EL INGENIOSO HIDALGO
DON QUIJOTE DE LA MANCHA
Miguel de Cervantes
Fragments seleccionats per: Imma Villegas
Primera parte
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Capítulo I: Que trata de la condición y ejercicio del famoso hidalgo don Quijote de la Mancha
En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor. Una olla de algo más vaca que carnero, salpicón las más noches, duelos y quebrantos los sábados, lentejas los viernes, y algún palomino de añadidura los domingos, consumían las tres partes de su hacienda. El resto della concluían sayo de velarte, calzas de velludo para las fiestas con sus pantuflos de lo mismo, y los días de entre semana se honraba con su vellorí de lo más fino. Tenía en su casa una ama que pasaba de los cuarenta, y una sobrina que no llegaba a los veinte, y un mozo de campo y plaza, que así ensillaba el rocín como tomaba la podadera. Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años: era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza. Tenía el sobrenombre de Quijada o Quesada. Es, pues, de saber que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso (que eran los más del año) se daba de leer libros de caballerías con tanta afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la caza, y aun la administración de su hacienda; y llegó a tanto su curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así, llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos. En resolución, él se enfrascó tanto en su lectura, que se le pasaban las noches leyendo de claro en claro, y los días de turbio en turbio; y así, del poco dormir y del mucho leer se le secó el cerebro de manera, que vino a perder el juicio. Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de aquellas soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo. En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra, como para el servicio de su república, hacerse caballero andante, y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras, y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio, y poniéndose en ocasiones y peligros, donde acabándolos, cobrase eterno nombre y fama. Y lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín i llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón. Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vió que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sinó morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada, que, encajada con el morrión, hacía una apariencia de celada entera. Fue luego a ver a su rocín, y aunque tenía más cuartos que un real, y más tachas que el caballo de Gonela, le pareció que ni el Bucéfalo de Alejandro, ni Babieca el del Cid, con él se igualaba. Cuatro días se le pasaron en imaginar qué nombre le pondría, porqué no era razón que caballo de caballero tan famoso, y tan bueno él por sí, estuviese sin nombre conocido; y así procuraba acomodársele de manera, que declarase quien había sido antes que fuese de caballero andante; y así, después de muchos nombres que formó, borró y quitó, añadió, deshizo y tornó a hacer en su memoria e imaginación, al fin le vino a llamar Rocinante, nombre a su parecer alto, sonoro y significativo de lo que había sido cuando fue rocín, antes de lo que ahora era. Puesto nombre y tan a su gusto a su caballo, quiso ponérsele a sí mismo y en este pensamiento duró otros ocho días, y al cabo se vino a llamar don Quijote. Pero acordándose que el valeroso Amadís no solo se había contentado con llamarse Amadís a secas sino que añadió el nombre de su reino y patria por hacerla famosa, y se llamó Amadís de Gaula, así quiso, como buen caballero, añadir al suyo el nombre de la suya, y llamarse don Quijote de la Mancha, con que, a su parecer, declaraba muy al vivo su linaje y patria, y la honraba con tomar el sobrenombre della. Limpias, pues, sus armas, hecho del morrión celada, puesto nombre a su rocín, y confirmándose a sí mismo, se dio a entender que no le faltaba otra cosa sino buscar una dama de quien enamorarse; porque el caballero andante sin amores era árbol sin hojas y sin fruto, y cuerpo sin alma. En un lugar cerca del suyo había una moza labradora de muy buen parecer, de quien él un tiempo anduvo enamorado, aunque, según se entiende, ella jamás lo supo ni se dio carta dello. Llamábase Aldonza Lorenzo, y a ésta la pareció ser bien darle título de señora de sus pensamientos; y buscándole nombre que no desdijese mucho del suyo, y que tirase y se encaminase al de princesa y gran señora, vino a llamarla Dulcinea del Toboso, porque era natural del Toboso: nombre a su parecer músico y peregrino, y significativo, como todos los demás que a él y a sus cosas había puesto.
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Capitulo III: Donde se cuenta la graciosa manera que tuvo don Quijote en armarse caballero
Mas lo que más le fatigaba, era el no verse armado caballero, por parecerle que no se podría poner legítimamente en aventura alguna sin recibir la orden de la caballería. Y así, fatigado deste pensamiento, abrevió su venteril y limitada cena, la cual acabada llamó al ventero, y encerrándose con él en la caballeriza, se hincó de rodillas ante él, diciéndole.
-No me levantaré jamás de donde estoy, valeroso caballero, fasta que la vuestra cortesía me otorgue un don que pedirle quiero, el cual redundará en alabanza vuestra y en pro del género humano.
El ventero, que vió a su huésped a sus pies, y oyó semejantes razones, estaba confuso mirándole, sin saber qué hacerse ni decirle, y porfiaba con él que se levantase, y jamás quiso, hasta que le hubo de decir que él le otorgaba el don que le pedía.
-No esperaba yo menos de la gran magnificencia vuestra, señor mío, respondió don Quijote; y así os digo que el don que os he pedido y de vuestra liberalidad me ha sido otorgado, es que mañana en aquel día me habéis de armar caballero, y esta noche en la capilla deste vuestro castillo velaré las armas, y mañana, como tengo dicho, se cumplirá lo que tanto deseo, para poder, como se debe, ir por todas las cuatro partes del mundo buscando las aventuras en pro de los menesterosos, como está a cargo de la caballería y de los caballeros andantes, como yo soy, cuyo deseo a semejantes fazañas he inclinado.
El ventero, que como está dicho, era un poco socarrón y ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped, acabó de creerlo cuando acabó de oírle semejantes razones, y por tener qué reir aquella noche, determinó de seguirle el humor; y así le dijo que andaba muy acertado en lo que deseaba y pedía, y que tal prosupuesto era propio y natural de los caballeros tan principales como él parecía y como su gallarda presencia mostraba; y que él asimismo, en los años de su mocedad, se había dado en aquél honroso ejercicio andando por diversas partes del mundo buscando sus aventuras, y que a lo último se había venido a recoger a aquel castillo, donde vivía con su hacienda y con las ajenas, recogiendo en él a todos los caballeros andantes de cualquiera calidad y condición que fuesen, solo por la mucha afición que les tenía, y porque partiesen con él de sus haberes en pago de su buen deseo. Díjole también, que en aquel su castillo no había capilla alguna donde poder velar las armas, porque estaba derribada para hacerla de nuevo; pero que en caso de necesidad él sabía que se podían velar dondequiera y que aquella noche las podría velar en un patio del castillo; que a la mañana, siendo Dios servido, se harían las debidas ceremonias de manera que él quedase armado caballero, y tan caballero que no pudiese ser más en el mundo. Preguntóle si traía dineros; respondió don Quijote que no traía blanca, porque él nunca había leído en las historias de los caballeros andantes que ninguno los hubiese traído. A esto dijo el ventero que se engañaba; que, puesto caso que en las historias no se escribía por haberles parecido a los autores dellas que no era menester escribir una cosa tan clara y tan necesaria de traerse, como eran dineros y camisas limpias, no por eso se había de creer que no los trujeron. Tuvieron los pasados caballeros por cosa acertada que sus escuderos fuesen proveídos de dineros y de otras cosas necesarias, como eran hilas y ungüentos para curarse; y cuando sucedía que los tales caballeros no tenían escuderos (que eran pocas y raras veces), ellos mismos lo llevaban todo en unas alforjas muy sutiles, que casi no se parecían, a las ancas del caballo. Por esto le daba por consejo (pues aun se lo podía mandar como a su ahijado, que tan presto lo había de ser) que no caminase de allí adelante sin dineros y sin las prevenciones referidas, y que vería cuan bien se hallaba con ellas, cuando menos se pensase. Prometiéndole don Quijote de hacer lo que se le aconsejaba con toda puntualidad; y así se dio luego orden como velase las armas en un corral grande que a un lado de la venta estaba, y recogiéndolas don Quijote todas, las puso sobre una pila que junto a un pozo estaba, y embrazando su adarga asió de su lanza, y con gentil continente se comenzó a pasear delante de la pila; y cuando comenzó el paseo comenzaba a cerrar la noche.
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Capítulo VI: Del donoso y grande escrutinio que el cura y el barbero hicieron en la librería de nuestro ingenioso hidalgo
Hiciéronle a don Quijote mil preguntas, y a ninguna quiso responder otra cosa sino que le diesen de comer y le dejasen dormir, que era lo que más le importaba. Hízose así, y el cura se informó muy a la larga del labrador del modo que había hallado a don Quijote. Él se lo contó todo con los disparates que al hallarla y al traerle había dicho, que fue poner más deseo en el licenciado de hacer lo que otro día hizo, que fué llamar a su amigo el barbero maese Nicolás, con el cual se vino a casa de don Quijote.
El cual aun todavía dormía. Pidió las llaves a la sobrina, del aposento donde estaban los libros autores del daño, y ella se las dio de muy buena gana. Entraron dentro todos y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes muy bien encuadernados y otros pequeños; y así como el ama los vió, volviese a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo y dijo:
-Tome vuestra merced, señor licenciado, rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten en pena de la que les queremos dar, echándolos del mundo.
Causó risa al licenciado la simplicidad del ama, y mandó al barbero que le fuese dando de aquellos libros uno a uno para ver de qué trataban, pues podía ser hallar algunos que no mereciesen castigo de fuego.
-No, dijo la sobrina, no hay para qué perdonar a ninguno, porque todos han sido los dañadores: mejor será arrojarlos por las ventanas al patio, y hacer un rimero dellos y pegarles fuego, y si no llevarlos al corral, y allí se hará la hoguera y no ofenderá el humo.
Lo mismo dijo el ama: tal era la gana que las dos tenían de la muerte de aquellos inocentes; mas el cura no vino en ello sin siquiera leer primero los títulos. Y el primero que maese Nicolás le dio a las manos, fue los cuatro de Amadís de Gaula, y dijo el cura:
-Parece cosa de misterio esta, porque, según he oído decir, este libro fue el primero de caballerías que se imprimió en España, y todos los demás han tomado principio y origen deste, y así me parece que, como a dogmatizador de una secta tan mala, le demos sin excusa alguna condenar al fuego.
-No, señor, dijo el barbero, que también he oído decir que es el mejor de todos los libros que deste género se han compuesto, y así como a único en su arte se debe perdonar.
-Así es verdad, dijo el cura, y por esa razón se le otorga la vida por ahora. Adelante.
-¡Qué me place!, respondió el barbero, y sin querer cansarse más en leer libros de caballerías, mandó al ama que tomase todos los grandes y diese con ellos en el corral.
No se dijo a tonta ni a sorda, sinó a quien tenía más gana de quemallos que de echar una tela por grande y delgada que fuera, y asiendo casi ocho de una vez, los arrojó por la ventana. Por tomar muchos juntos se le cayó uno a los pies del barbero, que le tomó gana de ver quien era, y vió que decía: Historia del famoso caballero Tirante el Blanco.
