Monthly Archives: febrer 2010

Sibila

SIBILA,
de María García Esperón, México, Las Cuevas del Viento, 2007

Anabel Sáiz Ripoll

María García Esperón en “Sibila” teje una historia conmovedora en torno a uno de los personajes más enigmáticos y atractivos de la mitología clásica: Sibila de Cumas. Contaba el mito que en sus manos estaba el presente, el pasado y el futuro, gracias a los llamados “Libros sibilinos” que eran consultados por los magistrados romanos cuando había algún peligro. La autora mexicana habla de estos libros y apela a la otra parte de la leyenda, al momento en que Sibila acudió, ya anciana, a Roma para venderle a Tarquino el Soberbio nueve libros, pero el rey se negó a pagar el precio y la profetisa quemó tres y, posteriormente, otros tres; hasta que Tarquino aceptó a pagar el precio y se salvaron tres. María García Esperón recrea este momento al final del libro, cuando ya todas las cartas están sobre la mesa y conocemos el origen tanto de Sibila como de Tarquino puesto que la novelista, como suele hacer, permite que estos personajes del pasado cobren vida y se expliquen ante nosotros; es más, sospechamos que Sibila aún vive… y nos apiadamos de esta mujer que carga, ella sola, el peso del mundo sobre sus hombros.
Se cuenta de esta mujer que había nacido en Eritras y que el dios Apolo, enamorado de ella, quiso concederle un deseo. Sibila pidió vivir tantos años como granos de arena tenía en la mano, pero olvidó un detalle: no deseó ser eternamente joven; así que fue envejeciendo y éste es el drama que leemos en “Sibila”, el envejecimiento de una mujer que ya solo es memoria y que vive, como si fuera una raíz, atormentada por todos sus recuerdos. ¿Cómo se puede vivir con un peso tan grande? Esto se pregunta Cinna Orsini, un conde muy aficionado a la cultura y civilización etruscas que vive –y muere- solo para conocer el secreto de este pueblo; tanto es así que a su única hija le puso el nombre de Sibila. El “Conte” sabe el secreto de la Sibila cumana; es más, la acoge dentro de un sepulcro etrusco en su propia casa. Su hija, de alguna manera, ha heredado ese don de la memoria y desea ser el receptáculo de la vieja Sibila y sacrificarse para que, al fin, descanse. ¿Puede clonarse el alma? Es lo que María García Esperón se pregunta y lo que trata de responder John F. Wise, un especialista en nanología que acaba de romper su matrimonio, precisamente, por sus experimentos en el terreno de la clonación.
Estos elementos y algunos más son los ingredientes de los que se nutre esta novela, pero aún hay algo que la hace más apasionante y es su estructura, basada en los veintiún arcanos del Tarot de Marsella. La autora no deja nada al azar, aunque sí permite que sus personajes duden y evoluciones. Nos interesa mucho destacar el papel de Serena, la antigua y joven esposa del científica, una chica llena de escrúpulos morales, radical en sus ideas que no duda en perseguir al que fuera su marido y en denunciarlo, incluso. Por otro lado, el profesor de filosofía , Hermann Seller, juega un papel secundario, sí, pero relevante en la transformación de Wise; aunque, sin duda, los personajes más atractivos son las dos Sibilas, la actual, la joven que entra en coma, acuciada por el aluvión de recuerdos y que, contrariamente a lo que pedía la vieja profetisa, desea vivir y, por supuesto, la cumana, que tuvo que vivir siempre exiliada, con el peso de su inmortalidad a cuestas y con el dolor del mundo en su alma. Se dice de ella, incluso, que fue tan longeva que el propio emperador Claudió acudió a ella “cuando ya era muy vieja y estaba colgada en una jaula, reducida al tamaño de un pájaro o de una cigarra, abrumada por su memoria…”. ¡Qué tragedia más grande la de Sibila! Cuidado con lo que deseemos porque, como le pasó a ella, los dioses nos lo pueden conceder.
En “Sibila” se funden las más modernas técnicas y teorías en torno a la genética con el pasado. Se habla de la posibilidad de lograr la inmortalidad a partir de un cuerpo clonado y con la implantación de un chip de memoria; aunque el tiempo y el recuerdo también pueden recuperarse, nos cuenta María García Esperón, gracias a los restos arqueológicos que son como libros que se pueden leer si se tienen las herramientas adecuadas.
En definitiva, “Sibila” es una novela atemporal, que busca el misterio del tiempo, de la memoria, del recuerdo, del alma humana porque, al fin y al cabo, como leemos en la novela, “Navegamos como embarcaciones sin rumbo sobre un mar de reflejos cambiantes, de talantes contradictorios. Ese mar nos contamina con su vaivén y nos marea, confundiendo nuestras decisiones y haciéndonos inconstantes”.

