Quant a Jesús Gómez

Llicenciat en Filosofia i Ciències de l'Educació per la Universitat de Barcelona. Professor de filosofia a secundària des de 1988. Treballant al barri de Sant Ildefons, Cornellà de Llobregat, des de 1991.

Una dulce y cruda realidad. Autor: Oussama Ben El Fassi

La vida no es un sueño, no puedes hacer lo que quieres ni ser quien quieres, tan solo eres uno más dentro de una sociedad materialista y superficial. Vivimos en un colectivo que valora más tus ingresos mensualesque tu corazón, tu forma de ser. Sin embargo, si consigues saltar los muros que aparecen frente a ti, si consigues afrontar las dificultades y sonreírle a la vida, quizás consigas descubrir lo más importante en la vida, la felicidad. Sí, ese sentimiento que muchas personas desconocen o confunden con mentiras adquiridas mediante la manipulación de los medios actuales.

Todos piensan que nuestro futuro será oscuro, el trabajo y la formación cada vez es inferior, no obstante, la vida me ha demostrado que el cambio es posible, una pequeña chispa puede crear un gran incendio, aún queda la posibilidad de iluminar nuestro futuro.

En el camino hacia esa pequeña chispa nos encontraremos con muchos baches, pero lo bueno no es fácil de conseguir. Hay veces en las que pensamos que la vida nos dice que ’No’ cuando simplemente nos dice ’Espera’.

Como dijo Mario Bendetti: ’Todos queremos obtener felicidad sin dolor, pero no se puede tener un arcoíris sin un poco de lluvia.’

En mi opinión, si no quieres seguir con el modelo de vida actual, si no quieres ser clasificado en una lista, con esfuerzo y dedicación, es posible llegar a ser lo que quieres ser, es posible conseguir tus objetivos.

La vida no es un sueño, es una realidad cruel que puede ser arreglada si se vive en un modo de vida que te permita finalizarla sin remordimientos, sin preocupaciones.

Aprende del pasado, vive el presente y trabaja para el futuro.

¿Realmente es necesario? Autora: Eli Belinchón

Últimamente veo muchas campañas publicitarias donde la chica que destaca en el anuncio va muy… antinatural. Mirad los anuncios de cremas anti-arrugas, por ejemplo. La mujer (en la mayoría de los casos) que anuncia la crema anti edad, ¡¡NO TIENE ARRUGAS!! Opino que lo único que quieren hacer los comerciantes es vendernos la moto de que esa mujer/chica usa su crema y por eso tiene una piel tan perfecta… En mi opinión, no me lo creo.

Otro ejemplo son los anuncios de productos dietéticos. Te venden un té, pastillas (que, según yo, es horroroso tomar pastillas para adelgazar) etc. ¡Unas mujeres que no tienen un gramo de grasa en su cuerpo!

La verdad es que estoy muy harta de todo esto. Lo único que quieren hacer es que ”nos volvamos más bellas” o ”estemos más guapas” solo para vender su producto. Y sé a ciencia cierta que hay muchas mujeres que consumen este tipo de productos y que no obtienen resultado, aunque ellas digan todo lo contrario, que se ven muy cambiadas. No sé si es porque la publicidad ha penetrado en sus cerebros o porque no quieren aceptar que ese método es ineficaz…

La conclusión a la que quiero llegar es, que las arrugas son signos de la edad con los que hay que aprender a convivir, y que unos kilitos de más se pueden quitar haciendo ejercicio y comiendo sano, nada de pastillas. ¡O ni siquiera quitarlo! ¿Quién dice que tener kilos de más es malo? En la antigüedad las cosas eran al revés… Lástima que ahora no.

Está muy claro que hay que quererse a una tal y como es y si hay gente que se siente mejor con unos kilitos de menos, pues bien por ellas, en lo personal no me meto. Lo importante es sentirse bien con una misma, y no horrorizarse frente al espejo, por que la mujer es hermosa por naturaleza.