-¡Válame Dios!, dijo el cura dando una gran voz, ¿que aquí esté Tirante el Blanco? Dádmele acá, compadre, que hago cuenta que he hallado en él un tesoro de contento y una mina de pasatiempos.
-Dígoos verdad, señor compadre, que por su estilo es este el mejor libro del mundo: aquí comen los caballeros y duermen y mueren en sus camas y hacen testamento antes de su muerte, con otras cosas de que todos los demás libros deste género carecen.
-Así será, respondió el barbero; pero ¿qué haremos destos pequeños libros que quedan?
-Estos, dijo el cura, no deben de ser de caballerías sino de poesía; y abriendo uno, vió que era La Diana de Jorge de Montemayor, y dijo (creyendo que todos los demás eran del mismo género): Estos no merecen ser quemados como los demás, porque no hacen ni harán el daño que los de caballerías han hecho; que son libros de entendimiento sin perjuicio de tercero.
-¡Ay, señor! , dijo la sobrina, bien los puede vuestra merced mandar quemar como los demás, porque no sería mucho que habiendo sanado mi señor tío de la enfermedad caballeresca, leyendo estos se le antojase de hacerse pastor y andarse por los bosques y prados cantando y tañendo, y lo que sería peor, hacerse poeta, que según dicen es enfermedad incurable y pegadiza.
-Verdad dice esta doncella, dijo el cura, y será bien quitarle a nuestro amigo este tropiezo y ocasión de delante.
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Capítulo VII: De la segunda salida de nuestro buen caballero don Quijote de la Mancha
Es, pues, el caso, que él estuvo quince días en casa muy sosegado, sin dar muestras de querer segundar sus primeros devaneos; en los cuales días pasó graciosísimos cuentos con sus dos compadres el cura y el barbero, sobre que él decía que la cosa de que más necesidad tenía el mundo era de caballeros andantes, y de que en él se resucitase la caballería andantesca. El cura algunas veces le contradecía, y otras concedía, porque si no guardaba este artificio, no había poder averiguarse con él.
En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera. En resolución, tanto le dijo, tanto le persuadió y prometió, que el pobre villano se determinó de salirse con él y servirle de escudero. Decíale entre otras cosas don Quijote, que se dispusiese a ir con él de buena gana, porque tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame allá esas pajas alguna ínsula, y le dejase a él por gobernador della. Con esas promesas y otras tales, Sancho Panza (que así se llamaba el labrador) dejó su mujer e hijos, y asentó por escudero de su vecino. Dió luego don Quijote orden en buscar dineros, y vendiendo una cosa y empeñando otra, y malbaratándolas todas, allegó una razonable cantidad. Acomodóse asimismo de una rodela, que pidió prestada a su amigo, y pertrechando su rota celada lo mejor que pudo, avisó a su escudero Sancho del día y la hora que pensaba ponerse en camino, para que él se acomodase de lo que viese que más le era menester; sobre todo le encargó que llevase alforjas. Él dijo que sí llevaría y que asimismo pensaba llevar un asno que tenía muy bueno, porque él no estaba ducho a andar mucho a pie. En lo del asno reparó un poco don Quijote, imaginando si se le acordaba si algún caballero andante había traído escudero caballero asnalmente; pero nunca le vino alguno a la memoria; mas con todo esto determinó que le llevase, con presupuesto de acomodarle de honrada caballería en habiendo ocasión para ello, quitándole el caballo al primer descortés caballero que topase. Proveyóse de camisas y de las demás cosas que él pudo, conforme al consejo que el ventero le había dado. Todo lo cual hecho y cumplido, sin despedirse Panza de sus hijos y mujer ni don Quijote de su ama y sobrina, una noche se salieron del lugar sin que persona los viese, en la cual caminaron tanto, que al amanecer se tuvieron por seguros de que no los hallarían aunque los buscasen. Iba Sancho Panza sobre su jumento como un patriarca, con sus alforjas y su bota, y con mucho deseo de verse ya gobernador de la ínsula que su amo le había prometido. Acertó don Quijote a tomar la misma derrota y camino que él había tomado en su primer viaje, por el cual caminaba con menos pesadumbre que la vez pasada, porque por ser la hora de la mañana y herirles a soslayo los rayos del sol, no les fatigaba.
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Capítulo VIII: Del buen suceso que el valeroso don Quijote tuvo en la espantable y jamás imaginada aventura de los molinos de viento
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo; y así como don Quijote los vió, dijo a su escudero:
-La aventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta o pocos más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla y quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer; que esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes?, dijo Sancho Panza.
-Aquellos que allí ves, respondió su amo, de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced, respondió Sancho, que aquellos que allí se parecen, no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece, respondió don Quijote, que no estás cursado en esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo, quítate de ahí y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda alguna eran molinos de viento y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran, altes iba diciendo en voces altas:
-No fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigantes Briareo, me lo habéis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de su rodela, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y embistió con el primer molino que estaba delante, y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo correr de su asno, y cuando llegó halló que no se podía menear: tal fue el golpe que dió con él Rocinante.
-¡Válame Dios!, dijo Sancho: ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento, y no lo podía ignorar sino quien llevase otros tales en la cabeza?
-Calla, amigo Sancho, respondió don Quijote, que las cosas de la guerra, más que otras están sujetas a continua mudanza; cuanto más que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Friestón que me robó el aposento y libros, ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
-Dios lo haga como puede, respondió Sancho Panza, y ayudándole a levantar, tornó a subir sobre Rocinante, que medio despaldado estaba.
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Capítulo XX: De la jamás vista ni oída aventura, que con más poco peligro fue acabada de famoso caballero en el mundo, como la que acabó el valeroso don Quijote de la Mancha
Comenzaron a caminar por el prado arriba, a tiento, porque la obscuridad de la noche no les dejaba ver cosa alguna; mas no bien hubieron andando doscientos pasos, cuando llegó a sus oídos un gran ruido de agua, como de algunos grandes y levantados riscos se despeñaba. Alegróles el ruido en gran manera, y parándose a escuchar hacia qué parte sonaba, oyeron a deshora otro estruendo que les aguó el contento del agua, especialmente a Sancho, que naturalmente era medroso y de poco ánimo. Digo que oyeron que daban unos golpes a compás, con un cierto crujir de hierros y cadenas, que acompañados del furioso estruendo del agua que pusieran pavor a cualquier otro corazón que no fuera el de don Quijote. Era la noche, como se ha dicho, obscura, y ellos acertaron a entrar entre unos árboles altos, cuyas hojas movidas del blando viento hacían un temeroso y manso ruido; de manera que la soledad, el sitio, la obscuridad, el ruido del agua, con el susurro de las hojas, todo causaba horror y espanto, y más cuando vieron que ni los golpes cesaban, ni el viento dormía, ni la mañana llegaba, añadiéndose a todo esto el ignorar el lugar donde se hallaban. Pero don Quijote, acompañado de su intrépido corazón, saltó sobre Rocinante, y embrazando su rodela terció su lanzón y dijo:
-Sancho amigo, has de saber que yo nací por querer del cielo en esta nuestra edad de hierro para resucitar en ella la de oro o la dorada, como suele llamarse. Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos. Así que aprieta un poco las cinchas a Rocinante y quédate a Dios, y espérame aquí hasta tres días no más, en los cuales si no volviere, puedes tu volverte a nuestra aldea, y desde allí, por hacerme merced y buena obra, irás al Toboso, donde dirás a la incomparable señora mía Dulcinea, que su cautivo caballero murió por acometer cosas que le hicieron digno de poder llamarse suyo.
Cuando Sancho oyó las palabras de su amo, comenzó a llorar con la mayor ternura del mundo y a decirle:
-Señor, yo no sé por qué quiere vuestra merced acometer esta tan temerosa aventura: ahora es de noche, aquí no nos ve nadie, bien podemos torcer el camino y desviarnos del peligro, aunque no bebamos en tres días; y pues no hay quien nos vea, menos habrá quien nos note de cobardes. Yo salí de mi tierra, y dejé hijos y mujer por venir a servir a vuestra merced creyendo valer más y no menos; pero, como la cudicia rompe el saco, a mí me ha rasgado mis esperanzas, pues cuando más vivas las tenía de alcanzar aquella negra malhadada ínsula, que tantes veces vuestra merced me ha prometido, veo que en pago y trueco della me quiere ahora dejar en un lugar tan apartado del trato humano. Por un solo Dios, señor mío, que non se me faga tal desaguisado; y ya que del todo no quiera vuestra merced desistir de cometer este fecho, dilátelo a lo menos hasta la mañana.
-Falte lo que falte, respondió don Quijote, que no se ha de decir por mí ahora ni en ningún tiempo, que lágrimas y ruegos me apartaron de hacer lo que debía a estilo de caballero; y así te ruego, Sancho, que calles, que Dios, que me ha puesto en corazón de acometer ahora esta tan no vista y tan temerosa aventura, tendrá cuidado de mirar por mi salud, y de consolar tu tristeza. Lo que has de hacer es apretar bien las cinchas a Rocinante y quedarte aquí, que yo daré la vuelta presto vivo o muerto.
Viendo, pues, Sancho la última resolución de su amo, y cuán poco valían con él sus lágrimas, consejos y ruegos, determinó de aprovecharse de su industria, y hacerle esperar hasta el día, si pudiese: y así cuando apretaba las cinchas al caballo, bonitamente y sin ser sentido, ató con el cabestro de su asno ambos pies a Rocinante, de manera que cuando don Quijote se quiso partir no pudo, porque el caballo no se podía mover sino a saltos. Viendo Sancho Panza el buen suceso de su embuste, dijo:
-Ea, señor, que el cielo conmovido de mis lágrimas y plegarias, ha ordenado que no se pueda mover Rocinante; y si vos queréis porfiar y espolear y dalle, será enojar a la fortuna, y dar coces, como dicen, contra el aguijón.
Desesperábase con esto don Quijote, y por más que ponía las piernas al caballo, menos le podía mover, y sin caer en la cuenta de la ligadura, tuvo por bien de sosegarse y esperar, o a que amaneciese, o a que Rocinante se menease, creyendo sin duda que aquello venía de otra parte que de la industria de Sancho, y así dijo:
-Pues así es, Sancho, que Rocinante no puede moverse, yo soy contento de esperar a que ría el alba, aunque yo llore lo que ella tardare en venir.
-No hay que llorar, respondió Sancho, que yo entretendré a vuestra merced contando cuentos des de aquí al día.
Y llegándose a él puso la una mano en el arzón delantero, y la otra en el otro, de modo que quedó abrazado con el muslo izquierdo de su amo, sin osarse apartar dél un dedo: tal era el miedo que tenía a los golpes que todavía alternativamente sonaban.
