Monthly Archives: novembre 2009

MAGIA DE UNA NOCHE DE VERANO

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MAGIA DE UNA NOCHE DE VERANO,
Maite Carranza, Barcelona, Edebé, 2009, 510 pág.

Anabel Sáiz Ripoll

Magia de una noche de verano es una novela llena de ingenio y de frescura. Maite Carranza sigue el camino de la fantasía, aunque lo entremezcla con la realidad y consigue así una disparatada historia en la que todo es posible. Ocurre como en la obra teatral de Shakespeare, El sueño de una noche de verano, en la que nada es lo que parece. De alguna manera ambas obras muestran que la magia de una noche de verano nos puede cambiar a todos la vida. Solo hace falta toparse con esa noche.
Marina es una adolescente llena de complejos, que está harta de que la comparen con su hermana, la todo perfecta Ángela y que, de alguna manera, siente que sus padres las comparan y ella siempre es la que sale peor parada. No obstante, por un azar, por una casualidad, ella, el patito feo de la familia, ha de suplantar a su hermana en un viaje a Irlanda, para aprender inglés. Ha de hacer creer a todos que ella es Ángela, incluso a su novio irlandés, de la que Marina está secretamente enamorada. Marina, o Ángela-Marina mete la pata, es poco modélica y es especialista en atraer problemas, pero ése es su mayor encanto, según piensa C.C., un friki desesperado porque sus padres le han prohibido conectarse a la red y él cree que no lo podrá resistir. A ello se suman dos chicas, Antaviana y Luci, compañeras de viaje y de clase de la nueva Ángela y C.C. Entre ellos se establecen las más disparatadas relaciones y los equívocos más impensables. Todo se complica aún más cuando Lilian, que es quien ha metido en el problema a Marina, entra en acción y ha de cumplir un encargo muy especial, del rey Finvana, el rey de los Tuatha De Danann, bajo las colinas mágicas de Irlanda. Sea como sea se mezclan el mundo mágico con el real y nada es lo que parece.
Magia de una noche de verano nos habla del despertar amoroso en la adolescencia, de lo difícil que puede ser hacer amigos en esa época de cambios, de lo problemático que es sentirse siempre comparado con un hermano o una hermana perfecta; pero también de magia, de sueños que de cerca no lo parecen tanto y de casualidades que hacen que la vida valga la pena siempre.
En 62 capítulos, Maite Carranza va desgranando un relato lúdico que atrapará al lector porque nunca va por donde uno piensa que iría, ya que los personajes parecen tener vida propia y, repetimos, nada es lo que parece. Ni Marina es Ángela, ni Antaviana es tan odiosa, ni Luci tan simple, ni Ángela tan perfecta, ni su supuesto novio tan atractivo (es un cursi redomado hablando), ni C.C. tan apocado como creíamos. El diálogo, por lo tanto es esencial y nos muestra mejor el sentir de los personajes, pero, a veces, complica la comunicación porque todo son equívocos y es que el idioma no siempre puede captar la realidad; a menudo hay que acudir al lenguaje corporal como ocurre aquí en que C.C. ve una realidad, en la supuesta Ángela, que no le acaba de gustar, pero intuye otra que le gusta más y que es, al fin, la propia Marina, la real.
Magia de una noche de verano es una especie de comedia de enredo en la que todo y todos han de descolocarse antes de ocupar su sitio correcto. Es como si tras el desorden viniera la calma, la serenidad, la claridad. En suma, el lector o lectora no se aburrirá porque a cada paso descubrirá nuevos personajes, nuevas actitudes que lo pasmarán una y otra vez. Y ésa es la magia de la lectura: encontrar una sorpresa en cada página.

