Enric Juliana
Un país modesto
0ENRIC JULIANA
LA VANGUARDIA, 24/03/2011
España límita al norte con la disciplina económica alemana –la rudeza con que Angela Merkel maneja su agenda electoral– y la voluntad de poder francesa –recién zarpada del puerto de Marsella a bordo del portaaviones nuclear Charles de Gaulle–. Limita al sur con la anarquía que viene del norte de África: las tensiones que en Marruecos parece controlar el rey Mohamed y que un día pueden buscar alivio en Ceuta y Melilla; las grietas en el blindaje de la oligarquía militar argelina, en cuyas manos está la llave del gas; la guerra civil en Libia, que todo el mundo ha visto empezar y nadie sabe cómo acabará; la lábil esperanza democrática en Túnez y, más allá, el jeroglífico egipcio, donde siguen mandando los oficiales y los escribas del faraón. Limita al oeste con el triste hundimiento de Portugal, lo peor que estos días nos podía ocurrir. Y linda en el este con el inexistente corredor mediterráneo, la maltrecha articulación de la España mercantil, desestimada frívolamente durante los quince años de borrachera inmobiliaria.
Esos son los puntos cardinales de una España modesta que no logra quitarse de la cabeza los sueños de grandeza acumulados durante tres lustros económicamente excepcionales, que no volverán. El desfallecimiento de Portugal es, en parte, responsabilidad española. Les hemos acabado de hundir. Portugal es hoy el heraldo de la penitencia que viene: España, país modesto en los siglos venideros.
La continuidad del euro está en manos de la industria exportadora alemana y del consenso de su sociedad, programada desde 1945 para no pensar el mundo en términos imperiales. Los bancos alemanes están mal, como ha señalado acertadamente Manel Pérez en La Vanguardia. Los bancos alemanes están agujereados por las hipotecas españolas, pero la federación es fuerte. Un país de 80 millones de habitantes, con una industria potente y un glacis que va de Alsacia a Varsovia y que desciende hacia el norte de Italia (la Lombardía de la Liga Norte y del emperador Barbarroja), Croacia y los montes Cárpatos, evitando las aguas más peligrosas del Mediterráneo, es el indiscutible polo dominante. Hoy y mañana, el Consejo Europeo de Bruselas, con Portugal en la mesa de operaciones, debatirá el plan Merkel de disciplina, barnizado y suavizado por el flamenco Van Rompuy. Y España, país modesto, lo acatará.
París no está en condiciones de discutirle la primacía económica a Berlín. No hay plan B francés. A cambio, Alemania no cuestiona la política agrícola común, clave de la estabilidad interna francesa y pilar fundacional de la Europa comunitaria. Francia, con el mejor servicio exterior del mundo después del de Estados Unidos, la independencia energética que le proporcionan 59 reactores nucleares y una notable fuerza de combate, se siente hoy en condiciones de liderar la tutela occidental sobre la anarquía que viene del norte de África y de su patio de atrás, el desguazado Sahel (Mauritania, Senegal, Mali, Níger, Chad, Sudán, Eritrea…). Y lo va a intentar.
Esos son los cuatro puntos cardinales –atención a Portugal, la sacudida viene ahora del oeste– de una España cuyo único destino posible es reconocerse y aceptarse –sobre todo aceptarse– como un país modesto. La fiesta se ha acabado para siempre. Y desde una inteligente modestia podrían hacerse cosas interesantes: acercar Latinoamérica a Europa, reconciliarse con la diversidad interna, apostar por las exportaciones, ayudar con prudencia en el Mediterráneo y olvidarse por una larga temporada de los delirios de grandeza. No hay alternativa para Don Quijote y Don Juan Tenorio. Acaso, una eterna amargura…
Tres planes Marshall
2ENRIC JULIANA
Tres planes Marshall. España ha recibido de Europa una suma de dinero tres veces superior a lo que supuso el plan ideado en 1947 por el secretario de Estado norteamericano, general George Marshall, para ayudar a la reconstrucción de los países europeos después de la Segunda Guerra Mundial y bloquear el avance de la influencia soviética. España ha percibido más de 120.000 millones de euros desde su ingreso en la Comunidad Económica Europea en 1985, frente a los 12.841 millones de dólares que Estados Unidos transfirió a los gobiernos de Europa occidental entre 1947 y 1951, con la única excepción de España y los pequeños estados de Andorra, Liechtenstein y San Marino. Tres veces más si actualizamos el valor de la divisa estadounidense en la posguerra.