¿Maquina o humano? Autor: Óscar Trevejo

Segun nos han enseñado siempre, las maquinas son objetos sin alma, sin voluntad y libres de sentimiento. Aun asi las maquinas realizan el trabajo de la misma manera que el hombre, ayudandolo en todo lo posible e intentando que su tarea sea mas llevadera; son estos casos en los que me pregunto: Ayudar no es una actitud humana?
Por otra parte he visto humanos obedeciendo a fe ciega, hacia un solo hombre, aparcando sus sentimientos y todas sus preocupaciones solo para complacer los gustos sibaritas de un cúmulo concreto de seres, y volviendo a lo anterior; Eso no les hace en parte robots?
El poder y la avaricia han transformado al hombre en animales sedientos de poder, de dinero, de intentar ser algo en esta sociedad llena de escalafones, una máquina teledirigida cargada de odio, capaz de cualquier cosa por ”encajar” y capaz de matar por mantener el dominio en la tierra.
Pero aun existen personas, que nos hacen recordar que el sistema puede estremecerse, que las maquinas pueden dejar de ser maquinas y pensar por si mismas, que aunque los poderosos enviaran a sus hombres-maquina a por nosotros, Morfeo despertará de su sueño y abrirá los ojos para ver toda la realidad.
En conclusion, que prefieres ser: ¿maquina o humano?

¿Realmente somos felices? Autora: Eli Belinchón

Felicidad, palabra polisémica que cada vez se utiliza más y más. Algunos creen que la felicidad es simplemente vivir, sentirte vivo; otros, definen la felicidad como un regalo que te da Dios cuando ya has hecho todo en la tierra y has pasado todas las pruebas que te puso para poder llegar al cielo y alcanzar la felicidad.

Hoy en día, en esta sociedad hay gente que considera que será feliz cuando tenga ese móvil nuevo de última generación que acaban de sacar, ese disco de música del que que tanto ansiaba su salida desde hace meses, un balón de fútbol, un videojuego…

Mi pregunta es: ¿Qué precio tiene la felicidad?

Hay una forma muy clara de entender que vivimos en una sociedad mayoritariamente materialista, que es cuando son épocas navideñas. A un niño pequeño le preguntas qué es lo que quiere para ser feliz, y  te responde que una consola, una pelota, una muñeca, un móvil… O cuando les dices que pidan un deseo y piden algo que quieren como regalo de reyes o obsequio… Un objeto al fin y al cabo… ¿No os parece que le estamos poniendo precio a la felicidad?

¿Creéis que un niño que no tenga absolutamente nada pedirá algo de eso? Yo no lo creo. Seguramente pedirá la paz en su país, que se acabe el hambre o que haya trabajo porque sus padres no le pueden dar nada material en Navidades.

Dime, ¿de qué te servirá tener un móvil de última generación si no tienes a nadie con quien hablar porque creen que eres un infeliz? Ahí es cuando te darás cuenta de que la felicidad no tiene precio. La amistad, la familia, los valores, esas pequeñas cosas que dan sentido a tu vida, no tienen precio. No todo en esta vida es tener la última tontería que saquen. Porque después de esa sacarán otra, y otra, y otra aún mejor, y tendrás que tener todas esas cosas para conseguir eso a lo que muchos llaman ‘’felicidad’’. Es mejor no darle el poder de hacerte feliz a un objeto, porque tarde o temprano te acabarás aburriendo de él, y créeme, no es nada agradable no ser feliz.

 

Benvinguts al curs 2015-2016

Bé, ja estem en marxa de nou un altre curs. Aquest any com a novetat, arrenquem amb la proposta de participar al bloc seguint la convocatòria de la III Olimpíada de Filosofia de Catalunya. En principi la idea és que, de forma oficial, hi participin els alumnes de 2n de batxillerat, però això no exclou als alumnes de 1r, que poden participar de manera extraoficial a aquest bloc.

A continuació detallo les qüestions sobre les que pot anar la dissertació d’aquesta olimpíada. Us record que la qüestió general és Què és la bellesa?

  • La bellesa, està en la mirada o en l’objecte observat?
  • Hi ha criteris universals per a determinar què és bell?
  • El que és útil, pot ser bell?
  • La captació de la bellesa, és immediata?
  • Hi ha relació entre veritat i bellesa?
  • La bellesa és bona?
  • L’experiència de la bellesa passa necessàriament per l’obra d’art?
  • La bellesa, és natural o artificial?
  • Pot l’art escapar al criteri de la bellesa i la lletjor?
  • Es pot educar el gust per la bellesa?