LA NIÑA DE LOS TRES NOMBRES

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LA NIÑA DE LOS TRES NOMBRES
DE TAMI SHEM-TOV,
Emecé-Planeta, 2008

Anabel Sáiz Ripoll

“La niña de los tres nombres” no forma parte de ninguna colección infantil ni juvenil y, sin embargo, como ya pasará con “El niño con el pijama de rayas”, es un libro que los chicos y chicas pueden leer ya que está protagonizado por una niña, Lieneke, quien vivió, a los nueve años, la dura experiencia de la persecución nazi.
El libro que nos ocupa recoge una historia real ya que sus protagonistas existen. La narración gira en torno a las cartas que el padre de Lieneke le escribió cuando estaban separados y refugiados en distintos lugares para no ser identificados como judíos. Estas cartas destilan alegría, ganas de vivir y son puros cantos de optimismo. Es eso lo que nos gusta del libro, en plena hecatombe, en pleno delirio nazi, un padre es capaz de transmitir a su niña pequeña toda la magia que, realmente, tiene el mundo.
“La niña de los tres nombres” se divide en 25 capítulos en los que, desde el presente, pero con la mirada también puesta en el paso, esta niña pequeña, con esa mirada que solo da la inocencia, explica los primeros momentos de la persecución judía y como su padre tuvo que buscarles un refugio a todos, a sus hermanos mayores, a su hermana Raquel, a su madre enferma, a él mismo y a la más pequeña. Lieneke recuerda todas estas casas y a todas esas personas maravillosas que no dudaron en arriesgar su vida por acogerla y protegerla.
La acción se desarrolla en Holanda y termina con la liberación por parte de los aliados y el reencuentro entre padre e hija, aunque empañado por la tristeza ya que su madre ha muerto y la pequeña Lieneke, que en realidad no se llamaba así, pero que ya no sabe prescindir de ese nombre, no ha podido despedirse de ella.
En el libro se reproducen las cartas fantásticas de un padre a su hija, llenas de dibujos, de color, de entusiasmo; cartas que hablan de las cosas pequeñas, del campo, de los animales, de las fechas que hay que recordar.
La pequeña Lieneke acaba emigrando a Israel y así nos lo cuenta, de una manera más directa al final del libro. Cambia incluso de nombre cuando se casa y ahora, porque sigue viva y disfrutando de su familia, se llama Nili Goren.
El libro está escrito en tercera persona, con profusión de diálogos y con la inclusión de las cartas, como hemos dicho. Termina con una breve entrevista de la autora a la señora Goren y con varias fotografías que nos permiten poner cara a los personajes del libro.
“La niña de los tres nombres” es un canto de paz, de igualdad, de fraternidad. No se centra en escenas dolorosas y, sin embargo, las sabemos encontrar y nos da escalofríos pensar en toda la peripecia que familias, como la de Lieneke, tuvieron que vivir. Unos lo han contado, como ellas. Otros ya nunca podrán hacerlo.
Insistimos que el libro no está pensado para los niños o jóvenes, pero se apropiarán de él, sin duda, como pasó con el “Diario” de Ana Frank y con todas las buenas historias que tocan el alma.

La tejedora de la muerte

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Concha López Narváez
La tejedora de la muerte,
Madrid, Bruño, (2 1996)