Mr. Marshall pasó de largo y dejó a Pepe Isbert con un palmo de narices en la plaza mayor de Villar del Río. Cuarenta años después – la unidad de tiempo del franquismo-,llegó la hora del resarcimiento. La hora del Gran Drenaje. Un acontecimiento único en Occidente. “España se ha convertido en el país del mundo que históricamente más se ha beneficiado de una corriente de solidaridad proveniente de otros países”, escriben los economistas José Luis González Vallvé y Miguel ÁngelBenedicto Solsona en La mayor operación de solidaridad de la historia (Plaza y Valdés, 2007), la crónica mejor documentada sobre el efecto de las ayudas comunitarias en una España deseosa de bienestar, que en junio de 1985, fecha de ingreso en la CEE, apenas alcanzaba el 68% de la renta per europea.
Tres planes Marshall. Más de treinta veces el dinero que recibió Alemania Occidental (1.440 millones de dólares) para que pudiese levantar cabeza. Una ayuda gigantesca que se ha concentrado, de manera preferente, en la España meridional, en la meseta castellana y en Galicia. Un evento de tal magnitud justificaría la colocación de una placa de homenaje al ciudadano alemán en la plaza mayor de cada municipio de las Españas. Una cívica señal de agradecimiento al Carolingio Solidario. Al anónimo contribuyente de la Blue Banana,puestos a ser puntillosos, justos y geográficamente modernos. (Banana Azul es el nombre que recibe la macrorregión formada por los nódulos europeos más poblados y con mayor nivel de desarrollo, una dorsal rica y curvada: el norte de Italia, la cuenca del Rin, el valle del Ródano, el área de París, el Benelux y el sur de Inglaterra). “Villar del Río, que un día vio pasar a Mr. Marshall, para siempre agradecida al Plátano Azul”. No menudean en España las placas de homenaje a la ayuda extranjera – ese carácter siempre altivo yorgulloso-pero la bandera de Europa ondea en cada municipio.
Y hay un mapa. Un mapa que en esta página nos explica muchas cosas. La distribución territorial de las ayudas europeas en el periodo 1986-2006, laboriosamente documentada por los dos economistas antes citados, es del todo imprescindible para entender el auge y caída del denominado milagro español. Ese mapa nos acaba de explicar el café para todos,del que ya sabemos, contrariamente a lo que dice la leyenda, que no fue una imposición directa de los militares, sino el fruto de una conjunción de factores: el pertinaz tacticismo de Adolfo Suárez, la férrea voluntad de poder del joven núcleo dirigente del PSOE, el terrorismo de ETA, el pragmatismo catalán, la sombra militar, por supuesto, y el ímpetu de unas élites locales que, desde Santander a Algeciras, exigieron su lugar en la nueva planta democrática al grito de “¡Nosotros no vamos a ser menos!”. El mapa nos enseña cómo el precario sistema autonómico español – un federalismo vergonzante hoy en crisis de relato-ha conseguido legitimarse durante dos décadas en tanto que eficaz instrumento de drenaje de una monumental ayuda extranjera. Nos ilustra sobre la preponderancia electoral del Partido Socialista Obrero Español durante veinte de los treinta y tres años de Restauración democrática. Nos demuestra el papel clave que ha tenido y seguirá teniendo Andalucía. Nos ofrece la base documental suficiente para que empecemos a hablar de la Liga Sur como el más potente poder fáctico de un país sin riesgo de golpe militar. (Retengan la idea: en España, a diferencia de Italia, no hay Liga Norte; en España hay Liga Sur). Nos engaña, el mapa, sobre los beneficios obtenidos por Madrid en el Gran Reparto (más adelante veremos por qué). Y nos ofrece un punto de referencia imprescindible para leer mejor la actual crisis y la inevitable subordinación de España al Directorio Europeo y a la disciplina alemana en los años venideros.
