Category Archives: Teatre

La Isla del Tesoro

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¿Quién no conoce el relato La isla del Tesoro? Leyéndolo se tiene la sensación de atrapar el tiempo y de que no existen las edades lectoras porque todos, niños, jóvenes y mayores, se sienten, nos sentimos atrapados, por la historia de Jim Hawkins, un joven tímido que, de una manera casual, se ve implicado en la más fascinante aventura que un niño pueda protagonizar, la aventura que lo llevará desde su Inglaterra natal a la Isla del Esqueleto, en donde se esconde el tesoro del mítico pirata Flint.

Gracias a La isla del Tesoro generaciones de lectores aprendieron a emocionarse, a sentir como suyas las aventuras de los personajes de papel porque Robert L. Stevenson tiene la cualidad de hacer que sus personajes se conviertan, por así decirlo, en seres de carne y hueso, de un realismo y una presencia mucho más evidentes que algunas personas físicas que parecen dejar pasar la vida y no tomar partido por nada.

Gracias a La isla del Tesoro se crearon las historias de piratas, ya que tiene todos los ingredientes para ser considerada de este género (el tesoro, los piratas, las intrigas, la isla, el plano…), pero, como ya se ha dicho, añade otros muchos ingredientes que permiten que, mientras otras novelas e, incluso, películas, de piratas, corsarios o bucaneros, se olviden, La isla del Tesoro cobre nuevos bríos lectura tras lectura.

Jim Hawkins, a bordo de La Hispaniola, vive una peripecia singular que le permite crecer, madurar, hacerse hombre; ya que, para él, toda la aventura, es un viaje iniciático que realiza acompañado de otros personajes tan emblemáticos como el mítico John Silver quien, de alguna manera, ejerce el papel del padre que, por desgracia, Jim ya no tiene, aunque no es el único, puesto que el Doctor Livesey, con sus comentarios y sus consejos equilibrados, se convierte en un ejemplo de conducta para el joven.

Son muchas las ediciones que podemos leer de este clásico juvenil atemporal, aunque quizá la de Anaya Tus Libros sea una de las más conocidas y completas por la distinta información que aporta del autor, del libro y de otros particulares que, sin duda, hacen de la lectura de La isla del Tesoro un placer. No obstante, queremos comentar la adaptación teatral de la novela, tarea nada fácil, que han realizado Rafael Contreras y Ramón Moreno, en Algar. Se trata de una adaptación que recoge toda la esencia del relato original y que permite que los personajes cobren protagonismo gracias a los diálogos que sustentan la obra. Es una pieza, dividida en ocho escenas, que pone sobre el escenario la peripecia de Jim y del resto de personajes. El humor preside muchos de los juramentos de los piratas ya que la adaptación parte de la base de que los jóvenes pueden ser los principales receptores y, acaso, sus intérpretes, puesto que La isla del Tesoro, en adaptación teatral, es una buena manera de acercar del teatro a las aulas o a los centros de ocio y permitir, de paso, que, gracias a su representación, se siembre la curiosidad tanto en el actor como en el público y que quieran leer la novela, en su versión original.

Sea como sea, gracias a este texto –en prosa o en teatro- nos introducimos en una aventura clásica, en el más puro sentido del término; aprendemos a evolucionar, como Jim, y a comprender que, en la vida, los comportamientos humanos son difíciles de juzgar porque no hay nadie que sea solo bueno o solo malo, como le sucede a Silver, porque la codicia suele acarrear malas consecuencias, entre otros ejemplos. Y, sin duda, no edulcora la realidad puesto que alude también a la muerte y es el propio Jim quien, en defensa propia, protagoniza este incidente.

No hacen falta excusas para releer La isla del Tesoro ni pretextos para no leerla nunca porque… quién es capaz de resistirse a escuchar la aventura de Jim y de descubrir qué hay detrás de la canción de un aparente borracho sin más, quien entona (y esa letra se quedará grabada en nuestras mentes): “Quince hombres en el cofre del muerto, Ron, ron, ron, la botella de ron”.

