Kafka y la muñeca viajera

KAFKA Y LA MUÑECA VIAJERA,
DE JORDI SIERRA I FABRA,
SIRUELA, 2006, (LAS TRES EDADES)

Anabel Sáiz Ripoll

“Kafka y la muñeca viajera” es una novela sin edad que constituye un texto delicioso, lleno, como hemos dicho, de duende y de magia. Uno de esos libros que el lector no se cansa de leer. Además, las ilustraciones de Pep Montserrat contribuyen a embellecer el texto.
Sierra i Fabra se inspira en un hecho probado que es el siguiente. Un año antes de morir, el escritor checo, Franz Kafka, autor, entre otros libros de “La metamorfosis”, vivió una experiencia distinta en su vida. Solía acudir al parque Steglitz, en Berlín, para tratar de recuperar su salud, ya más que perdida. Allí, un buen día, encontró a una niña que lloraba con total desconsuelo porque había perdido su muñeca. Kafka, que no había tenido nunca experiencias con niños, empezó una aventura literaria insólita ya que se inventó, para que la niña fuera feliz, que la muñeca no se había perdido, sino que había partido de viaje y él, un cartero de muñecas, tenía una carta para la niña, escrita por la “muñeca viajera”. A partir de aquí, y durante tres semanas, según cuenta su compañera Dora Dymant, Kafka empezó a escribir con una urgencia desmedida los viajes de esta muñeca que había estado por lugares diversos e insospechados. Estas cartas se han perdido, lo cual es una pena porque conoceríamos otra faceta del escritor.
Jordi Sierra i Fabra se inventa es experiencia y escribe, con ternura, con magia, con lirismo y con amor un epistolario para esa niña que, día tras día, acudía al parque para encontrarse con las novedades de su muñeca. Una muñeca, que a la manera de los seres vivos, evoluciona y siente; es más, vive sus propias experiencias y acaba casándose y despidiéndose de la niña. Elsi, la pequeña, encaja esta despedida, pero el supuesto Kafka le trae, al día siguiente, un regalo de Brígida, otra muñeca, Dora, con la que la niña podrá vivir de nuevo fascinantes historias. “Kafka y la muñeca viajera” no sólo contiene las supuestas cartas de Brígida, sino el pensamiento de Kafka, la relación tierna con la niña, las conversaciones son su pareja y todo el mundo que debió envolverlo en los días previos a su muerte.

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