En esto parece ser, o que el frío de la mañana, que ya venía, o que Sancho había cenado algunas cosas lenitivas; o que fuese cosa natural (que es lo que más se debe creer), a él le vino en voluntad y deseo de hacer lo que otro no pudiera hacer por él. Mas era tanto el miedo que había entrado en su corazón, que no osaba apartarse un negro de uña de su amo. Pues pensar de no hacer lo que tenía en gana, tampoco era posible, y así lo que hizo por bien de paz, fue soltar la mano derecha que tenía asida al arzón trasero, con la cual bonitamente y sin rumor alguno se soltó la lazada corrediza con que los calzones se sostenían sin ayuda de otra alguna, y en quitándosela dieron luego abajo y se le quedaron como grillos: tras esto alzó la camisa lo mejor que pudo, y echó al aire entrambas posaderas, que no eran muy pequeñas: hecho esto ( que él pensó que era lo más que tenía que hacer para salir de aquel terrible aprieto y angustia) le sobrevino otro mayor, que fué que le pareció que no podía mudarse sin hacer estrépido y ruido, y comenzó a apretar los dientes y a encoger los hombros, recogiendo en sí el aliento todo cuanto podía; pero con todas estas diligencias fué tan desdichado, que al cabo al cabo vino a hacer un poco de ruido, bien diferente de aquel que aél le ponía tanto miedo. Oyólo don Quijote y dijo:
-¿Qué rumor es ese, Sancho?
-No sé, señor, respondió él, alguna cosa nueva debe ser, que las aventuras y desventuras nunca comienzan por poco.
Tornó otra vez a probar ventura, y sucedióle tan bien, que sin más ruido ni alboroto que el pasado, se halló libre de la carga que tanta pesadumbre le había dado. Mas como don Quijote tenía el sentido del olfato tan vivo como el de los oídos, y Sancho estaba tan junto y cosido con él, que casi por línea recta subían los vapores hacia arriba, no se pudo excusar de que algunos no llegasen a sus narices; y apenas hubieron llegado, cuando él fue al socorro, apretándolas entre los dos dedos, y con tono algo gangoso dijo:
-Paréceme, Sancho, que tienes mucho miedo.
-Sí tengo, respondió Sancho; ¿mas en qué lo echa de ver vuestra merced ahora más que nunca?
-En que ahora más que nunca hueles, y no a ámbar, respondió don Quijote.
-Bien podrá ser, dijo Sancho; mas yo no tengo la culpa, sino vuestra merced que me trae a deshoras y por estos no acostumbrados pasos.
-Retírate tres o cuatro allá, amigo, dijo don Quijote (todo esto sin quitar-se los dedos de las narices), y des de aquí adelante ten más cuenta con tu persona, y con lo que debes a la mía, que la mucha conversación que tengo contigo ha engendrado este menosprecio.
-Apostaré, replicó Sancho, que piensa vuestra merced que yo he hecho de mi persona alguna cosa que no deba.
-Peor es meneallo, amigo Sancho, respondió don Quijote.
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Capítulo XXV: Que trata de las extrañas cosas que en sierra Morena sucedieron al valiente caballero de la Mancha, y de la imitación que hizo a la penitencia de Beltenebros
-Señor, dijo Sancho, ¿y es buena regla de caballería, que andemos perdidos por estas montañas sin senda ni camino?
-Calla, te digo otra vez, Sancho, dijo don Quijote, porque te hago saber que no sólo me trae por estas partes el deseo de hallar el loco, cuanto el que tengo de hacer en ellas una hazaña con que he de ganar perpetuo nombre y fama en todo lo descubierto de la tierra, y será tal, que he de echar con ella el sello a todo aquello que puede hacer perfecto y famoso a un andante caballero.
-¿Y es de muy gran peligro esa hazaña?, preguntó Sancho Panza.
-No, respondió el de la Triste Figura, puesto que de tal manera podía correr el dado, que echásemos azar en lugar de encuentro; pero todo ha de estar en tu diligencia.
-¿En mi diligencia?, dijo Sancho.
-Sí, dijo don Quijote, porque si vuelves presto de donde pienso enviarte, presto se acabará mi pena, y presto comenzará mi gloria. Y porque no es bien que te tenga más supuesto, esperando en lo que han de parar mis razones, quiero, Sancho, que sepas que el famoso Amadís de Gaula fue uno de los más perfectos caballeros andantes; no he dicho bien: fue uno, fue él solo, el primero, el único, el señor de todos cuantos hubo en su tiempo en el mundo. Desta mi suerte, Amadís fue el norte, el lucero, el sol de los valientes y enamorados caballeros, a quien debemos de imitar todos aquellos que debajo de la bandera del amor y de la caballería militamos. Siendo, pues, esto así, como lo es, hallo yo, Sancho amigo, que el caballero andante que más le imitare, estará más cerca de alcanzar la perfección de la caballería. Y una de las cosas en que más este caballero mostró su prudencia, valor, valentía, sufrimiento, firmeza y amor, fue cuando se retiró, desdeñado de la señora Oriana, a hacer penitencia en la Peña Pobre, mudando su nombre en el de Beltenebros; nombre por cierto significativo y propio para la vida que él de su voluntad había escogido. Así que, me es a mí más fácil imitarle en esto, que no en hender gigantes, descabezar serpientes, matar endriagos, desbaratar ejércitos, fracasar armadas y deshacer encantamientos. Y pues estos lugares son tan acomodados para semejantes efectos, no hay par qué se deje pasar la ocasión, que ahora con tanta comodidad me ofrece sus guedejas.
-En efecto, dijo Sancho, ¿Qué es lo que vuestra merced quiere hacer en este tan remoto lugar?
-¿Ya no te he dicho, respondió don Quijote, que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del desesperado, del sandio y del furioso?
-Paréceme a mí, dijo Sancho, que los caballeros que lo tal hicieron, fueron provocados y tuvieron causa para hacer esas necedades y penitencias; pero vuestra merced ¿qué causa tiene para volverse loco? ¿Qué dama le ha desdeñado, o qué señales ha hallado que le den a entender que la señora Dulcinea del Toboso ha hecho alguna niñería con moro o cristiano?
-Ahí está el punto, respondió don Quijote, y esa es la fineza de mi negocio: que volverse loco un caballero andante con causa, ni grado ni gracias; el toque está en desatinar sin ocasión y dar a entender a mi dama, que si en seco hago esto, qué hiciera en mojado.
Llegando en estas pláticas al pie de una alta montaña, que casi como peñón tajado estaba sola entre otras muchas que la rodeaban. Corría por su falda un manso arroyuelo, y hacíase por toda su redondez un prado tan verde y vicioso, que daba contento a los ojos que le miraban. Había por allí muchos árboles silvestres, y algunas plantas y flores que hacían el lugar apacible. Este sitio escogió el caballero de la Triste Figura para hacer su penitencia, y así, en viéndoles, comenzó a decir en voz alta, como si estuviera sin juicio:
-Este es el lugar, ¡oh cielos! Que diputo y escojo para llorar la desventura en qué vosotros mismos me habéis puesto. Este es el sitio donde el humor de mis ojos acrecentará las aguas deste pequeño arroyo, y mis continuos y profundos suspiros moverán a la continua las hojas destos montaraces árboles, en testimonio y señal de la pena que mi asendereado corazón padece. ¡Oh solitarios árboles, que desde hoy en adelante habéis de hacer compañía a mi soledad: dad indicio con el blando movimiento a vuestras ramas que no os desagrada mi presencia! ¡Oh tú, escudero mío, agradable compañero en mis prósperos y adversos sucesos: toma bien en la memoria lo que aquí me verás hacer, para que lo cuentes y recites a la causa total de todo ello!
-¿Pues qué más tengo que ver, dijo Sancho, que lo que he visto?
-Bien estás en el cuento, respondió don Quijote: ahora me falta rasgar las vestiduras, esparcir las armas, y darme de calabazadas por estas peñas con otras cosas deste jaez que te han de admirar.
-Yo me confío de vuestra merced, respondió Sancho: déjeme, iré a ensillar Rocinante, y aparéjese a echarme su bendición, que luego pienso partirme sin ver las sandeces que vuestra merced ha de hacer que yo diré que le vi hacer tantas, que no quiera más.
-Por lo menos quiero, Sancho, y porque es menester así, quiero digo, que me veas en cueros y hacer una o dos docenas de locuras, que las haré en menos de media hora, porque habiéndolas tu visto por tus ojos, puedes jurar a tu salvo en las demás que quisieres añadir, y asegúrote que no dirás tu tantas cuantas yo pienso hacer.
-Por amor de Dios, señor mío, que no vea yo en cueros a vuestra merced, que me dará mucha lástima, y no podré dejar de llorar.
-Espérate, Sancho, que en un credo te las haré.
Y desnudándose con toda priesa los calzones, quedó en carnes y en pañales y luego sin más ni más dió dos zapatetas en el aire, y dos tumbas la cabeza abajo y los pies en el alto, descubriendo cosas que por no verlas otra vez, volvió Sancho la rienda a Rocinante, y se dio por contento y satisfecho de que podía jurar que su amo quedaba loco. Y así le dejaremos ir su camino, hasta la vuelta, que fue breve.
-
Capítulo XXXV: Que trata de la brava y descomunal batalla que don Quijote tuvo con unos cueros de vino tinto
Poco más quedaba por leer de la novela, cuando del camaranchón donde reposaba don Quijote salió Sancho Panza todo alborotado, diciendo a voces:
-Acudid, señores, presto, y socorred a mi señor, que anda envuelto en la más reñida y trabada batalla que mis ojos han visto. Vive Dios que ha dado una cuchillada al gigante enemigo de la señora princesa Micomicona, que le ha tajado la cabeza cercén a cercén, como si fuera un nabo.
-¿Qué decís, hermano?, dijo el cura dejando de leer lo que de la novela quedaba. ¿Estáis en vos, Sancho? ¿Cómo diablos puede ser eso que decís, estando el gigante a dos mil leguas de aquí?
En esto oyeron un gran ruido en el aposento, y que Don Quijote decía a voces: Tente, ladrón malandrín, follón, que aquí te tengo, y no te ha de valer tu cimitarra.
Y parecía que daba grandes cuchilladas por las paredes. Y dijo Sancho:
-No tienen que pararse a escuchar, sino entren a despartir la pelea o a ayudar a mi amo; aunque ya no será menester, porque sin duda alguna el gigante está ya muerto, y dando cuenta a Dios de su pasada y mala vida; que yo vi correr la sangre por el suelo, y la cabeza cortada y caída a un lado, que es tamaña como un gran cuero de vino.
-Que me maten, dijo a esta sazón el ventero, si don Quijote o don diablo no ha dado alguna cuchillada en alguno de los cueros de vino tinto que a su cabecera estaban llenos, y el vino derramado debe de ser lo que le parece sangre a este buen hombre.