Anabel Sáiz Ripoll

La tejedora de la muerte es una historia extraordinariamente bien construida. Se estructura en torno a tres ejes:
-Andrea en el presente (es una mujer adulta)
-los recuerdos de Andrea niña (con 10 años)
-la mezcla de tiempos (fusión de los dos anteriores)
La protagonista, por un azar que le remueve los recuerdos, decide acercarse al misterio que marcó toda su infancia. Decide regresar a su casa, en el pueblo, e introducirse de lleno en ese tiempo, el de sus 10 años. Para ello cuenta con la información de María Francisca, la hermana de Rosa, su antigua chacha, quien le desvela el origen el misterio y la sume en más dudas. Veamos:
-cuando Andrea tenía 10 años recuerda que vio una mecedora que se movía durante una tormenta, a le vez que se escuchó un trueno y gritos en la calle. Su madre tuvo mucho miedo y no dejó volver a Andrea a esa habitación en la que se hallaba la mecedora.
-cuando Andrea tiene 40 años, María Francisca le cuenta lo que su madre calló siempre. Le habla de una historia familiar de odios y venganzas y le pone rostro y nombre a esa tejedora que se instaló en su mecedora, hace ya 30 años
El día en que murió la tejedora, que era una anciana pariente de Andrea sobre la que circulaban rumores de que era capaz de predecir las muertes y de invocarlas con sus agujas de tejer, el entierro pasó cerca de la casa de Andrea y, precisamente, cuando la tormenta estaba en su momento máximo, el ataúd cayó y empezó a moverse la mecedora. Intuimos que la tejedora fue a instalarse a casa de Andrea y a tejer su vida y su muerte en sus agujas. La madre de Andrea la salvó de morir porque Elisa, la tejedora, estaba ya por la franja 10, los mismos años que Andrea tenía entonces.
Nos interesa especialmente ese juego temporal que establece la autora. Nos sitúa en tres dimensiones:
1.El tiempo real (30 años antes, 30 años después)
2. Tiempo del experimento (Andrea decide dormir 5 noches en su antigua habitación hasta que la tejedora se le hace muy evidente y pasa verdadero miedo; pero concluye el experimento, podríamos llamar, parapsicológico. La tejedora es sólo una mujer cansada que desea desaparecer:
“Es evidente que no puede verme.
La contemplo, ya mucho más tranquila, y observo cómo reclina la cabeza sobre el respaldo, cierra los ojos, cruza las manos sobre el pecho y comienza a balancearse.
Es sorprendente; pero su aspecto parece el de alguien cansado que, al fin, hubiera hallado reposo para su cuerpo y paz para su espíritu.
Los balanceos cesan poco a poco, y la tejedora de la muerte se levanta de su asiento. Durante unos segundos vuelve a contemplar lo que le rodea. Luego su imagen comienza a desvanecerse, hasta que desaparece, envuelta en una niebla luminosa”.
3. Tiempo del entierro, que es donde se fraguó el origen del misterio
Andrea tiene la valentía necesaria para encararse a su pasado y poder reconocerse en su presente. El objetivo de los relatos de terror destinados al público infantil y juvenil pueden resumirse, precisamente, en esta idea y también en las palabras de Concha López Narváez, incluidas como pórtico a esta historia: “Sabemos que los peligros literarios no pueden alcanzarnos, por eso el miedo se convierte en placer, porque, si el mal que nos amenaza está entre las páginas de un libro, siempre podrá ser controlado o vencido. De este modo, un relato cumple la función de ser una especie de pararrayos, capaz de neutralizar las descargas negativas de nuestros miedos reales”.

Íntimos secretos

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Íntimos secretos
Mª del Carmen de la Bandera
Anaya, (2 2000)

Anabel Sáiz Ripoll

En primera persona, en forma de diario, Marta nos cuenta un año de su vida, en un momento crucial para ella, de los 13 a los 14 años. Marta es una chica tímida, que tiene problemas de adaptación y una baja autoestima. Está acomplejada por su gordura y se siente el pato feo. En su diario, poco a poco, se va desnudando el alma de una chica que sufre por su sensibilidad. Su relación familiar es difícil, cree que su padre no la quiere y que la ridiculiza constantemente; no acepta que su madre diga a todo amén y siente celos de su hermano. En el colegio está sola, pero se le da bien la escritura, aunque no le gusta hablar en público. Marta, poco a poco, se va transformando y va superando sus complejos. Consigue una amiga, Carol, va a la psicóloga tras un intento de suicido y también tiene su primer amor, Habibi, un muchacho marroquí, con el que tendrá su primera relación emocional importante. Marta logra hacer régimen, se acepta a sí misma y descubre que la vida merece la pena.
Olvidamos por completo a la autora porque el personaje de Marta lo ocupa todo. Tanto que, al final, creemos que su diario puede ser real. Marta comprende que lo importante es aceptarse como se es y luego aprender a vivir con los demás, en sociedad.