Si veig que la cosa té èxit, rescatarem les convocatòries anteriors. També afegiré l’enllaç al bloc de l’Olimpíada.

La fe y la razón. Autora: Manal Bouzizoua; 1r btx CT.

La fe y la razón, ha sido un tema muy debatido a lo largo de la edad media. Hay diferentes opiniones a cerca del tema, y eso hizo que surgiesen problemas, también porque el uso de la razón y la fe en la edad media eran para la iglesia, y nadie podía contradecir sus teorías.

Yo opino que estos dos conceptos tienen como objetivo llegar a una verdad absoluta, y a lo largo del tiempo muchos han dicho que son ideas totalmente contradictorias pero otros han dicho que son ideas complementarias, pero en la edad media si había alguna teoría en la que estos dos conceptos se contradijeran siempre la errónea era la razón ya que la fe fue considerada una revelación divina y no podía equivocarse.

Para la resolución de este problema Tomás de Aquino (filósofo) propone mantener una clara distinción entre fe y razón, él dice que “la razón tiene ciertos limites para acceder a las verdades propias de la revelación, sin embargo la fe nos transmite conocimientos más allá de los limites de la razón, la fe ayuda a completar la razón.” La distinción por Tomas Aquino no propone ninguna contradicción entre estos dos conceptos , por eso despues Guillermo de Ockham (filósofo) establece una más clara diferenciación entre estos dos conceptos proponiendo que “la fe no puede ser alcanzada por la vía natural del conocimiento y la razón no puede demostrar proposiciones de fe.”

Actualmente algunos piensan que la fe se trata de creer sin someter a un juicio critico, y que en cambio en la razón se van dando pasos seguros ya que la teoría determinada ha sido comprobada, pero yo opino que cuando se trata de fe es creer en algo, pero no tan solo creer por el deseo de que sea cierto si no que también porque hay ciertos argumentos que hacen que pueda surgir esa fe, y en el tema de la razón una persona puede creer que esta en lo cierto y otra persona pensar que esta, se equivoca totalmente, entonces en este caso quién tendría la razón? Por eso opino que la razón es un concepto relativo.

La talla perfecta. Autora: Silvia Collado; 1r btx CT.

Hace no mucho, la distinguida marca de lencería femenina Victoria’s Secret hizo una campaña que trajo mucha polémica con ella. Ya que la campaña más que anunciar los nuevos modelos de ropa interior, mostraba “el cuerpo perfecto”, desde su punto de vista. Por si no me he explicado nítidamente: la campaña constaba de una fotografía en la que aparecían modelos altas y delgadas con el eslogan “The perfect body”. Como no, al ver el fatídico error de la campaña, por dar a entender más que claramente que el cuerpo ideal tan solo lo tienen las delgadas, Dove una marca de productos de cuidado para la piel, y que para mí, no creo que tuviera nada que ver, se aprovechó, y hizo una contra campaña en la que se mostraba una fotografía (parecida a la de Victoria’s Secret) pero con mujeres altas y bajas con cuerpos mucho más rellenitos. La peculiaridad que a mí me llamo la atención fue que a diferencia de las modelos de Victoria’s Secret las modelos de Dove llevaban camisetas. Si realmente creían que era el cuerpo perfecto… ¿Por qué lo ocultan con una camiseta? Dove quiso corregir el error de Victoria’s Secret, cometiendo el mismo error. Mucha gente por redes sociales, blogs y otras vías empezaron a comentar que la contra campaña tenía razón, que el cuerpo perfecto esta en tener curvas, y en un cuerpo ancho, que las personas rellenitas tienen más personalidad y bobadas por el estilo, y digo bobadas porque según mi punto de vista, no tienen derecho a opinar que las delgadas no tienen personalidad, o que al ser delgadas y no tener curvas, se tienen que ver feas. Pues no, la perfección no está en tener curvas, ni en ser delgada, tampoco en ser alta o baja, porque eso no depende de ti, es como una lotería, y la constitución tiene mucho que ver en esto, y al igual que decirle a una chica que esta gorda está mal, también está mal decir anoréxicas o faltas de personalidad a las que son delgadas. Mi definición de perfección es sentirse bien con una misma, quererse es la talla perfecta.

