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Tren de ida y vuelta: Miguel Hernández

Tren de ida y vuelta,
de Mariano Vara.
Alzira, Algar, 2010, (Algar Joven, 44).
232 pp., 10.50€.

 

Literatura Juvenil

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

“La poesía de Miguel Hernández es lo suficientemente rotunda, hermosa y potente como para necesitar ningún tipo de recomendación; ahora bien, este año, en que se celebra su centenario, nos puede servir para releerlo y, lo que es aún mejor, para descubrirlo ya que a Miguel Hernández cada día llega un lector nuevo, niño, joven o adulto, tanto da, su voz resuena y suena sincera y verdadera ante cualquier lector. El poeta de Orihuela, uno de los más humanos de nuestra poesía, sigue hablándonos de lo esencial, de la vida, el amor y la muerte…”.

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 7/02/2010 08:07:00 AM

Historia de un segundo

Historia de un segundo,
de Jordi Sierra i Fabra.
Carlos Velázquez (ilustraciones).
Madrid, Ediciones SM, Premio Barco de Vapor 2010.
Cartoné, 264 pp., 16 x 19 cm., 15.50€.

 

Por Anabel Sáiz Ripoll

 

Historia de un segundo es un relato tierno y hermoso, que nos habla de un amor adolescente que tiene como protagonistas a Eliseo, de 16 años, y a Elena, de 15. Este amor está condenado a no fraguar puesto que ambos pertenecen a clases sociales muy diferentes. Mientras que Eliseo, huérfano de padre y madre, prácticamente es el esclavo del doctor Quijano, quien trata al muchacho sin consideración alguna; Elena es la hija de una dama y un caballero encumbrados, que han ido a tomar las aguas termales al pueblo en donde vive Eliseo…

 

 

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Publicado por Carmen Fernández Etreros para EL BLOG DE PIZCA DE PAPEL el 6/08/2010 02:32:00 AM

Palabras envenenadas

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PALABRAS ENVENENADAS,

Maite Carranza,

Barcelona, Edebé, 2010, (Periscopio, 78).

 

Anabel Sáiz Ripoll

 

Palabras envenenadas es el último Premio Edebé de Literatura Juvenil. Se trata de un libro valiente y comprometido que narra una historia estremecedora y arriesgada. Maite Carranza nos ofrece un relato de impecable factura en el que no sobra ningún detalle. Lejos de sus novelas más frescas e irónicas, más mordaces y divertidas, la escritora barcelonesa apuesta por un drama que nos remueve todos los cimientos.

Palabra envenenadas nos ofrece la crónica de un día, un día distinto y especial en el que, para algunos, el tiempo corría en su contra y, para otros, parecía hacerlo a su favor. Ofrece además un ejemplo de perspectivismo porque el relato, escrito en  3ª persona y 1ª persona, permite conocer el punto de vista de tres personajes más el de la propia protagonista.

Bárbara Molina lleva 4 años desaparecida, desde que tenía 15. Todos creen que ha muerto, menos el inspector que llevó su caso, Salvador Lozano, quien, a punto de jubilarse, se resiste a dar por pérdida a Bárbara. A estos dos personajes se suman, Núria Solís, la madre de Bárbara, y Eva, quizás la mejor amiga de la joven, al menos, hasta que las cosas se torcieron.

Gracias a estos personajes vamos atando cabos y llegando a una conclusión que nos parece monstruosa y que queremos desechar, pero que se acaba imponiendo sobre las demás hipótesis.

Bárbara era una chica hermosa, una chica con un buen porvenir, especial, sin embargo su propio padre se encargó de anularla, de vejarla y de torturarla porque Palabras envenenadas pone el dedo en la llaga al referirse a los abusos sexuales que sufren aún muchos niños y niñas, Bárbara es un ejemplo de ello.

Harta de esas prácticas, llena de miedo, pensó en huir, pero su padre fue más rápido y acabó sepultándola en vida en una especie de zulo al que acudía para darle de comer y saciar sus perversiones; no obstante, Bárbara aún tiene esperanzas, pero Él (al que conocemos al principio por el uso en mayúsculas del pronombre personal), se encarga de hacerla pasar por mala, por la causante de todas las desgracias.

El inspector Lozano, un hombre cabal y muy humano, aún sabe que hay algo en la historia que no casa y esa última pieza del puzzle se la da Eva, la joven a la que Bárbara pide ayuda. Ha conseguido el móvil del su padre y, con mil penurias, realiza esta llamada que le salva la vida y cambia el rumbo de la vida de todos los implicados en la trama, del inspector, de Eva, de Núria y, por supuesto, de Pepe Molina, el supuesto padre estupendo, entregado solo a la causa de recuperar a su hija, amante de su familia y un cínico por emplear un calificativo suave.

Interesa mucho destacar el personaje de Núria Solís, la madre, a la que Pepe se ha encargado de anular, a la que ha ninguneado toda la vida, ha desautorizado y ha sometido ha toda clase de presiones. Esta mujer que toma tranquilizantes, que es una sombra de lo que era, que se fía de su marido aún… cuando descubre la verdad empieza a entender muchas cosas y retoma, con esfuerzo, su propia personalidad, coge fuerzas de su propia hija y entiende que tiene que actuar. Ella y el inspector son los que corren más para parar el tiempo.

Palabra envenenadas ofrece el retrato de una sociedad que se nutre de las falsas apariencias, de vive de espaldas a la verdad, que, a menudo, no quiere saber la verdad y se escuda en tópicos y en mitos.