sibila

Clásicos contados a los niños

CLÁSICOS CONTADOS A LOS NIÑOS,
En versión de la Dra. Rosa Navarro,
Col. ‘Clásicos contados a los niños’, Edebé.

A partir de 6 años, Clásicos
Por Anabel Sáiz Ripoll, especialista en Lit. Infantil y Juvenil

-“El Quijote” contado a los niños, Edebé, 2005.
-“Tirante el blanco” contado a los niños, Edebé, 2005.
-“Platero y yo” de Juan Ramón Jiménez contado a los niños, Edebé, 2006.
-“El Lazarillo” contado a los niños, Edebé, 2006.
-“El Cid” contado a los niños, Edebé, 2007.
-“La Odisea” contada a los niños, Edebé, 2007.
-“Leyendas” de Bécquer contadas a los niños, Edebé, 2008.
-“Novelas ejemplares” de Miguel de Cervantes contadas a los niños, Edebé, 2008.
-“La Eneida contada a los niños”, Edebé, 2009.

Rosa Navarro, la adaptadora de los textos que comentamos hoy, sostiene un par de argumentos para defender a los clásicos: el primero “es que nuestros clásicos son un auténtico tesoro heredado, son un legado cultural…” y el segundo es que “…nuestra indiferencia hacia su patrimonio, nuestro desconocimiento de los clásicos no sólo nos priva de gozar de ese tesoro, sino también de compartir nuestro mundo de referencia” [1].
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Rosa Navarro Durán (Figueres, Girona, 1947), es filóloga y catedrática de Literatura Española en la Universidad de Barcelona. Su nombre nos es familiar a todos los filólogos que, gracias a su magisterio, hemos aprendido a comentar textos literarios. Como investigadora ha revolucionado la literatura española con la afirmación de que Alfonso de Valdés es el autor de El Lazarillo de Tormes. Entre sus ediciones de texto se pueden destacar las “Novelas Ejemplares”, de Miguel de Cervantes, “Cervantes”, “Escenas Cervantinas”. Rosa Navarro es especialista en literatura del Siglo de Oro y ha editado un sinfín de obras de esta época, aunque también ha escrito poemas y, por supuesto, aquí la citamos por la adaptación que está haciendo de un buen número de clásicos universales, la mayoría de ellos en lengua española. Así, ha adaptado para estudiantes distintas obras como el “Cantar de Mio Cid”, “El libro de Buen Amor” y “Don Quijote de la Mancha”. Destaca un libro suyo dentro del tema que nos ocupa titulado “¿Por qué hay que leer a los clásicos” (1996) y otro más titulado “¿Cómo leer un poema?”. Rosa Navarro, pues, es una gran defensora de los autores clásicos, por lo tanto poco sospechosa de desvirtuarlos a la hora de hacer las adaptaciones.

Rosa Navarro explica que “Yo hablo a los niños con un lenguaje normal, evitando sólo las palabras difíciles y la sintaxis compleja” y añade: “La verdad es que juego con ventaja porque me conozco muy bien los libros que adapto”. La filóloga entiende el libro en su unidad y trata de ofrecernos “la visión conjunta que de él tengo en la cabeza”. Empezó adaptando para Edebé Don Quijote de la Mancha en su 500 aniversario y ha seguido con un buen número de títulos, la mayoría propuestos por ella misma, que han tenido, y tienen, un indudable éxito entre los niños.