El caballero del jubón amarillo

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El caballero del jubón amarillo,
de Arturo Pérez-Reverte
(Madrid, Alfaguara, 2003)

Anabel Sáiz Ripoll

Con este título, llegamos a la quinta entrega de las aventuras de Capitán Alatriste, que se iniciaron en 1996 y que están formadas por El Capitán Alatriste, Limpieza de sangre, El sol de Breda, El oro del rey y la que hoy reseñamos.
Iñigo Balboa, el joven escudero o acompañante del capitán en los relatos, recuerda en sus años ancianos todas las aventuras que vivió al lado de Alatriste, que era un hombre de honor, valiente, piadoso a su manera, honesto según su propio código, amigo de sus amigos, de talante especial, en suma. Iñigo asistió, y es muy consciente de ello cuando lo narra, al final de una época de grandeza, asistió a la caída del gran gigante con pies de barro que entonces, ya con Felipe IV, empezó a ser España y nos lo cuenta con nostalgia, con un punto de pena, con melancolía también, pero con orgullo de haber estado en ese momento al servicio de alguien tan especial como el capitán Alatriste.
En El caballero del jubón amarillo, nuestro capitán, esta vez, se las tiene que ver con un rival de altura, de tanta altura como el propio rey Felipe IV, quien se ha encaprichado de la misma mujer que Alatriste. Bien, Pérez Reverte no hurta al lector algunos secretos de alcoba, mal guardados como se ve, entre el rey y la reina, quien hubo de aguantar toda clase de engaños sin merecerlos.
La novela interesa mucho, aparte de por su hilo argumental, porque nos sitúa de lleno ante el espectáculo popular más querido por las gentes de entonces: el teatro. Antes nosotros surge un teatro vivo, rebosante de color, con todos los matices que nos lleva de lleno a cualquier corral de comedias de los que hubiese entonces por Madrid. Justamente el propio capitán era aficionadísimo al teatro.
Al lado del capitán sigue, otra vez, don Francisco de Quevedo, con toda su carga de ironía y de humanidad, y también se añade, esta vez, a María de Castro, una actriz bellísima y a su marido, que conocía y aceptaba las infidelidades de su mujer. No falta, por supuesto, el enemigo del capitán, Gualterio Malatesta quien aquí está al punto de acabar con Alatriste y al que dejamos bastante malparado. No falta tampoco la pérfida Angélica Alquézar con quien Iñigo vive su primera aventura sentimental, que le deja honda huella.
La novela se lee con creciente interés y está llena de referencias literarias a Quevedo, sobre todo, aunque sin olvidar a Góngora, Tirso de Molina, Lope de Vega (un hijo suyo juega un papel importante en la trama) y Calderón de la Barca.
En suma, Pérez Reverte con su pluma ágil y afilada, con una prosa de periodo amplio y muy vivaz, sigue retratando con veracidad, con autenticidad y con total maestría un momento del Madrid de los Austrias que esta vez se trasladan a El Escorial; del Madrid de capa y espada, del de los duelos, del de las romerías cerca del río, del de los paseos por el Prado, del de los que nada hacían y querían aparentar, del lujo y la pobreza de sus habitantes.
La serie protagonizada por el Capitán Alatriste es fundamental, por la plasticidad, por el dominio del relato, por las descripciones, para conocer un momento básico de nuestra historia, acaso el más importante, el S. XVII, el Barroco, magnífico en cultura, desolador en política. Las dos caras mismas del Barroco, el claroscuro; por un lado la más espectacular de las bellezas, por el otro la más terrible de las fealdades. Y es el propio narrador, Iñigo, quien, cargado de experiencia, reflexiona sobre todo esto, sobre las glorias y las vanidades humanas.

De Fez a Sevilla

de-fez“De Fez a Sevilla”
M. del Carmen de la Bandera
Anaya, 1998

Samuel y Carmen se hallan viviendo en sus respectivos lugares, en Fez Samuel, Carmen sigue en Sevilla. Continúan amándose y la distancia no impide ese amor. Los dos quieren que el otro sea feliz y aceptarían que se casara, pero los dos quieren unirse. Samuel, en Fez, ha acordado con su familia que un día partirá a Sevilla y lo logra gracias a Yuzuf. Carmen, mientras, es presionada porque a su edad debe casarse según opina Marcelo, un comerciante italiano; aunque ella aún dice que no. Samuel llega a Sevilla, logra el bautizo y cree que en Roma logrará el certificado de Fama que lo rehabilite. Y así lo hace, tras muchos avatares llega a Sevilla cuando Carmen está a punto de casarse, pero el amor puede más y, al fin, se unen. Emprenderán una nueva vida en Constantinopla, donde no los juzguen, donde serán felices.
La novela transcurre en un año escaso y acelera los acontecimientos. Las aventuras y los contratiempos se suceden hasta lograr el desenlace feliz, aunque no acaba aquí porque ¿qué les ocurrirá en Constantinopla?

