MAGIA DE UNA NOCHE DE VERANO,
Maite Carranza, Barcelona, Edebé, 2009, 510 pág.
Anabel Sáiz Ripoll
Magia de una noche de verano es una novela llena de ingenio y de frescura. Maite Carranza sigue el camino de la fantasía, aunque lo entremezcla con la realidad y consigue así una disparatada historia en la que todo es posible. Ocurre como en la obra teatral de Shakespeare, El sueño de una noche de verano, en la que nada es lo que parece. De alguna manera ambas obras muestran que la magia de una noche de verano nos puede cambiar a todos la vida. Solo hace falta toparse con esa noche.
Marina es una adolescente llena de complejos, que está harta de que la comparen con su hermana, la todo perfecta Ángela y que, de alguna manera, siente que sus padres las comparan y ella siempre es la que sale peor parada. No obstante, por un azar, por una casualidad, ella, el patito feo de la familia, ha de suplantar a su hermana en un viaje a Irlanda, para aprender inglés. Ha de hacer creer a todos que ella es Ángela, incluso a su novio irlandés, de la que Marina está secretamente enamorada. Marina, o Ángela-Marina mete la pata, es poco modélica y es especialista en atraer problemas, pero ése es su mayor encanto, según piensa C.C., un friki desesperado porque sus padres le han prohibido conectarse a la red y él cree que no lo podrá resistir. A ello se suman dos chicas, Antaviana y Luci, compañeras de viaje y de clase de la nueva Ángela y C.C. Entre ellos se establecen las más disparatadas relaciones y los equívocos más impensables. Todo se complica aún más cuando Lilian, que es quien ha metido en el problema a Marina, entra en acción y ha de cumplir un encargo muy especial, del rey Finvana, el rey de los Tuatha De Danann, bajo las colinas mágicas de Irlanda. Sea como sea se mezclan el mundo mágico con el real y nada es lo que parece.
Magia de una noche de verano nos habla del despertar amoroso en la adolescencia, de lo difícil que puede ser hacer amigos en esa época de cambios, de lo problemático que es sentirse siempre comparado con un hermano o una hermana perfecta; pero también de magia, de sueños que de cerca no lo parecen tanto y de casualidades que hacen que la vida valga la pena siempre.
En 62 capítulos, Maite Carranza va desgranando un relato lúdico que atrapará al lector porque nunca va por donde uno piensa que iría, ya que los personajes parecen tener vida propia y, repetimos, nada es lo que parece. Ni Marina es Ángela, ni Antaviana es tan odiosa, ni Luci tan simple, ni Ángela tan perfecta, ni su supuesto novio tan atractivo (es un cursi redomado hablando), ni C.C. tan apocado como creíamos. El diálogo, por lo tanto es esencial y nos muestra mejor el sentir de los personajes, pero, a veces, complica la comunicación porque todo son equívocos y es que el idioma no siempre puede captar la realidad; a menudo hay que acudir al lenguaje corporal como ocurre aquí en que C.C. ve una realidad, en la supuesta Ángela, que no le acaba de gustar, pero intuye otra que le gusta más y que es, al fin, la propia Marina, la real.
Magia de una noche de verano es una especie de comedia de enredo en la que todo y todos han de descolocarse antes de ocupar su sitio correcto. Es como si tras el desorden viniera la calma, la serenidad, la claridad. En suma, el lector o lectora no se aburrirá porque a cada paso descubrirá nuevos personajes, nuevas actitudes que lo pasmarán una y otra vez. Y ésa es la magia de la lectura: encontrar una sorpresa en cada página.