Las dos áreas abren contactos para establecer la mayor zona de libre comercio del mundo como medida de reactivación económica

21.02.2013 | 01:03

JAVIER CUARTAS A CORUÑA EEUU y la UE han lanzado el proyecto de liberalización de los intercambios comerciales y financieros entre ambas áreas para crear la mayor zona de libre comercio del mundo, eliminando aranceles, unificando medidas regulatorias y suprimiendo trabas administrativas. El objetivo es alentar los intercambios y la integración comercial sin barreras entre ambas orillas del Atlántico, que ya hoy concentran el 47% del PIB mundial y unos flujos comerciales de bienes y servicios de 2.000 millones de euros diarios e inversiones por valor de 2,8 billones, que representan un tercio de los intercambios mundiales.

Intensificar sus relaciones con la UE permitirá a EEUU, según su presidente, Barack Obama, fortalecer un comercio que “sustenta millones de empleos estadounidenses bien remunerados”. Esta es la clave. El deslizamiento del peso mundial hacia el área Asia-Pacífico ejerce una fortísima presión devaluatoria de los salarios occidentales. Y para la UE el pacto es una oportunidad para reequilibrar en beneficio del eje atlántico el acelerado deslizamiento del PIB y comercio mundiales hacia el Pacífico en las últimas décadas.

Tras cinco años de crisis y una vuelta al decrecimiento en el último trimestre de 2012, EEUU y UE escenifican con este anuncio su creencia en la capacidad dinamizadora del librecambio frente a la errada experiencia del proteccionismo en la anterior gran crisis de 1929-1942. Y, ante el empantamiento de las negociaciones de la Ronda de Doha, han optado por un proyecto bilateral que pretenden firmar en dos o tres años. UE y EEUU calculan que una liberalización plena de los intercambios permitiría un aumento adicional del PIB (0,5% en Europa).

La creencia según la cual ambas áreas ganarán con este nuevo paso se fundamenta en la teoría de las “ventajas competitivas” de David Ricardo, de 1817 -cada cual se especializa en lo que es más capaz, con beneficio para todos- y que está en la base de la “división internacional del trabajo”. Pero que la resultante neta final sea mayor dinamismo y eficiencia (todos ganan, nadie pierde), no supone que no haya costes y sacrificios. Y serán desiguales entre países, sectores y actores. Esta será ahora la ardua negociación: todos querrán minimizar daños.