Un hoyo profundo al pie de un olivo

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Un hoyo profundo al pie de un olivo,
de Mª del Carmen de la Bandera, Anaya, 1999.

Anabel Sáiz Ripoll

A finales del S. XV corren malos tiempos para los judíos en España. Muere el rey Enrique IV y los acontecimientos se precipitan. La historia se centra en los años previos a la expulsión de los judíos y en la sinrazón y el desconcierto que eso causó a los luego llamados sefardíes que tuvieron que dejarlo todo. En Sevilla, la comunidad judía vive de manera holgada; pero son muchas las voces que se alzan y a Samuel le pegan en la calle y le roban el dinero. Samuel es un niño de 12 años que se enamora de Carmen, de 13, cristiana, la hija del carnicero. Juntos vivirán esos años con miedo y tendrán que separarse poco antes de 1492, cuando tienen 22 y 23 años, y llega el edicto de la expulsión de Sevilla, previo al edicto de la expulsión definitiva.
La peripecia de la familia de Samuel, su padre, su madre, sus hermanos, las desventuras de otros judíos y el telón histórico exacto y preciso hacen que la novela se lea con avidez. La religión, en lugar de unir, separa; pero los dos jóvenes se mantienen unidos por un pacto, que da nombre al libro, en un hoyo, al pie de un olivo, entierran una estrella de David y una cruz que son los símbolos de sus pueblos y de su amor. Con el tiempo, superados los 30 años, se escribirán y se recordarán en la distancia porque ni el Santo Oficio ni la estupidez humana han acabado con su amor.
A todo esto comenta la autora: “El libro es una auténtica novela de amor entre dos adolescentes: un judío, Samuel, y una cristiana, Carmen. El escenario es la Sevilla de finales del sigo XV en donde los fanatismos y las intolerancias llegan a límites insospechados. Nuestros protagonistas sufren y luchan para llevar adelante su primer amor.
Es un libro para sufrir y gozar, desde luego, nunca para aburrirse y, a pesar de la distancia en el tiempo, el tema, en algunos casos, está de plena actualidad. El lector conocerá una parte apasionante de la historia”.

El trébol de Kinsale

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EL TRÉBOL DE KINSALE
De Laura Andujar Lorca, Madrid, Anaya, 2007