Imaginemos las dos ilustraciones de estas estas páginas en una sesión de power point en Frankfurt, Hamburgo, Colonia o Rotterdam. O en la cancillería de Berlín. Señoras y señores, la mayor operación de solidaridad de la historia ha concluido con el estallido consecutivo de tres burbujas en el solar hispánico: la burbuja inmobiliaria (con los bancos alemanes pillados en salva sea la parte); la burbuja de los bancos de desarrollo regional (las cajas de ahorro que se están viniendo abajo), y la burbuja de los parques fotovoltaicos, cuyas primas de escándalo han generado un negocio especulativo apenas disimulado por la nueva religión del medio ambiente. A los tres planes Marshall concentrados en 25 años (más de 120.000 millones de euros) hay que añadir ahora el Fondo de Estabilización Financiera de la eurozona (440.000 millones de euros, especialmente destinados a evitar el default español, que podría llevarse por delante la moneda común). He ahí la dimensión histórica de la actual crisis. En muchas autonomías españolas – pendientes de las elecciones del 22 de mayo-nadie se atreve a hablar aún de recortes. En Catalunya lo han hecho y ya se están asustando. Debajo de las alfombras ya no caben más disimulos. Toda es culpa de José Luis Rodríguez Zapatero, dice la oposición, y el aserto ha hecho mella en el hombre de la calle. El PSOE, aterrorizado por los sondeos, ha decidido esconder al presidente, que se halla en jaque mate. Un power point con ritmo e intriga final.
Pide la palabra el abogado defensor del orgullo hispánico. Cuidado con una excesiva mitificación del plan Marshall. Tuvo tanta importancia – o más-en el plano político. Sentó las bases de la OTAN y de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, embrión de la actual Unión Europea. Redujo la angustia de las cartillas de racionamiento y atemperó el prestigio de los partidos comunistas en el mundo obrero tras el arrollador avance del Ejército Rojo. Contribuyó, también, ojo al dato, al crecimiento de Estados Unidos, puesto que la devastada Europa Occidental (más Grecia y Turquía) dedicó buena parte de las ayudas a comprar víveres y demás productos de primera necesidad a Norteamérica. El general Marshall ayudó a muchos países a levantar cabeza, pero la gran recuperación de Alemania no se entiende sin la reforma monetaria de 1948, que alumbró el marco y puso las bases de una eficaz política antiinflacionista. Gracias a esa reforma monetaria existe el euro y Alemania, sesenta años después, vuelve a ejercer un papel imperial en el interior de las acolchadas estructuras europeístas. El plan Marshall es un mito singularmente español gracias a la extraordinaria película de Berlanga. La autarquía. Carpanta que se queda sin pan. El aislamiento. La vergüenza de ser español (“Son españoles los que no pueden ser otra cosa”. Cánovas del Castillo, 1876). La imperiosa necesidad de salir del hoyo. La pacífica y gradual recuperación de la democracia. El “nosotros no vamos a ser menos” de 1977-80. La euforia europeísta – bien regada-de los últimos veinticinco años. Y la enorme perplejidad actual.
Sigue el abogado defensor español. Hemos aportado más de cuarenta millones de consumidores al mercado europeo. Y hoy tenemos un país con excelentes infraestructuras: autovías libres de peaje (excepto en Catalunya, en Levante y en el corredor del Ebro), la mayor red de alta velocidad ferroviaria del mundo, parques tecnológicos y logísticos en cada esquina… Han sido unos años extraordinarios. El excelente drenaje de los fondos europeos ha legitimado la España de las autonomías, un federalismo camuflado que en los próximos años será retocado y uniformizado por dentro sin tocar la fachada. Y hemos consagrado el Gran Madrid. Observen el mapa. Qué finura: modestia en las ayudas recibidas de manera directa y un chorro de dinero repartido aquí y allá para ampliar los mapas radiales de carreteras y ferrocarriles. Un salto de gigante para el centro y sus empresas constructoras. Les pondré un ejemplo, uno sólo: los túneles del Guadarrama, una de las mayores obras de ingeniería acometidas en Europa en los últimos años, dos túneles de 28,4 kilómetros imprescindibles para llevar el AVE a Galicia, a Oviedo, a Santander y al País Vasco, han costado 1.219 millones de euros y han sido financiados en un 85% por los Fondos de Cohesión de la Blue Banana.