Si empezamos a comentar las características esenciales de las adaptaciones de Rosa Navarro diremos que son el rigor y la seriedad, que no están reñidas con la buena literatura, como así lo demuestra como bien dice: “…me gustan tanto (se refiere a las obras que adapta) que quiere que los niños disfruten como yo con ellas”. La Dra. Rosa Navarro es bien consciente de que no todos los clásicos pueden ser motivo de adaptación y los ha seleccionado cuidadosamente. Así, por ejemplo, piensa que “La Celestina” no es una obra que se pueda adaptar para los niños, en cambio sí lo son las que ha trabajado hasta le fecha y que son El Quijote, Tirante el Blanco, Platero y yo, El Lazarillo, El Cid, La Odisea, Las leyendas de Bécquer, Las Novelas Ejemplares de Cervantes y La Eneida.

Como vemos no son todas obras medievales o renacentistas que, a priori, podríamos pensar que son las más difíciles de entender para los niños. Rosa Navarro adapta clásicos del S. XIX como son algunas leyendas de Bécquer y del S. XX como es Platero y yo un libro que tradicionalmente se ha ofrecido a los niños sin pensar que su lectura ofrecía serias dificultades y su contenido. Juan Ramón Jiménez era quien pensaba que los niños podían leer de todo “con las consabidas excepciones”. Evidentemente, en el caso de las obras amplias, no adapta toda la obra, sino lo más significativo para ella. También, en el caso de relatos o textos breves, tampoco los adapta todos sino parte como ocurre con las Leyendas, en donde escoge cinco leyendas, o las Novelas Ejemplares, de las que adapta “La gitanilla” y “La española inglesa”. Sí está adaptado entero el Lazarillo, obra de la que es especialista la autora, aunque, como vemos en el índice, no lo divide en los siete tratados del original, sino en capítulos más breves y acaso más fáciles de leer por los niños.

Es curioso ver cómo en el prólogo Rosa Navarro da la explicación, tantas veces buscada por los estudiosos de por qué se escribió el “Lazarillo” y dice así: “Lázaro de Tormes es pregonero en Toledo: anuncia por las calles las cosas que se venden o las que se han perdido o lo que le ordenan. Una dama pide que le informen por escrito sobre la vida del arcipreste de San Salvador, su servidor y amigo, que vive en Toledo. Y como Lázaro no sólo pregona los vinos del arcipreste, sino que además está casado con su criada, le preguntan a él. Para informar a la dama, Lázaro le contará su propia vida desde el principio hasta llegar a lo que ella le interesa: su relación con el arcipreste de San Salvador”. El Cid, por ejemplo, aparece en prosa y dividido en los tres cantares propios, pero cada cantar, a su vez, aparece subdividido en diversos capítulos, siguiendo el mismo esquema que El Lazarillo. Esta adaptación se escribió para conmemorar los VIII años del texto y Rosa Navarro, como prólogo escribe lo que ella titula “Así empieza la historia” y que nos pone en antecedentes de quién era el Cid y de qué le pasó y por qué fue al destierro. La versión de Rosa Navarro es muy rica en diálogos y mantiene un ritmo ágil durante todo el relato. En cuanto al “Quijote” por poner aún un último ejemplo, Rosa Navarro lo divide en dos partes, pero escoge algunas aventuras para relatarnos la historia. La Odisea sigue también el mismo patrón y se nos ofrece dividida en capítulos breves y prosificada, para hacerla más asequible al lector, aunque, en las solapas del libro se lee: “…la Odisea es un poema maravilloso, que fue compuesto hace muchos, muchísimos años: ¡casi tres mil! La Odisea está escrita en griego, en 12.110 versos”. Lo mismo sucede con La Eneida que es, hasta la fecha, la última adaptación hecha.

Bien, los textos que han salido de la pluma de Rosa Navarro son textos ágiles, que respetan el original, pero que ofrecen giros sintácticos cercanos a los nuestros, más fáciles de entender y tratan de presentar de manera más clara a los personajes y situaciones, aunque no son obras sesgadas ni mutiladas, en absoluto. Las ilustraciones que acompañan a estar versiones de Francesc Rovira les dan un nuevo aire, como un nuevo aspecto y permiten el niño –o a cualquier lector- que entre con más alegría en el clásico. Bienvenido sea este propósito si se consiguen más lectores así.