Y con esto entró en el aposento y todos tras él, y hallaron a don Quijote en el más extraño traje del mundo. Estaba en camisa, la cual no era tan cumplida que por delante le acabase de cubrir los muslos, y por detrás tenía seis dedos menos; las piernas eran muy largas y flacas, llenas de vello y no nada limpias; tenía en la cabeza un bonetillo colorado, grasiento, que era del ventero; en el brazo izquierdo tenía revuelta la manta de la cama, con quien tenía ojeriza Sancho, y él se sabía bien el porqué; y en la derecha desenvainada la espada, con la cual daba cuchilladas a todas partes, diciendo palabras como si verdaderamente estuviera peleando con algún gigante. Y es lo bueno, que no tenía los ojos abiertos, porque estaba durmiendo y soñando que estaba en batalla con el gigante; que fué tan intensa la imaginación de la aventura que iba a fenecer, que le hizo soñar que ya había llegado al reino de Micomicón, y que ya estaba en la pelea con su enemigo; y había dado tantas cuchilladas en los cueros, creyendo que las daba en el gigante, que todo el aposento estaba lleno de vino. Lo cual visto por el ventero, tomó tanto enojo que arremetió contra don Quijote, y a puño cerrado le comenzó a dar tantos golpes, que si Cardenio y el cura no se le quitaran, él acabara la guerra del gigante; y con todo aquello no despertaba el pobre caballero, hasta que el barbero trujo un gran caldero de agua fría del pozo, y se le echó por todo el cuerpo de golpe, con lo cual despertó don Quijote, mas no con tanto acuerdo que echase de ver de la manera que estaba.
-
Capítulo XLVII: Del extraño modo con que fué encantado don Quijote de la Mancha
Cuando don Quijote se vió de aquella manera enjaulado y encima del carro, dijo:
-Muchas y más graves historias he yo leído de caballeros andantes; pero jamás he leído, ni visto ni oído que a los caballeros encantados los lleven desta manera, y con el espacio que prometen estos perezosos y tardíos animales; porque siempre los suelen llevar por los aires con extraña ligereza, encerrados en alguna parda y obscura nube, o en algún carro de fuego, o ya sobre algún hipogrifo u otra bestia semejante; pero que me lleven a mí ahora sobre un carro de bueyes, vive Dios que pone en confusión. Pero quizá la caballería y los encantos destos nuestros tiempos deben de seguir otro camino que siguieron los antiguos. Y también podría ser que, como yo soy nuevo caballero en el mundo, y el primero que ha resucitado el ya olvidado oficio de la caballería aventurera, también nuevamente se hayan inventado otros géneros de encantamientos y otros modos de llevar a los encantados. ¿Qué te parece desto, Sancho hijo?
-No sé yo lo que me parece, respondió Sancho, por no ser tan leído como vuestra merced en las escrituras andantes; pero con todo eso, osaría afirmar y jurar que estas visiones que por aquí andan que no son del todo católicas.
-¿Católicas? ¡Mi padre!, respondió don Quijote. ¿Cómo han de ser católicas, si son todos demonios que han tomado cuerpos fantásticos para venir a hacer esto y a ponerme en este estado? Y si quieres ver esta verdad, tócalos y pálpalos, y verás como no tienen cuerpo sino de aire; y cómo no consisten más de la apariencia.
-Par Dios, señor, replicó Sancho, ya yo los he tocado; y este diablo que aquí anda tan solícito, es rollizo de carnes, y tiene otra propiedad muy diferente de la que yo he oído decir que tienen los demonios; porque según se dice, todos huelen a piedra azufre y a otros malos olores; pero éste huele a ámbar de media legua.
Don Quijote iba sentado en la jaula, las manos atadas, tendidos los pies y arrimado a las verjas, con tanto silencio y tanta paciencia como si no fuera hombre de carne, sino estatua de piedra. Y así con aquel espacio y silencio caminaron hasta dos leguas, que llegaron a un valle, donde le pareció al boyero ser lugar acomodado para reposar y dar pasto a los bueyes, y comunicándolo con el cura, fué de parecer el barbero que caminasen un poco más, porque él sabía que detrás de un recuesto, que cerca de allí se mostraba, había un valle de más yerba y mucho mejor que aquel donde parar querían. Tomóse el parecer del barbero, y así tornaron a proseguir su camino.
-Aquí, señor licenciado, dijo el barbero, es el lugar que yo dije que era bueno para que, sesteando nosotros, tuviesen los bueyes fresco y abundoso pasto.
-Así me lo parece a mí, respondió el cura.
En tanto que esto pasaba, viendo Sancho que podía hablar a su amo sin la continua asistencia del cura y el barbero, que tenía por sospechosos, se llegó a la jaula donde iba su amo, y le dijo:
-Señor, para descargo de mi conciencia le quiero decir lo que pasa cerca de su encantamiento; y es que aquestos dos que vienen aquí, cubiertos los rostros, son el cura de nuestro lugar y el barbero, e imagino han dado esta traza de llevarle desta manera, de pura envidia que tienen, como vuestra merced se les adelanta en hacer famosos hechos. Presupuesta, pues, esta verdad, síguese que no va encantado, sino embaído y tonto. Para prueba de lo cual le quiero preguntar una cosa; y si me responde, como creo que me ha de responder, tocará con la mano este engaño, y verá como no va encantado, sino trastornado el juicio.
-Pregunta lo que quisieres, hijo Sancho, respondió don Quijote, que yo te satisfaré i responderé a toda tu voluntad. Y en lo que dices que aquellos que allí van y vienen con nosotros, son el cura y el barbero nuestros compatriotas y conocidos, bien podrá ser que parezca que son ellos mismos; pero que lo sean realmente y en efecto, eso no lo creas en ninguna manera: lo que has de creer y entender es, que si ellos se les parecen como dices, debe de ser que los que me han encantado, habrán tomado esa apariencia y semejanza, porque es fácil a los encantadores tomar la figura que se les antoja, y habrán tomado las destos nuestros amigos, para darte a ti ocasión de que pienses lo que piensas, y ponerte en un laberinto de imaginaciones, que no aciertes a salir dél, aunque tuvieses la soga de Teseo; y también lo habrán hecho para que yo vacile en mi entendimiento, y no sepa atinar de donde me viene este daño.
-¡Válame nuestra señora!, respondió Sancho dando una gran voz. ¿Y es posible que sea vuestra merced tan duro de cerebro y tan falto de meollo, que no eche de ver que es pura verdad la que le digo, y que en esta su prisión y desgracia tiene más parte la malicia que el encanto?
-Acaba ya de preguntar, que en verdad me cansas con tantas salvas, plegarias y prevenciones, Sancho.
-Digo, que yo estoy seguro de la bondad y verdad de mi amo; y así, porque hace el caso de nuestro cuento, pregunto, hablando con acatamiento, ¿si acaso después que vuestra merced va enjaulado y a su parecer encantado en esa jaula, le ha venido en gana y voluntad de hacer aguas mayores o menores, como suele decirse?
-No entiendo eso de hacer agua, Sancho; aclárate más si quieres que te responda derechamente.
-¿Es posible que no entienda vuestra merced de hacer aguas mayores o menores? Pues en la escuela destetan a los muchachos con ello. Pues sepa que quiero decir si le ha venido en gana de hacer lo que no se excusa.
-Ya, ya te entiendo, Sancho. Y muchas veces; y aún ahora la tengo: sácame deste peligro, que no anda todo limpio.
CONTINUARÀ…
PROPOSTA DIDÀCTICA-81
CONTE: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes /Adapt.: Imma Villegas)
EDAT: A partir de 6 anys
TIPUS: Llegenda o narració històrica
ACTIVITATS:
- Conte: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes, Adaptació: Imma Villegas) /Vocabulari /Conversa: Els llibres de cavalleries/ Fantasia i realitat, seny i rauxa
- Llenguatge Verbal
- Descoberta d’Un Mateix i de l’Entorn
- Poema: Dulcinea del Toboso (Miguel de Cervantes, Fragment del Capítol XXVI)
/Cançons: Quijote-Sancho (Botones, de la Sèrie de RTVE), Don Quijote (Los Lunnis de Leyenda, de la Sèrie de RTVE)
- Llenguatge Verbal
- Llenguatge Musical
- Llengua Espanyola
- La Recerca: Els llibres de cavalleries / Miguel de Cervantes
- Descoberta de l’Entorn
- Activitat: Expressions castellanes del Quijote
- Llenguatge Verbal
- Llengua Espanyola
- Racó de l’escriptor: Inventar-se una aventura havent perdut el seny
- Llenguatge verbal
- Descoberta d’Un Mateix
- Llenguatge Plàstic
- El Repte: Grans joies de la literatura universal
- Llenguatge Verbal
- Descoberta de l’Entorn
- Taller: Titella de Cavaller amb moviment
- Llenguatge Plàstic
a)Objectius:
- Escoltar el conte: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (de Miguel de Cervantes, Fragments seleccionats per Imma Villegas)
- Escoltar i respectar les intervencions dels companys
- Expressar les pròpies vivències i opinions sobre els llibres de cavalleries/Fantasia i realitat
- Escoltar i recitar una poesia del llibre
- Aprendre i cantar alguna cançó sobre Don Quijote
- Buscar informació sobre els llibres de cavalleries, i sobre l’autor del conte: Miguel de Cervantes
- Inventar-se i escriure una aventura d’un mateix havent perdut el seny, i fer-ne un dibuix
- Distingir diferents obres de la literatura universal, dir qui és l’autor i d’on són
- Construir un titella de cavaller amb moviment
b)Desenvolupament de les activitats:
- CONTE/VOCABULARI/CONVERSA
- Conte: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
Escoltem fragments del conte, o bé en funció de l’edat fem una lectura dramatitzada del text escollit, de manera que cadascú llegeixi la part corresponent a un personatge. Poden, també en funció de l’edat, imitar la veu del personatge que els toqui.
B. Vocabulari
-
- pertrechar: Disponeropreparar lo necesario para la ejecución de algo.
- alforja: Especie de talega abierta por el centro y cerrada por sus extremos, los cuales forman dos bolsas grandes y ordinariamente cuadradas, donde, repartiendo el peso para mayor comodidad, se guardan algunas cosas que han de llevarse de una parte a otra. Usado más en plural con el mismo significado que en singular. Provisión de los comestibles necesarios para el camino.
- jumento: asno, borrico, burro, pollino, rozno, rucho.
- a soslayo: oblícuo.
- ristre: Hierro fijo al peto de la armadura donde se afianzaba, mediante una manija y un cabo, la empuñadura de la lanza.
- a tiento: Ejercicio del sentido del tacto.
- risco: Peñasco alto y escarpado, difícil y peligroso para andar por él.
- medroso: Temeroso, pusilánime, que de cualquier cosa tiene miedo.
- cincha:Fajadecáñamo, lana, cerda, cuero o esparto, con que se asegura la silla o albarda sobre lacabalgadura, ciñéndola ya por detrás de los codillos o ya por debajo de la barriga y apretándola con unao más hebillas.