Maite Carranza escribe sin que le tiemble el pulso, pero es elegante en su prosa, no busca el sensacionalismo, sino la verdad y la denuncia, por eso no entra en escenas que podrían ser truculentas, solo la esboza y más bien se centra en la psicología de los personajes de los que hace unos retratos excelentes. Aprendemos a conocer a Bárbara, la acompañamos en su encierro y nos sentimos impotentes como ella misma; pero apreciamos de verdad al inspector Lozano y deseamos que solucione el caso antes de jubilarse; entendemos a Eva, sus dudas y vacilaciones y le damos coraje para sumar dos y dos y, por fin, levantamos a Núria, le soplamos al oído que tiene que ser ella y nadie más quien proteja a Bárbara.

Sin duda, es una novela que va a conmover a quien la lea y que merece ser difundida porque, a menudo, la verdad que más duele es la que está escondida. Palabras envenenadas se lee deprisa, con el aliento contenido y el alma en vilo. Es una novela realista, con un final inesperado, aunque mantiene, eso sí, la llama de la esperanza.

 

http://www.culturamas.es/2010/05/03/palabras-envenenadas-de-maite-carranza/

Totus Plautus (o casi)

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Totus Plautus (o casi)
Alzira, Algar, 2010

Los clásicos son esos libros que nos cuentan historias atemporales, puesto que siempre nos interesan ya que aluden a la entraña misma de lo humano, a nuestros sentimientos, pasiones, necesidades, dudas y miedos. Acercarse a los clásicos es acercarse a un buen amigo que siempre tendrá las palabras adecuadas para cada ocasión. Parece que la literatura clásica y la juvenil tengan que estar reñidas y nada es más falso puesto que ambas pueden darse la mano, acaso la literatura juvenil sirva para tender un puente necesario que llevará al adolescente o joven a disfrutar de los clásicos.
A menudo el problema está en cómo ofrecer la historia clásica si adaptada o en formato original. Muchas veces el idioma en el que fue escrita es un obstáculo para el lector actual ya que desconoce muchos de los giros idiomáticos y no tiene elementos del contexto para entender bien la historia. Se trata de acercárselo, de ofrecerle la historia de una manera nueva, sin desvirtuar la original, por supuesto, pero dándole la posibilidad de que entienda y disfrute de la lectura de la obra en sí.
José Antonio Martínez (Hellín, Albacete, 1956), profesor de Lengua y Literatura españolas, nos ofrece “Totus Plautus (o casi)”, editado por Algar recientemente en la colección Teatro de papel, que es una recopilación-adaptación de las mejores obras de Tito Maccio Plauto, el padre de la comedia teatral. Plauto no está lejos de nuestro mundo, en absoluto, y José Antonio Martínez así lo ha entendido al recrear sus momentos más significativos. Es una buena manera para que los jóvenes se acerquen, con la mirada limpia, a uno de los grandes clásicos del teatro latino.
En Plauto no sólo encontramos risa y chanza, sino que, a menudo, sus personajes reflexionan en voz alta y nos transmiten lecciones de vida que nos pueden ser muy útiles en este mundo nuestro tan convulso. Para que, por ejemplo, entendamos que, a veces, es verdad eso de que no hay nada nuevo bajo el sol, en la obra “Bacchides”, el padre y el esclavo preceptor se lamentan de la educación del momento, del poco respeto que tienen los jóvenes por sus mayores y del cambio de costumbres. ¿Nos suena, verdad?
La ironía, el gracejo, los juegos de palabras, los equívocos entre personajes son ingredientes que hacen que el teatro de Plauto sea inconfundible. En esta ocasión, José Martínez estructura la obra en torno a dos tramas, la “Aulularia” y “Amphitruo”, aunque también toma elementos de “Miles Gloriosus” y de “Casina” y otras obras. No obstante, encontramos partes de creación del profesor necesarias para unir unas escenas con otras e, incluso, hay mezcla de personajes y de caracteres. Las aportaciones personales siguen muy bien el espíritu de Plauto y tratan también de aludir a nuestros días. Ya en el prólogo podemos escuchar a Pseudolo que presenta la obra diciendo, por ejemplo: “En confianza, las modernas [comedias] que se estrenan ahora no les llegan [a las antiguas] ni a la suela de los zapatos. Nosotros en cuanto supimos que deseabais ver comedias de Plauto, como no sabíamos cuál ofreceros, decidimos preparar un surtido de lo más variado. Así que desterrad de vuestro espíritu las preocupaciones y olvidaos de las deudas, de los fracasos amorosos y de los problemas laborales, porque la representación va a comenzar”.
Cabe destacar la introducción a la obra en donde el profesor Martínez explica quién era Plauto y sus principales características. Es una herramienta útil para entender la obra en sí. En definitiva, “Totus Plautus (o casi)” pretende “que nuestros escolares estén lo más cerca posible del gran comediógrafo” y pensamos que lo consigue.
Las obras teatrales pierden con la lectura, puesto que, por sus características, necesitan otros elementos, el escenario, los actores; no obstante, son una buena introducción para sembrar la curiosidad y hacer futuros aficionados al teatro.
Así que, preparados para reírnos a carcajadas, con los personajes, ya arquetipos teatrales, del criado, el militar, el viejo avaro, los dioses intrigantes, la mujer joven, la alcahueta…