Este material forma parte de un proyecto de investigación que la autora está desarrollando gracias a una licencia retribuïda concedida por el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya. Resolució EDU/2413/2009, de 27 de juliol (DOGC núm. 5461 9/9/2009)

[1] Todas las afirmaciones de Rosa Navarro han sido extraídas de la entrevista que le formuló Belén Galindo para “La casa de los Malfenti”, nº 20, otoño 2006.


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 2/19/2010 01:32:00 AM

Nota: no és literatura juvenil en sentit estricte, però els joves també poden gaudir d`aquests adaptacions.

El lindero, de María Eugenia Mendoza

ellinderoEL LINDERO,
De María Eugenia Mendoza Arrubarrena,
SM, México, 2003, Gran Angular, 16

Anabel Sáiz Ripoll

“El lindero” es una novela que nos habla de la memoria y de lo importante que es el lugar en el que uno vive, puesto que la casa, El Lindero propiamente dicho, tiene vida y sus habitaciones guardan y transpiran la felicidad que los antiguos dueños vivieron allí. Una nueva familia, la familia de Sara, la joven narradora, ha conseguido hacerse con la finca y la casa; pero lo que parecía simplemente un nuevo lugar para vivir, mucho más amplio y hermoso que el anterior, se convierte en algo más porque los nuevos inquilinos reciben en herencia todos los recuerdos de El Lindero y todo su pasado. No obstante, no es una novela ni de terror ni de fantasmas ni de misterio, es una novela de sentimientos, de remembranzas, de amor a la tierra y a la vida.
María Eugenia Mendoza tributa un homenaje a Carl Sagan y su “Cosmos” en “El Lindero”, pero va mucho más allá porque la novela combina distintos registros y facetas que no hay que pasar por alto. Para empezar, los nuevos inquilinos, una familia formada por el padre, la madre y tres hijos, Mariana, Omar y Sara, llegan a El Lindero y se admiran de encontrar muchos objetos personales en la casa, como si los antiguos dueños hubieran salido huyendo. Un vestido de novia y una cápsula del tiempo son los elementos que enganchan al lector y a la nueva familia propietaria. Gracias a la cápsula conocemos a la dueña anterior, Montserrat, una bióloga enamorada de su casa y a sus hijos, Gregorio, Roberta y Carla y, aunque menos, al marido, Mauricio.
Un elemento importante de la casa es su huerto, un huerto que es algo así como un símbolo, como el nexo entre lo que fue y lo que es, ya que sigue dando frutos y sigue siendo cultivado por el matrimonio que ya lo hiciera para los anteriores dueños, Abundio y Filo, que son unos personajes entrañables y que nos unen con la raíces, con lo más tradicional e importante de la vida, la herencia cultural y ancestral que no debemos desdeñar en aras de una modernidad, a veces, mal entendida.
Los tres jóvenes, gracias a la palabra de Abundio y los elementos de la cápsula del tiempo, aprenden a amar y a entender qué su nueva casa es un verdadero hogar. Es más, gracias a ella, se siente mucho más unidos que antes.
“El Lindero” es una novela escrita de forma fresca, con palabras y expresiones propias del español de México, ya que la autora es mexicana. El uso de la primera persona –en boca de Sara, pero también de los anteriores propietarios- hace más directa la acción, aunque el diálogo es importantísimo para entender a los personajes y descubrir, poco a poco, el pasado de la casa. Una casa que huele a durazno, que siente, que vive al son que le marcan sus moradores.
Hay algunos aspectos que no queremos soslayar de la novela porque nos parecen interesantes, como, por ejemplo, el deseo de la narradora, y pensamos que de la propia autora, de superar los hechos de la Conquista española porque, como leemos, “…ya pasaron más de 500 años. Hay que estar orgullosos de que tenemos raíces tan bien plantadas, con las que debemos crecer y ser mejores”. Este deseo habla de futuro, de unión, de colaboración y de tolerancia. No queremos olvidar otro tema que aparece en la novela, como es la cocina. Filo es una gran cocinera, pero mucho más que eso, porque pone su alma y su sentimiento al servicio de lo que cocina y es que, como también leemos, “la cocina es el lugar más sensual de cualquier casa…”. Y, por supuesto, el tema del huerto, de cómo los terrenos de El Lindero se fueron llenando de frutales, de plantas, de vida… a la vez que la casa se convertía en un refugio para toda la familia, exceptuando para el padre, Mauricio quien, de alguna manera, es el desencadenante de la historia ya que, por su causa, Montserrat y sus hijos tuvieron que abandonar, de forma precipitada ese hogar por el que tanto suspiraban y en el cual dejaron grabada la impronta de sus ilusiones, deseos y esperanzas.
En definitiva, “El Lindero” es una novela llena de misterios, de secretos, de voces, de susurros y de sugerencias y, sobre todo, nos arropa en la seguridad que da un hogar y en cómo las personas pueden acabar apegadas a su casa y convertirla en una proyección de ellas mismas.

