los comportamientos humanos son difíciles de juzgar porque no hay nadie que sea solo bueno o solo malo, como le sucede a Silver, porque la codicia suele acarrear malas consecuencias, entre otros ejemplos. Y, sin duda, no edulcora la realidad puesto que alude también a la muerte y es el propio Jim quien, en defensa propia, protagoniza este incidente.

No hacen falta excusas para releer La isla del Tesoro ni pretextos para no leerla nunca porque… quién es capaz de resistirse a escuchar la aventura de Jim y de descubrir qué hay detrás de la canción de un aparente borracho sin más, quien entona (y esa letra se quedará grabada en nuestras mentes): “Quince hombres en el cofre del muerto, Ron, ron, ron, la botella de ron”.

 

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El príncipe que todo lo aprendió en los libros

Jacinto Benavente, Barcelona, Juventud, 2010

 

Anabel Sáiz Ripoll

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es, en principio, una comedia amable, escrita por Jacinto Benavente y destinada a los niños; no obstante, si leemos en profundidad el texto y tratamos de extraer conclusiones veremos que su autor no solo escribe un texto fácil y ligero, sino que va mucho más allá. El Príncipe es un soñador que ha leído muchos cuentos de hadas y que cree en los sueños; por eso, su padre, el Rey, lo envía, con su preceptor y un sirviente, a conocer el mundo y a que se dé cuenta de que “no todo está en los libros”. En este viaje iniciático, el Príncipe se encuentra con otros personajes que interpreta al estilo de los cuentos de hadas, así piensa que la Vieja es un hada encantada y que el rico es un ogro de verdad y no se equivoca demasiado, porque la Vieja lo salva de morir a manos de unos ladrones y el rico se ha convertido en tal a costa de extorsionar a las pobres gentes. El Príncipe, en este periplo, además, encuentra el amor, en la hija segunda de otro rey, que está deseando casar a sus tres hijas, las cuales son algo excéntricas; pero, de todas ellas, la segunda –y no la pequeña como ocurre en los cuentos- es la que tiene mejor corazón.

El Príncipe demuestra ser un muchacho de fortaleza, de buen ánimo y de alma transparente que ve recompensados sus sueños y que cuando su padre, el Rey,  al final de la pieza le pregunta si ya está desengañado y si ha aprendido que “la vida no es un cuento de hadas”, le contesta. “No, al contrario. Vi realizados todos mis sueños, porque creía en ellos”. El Príncipe nos da una lección al afirmar que, para que los sueños se cumplan, hay que creer primero en ellos y que la imaginación y el mundo de la magia no han de estar reñidos con la vida cotidiana.

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es un texto teatral, por tanto, está concebido con los aspectos formales del género; no obstante, puede, o bien realizarse una lectura dramatizada (pensamos en un grupo de niños que quieran organizar esta función) o bien puede leerse individualmente, ya que los personajes y las acotaciones están muy bien trazados y es muy fácil entender la trama e imaginarse cómo son los distintos actores. Aparte del Príncipe y de la Vieja, la figura de Tonino, el sirviente, muy cercana al pícaro, da un matiz divertido a la obra.

Cabe añadir que Jacinto Benavente (Madrid, 1866), Premio Nobel de Literatura en 1922, ocupó durante muchos años, con sus obras, los teatros españoles y que supo retratar, de manera irónica, a la sociedad española, aunque no solo escribió comedia, sino también algún drama, como La Malquerida y una farsa, Los intereses creados, que es, sin duda, su mejor pieza.

La edición preparada por Juventud está ilustrada por Zuzanna Celej con unas imágenes, en blanco y negro, que retratan muy bien la psicología de los personajes y entroncan con los cuentos de hadas. Sin duda, los lectores niños que se acerquen a este libro, reconocerán estereotipos de los cuentos tradicionales, pero quizá sean los lectores más adultos quienes sepan interpretar sus significados. Sea como sea, nos parece un acierto que se haya reeditado este clásico que, sin duda, cobra vigencia en un mundo que, más que nunca, está necesitado de sueños, ilusiones y proyectos. Hacen falta muchos Príncipes que crean en sí mismos para sacar adelante nuestra sociedad.

 

El Conde Lucanor

Por Anabel Sáiz Ripoll

“¿Por qué volver a El Conde Lucanor?, ¿hay algo nuevo que nos pueda aportar o es un texto aburrido, lleno de consejos antiguos, sin aplicación actual? ¿A nuestros jóvenes les pueden interesar los consejos del ayo Patronio? Por supuesto que sí y no solamente les pueden interesar, sino que pueden extraer sus propias conclusiones acerca de algunos comportamientos humanos…”.

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 7/15/2010 12:12:00 AM

Tren de ida y vuelta: Miguel Hernández

Tren de ida y vuelta,
de Mariano Vara.
Alzira, Algar, 2010, (Algar Joven, 44).
232 pp., 10.50€.

 

Literatura Juvenil

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

“La poesía de Miguel Hernández es lo suficientemente rotunda, hermosa y potente como para necesitar ningún tipo de recomendación; ahora bien, este año, en que se celebra su centenario, nos puede servir para releerlo y, lo que es aún mejor, para descubrirlo ya que a Miguel Hernández cada día llega un lector nuevo, niño, joven o adulto, tanto da, su voz resuena y suena sincera y verdadera ante cualquier lector. El poeta de Orihuela, uno de los más humanos de nuestra poesía, sigue hablándonos de lo esencial, de la vida, el amor y la muerte…”.

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 7/02/2010 08:07:00 AM

El Cid

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

¿Qué tiene la figura del Cid que apasiona y emociona? ¿Acaso se debe a su humanidad, su condición social, a sus pleitos con Alfonso VI? El Cantar de Mio Cid nunca pasará de moda porque la épica, con sus vibrantes aportaciones toca lo más hondo del ser humano. No obstante, quizá, antes de empezar por el Cantar directamente hay otras maneras de acercarse a la figura y aprender a entenderla, después podremos paladear –jóvenes y adultos- con gusto la esencia del primer Cantar de Gesta español.
 
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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 6/29/2010 01:05:00 AM

 

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