- malhadado: infeliz, desgraciado, desaventurado, malaventurado, desafortunado fatal, desdichado, funesto, infortunado, fatídico.
- arzón: Parte delantera o trasera que une los dos brazos longitudinales del fuste de una silla de montar.
- lenitiva: Quetienevirtud de ablandar y suavizar.
- ámbar:Resinafósilde color amarillo más o menos oscuro, opaca o semitransparente, muy ligera, dura yquebradiza, que arde con facilidad y con buen olor, se electriza fácilmente por frotamiento y se empleaen objetos de adorno.
- plática: conversación, acción de hablar.
- salvoconducto: Documento expedido por una autoridad para que quien lo lleva pueda transitar sin riesgo por donde aquella es reconocida.
- diligencia: Cuidado y actividad en ejecutar algo. Prontitud, agilidad, prisa.
- hender: Abrir o rajar un cuerpo sólido sin dividirlo del todo. Usado también como pronominal.Atravesar o cortar un fluido.
- endriago: Monstruo fabuloso, con facciones humanas y miembros de varias fieras.
- guedeja: cabellera, melena larga, mechón.
- sandio: Necio o simple.
- bosquejo: Traza primera y no definitiva de una obra pictórica, y en general de cualquier creación intelectual o artística. Idea vaga o preliminar de algo.
- diputar: Destinar, señalar o elegir a alguien o algo para algún uso o ministerio.
- montaraz: Que anda o está hecho a andar por los montes o se ha criado en ellos.
- hipogrifo: es unacriatura imaginaria híbrida, de apariencia mitadcaballo y mitad grifo, que se asemeja a un caballo alado con la cabeza y los miembros anteriores de un águila.
- jaez: Adorno de cintas con que se entrenzan las crines del caballo.
- camaranchón: Desván de la casa, o lo más alto de ella, donde se suelen guardar trastos viejos.
- cimatarra: Sable corto, de hoja curvada y ensanchada hacia la punta, que usaban turcos, persas y otros pueblos orientales.
- bonetillo: Adorno que llevaban las mujeres sobre el tocado.
- ojeriza: Enojo y mala voluntad contra alguien.
- mojicón: Especie de bizcocho, hecho regularmente de mazapán y azúcar, cortado en trozos y bañado.
- horadar: Agujerear algo atravesándolo de parte a parte.
- hidalgo: noble que estava excempto de pagar tributos.
- La Mancha: región de laMesetaSud de la península Ibérica, que forma parte de la comunidad autónoma de Castilla-La Mancha. Su territorio comprende parte de las provincias de Albacete, Ciudad Real, Cuenca y Toledo.
- adarga: escudohecho de cuero y de forma ovalada y posteriormente con forma de corazón. Usado originalmente por la caballería musulmana de Al-Ándalus, con el nombre de addárqa (procedía del norte de África. Es muy resistente a la espada, a la lanza y a la flecha.
- holgarse: Alegrarse de una cosa. Pasarlo bien, tener un rato de gusto.
- rocín: Caballo de mala traza, basto y de poca alzada. Caballo de trabajo, a distinción del de regalo.
- duelos y quebrantos: receta tradicional manchega con huevos, chorizo, tocino, huevos y ajo.
- sayo de velarte: El sayo era un abrigo largo, sin botones, que usaba la gente de campo o de las aldeas. En cuanto al velarte, voz derivada de «vellón»,era un paño muy fino tejido con dicha lana de gran calidad.
- calzas: medias que cubrían el muslo y la pantorrilla.
- vellorí: Paño entrefino, de color pardo ceniciento o de lana sin teñir.
- ama: Persona que se ocupa de las tareas de su casa.
- enjuto: Delgado, seco o de pocas carnes.
- hanega: Medida agraria que contiene 576 estadales cuadrados y equivale a 64,596 áreas, pero varía según las regiones.
- pendencia: Contienda, riña de palabras o de obras.
- descomedido: Excesivo, desproporcionado, fuera de lo regular.
- allende: Más allá de. Además de, fuera de.
- república: Cosapúblicao interés público de una colectividad.Grupo de personas, generalmente jóvenes, que convivían para repartir gastos
- orín: Óxido rojizo que se forma en la superficie del hierro por la acción del aire húmedo.
- celada: Pieza de la armadura antigua que cubría y protegía la cabeza, generalmente provista de una visera movible delante de la cara.
- cuartos: cada una de las cuatro partes en que se divide un todo.
- tacha: chincheta gigante decorativa.
- porfiar: Discutir obstinadamente y con tenacidad.
- fazaña: Sentencia dada en un pleito.
- socarrón: Sentencia dada en un pleito. Astucia o disimulo acompañados de burla encubierta.
- barrunto: Indicio, noticia.
- redoma: Vasija de vidrio ancha en su fondo que va estrechándose hacia la boca. frasco, vasija, damajuana, botella, garrafa.
- escudilla: Vasija ancha y de forma de una media esfera, que se usa comúnmente para servir en ella la sopa y el caldo.
- hisopo: Palillo recubierto de algodón en sus puntas, usado para la higiene personal o para tomar muestras biológicas de una parte del cuerpo.
- rimero: Montóndecosas puestas unas sobre otras.
- égogla: Composición poética del género bucólico, en la que suelen dialogar pastores.
- Tirante el Blanco: es unanovela caballeresca escrita en torno 1460-1464 por el noblevalenciano Joanot Martorell, y que se suponía concluida por Martí Joan de Galba—idea que aún hoy no se descarta—, publicada en Valencia en 1490.
- alano: Dicho de una persona: De un pueblo germánico que, en unión con otros, invadió la península ibérica a principios del siglo V. Usado también como sustantivo.
- tañendo: Tocar un instrumento musical de percusión o de cuerda, en especial una campana.
- villano:Vecinoohabitador del estado llano en una villa o aldea, a distinción de noble o hidalgo.
- escudero: Elhidalgoque lleva el escudo al caballero, en tanto que no pelea con él.
- ínsula: Lugar pequeño o gobierno de poca entidad.
- rodela: Escudo redondo y delgado que, embrazado en el brazo izquierdo, cubría el pecho al que se servía de él peleando con espada.
C.Conversa:
Saps què són els llibres de cavalleries?, en coneixes algun?, de què parlen?, a quina època estan ambientats?, creus que aquest és un llibre de cavalleries com els altres?, per què?, què el fa diferent?, per què creus que el protagonista es vol fer cavaller?, tu què faries?, et sembla bé com el tracten els seus companys?, per què?, què faries tu?, què penses del seu amic escuder?, en quin personatge t’identifiques més?, per què?
- POEMA/CANÇONS
A. Poema:
DULCINEA DEL TOBOSO
Fragment del Capítol XXVI
Árboles, yerbas y plantas
Que en aqueste sitio estáis,
Tan altos, verdes y tantas,
Si de mi mal no os holgáis,
Escuchad mis quejas santas.
Mi dolor no os alborote,
Aunque más terrible sea;
Pues por pagaros escote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea
Del Toboso.
Es aquí el lugar adonde
El amador más leal
De su señora se esconde,
Y ha venido a tanto mal
Sin saber cómo o por dónde.
Tráele amor al estricote,
Que es de muy mala ralea;
Y así hasta henchir un pipote,
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea
Del Toboso.
Buscando las aventuras
Por entre las duras peñas,
Maldiciendo entrañas duras,
Que entre riscos y entre breñas
Halla el triste desventuras.
Hirióle amor con su azote,
No con su blanda correa,
Y en tocándole el cogote
Aquí lloró Don Quijote
Ausencias de Dulcinea
Del Toboso.
B. Cançó-1:
QUIJOTE-SANCHO
De la serie de dibuixos animats de TVE
dirigida per Cruz Delgado Palomo
Lletra: Botones
Sancho Quijote, Quijote Sancho (2)
-
Sancho era escudero
bonachon y gordinflon
pisa el mismo suelo
que dirige a su señor
Quijote es totalmente fantasia
y caballero del honorSancho Quijote,
Quijote Sancho (2)Los molinos son gigantes
que hay que derrotar
Rocinante es el mejor corsel
Sancho es arrogante, fuerte y fiel
y Don Quijote lo que vezSancho Quijote,
Quijote Sancho (4)Sancho aun no comprende a su señor
su cabeza es solo corazon
Quijote es ilucion de nueva vida
es el amores el amor…..
C. Cançó-2:
DON QUIJOTE
Los Lunnis de Leyenda
De la série de RTVE
¡Ih-ja!
En un lugar de la Mancha que no quiero recordar
Vivía Alonso, encerrado en su hogar
Ni comía ni dormía por leer con tanto afán
Libros de caballería sin parar
Su mejor amigo, Sancho, se preocupaba por él
“De tanta literatura vas a enloquecer”
Como un caballero andante contra el mal yo lucharé
Y a los débiles saldré a defender
Oh-uoh, y en su caballo Rocinante
Un día se montó
Oh-uoh, y a recorrer el mundo
En busca de aventuras, se marchó
“Don Quijote de la Mancha”, desde entonces se llamó
Su escudero, Sancho Panza, en un asno le siguió
Nunca inventes fantasías que se vuelvan obsesión
Que las cosas con medida, al final salen mejor
Un buen día se cruzaron a un barbero bajo el sol
Que protegía su cabeza con una palangana
Era el casco de Mambrino y Don Quijote se lo quitó
Porque hacía invencible al portador
A lo lejos, una dama en apuros escuchó
Y en su ayuda el hidalgo rápido acudió
Con tal furia, que sus gritos asustaron al ladrón
Y para siempre Dulcinea fue su amor
Oh-uoh, “carguemos contra esos gigantes”
“Son molinos, mi señor”
Oh-uoh, y de resulta de aquel golpe
Alonso, la cordura recobró
“Don Quijote de la Mancha”, desde entonces se llamó
Su escudero, Sancho Panza, en un asno le siguió
Nunca inventes fantasías que se vuelvan obsesión
Que las cosas con medida, al final salen mejor
3. LA RECERCA: Miguel de Cervantes / Els llibres de cavalleries
- MIGUEL DE CERVANTES
Miguel de Cervantes Saavedra (Alcalá de Henares, 29 de setembre de 1547 – Madrid, 22 d’abril de 1616) fou un escriptor castellà, conegut sobretot per la seva novel·la El Quixot. Es considera un dels autors més influents de la literatura universal, i les seves obres han inspirat adaptacions cinematogràfiques i han modificat la manera d’entendre la novel·la, especialment en l’àmbit hispànic i anglès. En homenatge a l’autor, el seu rostre figura a les monedes de fracció d’euro (10, 20 i 50 cts.) encunyades a Espanya.
Infància i joventut
Es pensa que Miguel de Cervantes nasqué a Alcalá de Henares o a Alcázar de san Juan. El dia exacte del seu naixement és desconegut, però es diu que podia haver nascut el 29 de setembre, data en què se celebra la festa de l’arcàngel Sant Miquel, donada la tradició de rebre el nom del santoral. Miguel de Cervantes fou batejat a Alcalá de Henares (Espanya) el 9 d’octubre de 1547, a la parròquia de Santa Maria la Major.