 

 

El Machismo Autora: Natalia Molina; 1r btx HS

El machismo es algo que durante siglos ha estado torturando y menospreciando a la mujer. Los hombres, siempre han tenido los ideales – inculcados desde que tenían uso de razón – de que el hombre es el género superior, y por lo tanto, la mujer tiene que estar bajo sus órdenes y deseos. Por eso, quiero tratar todo aquello por lo que sufrieron tantas mujeres hace años, y por lo que tuvieron que luchar para cambiarlo.

Los hombres, siempre han ‘’argumentado‘’, que la mujer es el género débil, por lo que esto conlleva a que la mujer tenga que estar bajo el dominio del hombre, protegiéndola y sin dejar que puedan hacerle algún tipo de daño. Ellos siempre han argumentado, que las mujeres son el género ingenuo y menos inteligente, por lo que cuál los hombres se encargan de estudiar y llegar a trabajar en empresas importantes, dejando a la mujer trabajando con las tareas domésticas y más simples, ya que no están capacitadas para encargarse de nada más fuera de esto. Las mujeres, nunca han podido decidir nada, ya que el género masculino siempre ha tenido que ser el responsable de todo aquello importante de la familia, dejando a la mujer en un segundo plano. Los hombres, siempre han sido los capaces de todo, pudiendo dedicarse a todo aquello que se les antoje: militar, futbolista, tenista, … En cambio, como siempre, a la mujer desde pequeña, se le enseña – la madre, por supuesto – a cocinar, tejer, planchar, lavar…

Con todo esto  y con todo lo que podría seguir explicando, quiero llegar a haceros entender todo lo que ha tenido que vivir la mujer por teorías estúpidas, que no estuvieron comprobadas al no brindarles la oportunidad de intentarlo. Por suerte, el machismo cada vez es más reducido. Con el paso del tiempo, la mujer poco a poco ha ido alzando la voz, oponiéndose ante las órdenes del género masculino y luchando por sus derechos jamás conseguidos, por unos derechos que reclamaron a susurros casi inauditos. Unos derechos por los que desde un primer momento fueron privadas  y jamás tuvieron la oportunidad de poder cambiar todo esto, hasta hace unos años, que todo empezó a cambiar. Y aquellas teorías machistas y realmente absurdas, fueron degradándose hasta hacerse a día de hoy casi invisibles.

Desde mi punto de vista y opinión, pienso que una mujer nunca puede permitirse estar sometida bajo las órdenes de un hombre. Los hombres –  y algunas mujeres con la mente muy cerrada, mayoritariamente por lo que han ido inculcándoles sus padres desde pequeña, o por ‘’ enseñanzas ‘’ de su religión – han argumentado que la mujer ha sido traída al mundo para procrear y encargarse del hombre y de la familia, dándoles a ambos un bienestar en el que vivir. Pero, están muy equivocados, y por suerte, el tiempo y las mentes más abiertas, han conseguido que el género femenino pueda llegar a conseguir cosas que antes jamás hubieran pensado llegar a lograr. Hoy en día, la mujer está valorada, pero todavía, en la sociedad, hay cierto machismo que hace que sigan pareciendo inferiores a los hombres. Sobre todo, en el ámbito deportivo y laboral. Por eso, hay que seguir luchando por todo eso que no tuvieron tiempos atrás  y conseguir hacerles ver que realmente estamos capacitadas para realizar lo mismo  que pueden ejercer ellos y más.

Made in China. Autora: Andrea Rodríguez; 1r btx HS

 

No puedes ser de estatura baja, tienes que ser alta, pero no demasiado. No puedes ser gorda, tienes que ser delgada con un cuerpo atlético, pero no en exceso. No puedes tener los pies grandes, ni muy pequeños, porqué se reirán de ellos. No puedes mostrarte al natural, tienes que esconder quien realmente eres bajo el maquillaje, no vayan a verte bien y no les guste lo que vean. No puedes ser tonta, tienes que ser una chica inteligente y con recursos, pero con cierto límite, no vaya a ser que comprendas que el funcionamiento de esta sociedad roza lo absurdo. No puedes ser nada que ellos no quieren que seas, ya que podrías ser diferente a los demás.

