Category Archives: Novel.la d`aventures

El caso del loro que hablaba demasiado

El caso del loro que hablaba demasiado,

Jordi Sierra i Fabra, Barcelona, Siruela, 2011

 

 

 

Jordi Sierra i Fabra aborda el segundo caso de Berta Mir, El caso del loro que hablaba demasiado, con la misma frescura e intensidad que imprimió en el primer libro, El caso del falso accidente; aunque con mayor dominio, si cabe, de la psicología de la joven narradora y protagonista de la aventura, Berta. A Sierra i Fabra a veces se le ha acusado de superficialidad en el tratamiento de sus personajes. Creemos que nunca ha sido así puesto que él siempre ha dado libertad a sus criaturas y les ha dejado mostrarse –y evolucionar- gracias a sus palabras y comportamientos. Si lo que buscamos son grandes descripciones físicas y psicológicas no las encontraremos, pero sí hallaremos la creación de personajes redondos que, como le ocurre a Berta, van madurando y creciendo ante los ojos de los lectores.

Berta Mir, de 18 años, a la fuerza ha debido de hacerse cargo de la agencia de detectives familiar puesto que es la única fuente de ingresos que tiene. Claro que no es lo mismo perseguir a maridos infieles que introducirse en los trapos sucios de los Dalmau, una familia adinerada de la burguesía catalana, lo cual la llevará a destapar la caja de los truenos y a introducirse, de paso, en una red ilegal de importación de animales exóticos. Y todo porque Berta ha aceptado el encargo de una encantadora ancianita, Claudia Dalmau, a quien han robado su loro, un guacamayo de Spix valiosísimo.

Sierra i Fabra tiene la habilidad de introducirnos en distintos ambientes ya que su novela presenta una extraordinaria estructura que no deja ningún fleco suelto. Por un lado, Claudia y su vida como detective en la agencia Mir, ya que su padre, impedido en la cama poco puede hacer, aunque, eso sí, la ayuda de una manera muy peculiar. Por otro lado, Claudia y su relación con el grupo de música en el que toca, las ilusiones y las decepciones que ello conlleva, los amores y las frustraciones. Por otro lado, la familia Dalmau y todos lo que esconden unos y otros y que Berta, de una manera entre ingenua e inconsciente descubrirá. Y, por supuesto, la relación de Berta con el policía Sanllehí, con quien tiene una especie de tira y afloja, aunque siempre por supuesto, Sanllehí es una especie de protector de la joven. Vemos trasvasadas al policía algunas de las cualidades de Sierra i Fabra y de las ideas que siempre ha defendido con vehemencia. Vehemencia que, por supuesto, no falta en la novela.

El caso del loro que hablaba demasiado, escrito en primera persona, atrapa en cinco intensos días, como indica el título, la aventura de un loro que no es que hablase demasiado, sino que provocó mucho qué hablar. El texto se lee con rapidez y combina distintos géneros, el de la novela negra y de detectives, con el del viaje iniciático y la novela realista y aún se podría apelar a otros registros como el sentimental y emotivo del que el libro no está exento.

La crítica de Sierra i Fabra más directa se centra en los traficantes de animales exóticos y no escatima palabras ni ejemplos para mostrar esa realidad que existe en nuestro mundo. Ahora bien, como acabamos de decir, no deja ningún fleco suelto y no descuida para nada el aspecto más personal y humano ni de Berta Mir ni de los personajes que la rodean, la arropan, de alguna manera.

El caso del loro que hablaba demasiado, en suma, se lee con creciente interés, con el aliento contenido, incluso, pero con el suficiente reposo y calma como para descubrir la personalidad de Berta, una joven que, poco a poco, va madurando y va creciendo. Berta acepta que las cosas no siempre son blancas o negras, empieza a comprender a su madre, a su abuela y ella misma se descubre actuando de una manera acaso impulsiva, pero siempre positiva. Y es que Berta va siempre en línea recta, sin pensar en las posibles consecuencias. Por eso cae simpática al lector y, por eso, sin duda, el policía Sanllehí acaba protegiéndola y haciendo la vista gorda en más de una ocasión. Y es que, repetimos, las apariencias pueden engañar –y de hecho engañan-.