Segons aquesta teoria, era fill de Rodrigo de Cervantes i de Leonor de Cortinas Sánchez. El seu pare, d’ascendència cordovesa i d’avantpassats gallecs, era cirurgià, ofici més semblant a l’actual practicant que a la nostra idea de metge. Segons Américo Castro, Daniel Eisenberg i altres cervantistes, l’escriptor tenia ascendència de jueu convers per ambdues línies familiars. Per contra, Jean Canavaggio afirma que no està provat, i ho compara amb els documents que recolzen, sense cap dubte, aquesta ascendència per a Mateo Alemán. De la seva mare, Leonor, pràcticament no se’n sap res. Els seus germans van ser Andrés (1543), Andrea (1544), Luisa (1546), que va arribar a ser priora d’un convent carmelita; Rodrigo (1550), també soldat, que el va acompanyar en el captiveri algerià; Magdalena (1554) i Juan, només conegut perquè el pare l’esmenta en el testament.
Cap al 1551, Miguel de Cervantes es traslladà amb la seva família a Valladolid. Per deutes, estigué empresonat uns quants mesos i els seus béns foren embargats. El 1556 es dirigí a Còrdova per recollir l’herència de Juan de Cervantes, avi de l’escriptor, i fugir dels creditors.
No existeixen dades precises sobre els primers estudis de Miguel de Cervantes, que, sens dubte, no arribaren a ser universitaris. Sembla que podia haver estudiat a Valladolid, Còrdova o Sevilla. També és possible que estudiés a la Companyia de Jesús, ja que en la novel·la El coloquio de los perros elabora una descripció d’un col·legi de jesuïtes que sembla una al·lusió a la seva vida estudiantil.
L’any 1566 s’estableix a Madrid. Assisteix a l’Estudi de la Vila, que regentava, en aquell temps, Juan López de Hoyos, un intel·lectual d’orientació erasmista, catedràtic de gramàtica i que el 1569 publicà un llibre sobre la malaltia i la mort de la reina Isabel de Valois, la tercera esposa de Felip II. López de Hoyos inclou en aquest llibre tres poesies de Cervantes, «nostre car i estimat deixeble». Aquestes són les seves primeres manifestacions literàries.
En aquests anys Cervantes es va afeccionar al teatre veient les representacions de Lope de Rueda i, segons declara en la segona part del Quixot, pel que sembla per boca del personatge principal, «se li anaven els ulls darrere de la faràndula».
Viatge a Itàlia i la batalla de Lepant
S’ha conservat una providència de Felip II que data de 1569, on mana capturar Miguel de Cervantes, acusat d’un confús esdeveniment: haver ferit en duel un tal Antonio Sigura, mestre d’obres. Si es tractés realment de Cervantes, aquest podria ser el motiu que el va fer traslladar a Itàlia. Va arribar a Roma el desembre del mateix any. Com es declara, entre altres llocs, a la seva novel·la El licenciado Vidriera, inclosa dins les Novelas ejemplares, això suposarà un particular enamorament de la literatura italiana. Allà, estant al servei del cardenal Giulio Acquaviava d’Aragona va llegir els poemes cavallerescs de Ludovico Ariosto i els Diàlegs d’amor del jueu sefardita Lleó Hebreu (Yehuda Abrabanel), d’inspiració neoplatònica, que l’influiran sobre la seva idea de l’amor, especialment a La Galatea. Cervantes s’imbuirà de l’estil i l’art italians, i guardarà sempre un gratíssim record d’aquells estats, que apareixen, per exemple, a El licenciado Vidriera, una de les seves Novelas ejemplares, i es deixa sentir en diverses al·lusions de les seves altres obres.
Va seguir al servei de Giulio Acquaviva per Palerm, Milà, Florència, Venècia, Parma i Ferrara. Aviat ho deixà per ocupar la plaça de soldat en la companyia del capità Diego de Urbina, del terç de Miquel de Montcada. Va embarcar en la Galera Marquesa. El 7 d’octubre de 1571 va participar en la batalla de Lepant, «la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros», com va escriure en el pròleg de la segona part de El Quixot, formant part de l’armada cristiana, dirigida per Joan d’Àustria, «hijo del rayo de la guerra Carles V, de felice memoria» i germanastre del rei, i on participava un dels marins més famosos de l’època, el Marqués de Santa Cruz, que residia a La Manxa, a Viso del Marqués. A la batalla de Lepant va resultar ferit al pit i al braç esquerre, amb un nervi seccionant, motiu pel qual li va quedar mancada de mobilitat (no li va ser amputada). D’aquí procedeix el sobrenom del manco de Lepanto.
El seu especial heroisme va ser destacat, ja que el dia de la batalla es trobava amb febre i el seu capità li havia recomanat de no sortir a coberta a lluitar. Amb tot, aquelles ferides no devien ser gaire greus, perquè després de sis mesos de permanència en un hospital de Messina, Cervantes va reprendre la seva vida militar, durant el 1572. Va intervenir en les expedicions navals de Navarino(1572), Corfú, Bizerte i Tunísia (1573), sempre sota el comandament del capità Manuel Ponce de León i en el regiment de Lope de Figueroa, que apareix a El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca. Després recorregué les principals ciutats de Sicília, Sardenya, Gènova i la Llombardia. Va romandre finalment dos anys a Nàpols, fins al 1575.
Captiveri a Alger
Durant el seu retorn des de Nàpols a Espanya, a bord de la Galera Sol, una petita flota turca comandada per Arnaut Mami va captivar Miguel i el seu germà Rodrigo, el 26 de setembre de 1575. Van ser capturats a l’altura de Cadaqués o Palamós, i duts a Alger. Cervantes és adjudicat com esclau al renegat grec Dali Mami El fet d’haver trobat en el seu poder les cartes de recomanació que portava de Don Joan d’Àustria i del duc de Sessa va fer pensar als seus captors que Cervantes era una persona molt important, pel qual podrien aconseguir un bon rescat. Van demanar cinc-cents escuts d’or per la seva llibertat.
En els cinc anys d’empresonament, Cervantes, un home amb un fort esperit i motivació, va provar d’escapar en quatre ocasions. Per evitar represàlies contra els seus companys de captiveri, es va fer responsable de tot davant els seus enemics. Preferia la tortura que la delació. Gràcies a la informació oficial i al llibre de fra Diego de Haedo Topografía e Historia General de Argel (1612), tenim informació important sobre el captiveri. Aquestes notes es complementen amb les seves comèdies Los tratos de Argel, Los baños de Argel i el relato de la historia del cautivo, que s’inclou a la primera part del Quixot, entre els capítols 39 i 41. Tanmateix, des de fa temps se sap que l’obra publicada per Haedo no era seva, fet que ell mateix reconeix. Segons Emilio Sola, el seu autor va ser Antonio de Sosa, benedictí company de captivitat de Cervantes i dialogista de la mateixa obra. Daniel Eisenberg ha llançat la hipòtesi que l’obra no és de Sosa, que no era escriptor, sinó del gran escriptor captiu a Alger, l’obra del qual mostra grans semblances amb els escrits de l’obra d’Haedo. Si és cert, l’obra d’Haedo deixa de ser confirmació independent de la conducta cervantina a Alger, i esdevé un més dels escrits del mateix Cervantes que enalteixen el seu heroisme.
El primer intent de fuga va fracassar, perquè el musulmà que havia de conduir Cervantes i els seus companys a Orà els va abandonar en la primera jornada. Els presos van haver de tornar a Alger, on van ser encadenats i vigilats més que abans. Mentrestant, la mare de Cervantes havia aconseguit reunir certa quantitat de ducats, amb l’esperança de poder rescatar els seus dos fills. El 1577 es van concertar els tractes, però la quantitat no era suficient per rescatar-los tots dos. Miguel va preferir que fos posat en llibertat el seu germà Rodrigo, que va tornar a Espanya. Rodrigo portava un pla elaborat pel seu germà per alliberar-lo juntament amb catorze o quinze companys més. Cervantes es va reunir amb els altres presos en una cova oculta, en espera d’una galera espanyola que vindria a recollir-los. La galera, efectivament, va arribar i es va intentar acostar dues vegades a la platja però, finalment, va ser capturada. Els cristians amagats a la cova també van ser descoberts, a causa de la delació d’un còmplice traïdor, anomenat el Dorador. Cervantes es va declarar com a únic responsable d’organitzar l’evasió i induir als seus companys. El bey (governador turc) d’Alger, Azán Bajá el va tancar al seu «bany» o presidi, carregat de cadenes, on va romandre durant cinc mesos.
El tercer intent, el va traçar Cervantes amb la finalitat d’arribar per terra fins a Orà. Va enviar-hi un musulmà fidel amb cartes per a Martín de Córdoba, general d’aquella plaça i germà del general Alonso Fernández de Córdoba y Velasco explicant-li el pla i demanant-li guies. Tanmateix, el missatger va ser pres i les cartes descobertes. El seu contingut demostrava que era el mateix Miguel de Cervantes qui ho havia tramat tot. Va ser condemnat a rebre dues mil garrotades, sentència que no es va complir perquè molta gent va intercedir per ell.
L’últim intent de fuga es va produir gràcies a una important suma de diners que li va entregar un mercader valencià que era a Alguer. Cervantes va adquirir una fragata capaç de transportar seixanta captius cristians. Quan tot estava a punt de solucionar-se, un dels que havien de ser alliberats, l’ex dominic doctor Joan Blanch de Pau, va revelar tot el pla a Azán Bajá. Com a recompensa, el traïdor va rebre un escut i una gerra de llard. El governador turc fou qui traslladà Cervantes a una presó més segura, en el seu mateix palau. Després, va decidir portar-lo a Constantinoble, on la fuga resultaria una empresa gairebé impossible de realitzar. De nou, Cervantes va assumir tota la responsabilitat.
El maig de 1580 van arribar a Alger els pares trinitaris -orde que s’ocupava d’alliberar captius, (fins i tot es canviaven per ells)- fra Antonio de la Bella i fra Juan Gil. Fra Antonio partí amb una expedició de rescatats. Fra Juan Gil, que només disposava de tres escuts, va intentar rescatar Cervantes, pel qual se n’exigien cinc. El frare es va ocupar de recol·lectar entre els mercaders cristians la quantitat que faltava. L’aconseguí quan Cervantes ja estava embarcat en una de les galeres en què Azán Bajá salparia rumb a Constantinoble, lligat amb dues cadenes i un grilló. Gràcies als 500 escuts tan àrduament reunits, Cervantes fou alliberat el 19 de setembre de 1580. El 24 d’octubre va tornar, per fi, a Espanya amb altres captius també rescatats. Va arribar a Dènia, des d’on es va traslladar a València. Entre novembre i desembre tornà amb la seva família a Madrid.