Anabel Sáiz Ripoll

Ahora que ya se adivina el verano quizás sea el momento también de incluir algún libro en el equipaje que nos ha de acompañar estos meses estivales. Habrá más tiempo y una buena lectura nos puede abrir nuevos mundos y nuevos horizontes.
“El trébol de Kinsale” es uno de esos títulos sugerentes en principio destinado al público juvenil, pero que, sin duda, como ya hemos dicho muchas veces cuando nos referimos a la buena literatura, puede gustar a cualquier tipo de lector.
Se trata de un libro lleno de magia y de frescura que se ambienta, precisamente, en un verano, para favorecer más la identificación con el receptor, al menos en estos días. Alicia, la joven protagonista, ha obtenido muy buenas notas en Selectividad y su premio es viajar Irlanda para aprender inglés y para trabajar también, en una pensión, ayudando a la dueña. Kinsale es su pueblo de destino y, para ella, resulta todo un descubrimiento que la llevará de la magia a la aventura, del amor al desengaño, de la sorpresa a la certeza.
La novela se divide en doce capítulos más un prólogo y un epílogo. El prólogo es interesantísimo porque en él se condensa todo el embrión de la historia, ya que nos habla de la Batalla de Kinsale, aunque deja los aspectos bélicos y se centra en los personales. Una hermosa viuda, Colette Callaghan, en 1602, recibe a los hombres de la Armada Española y se prenda de Rodrigo Vergara, con el que vive una historia de amor no correspondido puesto que él, cuando se pierde la batalla y Kinsale pasa a manos de la reina de Inglaterra, regresa a España y abandona a Colette quien espera un hijo suyo al que pondrá Vergara y así sucesivamente. No obstante, antes culmina su villanía y le roba una joya de incalculable valor: el Trébol de las Cuatro Sagas. Pues bien, aquí tenemos ya el núcleo de la historia.
Muchos años después, siglos después, Alicia conoce a un Vergara y también asiste a algunas celebraciones que tienen como núcleo la búsqueda de un trébol de cuatro hojas. Poco a poco va penetrando en el misterio porque el marido de Mary, la dueña de la pensión que tan amable es con ella, ha desaparecido, aunque todo está relacionado, como veremos al final, con el extraordinario trébol, pero ésa es la historia que tiene que leer el lector.
“El trébol de Kinsale” está escrito con buen pulso, en primera persona y capta muy bien todos los matices de Kinsale y el estado de ánimo de Alicia, una chica curiosa que observa su mundo con mucha atención y acaba entendiendo un poco más el alma humana. Descubre que tras los espejismos a veces no hay nada, pero también descubre el poder de la amistad y el del amor. Para Alicia nada será como antes después de ese verano en Kinsale y así nos lo cuenta en el epílogo que es una puerta abierta a quién sabe qué nueva aventura.
La edición está muy cuidada y seguro que resulta una lectura atractiva para el verano… o para cualquier época, sin duda.

Cielo abajo

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CIELO ABAJO,
DE FERNANDO MARÍAS, Anaya, 2005

Anabel Sáiz Ripoll

“Cielo abajo” se publica en una colección destinada al público juvenil, la prestigiosa colección Espacio Abierto; no obstante, como hemos dicho ya muchas veces, no hay la menor frontera para la buena literatura y “Cielo abajo” es un relato estremecedor, lleno de sensibilidad, que arrebata al lector desde el principio. No en balde obtuvo el II Premio Anaya de Literatura Infantil y Juvenil y el Premio Nacional de Literatura..
La novela presenta una trabajada estructura y un uso del narrador llamativo y muy sugerente. “Cielo abajo” está contada por dos narradores, uno, el actual, en primera persona que es una especie de testigo cómplice de lo que cuenta el que sería el narrador principal, Joaquín Dechén. Sin embargo, aún hay más. Joaquín Dechén, un anciano héroe de guerra, cuenta, por escrito sus peripecias y las encuaderna como si fueran un legado que, por un azar, lee el narrador actual que es quien, al fin, escribe toda la novela. Así, la historia transcurre de manera paralela, cada capítulo pertenece a una de las voces, con lo que ninguno de los dos cuenta qué le pasó de manera continuada, sino que nos lo ofrece en dosis, para que el lector asista, igual que el narrador actual, a lo que no es otra cosa que el testamento de Joaquín Dechén.
Joaquín narra su infancia dura ya que fue huérfano y cómo intercambió con otro compañero su identidad; así él, que se llamaba en realidad Javier Álvarez, pasó a ser Joaquín Dechén porque no aceptó el destino que le habían preparado en el orfanato: ser sacerdote y prefirió ser militar, que era lo que debía hacer el verdadero Joaquín. A partir de aquí vemos cómo conoce al Capitán Cortés, un aviador que le enseña todo lo que sabe y que lo infiltra en el Madrid de los primeros tiempos de la Guerra Civil. Así, Joaquín se convierte en un espía del bando nacional, aunque, poco a poco, su percepción va cambiando ya que vive en casa de Ramiro y Constanza, los que fueron amigos de Cortés y que ahora, por estupideces de la guerra, son sus enemigos. Joaquín vive continuas peripecias en el Madrid que resiste el avance nacional y es testigo de uno de los episodios más terribles de nuestra guerra, a la vez que se enamora de Constanza y promete cuidarla siempre. No podrá hacerlo, ya que la muerte lo impide, pero Joaquín siempre, de lejos o de cerca, va a estar en la vida de las siguientes Constanzas, la hija y la bisnieta de la primera. Es, por lo tanto, su texto, el libro que él quiere legarle a la última Constanza, una carta de amor, una confesión de sus miedos, un testimonio de su historia. Y no contamos más que el lector debe descubrir el resto.
“Cielo abajo” es un libro de amor y de sentimientos límite, puesto que sitúa a los personajes en momentos cruciales de su existencia y les permite escoger ser héroe o villano y Joaquín no es ni una cosa ni otra porque siempre estuvo dividido.
También, la novela es una crítica a todas las guerras y un homenaje a los que lucharon en ellas, en este caso en la Civil española. Un homenaje a todos esos seres anónimos que creyeron en un ideal y que aún siguen creyendo.
Es, por último, una historia de amistad, de lealtad, de problemas de conciencia, de destino aciago, de emociones a flor de piel.
El libro, por lo demás, se inicia con un episodio poco conocido de nuestra historia que dejará al lector intrigado y le demostrará, páginas más adelante, que, ante cualquier circunstancia, la piedad es mejor que la venganza.