Se trata, en suma, de una extraordinaria novela que gustará a los seguidores del escritor todoterreno barcelonés, pero puede causar adicción en lectores que nunca o poco se hayan acercado a Sierra i Fabra. Lo advertirmos.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Proyecto Amanda

Invisible
de Melissa Kantor.
Madrid, SM, 2010 (Proyecto Amanda).
414 pp., 15.95 €.
A partir de 12 años.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

Invisible es el primer título del “Proyecto Amanda”, una serie de ocho títulos, muy ambiciosa, que contempla elementos de narrativa colaborativa. Va destinada a jóvenes desde los 12 años y viene acompañada de todo un aparato digital, ya que hay una web, por la cual se puede participar en una red social, relacionada, con el relato. El lector puede acceder a los blogs y realizar, no sólo descargas digitales del texto, sino aportaciones a los siguientes relatos. Pensamos que es una manera de incentivar la lectura muy interesante, ya que se acerca a las herramientas que manejan nuestros jóvenes, nativos digitales.

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Más información en http://www.proyectoamanda.com/


Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 9/30/2010 09:08:00 AM

El retrato de Carlota

El retrato de Carlota,
de Ana Alcolea.
Madrid, Anaya, 2003,
Espacio Abierto, 104.
184 pp., 8.30 €.

Por Anabel Sáiz Ripoll.

El retrato de Carlota de Ana Alcolea es una novela de misterio protagonizada por una joven, Carlota, que va a pasar unas vacaciones con su tía Ángela en Venecia. Ahora bien, la historia adquiere mayor emoción porque la tía Ángela es escritora y vive en un palacete remodelado a orillas del canal…”.

 

 

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La isla de Nuncameolvides

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La isla de Nuncameolvides,

De Ricardo Gómez,

Zaragoza, Edelvives, 2004, (Alandar, 58)

 

La isla de Nuncameolvides es un canto a la amistad y a los sueños. Ricardo Gómez, en 72 breves capítulos, nos ofrece una historia poética, en la que los personajes adquieren una dimensión humana extraordinaria. Fabio, un marinero que nació tierra adentro, estuvo a punto de morir de niño y salió de la enfermedad con la firme convicción de que vería el mar y no solo lo vio, sino que, como hemos dicho, se hizo marinero y viajó por todos los mares. Fabio acabó viviendo en una casa, enclavada en un pueblo de costa, porque de allí era su mujer, Luisa, quien murió, pero que, de alguna manera, sigue presente en todas las acciones y pensamientos de Fabio. Este hombre, de carácter algo huraño y reservado, siente una devoción inmensa por las plantas y a ellas dedica parte de su tiempo, cuidándolas y mimándolas. Su casa es un jardín botánico en donde crecen especies de todos sus viajes. Tanto es así, que dos niños, Mario y Nieves, vecinos suyos, acaban rompiendo con esa imagen de lobo de mar feroz que tiene Fabio y se convierten, si no en los hijos que él no tuvo, sí en una especie de nietos.

La lección que nos da Ricardo Gómez es que, a cualquier edad, florecen las ilusiones y surgen los proyectos, ya que, de una manera casual, por el naufragio de un barco, Fabio recibe el mapa de una isla, la isla de Nuncameolvides y, contra todo pronóstico, se embarca con Sirimavo, un marino extranjero que se comunica con gestos porque es mudo. Juntos realizan las proezas que nadie pensó, ya que casi dos “viejos”. Ambos viajan al otro lado del mundo, no una, sino tres veces, para descubrir que la isla, en donde viven los sueños, las esperanzas, lo que quisimos ser y no fuimos, está más cerca de lo que creíamos.

En el relato abundan los símbolos, así el mar, símbolo de lo eterno y a la vez cambiante; las ballenas que acompañan a Fabio en su periplo; el árbol que planta en la tumba de su mujer; las dos plantas que le regala la maestra, Aurora, con quien Fabio vive un amor otoñal, las palabras de Sirimavo no pronuncia, pero que todos entendemos; la relación con el pueblo “inuit” y un sinfín de detalles que hacen de La isla de Nuncameolvides un relato diríamos que iniciático, aunque Fabio ya es mayor, pero aún tiene mucho qué aprender y demuestra es capaz de ponerse metas y alcanzarlas.