La Vanguardia, 13/03/2011
Mapas, mapas, mapas.
0Enric Juliana
Dónde estamos? Con el atlas abierto en la doble página de Europa y el norte de África,esta es la pregunta más pertinente ante el incendio de la media luna. Arriba, la reorganización del espacio carolingio alrededor de la fortaleza industrial alemana y la empresa pública francesa; abajo, el brasero norteafricano.
¿Dónde estamos cuando la información acelerada nos empuja a la penumbra por exceso de iluminación? No habrá pensamiento crítico en el futuro sin crítica a la aceleración. Los estamos viendo estos días. La revuelta democrática de los jóvenes árabes que ya no soportan las viejas relaciones de poder se mezcla en un mismo relato con la lucha tribal por la posesión de la mayor bolsa de petróleo del Mediterráneo. La democracia turca como modelo y el riesgo de una segunda Somalia en un mismo plano. Confusión. La información acelerada nos obliga a saltar una nerviosa comba. Lo estamos viendo en la vacua adjetivación periodística de la figura de Gadafi. ¿Un demente?
Un tipo que ha controlado durante cuarenta años el gran emirato petrolífero del Mediterráneo, que ha jugado al ajedrez con el cinismo de Oriente y Occidente, que ha construido su propio glacis en África(Níger, Chad, Sudán…) y que logró la adulación – subvenciones mediante-de sectores no marginales de la izquierda española en la transición (asunto sobre el que se está pasando de puntillas), no puede ser despachado como un loco.
Mapas, mapas, mapas y una mayor voluntad de resistencia a las simplificaciones de la información-espectáculo. Y una pregunta, cada mañana al levantarnos: ¿dónde estamos?
El presidente del Gobierno está con el agua al cuello, pero bien asesorado por Bernardino León (secretario general de la Presidencia) ha programado para este fin de semana un movimiento inteligente: será el primer mandatario europeo en visitar Túnez tras la caída de Ben Alí. Ese viaje le correspondía a Francia, pero en París las aguas del Sena bajan turbias por las familiaridades de la ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie, con la oligarquia tunecina derrocada. ¿Le disputa Zapatero el terreno a Nicolas Sarkozy? Cuesta de creerlo. Zapatero le debe demasiadas cosas al presidente francés: la silla en el G-8 ampliado, el puesto fijo en el G-20, el no haber sido marginado de la escena internacional en plena crisis… Zapatero viaja a Túnez sincronizado con el Elíseo. Y sigue siendo un buen movimiento, porque España dispone de un cierto margen de maniobra en el incendio norteafricano. La Unión por el Mediterráneo entendida como una mera prolongación de la política exterior francesa (otra cesión de Zapatero a Sarkozy) ha fracasado. La sede de la UpM en Barcelona tiene hoy forma de interrogante. Y Alemania/ Carolingia piensa en el Sur en términos muy defensivos.
Margen también para la Marca Hispánica. Para Catalunya. La Generalitat se está moviendo bien. Artur Mas se entrevistó hace unos días con los embajadores de la Liga Árabey acaba de recibir al ministro de Estado marroquí Mohamed el Yazghi. Es muy probable que viaje a Marruecos en los próximos meses, donde será bien recibido. (350.000 marroquíes viven en Catalunya). La Generalitat puede desarrollar una interesante diplomacia paralela con Marruecos sin el escollo de Ceuta y Melilla y sin tener que contradecir los intereses generales españoles. La formulación de una política exterior con criterios de rigor y operatividad (política exterior y política de inteligente vecindad con toda la España del Este) será uno de los grandes asuntos de la agenda catalana. Mapas, mapas, mapas. E intentar saber dónde estamos.
La Vanguardia, 26/02/2011