Retorn a Espanya
El maig de 1581 Cervantes es va traslladar a Portugal, on llavors hi havia la cort de Felip II, amb el propòsit de trobar alguna cosa amb el que refer la seva vida i pagar els deutes que havia obtingut la seva família pel rescat d’Alguer. Li encomanaren una comissió secreta a Orà, ja que ell tenia molts coneixements de la cultura i costums del nord d’Àfrica. Per aquest treball va rebre 50 escuts. Va tornar a Lisboa i a finals d’any arribà a Madrid. El febrer de 1582, sol·licità un lloc de treball vacant a les Índies, però no l’obtingué. En aquests anys, l’escriptor té relacions amoroses amb Ana Villafranca (o Franca) de Rojas, la dona d’Alonso Rodríguez, un taverner. D’aquest amor va néixer una filla, que ell va reconèixer, que es va anomenar Isabel de Saavedra.
El 12 de desembre de 1584, contreu matrimoni amb Catalina de Salazar i Palacios en el poble toledà de Esquivias, d’on era la seva dona i els vins del qual va lloar. Catalina era una jove que no arribava als vint anys i que va aportar un petit dot. Aquest matrimoni no reeixí. Es van separar al cap de dos anys, sense haver tingut fills. Cervantes mai parla de la seva dona en la gran quantitat de texts autobiogràfics que va escriure, tot i que va ésser ell qui va estrenar en la literatura espanyola el tema del divorci, aleshores impossible en un país catòlic, amb l’entremès El juez de los divorcios. Se suposa que el matrimoni va ser infeliç, encara que en aquest entremès sosté que «más vale el peor concierto / que no el divorcio mejor». Després de la separació, Cervantes començà els seus extensos viatges per Andalusia.
És molt probable que entre els anys 1581 i 1583 Cervantes escrigués La Galatea, la seva primera obra literària en volum i transcendència. Es va publicar a Alcalá de Henares el 1585. Fins llavors només havia publicat algunes composicions en llibres aliens, en romancers i cançoners, que reunien produccions de diversos poetes.
Últims anys
El 1587, viatjà a Andalusia com a comissari de provisions de l’Armada Invencible. Durant aquests anys, recorre una vegada i una altra el camí que va des de Madrid a Andalusia, passant per Castella-la Manxa.Aquest és l’itinerari de Rinconete y Cortadillo. S’establí a Sevilla. Posteriorment, treballà com a cobrador d’imposts, ocupació que li va comportar nombrosos problemes i disputes, ja que era l’encarregat d’anar casa per casa recaptant imposts, que la seva majoria anaven destinats a cobrir les guerres en què Espanya estava immersa. És empresonat el 1597 a la Presó Reial de Sevilla, després de la fallida del banc on dipositava la recaptació. Suposadament Cervantes s’havia apropiat de diners públics i fou descobert després de ser trobades diverses irregularitats en els comptes que portava.
L’any 1613 va ingressar al Tercer Ordre de Sant Francesc. El 22 d’abril de 1616 va morir. Va ser enterrat, amb l’hàbit franciscà, al convent de les trinitàries de Madrid.
Llegat artístic

Estatua de MIGUEL DE CERVANTES (1547-1616) en la entrada de la Biblioteca Nacional de Espa?a, en Madrid. Esculpida por Juan Vancell Puigcerc?s.
A la presó «engendra» El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha, segons diu el pròleg d’aquesta mateixa obra. No se sap si amb aquest terme va voler dir que va començar a escriure mentre estava pres o, simplement, que allà se li va ocórrer la idea. L’altre empresonament documentat de Cervantes va ser molt breu, a Castro del Río (Còrdova). No consta oficialment que hagués estat mai a la cova de Medrano, a Argamasilla de Alba.
El 1604 s’instal·là a Valladolid – des de 1601 a la Cort Reial de Felip III -, i el 1605 publicà la primera part de la que seria la seva principal obra: El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.
Entre les dues parts de Don Quixot, apareixen el 1613 les Novelas ejemplares. Són un conjunt de dotze narracions breus, compostes algunes d’elles molts anys abans. La seva font és pròpia i original. En elles explora diferents fórmules narratives com la sàtira lucianesca (El coloquio de los perros), la novel·la picarresca (Rinconete y Cortadillo), la miscel·lània (El licenciado Vidriera), la novel·la bizantina (La española inglesa, El amante liberal) o, fins i tot, la novel·la policíaca (La fuerza de la sangre). D’algunes, com per exemple El celoso extremeño, se’n conserva una segona redacció testimoniada pel manuscrit anomenat de Porras de la Cámara, descobert el segle xix. Només aquesta col·lecció de novel·les hauria pogut en si mateixa haver-li creat un lloc molt destacat a la història de la literatura castellana.
Un any després de la seva mort, apareix la novel·la Els treballs de Persiles i Segismunda. Cervantes, tot just dos dies abans de morir, l’havia deixat amb una dedicatòria a Pedro Fernández de Castro y AndradeVII Comte de Lemos, el seu mecenes durant anys, i a qui també havia dedicat la segona part del Quixot i les Novel·les exemplars.
La influència de Cervantes en la literatura universal ha estat tal, que la mateixa llengua espanyola sol ser anomenada la llengua de Cervantes.
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B. NOVEL·LES DE CAVALLERIES
Les novel·les de cavalleries són epopeies medievals europees redactades en vers o prosa que narren incidents llegendaris, sovint basats en fets reals, amb cavallers errants que viuen aventures extraordinàries. En general, les cançons de gesta les recitaven intèrprets professionals, mentre que les novel·les de cavalleries s’associen amb la lectura privada.
La novel·la de cavalleries no s’ha de confondre amb la novel·la cavalleresca. El llibre de cavalleria és un gènere literari en prosa, de gran èxit i popularitat a Espanya i Portugal en el segle XVI, que va ser víctima de la paròdia de Miguel de Cervantes Saavedra en el llibre El Quixot de la Manxa. S’escriuen des de finals del segle XV fins a l’any 1602 i comencen a perdre la seva popularitat cap a 1550. L’últim llibre original, Policisne de Boecia, es publica el 1602, però molts dels llibres de cavalleries segueixen reeditant-se durant tot el segle XVII.
Les “novel·les de cavalleria” neixen a Occident durant els segles XI i XII. La seva aparició és contemporània i paral·lela a l’aparició i evolució de les literatures romàniques i es caracteritza per la presència d’elements meravellosos i fenòmens màgics (influència de les llegendes cèltiques), de tradició francesa i amb uns personatges sobrehumans. Un exemple d’aquest tipus és El cavaller del lleó, de Chrétien Troyes.
Sobre aquest punt, caldria destacar el paper dels cavallers arquetípics, artúrics: aquests es convertiren en un ideal més que en una realitat, ja que, en primer lloc, es basaven en fets molt anteriors al fenomen literari i, en segon lloc, s’assentaven en fets que mai havien succeït, en realitats inexistents. Com s’ha apuntat, els elements meravellosos i fantàstics teixeixen una literatura melancòlica en la qual l’assoliment d’aquest ideal es converteix en una impossibilitat.
La cavalleria
Per a comprendre la novel·la de cavalleries cal explicar abans la cavalleria i aprofundir en el seu origen.
Cavalleria no és un concepte inherent a l’edat mitjana. És més, al llarg de la història ha anat adquirint diferents significats. Cavaller és aquell qui munta a cavall, però també descrivia un estatus social i, en una altra instància, el mot fa referència a l’actitud social d’una persona, al seu comportament escollit, excel·lent. Pel que fa al mot, Jean Flori apunta el fet que en francès, existeixen dues paraules per a designar dues de les realitats: chevalerie s’utilitzava per a descriure un cavaller (com ara el de Don Quixot), i cavalerie es restringia a l’ús del cavaller que munta el cavall.
El naixement de la cavalleria es produeix gràcies a tres factors:
- Herència Romana: L’Imperi Romà i el Germànic es troben en un procés de confluència cultural, fet que promou l’aprenentatge de noves tècniques i coneixements armamentístics, vocabulari guerrer… per part dels romans. A més, els conflictes que es desenvolupen al llarg dels segles XIi XII fan reviure l’art de la guerra i diverses millores tècniques apareixen en aquest context. El peó, part rellevant de les guerres, perd importància en detriment dels cavallers que s’aprofiten dels avantatges del cavall. El genet es converteix en peça clau per a organitzar les batalles.
- Valors germànics: Es tracta d’un poble versat a la guerra el qual exercia una sèrie de rituals sobre les armes i guerrers. De mica en mica, la cultura romana es nodreix de les pràctiques germàniques incorporant-les en la seva tradició.
- L’Església: Cal destacar el paper de la religió en la guerra, principalment el de l’Església. En un primer moment, el corrent cristià refusa l’ús de les armes, ja que suposa atemptar contra els principis morals d’aquesta, però quan Constantí I implanta el cristianisme com a religió oficial de l’Imperi Romà, l’Església justifica la guerra i la converteix en arma per a cristianitzar la població.
Aquests apunts històrics ens serveixen per a comprendre la novel·la de cavalleries completament. L’aparició d’aquest fenomen literari té una base històrica: la convivència entre cultures que s’avesen a la guerra i la implantació d’uns valors guerrers converteix la figura del cavaller en el protagonista perfecte d’una novel·la que desafia les normes de vida feudal i que enalteix les virtuts cavalleresques. S’evidencia el paper de l’Església en la societat i els relats passen a ser un vehicle perfecte per a difondre el codi ètic de vida cristiana.
Característiques de la novel·la i l’amor
Les novel·les de cavalleries van aparèixer en vers amb l’objectiu de ser una continuació de l’èpica medieval. Més tard passaren a ser escrites en prosa fins a convertir-se en el que anomenem novel·la de cavalleries. L’heroi, en contraposició amb les cançons de gesta, busca aventures però no ho fa en nom del rei o de Déu sinó que ho fa en nom de l’amor.
En les novel·les de cavalleria, la passió amorosa entre el cavaller i la dama surt normalment de l’efecte d’un producte màgic. Aquest amor, en la majoria dels casos, neix contra la voluntat dels protagonistes i esdevé una tortura permanent, com és el cas dels protagonistes Tristany i Isolda que, després de prendre de manera equivocada un filtre d’amor màgic, esdevenen bojament enamorats i s’estimaran d’aquesta manera fins després de la mort.
Pren importància el paper de la dona, però només en un àmbit literari (ja que en la vida quotidiana continua tenint un rol poc participatiu). La figura femenina esdevé un dels temes principals que aporta al relat la part sentimental. Es converteix també en un element fonamental del discurs, ja que empeny el cavaller a actuar seguint els seus sentiments desafiant la raó i l’honor.