Quisiéramos comentar el valor estilístico del relato. Los capítulos, ya hemos dicho, son breves y domina la tercera persona, con la inclusión de pequeñas reflexiones, al hilo de la historia, de los hermanos Mario y Nieves que, en cursiva, nos reproducen sus diálogos y la especial relación que tienen con Fabio, a quien le cuidan las plantas en su ausencia. El texto, por otro lado, está escrito de manera aparentemente sencilla, con frases breves, con un tono muy cercano y conmovedor, aunque, si lo leemos bien, veremos que Ricardo Gómez ha buscado la brevedad para llegar a la esencia, para extraer todo lo accesorio y dejarnos, solos, ante el relato. Las descripciones son básicas en el libro, pero sobre todo los detalles que tienen que ver con los sentimientos, con el paisaje anímico de los personajes.

En suma, un libro que habla de las relaciones entre personas de distinta edad, de que el amor puede llegar en cualquier momento, de que la muerte ha de ser vivida con entereza, de que los sueños existen y pueden marcar toda una vida. “La isla de Nuncameolvides” es una historia que gustará a todo tipo de lectores, puesto que enlaza directamente con el corazón de quien la lee.

 

 

La Isla del Tesoro

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¿Quién no conoce el relato La isla del Tesoro? Leyéndolo se tiene la sensación de atrapar el tiempo y de que no existen las edades lectoras porque todos, niños, jóvenes y mayores, se sienten, nos sentimos atrapados, por la historia de Jim Hawkins, un joven tímido que, de una manera casual, se ve implicado en la más fascinante aventura que un niño pueda protagonizar, la aventura que lo llevará desde su Inglaterra natal a la Isla del Esqueleto, en donde se esconde el tesoro del mítico pirata Flint.

Gracias a La isla del Tesoro generaciones de lectores aprendieron a emocionarse, a sentir como suyas las aventuras de los personajes de papel porque Robert L. Stevenson tiene la cualidad de hacer que sus personajes se conviertan, por así decirlo, en seres de carne y hueso, de un realismo y una presencia mucho más evidentes que algunas personas físicas que parecen dejar pasar la vida y no tomar partido por nada.

Gracias a La isla del Tesoro se crearon las historias de piratas, ya que tiene todos los ingredientes para ser considerada de este género (el tesoro, los piratas, las intrigas, la isla, el plano…), pero, como ya se ha dicho, añade otros muchos ingredientes que permiten que, mientras otras novelas e, incluso, películas, de piratas, corsarios o bucaneros, se olviden, La isla del Tesoro cobre nuevos bríos lectura tras lectura.

Jim Hawkins, a bordo de La Hispaniola, vive una peripecia singular que le permite crecer, madurar, hacerse hombre; ya que, para él, toda la aventura, es un viaje iniciático que realiza acompañado de otros personajes tan emblemáticos como el mítico John Silver quien, de alguna manera, ejerce el papel del padre que, por desgracia, Jim ya no tiene, aunque no es el único, puesto que el Doctor Livesey, con sus comentarios y sus consejos equilibrados, se convierte en un ejemplo de conducta para el joven.

Son muchas las ediciones que podemos leer de este clásico juvenil atemporal, aunque quizá la de Anaya Tus Libros sea una de las más conocidas y completas por la distinta información que aporta del autor, del libro y de otros particulares que, sin duda, hacen de la lectura de La isla del Tesoro un placer. No obstante, queremos comentar la adaptación teatral de la novela, tarea nada fácil, que han realizado Rafael Contreras y Ramón Moreno, en Algar. Se trata de una adaptación que recoge toda la esencia del relato original y que permite que los personajes cobren protagonismo gracias a los diálogos que sustentan la obra. Es una pieza, dividida en ocho escenas, que pone sobre el escenario la peripecia de Jim y del resto de personajes. El humor preside muchos de los juramentos de los piratas ya que la adaptación parte de la base de que los jóvenes pueden ser los principales receptores y, acaso, sus intérpretes, puesto que La isla del Tesoro, en adaptación teatral, es una buena manera de acercar del teatro a las aulas o a los centros de ocio y permitir, de paso, que, gracias a su representación, se siembre la curiosidad tanto en el actor como en el público y que quieran leer la novela, en su versión original.

Sea como sea, gracias a este texto –en prosa o en teatro- nos introducimos en una aventura clásica, en el más puro sentido del término; aprendemos a evolucionar, como Jim, y a comprender que, en la vida, los comportamientos humanos son difíciles de juzgar porque no hay nadie que sea solo bueno o solo malo, como le sucede a Silver, porque la codicia suele acarrear malas consecuencias, entre otros ejemplos. Y, sin duda, no edulcora la realidad puesto que alude también a la muerte y es el propio Jim quien, en defensa propia, protagoniza este incidente.