Parecemos muñecos recién salidos de una fábrica: todos iguales y algunos, víctimas de algún fallo mecánico, defectuosos. Si vivimos supuestamente en un país libre, no entiendo por qué todos tenemos que seguir las mismas modas ni nos tiene que gustar la misma música. Todavía me asombra escuchar burlarse a alguien por la música que escucha, por la ropa que lleva o por sus notas en los estudios.

En primer lugar, cada persona tiene unos gustos determinados que, unas veces coincidirán con los de otras personas y otras veces no. No entiendo porque hay que reírse de alguien por llevar puesto o escuchar la música que le gusta. En segundo lugar, la inteligencia no se mide necesariamente con las notas del instituto, de la misma manera que la belleza no se mide por la cantidad de maquillaje que te pongas, por lo delgada que estés o por el escote que lleves. Puedes ser una persona inteligente a la que le cuesta estudiar o le da pereza, o simplemente, una persona a la que no le interesa estudiar pero se le dan bien otras cosas. Puedes ser también una mujer preciosa a la que no le gusta maquillarse, es más, todas y cada una de nosotras somos mujeres con una esencia propia que nos hace atractivas según los ojos que nos miren. A unos les pareceremos atractivas y a otros no, pero siempre habrá a alguien a quien le parezcamos atractivas.

Vivimos en una sociedad en la que los avances tecnológicos son más importantes que el crecimiento moral de las personas, lo que me parece horrible. No debería ser motivo de burla nuestra apariencia física o nuestros gustos, debería de ser más importante ser personas cultas e inteligentes capaces de salir a ganarse la vida, honradas, y sobre todo, diferentes al resto.

El miedo a enamorarse. Autora: Andrea Rodríguez, 1r btx HS

En el mundo de la Filosofía, hay miles de teorías sobre la búsqueda de la felicidad y, hoy, voy a explicar mediante una experiencia personal lo que yo considero que es la felicidad.

El amor es sin duda una de las sensaciones más maravillosas que puede experimentar el ser humano. Y a su vez, una de las más dolorosas.

Desde que tenemos uso de razón, despierta en nosotros un cierto interés sobre el sexo opuesto, el nuestro o ambos, que nos hace descubrir un mundo de nuevas sensaciones y historias que nos marcarán de por vida, sea para bien o para mal.

A día de hoy, puedo contar mil y una historias con finales trágicos, historias largas que parecían interminables y otras tan breves que a veces las olvido y me las salto, historias fugaces, historias donde no era correspondida o donde fui correspondida por un determinado período de tiempo. Y a partir de aquellas historias donde arriesgue sin éxito, comenzaron las historias que nunca empezaron, llenas de momentos que nunca viví, de palabras que nunca dije y de cosas que no fui capaz de hacer, de sentimientos que no fueron a ninguna parte, de no saber si los sentimientos eran recíprocos o no, historias inacabadas – que no son realmente historias porque jamás sucedieron -, y se convirtió el ‘¿Qué hubiera pasado si…? en mi tortura diaria.

Con esto no quiero decir que el amor sea algo fácil de sentir, porque no es así. Pero es inevitable que una persona nos guste o nos atraiga, que son dos conceptos totalmente distintos a estar enamorado. Todos tenemos miles de historias que contar pero tan sólo unas pocas nos marcan. Entre ellas pueden estar nuestro primer amor – que no tiene por qué ser necesariamente nuestra primera pareja -, nuestro primer beso, aquel beso con aquella persona especial, nuestra primera pareja, nuestra primera relación seria, nuestro amor platónico, amores pasajeros…

Considero que las historias que más me han marcado, son las de mi amor platónico, la de mi primera relación seria y, por otro lado, la más reciente: una historia con un final abierto, inacabado, de la que no sé todavía si en algún momento empezó a escribirse un comienzo, una historia de aquellas que tenía como banda sonora la mortífera pregunta en mi cabeza.