El medallón perdido

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EL MEDALLÓN PERDIDO,
Ana Alcolea, Anaya, Madrid, 2009, (Espacio Abierto, 93)

Anabel Sáiz Ripoll

“El medallón perdido”, de Ana Alcolea, es una novela de aventuras, de lectura ágil y aciertos narrativos. La novela empieza y acaba en el mismo lugar. Por lo tanto, su estructura es cíclica. Su narrador, el joven Benjamín, se pasea por el Retiro entre las casetas de libros y observa el título de un ejemplar que, casualmente es también “El medallón perdido” y esta coincidencia le lleva a recordar unos acontecimientos que pasaron cinco años atrás y que cambiaron su vida.
Benjamín perdió a su padre en accidente de aviación y su madre lo ha protegido demasiado, tanto que le ha hurtado la memoria de su progenitor; pero todo cambia cuando aparece en escena el tío Sebastián, el hermano de su padre, que lo lleva a Gabón, en donde tienen el negocio familiar y en donde falleció el padre. Para Benjamín el cambio cultural le supone una maduración rápida. Poco a poco va desprenderse de tópicos y va a ganar confianza en sí mismo.
Gracias a Sebastián, Benjamín aprenderá a conocerse a sí mismo, sus posibilidades y sus limitaciones. “El medallón perdido” es una novela iniciática que nos habla del proceso de maduración de un joven y de cómo poco a poco va viendo qué es importante y qué no lo es.
La narradora nos ofrece una historia hermosa, llena de referencias a las tradiciones africanas del Gabón, a la cultura, a la gastronomía… Quizá sea, en algún momento, demasiado idílica la historia, pero eso se solventa con creces gracias al desparpajo narrativo de Benjamín y a sus propias reflexiones. Y es que no solo descubrió sus posibilidades ese año mágico, sino que aprendió a respetar a los demás, a no creerse superior y, sobre todo, descubrió el amor con Sandrina, una joven que, sin renunciar a sus raíces, estudia en Europa y se prepara para ser mejor.
“El medallón perdido” es una novela viva, llena de transparencia, que nos narra los acontecimientos de forma directa, tal y como lo ve Benjamín. Éste es un acierto, insistimos, porque gracias a la primera persona, la historia nos llega de manera más directa y veraz.
Por último, cinco años después, cuando Benjamín descubre un libro que lleva por título “El medallón perdido” empieza a atar cabos y reconoce en la escritora que firma ejemplares, al amor imposible de Sebastián, porque todos guardamos secretos en la vida.
En definitiva, Benjamín cambia gracias al continente africano y de ese cambio sale más reforzado, maduro y capaz para seguir su propia vida.
“El medallón perdido” recibe este nombre gracias al objeto que Benjamín quiere encontrar en Gabón, un medallón de su padre, que para él simboliza el reencuentro y la permanencia.
En suma, una novela de ésas que tiendes puentes y que hacen lectores; prueba de ello es que va ya por 12ª impresión.