No hacen falta excusas para releer La isla del Tesoro ni pretextos para no leerla nunca porque… quién es capaz de resistirse a escuchar la aventura de Jim y de descubrir qué hay detrás de la canción de un aparente borracho sin más, quien entona (y esa letra se quedará grabada en nuestras mentes): “Quince hombres en el cofre del muerto, Ron, ron, ron, la botella de ron”.

 

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El Conde de Montecristo

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

Uno de los libros más conocidos de Alejandro Dumas es El Conde de Montecristo. Releer este clásico supone volver a la juventud, a la adolescencia y entrar de lleno en un mundo donde todo es posible. Sin duda es un libro que nos atrapa desde el principio y que sigue interesando a los lectores de todos los tiempos. Personajes, situaciones extremas, descripciones insólitas, muertes súbitas, resurrecciones… hacen de él un libro del que no se puede prescindir.

 

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 6/14/2010 01:46:00 PM

Las montañas de la luna

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Las Montañas de la Luna,

Francisco M. Marín,

Barcelona, Alba, 2000

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

 

Berta acaba de cumplir 13 años y siente unos deseos irremediables de ver a su madre, que está de cooperante en Uganda. Así, emprende un viaje, a espaldas de su abuela que es quien la cuida y llega al país de sus sueños, aunque nada va a ser fácil.

Las montañas de la Luna, de Francisco M. Marín está escrito en forma de diario; por lo tanto en primera persona. Berta escribe en su diario la prodigiosa aventura que vivió durante el verano de 1999.

Ya en Uganda, descubre que su madre no está, puesto que se encuentra prestando sus servicios como enfermera en algún lugar de la Selva cercano a las míticas Montañas de la Luna. A Berta la quieren hacer volver a casa, pero ella se escapa, junto a unos amigos ugandeses que la acompañan y emprenden juntos un viaje que podemos calificar de iniciático puesto que les cambiará la manera de pensar y todos su valores.

De la mano de Berta, y siguiendo la ruta de los antiguos exploradores, entramos en un lugar aún virgen, aprendemos contener el aliento y a entender la belleza de la selva y sus peligros.

Gracias a sus amigos Mulu, Leo y Sengar descubre que lo distinto no tiene por qué ser peor, aprende a ser respetuosa, tolerante y, sobre todo, a valorar la amistad.

El relato está lleno de hermosas descripciones que nos permiten entender mejor el paisaje de Uganda y disfrutarlo, a la vez que la propia Berta.

Interesa mucho los pasajes que dedican a los cazadores furtivos, verdaderas lacras de los animales del lugar. Hay, asimismo, alusiones a los gorilas y al trabajo magnífico que realizó con ellos Dian Fossey.

Por último, es constante la referencia de Berta a un príncipe kabaka que, de alguna manera, la acompaña, no sabemos si de forma real o imaginada, a lo largo de su peripecia. Es este príncipe quien le hacer ver que no hace falta llegar a los sitios para apreciarlos, que el anhelo interno y los sueños son siempre superiores. Es lo que le pasa a Berta quien encuentra a su madre a un paso de las Montañas de la Luna. Como le dice el joven príncipe, cuando Berta sugiere que quiere subirlas, “Yo creo que las estás subiendo por dentro. Ellas te han guiado; has atravesado toda Uganda buscándolas. ¿De verdad merece la pena romper esa visión planteada? Los exploradores soñaron con ellas; mi pueblo soñó con ellas. Déjalas así, no luches contra lo imposible”.

El relato está narrado con gracia y agilidad, cualidades propias de Berta quien no deja de sorprenderse de todo lo que ve, pero que trata de integrarse y aceptar las nuevas realidades.

Las montañas de la Luna es, en definitiva, un libro de viajes, de aventuras, pero también un canto a los sueños y a las propias experiencias personales que nos hacen crecer por dentro.

