CALVINA,
De Carlo Fabretti, SM, 2007
Anabel Sáiz Ripoll
Carlo Frabetti (Bolonia, 1945) obtuvo con “Calvina” Premio Barco de Vapor, en la 29ª edición. El Jurado, entre otros aspectos, destacó, “su sentido del humor, su defensa de la lectura y su sentido poético y musical”. Para el autor, el Premio supuso un apoyo importante en su carrera profesional y en su trayectoria personal. Carlo Frabetti manifestó al saberse ganador que “Lo más importante al escribir es tener la sensación de estar logrando darle a algo que llevas dentro una forma accesible a otras personas. En una palabra, la sensación de compartir”.
“Calvina” es una historia sugerente y enigmática, puesto que se escribe casi a medida que transcurre. El lector se sorprende, al final del relato, siendo testigo de una historia que puede ocurrir en cualquier momento o que acaba de ocurrir.
“Calvina” narra las vicisitudes de una niña o un niño (no sabemos qué es en realidad) que vive con un enorme lobo negro en una gran casa, llena de recovecos, que guarda a su madre muerta en un frigorífico y que ansía tener un padre por encima de todo. Con estos preámbulos uno podría pensar que es una novela truculenta, pero se engañaría porque el humor es la clave para entenderla; el humor y la ternura.
Un ladrón, de buenos instintos, Lucrecio acaba fingiéndose padre de Calvina o Calvino y viviendo en el caserón escenas que rayan la locura o, al menos, lo surrealista. Así, visita un manicomio biblioteca donde los pacientes se identifican con personajes literarios o con sus propios autores, ya sea Italo Calvino, Tarzán, Alicia…; también conoce a un enano que, en realidad, es un gigante –porque eso de la estatura se mide por otras coordenadas, al fin y al cabo, todo es relativo en la vida-. La magia envuelve continuamente la historia, al lado de episodios de intriga.
“Calvina” presenta dos hilos argumentales: el ladrón que entra a robar en la casa de Calvino y la peripecia del verdadero padre del niño/niña quien, en realidad, es el hermano del ladrón; pero eso ya forma parte de la lectura privada y cada uno ha de llegar a sus propias conclusiones.
Sea como sea, “Calvina” es una defensa a ultranza de la lectura, del placer de compartir una historia en soledad, de recrearla y de vivirla en nuestra propia mente. Así, en un momento, la bibliotecaria de esa extraña biblioteca-manicomio dice: “… leer un buen libro, una buena historia, nos ayuda a ordenar nuestras ideas y a comprender el mundo en el que vivimos”.
La novela está divida en 19 capítulos más un epílogo (que nos da las claves para que entendamos lo ocurrido hasta entonces) y se lee de un tirón puesto que resulta, al principio, tan chocante y excéntrica que el lector tiene ganas de saber qué hay detrás de la vida de Calvina o Calvino, sea quien sea. Carlo Frabetti juega con la ambigüedad y echa mano de una serie de elementos propios del género de terror, de suspense o policial, a los que dota de nueva vida puesto que los tamiza con humor.
Pensamos que los jóvenes lectores pasarán un rato divertido y que los lectores adultos podrán reflexionar acerca de ese juego de verdades y mentiras, de claroscuros, de magia y de fantasía, al fin y al cabo, como dice uno de los personajes estrafalarios de “Calvina”: “Estoy un poco loco, pero no soy tonto”.