Pel que fa als ambients, les novel·les de cavalleries se situen en llocs reals i fan menció a batalles que han existit (fet que aportava un punt de versemblança al relat) però doten als seus personatges d’una màgia, d’un valor i heroïcitat que converteix el relat en fantàstic (i irreal, tal com s’ha apuntat anteriorment). Els diversos temes es divulgaren com a contes.
La difusió d’un codi ètic
La novel·la de cavalleries, així com el romanç, serviren per a difondre un codi ètic, una deontologia corporativa. Una eina ideal per poder fer extensiu les disposicions que l’Església proposava per protegir la cavalleria de la mortaldat d’una guerra: per exemple, no atacar mai en grup un cavaller sol, un cavaller ferit, o un cavaller d’esquena quan fuig, o la prohibició de l’ús de la ballesta entre cristians el 1139. L’Església humanitza la guerra, dota l’ofici d’una ètica que, aquesta vegada pot arribar a la població sense intèrpret o orador. En aquest aspecte, l’humanista català medieval Ramon Llull escriví el Llibre de l’ordre de cavalleria (1274-1276), l’únic que redactà sobre l’estament militar, on dona un sentit moral i una dignitat a l’exercici regulat de les armes.
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4. ACTIVITAT: Expressions Castellanes del Quijote
NECESSITEM:
- Llapis i paper
- Colors o retoladors
- El text del conte
- Diccionari de la llengua Espanyola (pot ser on-line)
- I… una mica d’IMAGINACIÓ!
- Per començar: Sentit literal/Sentit figurat
Les expressions són frases fetes que quan les utilitzem, sovint no volen dir el que sembla que vulguin dir, és a dir el sentit literal, sinó una altra cosa diferent que anomenem sentit figurat. Primer, buscarem en el text del conte les expressions que vulguem treballar, i en farem un llistat. Després, per a cadascuna d’elles, dibuixarem el que sembla que vol dir, és a dir el sentit literal, i buscarem al diccionari el què vol dir en realitat, és a dir el sentit figurat.
EXPRESIONES:
de lanza en astillero: en puesto. Astillero o Lancera, que por otro nombre se dice astillero de asta; es un estante en que ponen las lanzas, adorno de la casa de un hidalgo, en el patio o soportal, con algunos paveses, arma defensiva española antigua”. Decimos que alguien está “lanza en ristre” para indicar que está preparado para llevar a cabo una acometida o acción en cuanto sea requerido.
2. dar carta: Aprobar.
3. tener barruntos: es la conjugación del verbo barruntar, que es el sinónimo de prever, conjeturar o presentir algo por alguna señal.
4. Tener poca sal en la mollera: es un hombre de poco juicio.
5. quítame allá esas pajas: por algo insignificante, sin importancia.
6. Nací en la edad de hierro para resucitar la del oro: Yo soy aquel para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas, los valerosos hechos.
7. La codicia rompe el saco: el ansia por conseguir algo desmesurado frustra la obtención de una ganancia aceptable.
8. Dar coces contra el aguijón: Alude a quien porfía contra la razón o un poder mayor, a quien trata de resistir a una fuerza a la que no se puede vencer.
9. correr el dado: echar a la suerte.
10. En cueros: Con poca o sin vestimenta alguna.
11. Cercén a cercén: Enteramente o por la base. Referido a la acción de cortar.
12. Hacer aguas menores o mayores: Orinar o hacer de vientre.
B. Si ho volem una mica més difícil: Castellà/ Català
Un cop ja sabem el què volen dir, pensarem com ho diríem nosaltres, i buscarem una expressió equivalent en català.
- de lanza en astillero: a punt de solfa
- dar carta: Donar carta blanca
- tener barruntos: Ensumar-se
- tener poca sal en la mollera: Ser curt de gambals
- quítame allá esas pajas: Per poc preu
- Nací en la edad de hierro para resucitar la del oro: Tirar pel dret
- La codicia rompe el saco: Qui tot ho vol, tot ho perd
- dar coces contra el aguijón: Donar cops d’espasa a l’aire
- correr el dado: Fer-ho a sorts
- en cueros: Com Déu el va portar al món
- cercén a cercén: De soca-rel
- Hacer aguas menores o mayores: Fer un riu o escagarrinar-se
C. Si ho volem una mica més divertit: Frase del llibre/Fem una frase nova
Buscarem la frase del llibre on apareix cada expressió, i ens inventarem una frase nova utilitzant cada expressió en català.
-
No ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza astillero.
-
Ella jamás lo supo ni se dio carta dello.
-
Ya tenía algunos barruntos de la falta de juicio de su huésped.
-
Hombre de bien, pero de muy poca sal en la mollera.
-
Tal vez le podía suceder aventura que ganase en quítame allá esas pajas alguna ínsula.
- Has de saber que yo nací por querer del cielo en esta nuestra edad de hierro para resucitar en ella la de oro. Yo soy aquél para quien están guardados los peligros, las grandes hazañas.
-
Pero, como la codicia rompe el saco, a mí me ha rasgado mis esperanzas.
-
Si vos queréis porfiar y espolear y dalle, será enojar a la fortuna, y dar coces, como dicen, contra el aguijón.
-
De tal manera podía correr el dado, que echásemos azar en lugar de encuentro.
-
Quiero digo, que me veas en cueros y hacer una o dos docenas de locuras.
-
Que le ha tajado la cabeza cercén a cercén, como si fuera un nabo.
-
¿Le ha venido en gana y voluntad de hacer aguas mayores o menores, como suele decirse?
5. RACÓ DE L’ESCRIPTOR:
Tria un llibre o conte que t’agradi, i imagina’t que tu n’ets el protagonista i vius alguna aventura. Explica-la per escrit, i fes un dibuix on se’t vegi a tu vivint l’aventura.
- EL REPTE: Grans joies de la literatura universal
El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha està considerat una joia de la literatura espanyola i universal. Coneixes aquestes altres grans joies de la literatura universal, que podeu trobar en quest bloc? Sabries dir qui és el seu autor i d’on són?
- Conte de Nadal (o Cançó de Nadal)
- Els follets sabaters (o El sabater i els follets)
- El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha
- El llibre de la jungla
- El mag d’Oz
- Mary Poppins
- Els Pastorets o l’Adveniment de l’Infant Jesús
- El Petit Príncep
- La princesita del prendedor
- La Reina de la Neu
- El Trencanous
- Vint mil llegües de viatge submarí
Autors:
- Hans Christian Andersen
- Frank L. Baum
- Miguel de Cervantes
- Rubén Darío
- Charles Dickens
- Josep Maria Folch i Torres
- Germans Gimm
- E.T.A. Hoffmann
- Rudyard Kipling
- Antoine de Saint-Exupéry
- Pamela L. Travers
- Jules Verne
*SOLUCIONS AL REPTE:
- Conte de Nadal (o Cançó de Nadal)
- Charles Dickens /Anglaterra
- Els follets sabaters (o El sabater i els follets)
- Germans Grimm / Alemanya
- El ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha
- Miguel de Cervantes / Espanya
- El llibre de la jungla
- Rudyard Kipling / L’Índia (l’autor és d’origen anglès però l’obra està inspirada en l’Índia)
- El mag d’Oz
- Frank L. Baum / Estats Units
- Mary Poppins
- Pamela L. Travers / Austràlia
- Els Pastorets
- Josep Maria Folch i Torres / Catalunya
- El Petit Príncep
- Antoine de Saint-Exupéry / França-Àfrica (l’autor és d’origen francès, però l’obra està inspirada al desert del nord d’Àfrica)
- La princesita del prendedor
- Rubén Darío / Nicaragua (Sud-Amèrica)
- La Reina de la Neu
- Hans Christian Andersen / Dinamarca
- El Trencanous
- E.T.A. Hoffmann / Rússia
- Vint mil llegües de viatge submarí
- Jules Verne / França
7. TALLER: Titella de cavaller amb moviment
A. Per començar: Cavaller que es mou
NECESSITEM:
- Llapis i paper
- Colors o retoladors
- Cartolina
- Tisores i pega de barra
- Punxó
- Claus enquadernadors
- I… una mica d’IMAGINACIÓ!
Primer dibuixem i pintem, o bé traiem per impressora, el cavaller que més ens agradi. Després, ho enganxem en una cartolina per donar-li més consistència, i ho retallem (opcional). Retallem les potes del cavall i les cames i braços del cavaller, per tal de separar del cos les parts a les què vulguem donar mobilitat. Amb l’ajuda del punxó, fem forats al lloc on les parts mòbils s’agafaran al cos. Per acabar, ajuntem al cos les parts mòbils utilitzant els claus enquadernadors, de manera que es podran moure a voluntat.
B. Si ho volem una mica més difícil: Titella de fils
NECESSITEM
- 2 pals
- Fil de niló
- 1 bola de suro (o “porexpàn”) mitjana
- Roba platejada
- Safatetes d’alumini
- 1 escorredor
- motlles rodons d’alumini
- 1 guants platejats petits
- 2 ulls
- Retoladors permanents
- Tisores
- Cel·lo
- Cola o pega forta
- 1 agulla o punxó
- I… una mica d’IMAGINACIÓ!
Per començar, folrem la bola de suro amb la roba platejada enganxant-la amb la cola, i li lliguem l’escorredor amb el fil de niló. Després, col·loquem els pots per ordre de manera que tingui forma de cavaller, utilitzant dues safates com a cos i els motlles per als braços i cames, i amb l’ajuda d’una agulla o punxó per a fer els forats, els ajuntem fent passar un fil de niló pels forats i fent un nus després de cada peça perquè no s’acollin i quedin al seu lloc. A continuació, li posem els guants platejats petits com a mans, també lligats amb el fil de niló. Ara, lliguem els dos pals en forma de creu amb fil de niló, i lliguem al cap al mig de la creu, i uns fils a cada punta de la creu que unirem amb els peus i les mans del titella, de manera que ens permeti la mobilitat de braços i cames. Per acabar, podem enganxar els ulls, i dibuixar la boca i el nas amb retoladors permanents.
C. Si ho volem una mica més divertit: Titella que es mou a l’estirar un cordill
NECESSITEM:
- Llapis i paper
- Colors o retoladors
- Cartró o cartolina
- Pega
- Tisores
- Punxó
- Claus enquadernadors
- Cordó
- Virolla
- Bola
- I… una mica d’IMAGINACIÓ!
Primer, dibuixem i pintem o bé traiem per impressora, el personatge que vulguem fer, en un cartró perquè tingui més consistència. Després, retallem les parts mòbils, i les ajuntem amb els claus enquadernadors, fent un forat amb el punxó, com hem fet en el primer titella. També li farem la llengua, que pugui sortir per la boca, que obrirem amb l’ajuda del punxó. A continuació lliguem la llengua al cordó, que farem baixar per darrera la figura fent-lo passar per la virolla. Per acabar lliguem la bola al cordó, de manera que quan estirem el cordó el personatge tregui la llengua. També podem fer que mogui les cames i braços fent passar el cordó per la base d’aquests.