 

 

 

 

 

 

El embrujo de Chalbi

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El embrujo de Chalbi,
Fernando Claudín
Madrid, Anaya, 2004, (Espacio Abierto, 109)

El embrujo de Chalbi es una novela que gustará a todos los lectores y lectoras ansiosos por tener aventuras, a aquellos que crean en la importancia de la amistad y en la llamada del amor. No todos los viajes de fin de curso son iguales y buena prueba de ello es este libro.
Un grupo de jóvenes y sus dos profesores son abandonados, junto al conductor del vehículo, por el guía en pleno desierto de Chalbi (Kenya) y han de lluchar y poner a prueba todo lo bueno que tienen dentro para salir adelante. Chicos y chicas pasan por distas fases y todos acaban madurando y transformándose, incluidos los profesores.
Fernando Claudín escribe un relato ágil, lleno de diálogos y con gran sentido del humor porque, ante las situaciones extremas, intenta añadir un toque de ironía o de distancia.
Sea como sea, el libro nos habla de la solidaridad, de la convivencia y de muchos valores positivos que son indispensables para crecer.
En nuestra sociedad occidental, tan cómoda y llena de cosas, a veces se pierde la perspectiva de lo que de verdad importa. Por eso, libros como el que recomendamos son importantes para los jóvenes de hoy y los que lo fueron hace años, porque nos sitúan cara a cara con la vida, con lo que de verdad vale la pena.
Este grupo vive experiencias realmente excitantes y, a menudo, llenas de peligro. La magia de África planea en todo el relato, con su paisaje, con su fauna, con sus gentes. Es un canto a lo distinto y al respeto que nos debemos unos a otros.
Como bien nos dice el propio narrador, al principio del relato, El embrujo de Chalbi supone un viaje iniciático para estos chicos y chicas. Es, por lo tanto, mucho más que un simple viaje de final de curso : “Así pues su viaje de fin de curso a Kenia se transformó en un viaje iniciático, en un viaje de superación personal, que los ayudó a conocerse mejor, enseñándoles facetas de su personalidad que ignoraban” (pág. 8). El grupo es abandonado por el guía en pleno desierto y ha de aprender a sobrevivir en unas condiciones adversas, a la vez que cada uno de ellos pone a prueba lo mejor y lo peor de sí mismo. Todos salen reforzados de la experiencia, incluidos los profesores.

Guía de lectura: http://www.anayainfantilyjuvenil.com/catalogos/proyectos_lectura/IJ00128901_9999999394.pdf

La ruta del huracán

La ruta del huracán, Care Santos,
Barcelona, Alba Editorial, 2000.

“La ruta del huracán” puede definirse como un libro de crecimiento personal, ya que nos habla de Aida, una joven de 13 años quien, gracias a un viaje, cambia su manera de entender el mundo y, lo que es mejor, el propio conocimiento que tenía de ella misma.
En primera persona, a través de un cuaderno que hace las veces de diario, Aida nos cuenta el viaje que realiza con su padrastro Nacho a El Salvador. Ambos viven una situación personal triste puesto que acaba de fallecer la madre de Aida. Nacho le regala un cuaderno a Aida y le ofrece la posibilidad de cambiar de aires y trasladarse por una temporada a El Salvador. Aida, poco a poco, va saliendo de su ensimismamiento y contempla con ojos asombrados todo lo que ve a su alrededor, gentes, cultura, tradiciones, usos idiomáticos… nada escapa de la mirada de la joven quien, además, escribe algunos correos electrónicos a una buena amiga, Helena, gracias a los cuales vamos entendiendo mejor la historia.
El viaje de Aida coincide con el paso del huracán Mitch por Centroamérica, de ahí el título del libro. Nacho ha aceptado una invitación para dar un par de conferencias sobre primates, el tema que le apasiona, a Costa Rica. No obstante, las comunicaciones se cortan, por el huracán y Aide, junto con su amigo salvadoreño Roque, deciden emprender el viaje de sus vidas en busca del padre. Así, pasan por Honduras y llegan a Costa Rica y son testigos de la devastación que ha ocasionado el huracán, de la miseria en la que viven muchas personas y de las terribles desigualdades sociales que Care Santos no soslaya en ningún momento.
Aida y Roque conocen a otras personas, la mayoría de las cuales les ayudan a llegar a su destino y descubren qué es el hambre, qué es la sed, qué es la sociedad, qué es la tristeza… Cuando llegan ya no son los mismos, son infinitamente mejores. Por fin, reencuentran a Nacho y pueden regresar, cerrando así el círculo del viaje iniciático.
Hay una serie de personajes ricos en la novela como es el mismo Nacho, Roque, el joven amigo de Aida y quién sabe si algo más y Marcela, la madre de Roque; aparte de los personajes que se van encontrando por el camino (Irving, Ro…) y que les ayudan a entender un poco más la naturaleza humana. “La ruta del huracán” es un libro que nos habla de respeto, de tolerancia, de comprensión, de igualdad y, por qué no, de justicia social.
“La ruta del huracán” va destinado a lectores desde 12 años en adelante, aunque, como decimos muchas veces, puede gustar al público en general. Contiene una lección vital, aunque huye de didactismos y de monsergas. Aida escribe de manera fresca, directa, llena de humor, a veces de ternura y, así, la autora logra transmitirnos de manera mucho más directa la peripecia de una niña que ya se está despidiendo de su niñez.
Interesa mucho destacar el conocimiento de la autora de la geografía y sociedad centroamericana y cómo describe el paisaje destrozado por la fuerza de la naturaleza. Como dice la propia Care Santos en su web, http://www.caresantos.com/Propuestas%20La%20ruta%20del%20huracan.htm:
“Conozco una estupenda forma de viajar: a través de los amigos, de nuestra gente especial. Muchas veces aprendemos a amar algunos lugares en función al cariño que tenemos a quienes los habitan. Algo parecido a eso me pasó a mí con América Central, donde tengo algunos amigos inolvidables: Alejandra Castro, Rafael Francisco Góchez, Roberto Cortés, Javier Alas… de su mano, en más de una ocasión, he recorrido las tierras de ese istmo que es Centroamérica, y de su mano espero volver muchas otras veces. He escrito mucho sobre esas porciones de tierra que son los países que lo firman: Guatemala, Honduras, Costa Rica, El Salvador, Nicaragua, Panamá… Y espero seguir haciéndolo”
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El medallón perdido