 

Publicado en Culturamas

El príncipe que todo lo aprendió en los libros

Jacinto Benavente, Barcelona, Juventud, 2010

 

Anabel Sáiz Ripoll

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es, en principio, una comedia amable, escrita por Jacinto Benavente y destinada a los niños; no obstante, si leemos en profundidad el texto y tratamos de extraer conclusiones veremos que su autor no solo escribe un texto fácil y ligero, sino que va mucho más allá. El Príncipe es un soñador que ha leído muchos cuentos de hadas y que cree en los sueños; por eso, su padre, el Rey, lo envía, con su preceptor y un sirviente, a conocer el mundo y a que se dé cuenta de que “no todo está en los libros”. En este viaje iniciático, el Príncipe se encuentra con otros personajes que interpreta al estilo de los cuentos de hadas, así piensa que la Vieja es un hada encantada y que el rico es un ogro de verdad y no se equivoca demasiado, porque la Vieja lo salva de morir a manos de unos ladrones y el rico se ha convertido en tal a costa de extorsionar a las pobres gentes. El Príncipe, en este periplo, además, encuentra el amor, en la hija segunda de otro rey, que está deseando casar a sus tres hijas, las cuales son algo excéntricas; pero, de todas ellas, la segunda –y no la pequeña como ocurre en los cuentos- es la que tiene mejor corazón.

El Príncipe demuestra ser un muchacho de fortaleza, de buen ánimo y de alma transparente que ve recompensados sus sueños y que cuando su padre, el Rey,  al final de la pieza le pregunta si ya está desengañado y si ha aprendido que “la vida no es un cuento de hadas”, le contesta. “No, al contrario. Vi realizados todos mis sueños, porque creía en ellos”. El Príncipe nos da una lección al afirmar que, para que los sueños se cumplan, hay que creer primero en ellos y que la imaginación y el mundo de la magia no han de estar reñidos con la vida cotidiana.

El príncipe que todo lo aprendió en los libros es un texto teatral, por tanto, está concebido con los aspectos formales del género; no obstante, puede, o bien realizarse una lectura dramatizada (pensamos en un grupo de niños que quieran organizar esta función) o bien puede leerse individualmente, ya que los personajes y las acotaciones están muy bien trazados y es muy fácil entender la trama e imaginarse cómo son los distintos actores. Aparte del Príncipe y de la Vieja, la figura de Tonino, el sirviente, muy cercana al pícaro, da un matiz divertido a la obra.

Cabe añadir que Jacinto Benavente (Madrid, 1866), Premio Nobel de Literatura en 1922, ocupó durante muchos años, con sus obras, los teatros españoles y que supo retratar, de manera irónica, a la sociedad española, aunque no solo escribió comedia, sino también algún drama, como La Malquerida y una farsa, Los intereses creados, que es, sin duda, su mejor pieza.

La edición preparada por Juventud está ilustrada por Zuzanna Celej con unas imágenes, en blanco y negro, que retratan muy bien la psicología de los personajes y entroncan con los cuentos de hadas. Sin duda, los lectores niños que se acerquen a este libro, reconocerán estereotipos de los cuentos tradicionales, pero quizá sean los lectores más adultos quienes sepan interpretar sus significados. Sea como sea, nos parece un acierto que se haya reeditado este clásico que, sin duda, cobra vigencia en un mundo que, más que nunca, está necesitado de sueños, ilusiones y proyectos. Hacen falta muchos Príncipes que crean en sí mismos para sacar adelante nuestra sociedad.

 

Ana Frank, la niña que no pudo ser mujer

 

“La literatura biográfica cuenta con innumerables ejemplos que sería imposible enumerar. El diario personal puede considerarse un trasunto biográfico de quien lo escribe. Muchos títulos destinados al público infantil y juvenil están escritos en forma de diario o acuden, en algún momento, al diario para acercarnos más a los personajes y hacer que el lector se identifique con ellos. Algo así ocurre con Ana Frank, pero a diferencia del diario de ficción, inventado por un narrador, en el Diario de Ana es ella quien escribe, ella quien nos cuenta cómo vivieron la familia Frank y sus amigos los más de dos años que permanecieron en el escondite de la “casa de atrás”…

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 5/26/2010 02:33:00 AM

Totus Plautus (o casi)