Grandes Esperanzas

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GRANDES ESPERANZAS
de Charles Dickens, Círculo de Lectores, 2000.

Anabel Sáiz Ripoll

Se trata de una novela de madurez, publicada en 1861, penúltima obra del escritor inglés. Nos cuenta las andanzas del pequeño Pip, Philip Pirrip, aprendiz de herrero que, de la noche a la mañana, merced a un benefactor anónimo, se convierte en un caballero. Marcha a Londres en busca de sus grandes esperanzas. Su orfandad y su pobreza quedan atrás, pero también la alegría de la niñez. Pip lleva una vida elegante y, de alguna manera, se avergüenza de sus orígenes y desdeña a Joe, el herrero casado con su hermana que fue y es el único que de verdad le ha dado cariño.

Vale la pena leer o releer este clásico que ofrece una construcción sin fisuras y un buen ejemplo del pensamiento de Dickens. Aporta un análisis psicológico notable y una ironía sutil y finísima que comienza con el título de la novela. Esas “grandes esperanzas” se desvanecen cuando Pip conoce a su benefactor y cuando, por circunstancias de la vida, ha de regresar con Joe y se da cuenta de quien es su verdadero amigo. Se trata de un libro de autoaprendizaje en el que Pip aprende a valorar que no es la riqueza lo que más importa, sino el afecto y el sentimiento, que no todo puede pagarse con dinero.

Por sus páginas desfilan personajes magistralmente retratados con sus personales historias como la señorita Havisham, por la que sentimos piedad, o personajes antipáticos como el señor Pomblochook, o personajes que acaban cayéndonos bien como Estella, aunque al principio es realmente perversa; hay otro personaje que es el de Herbert, el amigo de Pip en Londres, su amigo real o Wenmick, otra figura excéntrica y singular o el tutor de Pip, el señor Jaggers, personaje difícil de definir porque resulta iompenetrable, o Provis, el preso fugado que resulta ser el benefactor… En suma, todos ellos, al lado de Pip harán que el lector o lectora pasen un buen rato y reflexionen también acerca de las relaciones humanas.

Leer a Dickens es siempre un placer y una fuente de conocimiento de la Inglaterra del S. XIX que él vivió. Autor realista se muestra siempre a favor de los más desprotegidos; sobre todo de los niños que se veían obligados a dejar atrás su niñez sin haber empezado ni a vivirla ya que trabajaban como los propios adultos. Títulos como David Copperfield, La pequeña Dorrit o Canción de Navidad, entre otros, son una perfecta compañía para los lectores de cualquier edad. La mayoría fueron escritas por entregas y los lectores de entonces leían con avidez los capítulos y esperaban al siguiente con auténtica expectación. Muchas de sus obras se han difundido gracias a las versiones cinematográficas o televisivas. De la mayoría hay adaptaciones hechas para el público juvenil, aunque siempre es mejor leer la obra tal cual la escribió el autor, en su integridad, aunque nos cueste más.