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EL MEDALLÓN PERDIDO,
Ana Alcolea, Anaya, Madrid, 2009, (Espacio Abierto, 93)

Anabel Sáiz Ripoll

“El medallón perdido”, de Ana Alcolea, es una novela de aventuras, de lectura ágil y aciertos narrativos. La novela empieza y acaba en el mismo lugar. Por lo tanto, su estructura es cíclica. Su narrador, el joven Benjamín, se pasea por el Retiro entre las casetas de libros y observa el título de un ejemplar que, casualmente es también “El medallón perdido” y esta coincidencia le lleva a recordar unos acontecimientos que pasaron cinco años atrás y que cambiaron su vida.
Benjamín perdió a su padre en accidente de aviación y su madre lo ha protegido demasiado, tanto que le ha hurtado la memoria de su progenitor; pero todo cambia cuando aparece en escena el tío Sebastián, el hermano de su padre, que lo lleva a Gabón, en donde tienen el negocio familiar y en donde falleció el padre. Para Benjamín el cambio cultural le supone una maduración rápida. Poco a poco va desprenderse de tópicos y va a ganar confianza en sí mismo.
Gracias a Sebastián, Benjamín aprenderá a conocerse a sí mismo, sus posibilidades y sus limitaciones. “El medallón perdido” es una novela iniciática que nos habla del proceso de maduración de un joven y de cómo poco a poco va viendo qué es importante y qué no lo es.
La narradora nos ofrece una historia hermosa, llena de referencias a las tradiciones africanas del Gabón, a la cultura, a la gastronomía… Quizá sea, en algún momento, demasiado idílica la historia, pero eso se solventa con creces gracias al desparpajo narrativo de Benjamín y a sus propias reflexiones. Y es que no solo descubrió sus posibilidades ese año mágico, sino que aprendió a respetar a los demás, a no creerse superior y, sobre todo, descubrió el amor con Sandrina, una joven que, sin renunciar a sus raíces, estudia en Europa y se prepara para ser mejor.
“El medallón perdido” es una novela viva, llena de transparencia, que nos narra los acontecimientos de forma directa, tal y como lo ve Benjamín. Éste es un acierto, insistimos, porque gracias a la primera persona, la historia nos llega de manera más directa y veraz.
Por último, cinco años después, cuando Benjamín descubre un libro que lleva por título “El medallón perdido” empieza a atar cabos y reconoce en la escritora que firma ejemplares, al amor imposible de Sebastián, porque todos guardamos secretos en la vida.
En definitiva, Benjamín cambia gracias al continente africano y de ese cambio sale más reforzado, maduro y capaz para seguir su propia vida.
“El medallón perdido” recibe este nombre gracias al objeto que Benjamín quiere encontrar en Gabón, un medallón de su padre, que para él simboliza el reencuentro y la permanencia.
En suma, una novela de ésas que tiendes puentes y que hacen lectores; prueba de ello es que va ya por 12ª impresión.