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Totus Plautus (o casi)
Alzira, Algar, 2010

Los clásicos son esos libros que nos cuentan historias atemporales, puesto que siempre nos interesan ya que aluden a la entraña misma de lo humano, a nuestros sentimientos, pasiones, necesidades, dudas y miedos. Acercarse a los clásicos es acercarse a un buen amigo que siempre tendrá las palabras adecuadas para cada ocasión. Parece que la literatura clásica y la juvenil tengan que estar reñidas y nada es más falso puesto que ambas pueden darse la mano, acaso la literatura juvenil sirva para tender un puente necesario que llevará al adolescente o joven a disfrutar de los clásicos.
A menudo el problema está en cómo ofrecer la historia clásica si adaptada o en formato original. Muchas veces el idioma en el que fue escrita es un obstáculo para el lector actual ya que desconoce muchos de los giros idiomáticos y no tiene elementos del contexto para entender bien la historia. Se trata de acercárselo, de ofrecerle la historia de una manera nueva, sin desvirtuar la original, por supuesto, pero dándole la posibilidad de que entienda y disfrute de la lectura de la obra en sí.
José Antonio Martínez (Hellín, Albacete, 1956), profesor de Lengua y Literatura españolas, nos ofrece “Totus Plautus (o casi)”, editado por Algar recientemente en la colección Teatro de papel, que es una recopilación-adaptación de las mejores obras de Tito Maccio Plauto, el padre de la comedia teatral. Plauto no está lejos de nuestro mundo, en absoluto, y José Antonio Martínez así lo ha entendido al recrear sus momentos más significativos. Es una buena manera para que los jóvenes se acerquen, con la mirada limpia, a uno de los grandes clásicos del teatro latino.
En Plauto no sólo encontramos risa y chanza, sino que, a menudo, sus personajes reflexionan en voz alta y nos transmiten lecciones de vida que nos pueden ser muy útiles en este mundo nuestro tan convulso. Para que, por ejemplo, entendamos que, a veces, es verdad eso de que no hay nada nuevo bajo el sol, en la obra “Bacchides”, el padre y el esclavo preceptor se lamentan de la educación del momento, del poco respeto que tienen los jóvenes por sus mayores y del cambio de costumbres. ¿Nos suena, verdad?
La ironía, el gracejo, los juegos de palabras, los equívocos entre personajes son ingredientes que hacen que el teatro de Plauto sea inconfundible. En esta ocasión, José Martínez estructura la obra en torno a dos tramas, la “Aulularia” y “Amphitruo”, aunque también toma elementos de “Miles Gloriosus” y de “Casina” y otras obras. No obstante, encontramos partes de creación del profesor necesarias para unir unas escenas con otras e, incluso, hay mezcla de personajes y de caracteres. Las aportaciones personales siguen muy bien el espíritu de Plauto y tratan también de aludir a nuestros días. Ya en el prólogo podemos escuchar a Pseudolo que presenta la obra diciendo, por ejemplo: “En confianza, las modernas [comedias] que se estrenan ahora no les llegan [a las antiguas] ni a la suela de los zapatos. Nosotros en cuanto supimos que deseabais ver comedias de Plauto, como no sabíamos cuál ofreceros, decidimos preparar un surtido de lo más variado. Así que desterrad de vuestro espíritu las preocupaciones y olvidaos de las deudas, de los fracasos amorosos y de los problemas laborales, porque la representación va a comenzar”.
Cabe destacar la introducción a la obra en donde el profesor Martínez explica quién era Plauto y sus principales características. Es una herramienta útil para entender la obra en sí. En definitiva, “Totus Plautus (o casi)” pretende “que nuestros escolares estén lo más cerca posible del gran comediógrafo” y pensamos que lo consigue.
Las obras teatrales pierden con la lectura, puesto que, por sus características, necesitan otros elementos, el escenario, los actores; no obstante, son una buena introducción para sembrar la curiosidad y hacer futuros aficionados al teatro.
Así que, preparados para reírnos a carcajadas, con los personajes, ya arquetipos teatrales, del criado, el militar, el viejo avaro, los dioses intrigantes, la mujer joven, la alcahueta…