Ocurrió hace unos meses y, yo me encontraba en la etapa de las historias que acababan antes de que empezaran. Juraba que tenía una armadura de hierro imaginaria puesta y que nadie lograría romperla, pues había sido un método práctico en ocasiones anteriores y me había salvado de sentir algo hacia alguien. Estaba convencida de que era realmente irrompible, y que aquello iba a protegerme del amor, o simplemente de la atracción hacia alguien. Quizás padecía algún tipo de Filofobia leve sin ser consciente, ya que toda aquella estupidez la hice por un inmenso miedo a enamorarme. Pero le conocí y sin darme cuenta fue rompiendo en silencio la armadura que yo misma había inventado. Y entonces, volví a sentir aquella sensación que hacía mucho tiempo que no experimentaba en mi cuerpo. Descubrir que sentía algo por alguien, más que entusiasmarme me enfadó, me enfadó porque estaba muy asustada, pero los días pasaban y yo me sentía muy a gusto a su lado. Mis sentimientos la mayoría del tiempo eran contradictorios: sentirme bien a su lado me hacía estremecer. Sentía terror porque a cada día que pasaba mis sentimientos crecían a pasos agigantados. Hice un esfuerzo y huí de su lado – a pesar de no querer hacerlo realmente – por miedo, sin darme cuenta de que por muy lejos que me fuera, mis sentimientos no iban a desaparecer. Fue un error del cual las consecuencias todavía sigo pagando. De vez en cuando, la Pregunta vuelve a mi cabeza como una pesadilla y, junto a ella, muchas otras más. Nunca podré saber lo que podría haber pasado si lo hubiera intentado, tan solo me queda el recuerdo de palabras, miradas y sonrisas de las que no sabré si tenían doble significado y, de palabras que jamás le dije y daría lo que fuera por habérselas dicho. Pero me di cuenta tarde de que debía reaccionar y mis manos ya estaban vacías. Aunque en realidad, siempre lo habían estado, por qué jamás tuve el valor de hacer algo para rellenar el vacío.

Lo que quiero decir con todo esto es que no debemos de tener miedo ni avergonzarnos de mostrar nuestros sentimientos, callarse es el camino fácil, si, pero también implica sufrir. Si decimos lo que sentimos, también podemos sufrir por no ser correspondidos, pero el dolor será temporal porque lo que realmente duele es quedarse con la duda. No hay que dejar que nuestros miedos e inseguridades venzan la batalla. La vida es demasiado corta para no hacer nada y dejar ir las cosas que nos importan.

Es por eso que, ahora prefiero sentirme arrepentida a martirizada por la duda de ¿Qué hubiera pasado si…? por no haberlo intentado. La vida no está hecha para desperdiciar oportunidades. Para vivir y ser felices necesitamos arriesgar de vez en cuando. Es obvio que algunas cosas por más que queramos no podremos cambiar, pero no yo no tenía excusa: quizá si le hubiera dicho lo que sentía no habría sucedido nada, pero a estas alturas sabría si era correspondida o no. Unas veces nos equivocaremos y otras acertaremos, pero siempre habrá que luchar por aquello que queremos conseguir. Y yo, en este caso, no luché por lo que quise y perdí a alguien que quería.

La felicidad se basa en acción – reacción, en hacer y fallar, en hacer y acertar. Pero por contraposición, no hacer nada puede desencadenar una reacción negativa. En mi caso, por ejemplo, yo no hice nada y la reacción de mi acto – sin ser realmente un acto ya que no hubo una acción por mi parte – fue la tristeza y la rabia de perder una persona que me importaba.

La felicidad no se persigue como si de un tesoro se tratara, no es un tren que pasa deprisa y tienes que apurarte en cogerlo porque o si no, no vuelve a pasar, no está escondida en ninguna parte más que en nosotros mismos: pues siempre la tenemos ahí, está en nuestra mano tomarla o dejarla donde está. La felicidad está infravalorada, ya que cuándo nos planteamos qué deberíamos hacer para ser felices, pensamos en cosas grandes, en nuestros sueños, sin ser conscientes de que la vida está llena de cosas pequeñas que nos causan grandes alegrías: un beso, un abrazo, una caricia, o incluso una palabra, un momento… Todos estos conceptos carecen de valor para muchos a causa de su excedencia en la sociedad de hoy en día. Quizás por eso hay tantas personas que dicen ser infelices, porqué están acostumbradas a las grandes alegrías de las pequeñas cosas y no saben apreciarlas. Los jóvenes de hoy en día ya no valoran besarse con otra persona, por qué es algo fácil de conseguir, de la misma manera que el sexo. Tampoco soy partidaria de una vida austera – sería demasiado aburrida –, simplemente creo que deberían de valorarse más las cosas aparentemente insignificantes.