LA JOVEN DE LAS NARANJAS,
de Jostein Gaarder
Madrid, Siruela, 2003
Jostein Gaarder (Oslo, 1952) recibió dos premios literarios importantes, el Premio de la Crítica y el Premio Literario del Ministerio de Cultura noruegos en 1990 por El misterio del solitario. No obstante, su obra emblemática es El misterio de Sofía (1994) que se convirtió en un best-seller mundial. Otras obras suyas son El enigma y el espejo, Vita brevis, ¿Hay alguien ahí?, El castillo de las ranas, Maya, La biblioteca mágica de Bibbi Bokken y El vendedor de cuentos.
La joven de las naranjas es una novela menor, no tiene acaso la proyección de algunos de sus títulos más emblemáticos, pero resulta una historia tierna y conmovedora. Va dirigida en principio al público juvenil, aunque, eso ya lo sabemos, puede ser leída con gusto por cualquier lector ya que es un relato lleno de sensibilidad y magia.
En el libro, Georg, que tiene 15 años y al que le apasiona la astronomía, encuentra una carta antigua que le escribió su padre cuando supo que iba a morir y en la que le formula una pregunta. A través de esta carta, Georg, muy emocionado, aprende a conocer a su padre y a entender a su madre y a saber que él ocupa un lugar privilegiado en el universo. Su padre le narra la historia de amor que vivió con su madre, a la que él llama la Joven de las Naranjas, puesto que su primera aparición fue rodeada de estos cítricos.
Georg es un muchacho feliz, su madre se ha vuelto a casar con un hombre estupendo, sus abuelos lo quieren mucho, pero él, al leer esta carta, se siente completo, es como si por fin hubiese encontrado el porqué de su origen.
Georg, en primera persona, nos va contando sus sensaciones y, a la vez, incluye la carta de su padre, escrita muchos años atrás; es, por así decirlo, una novela compuesta a cuatro manos, en la que el autor desaparece por completo escondido detrás del joven protagonista y de su padre que, por un momento, revive a través de sus palabras.
La novela nos permite reflexionar sobre esos grandes temas que nos rodean y que son la Vida y la Muerte; pero también del Tiempo porque aquí el tiempo se difumina puesto que el Amor ha sido capaz de llegar intacto, cruzando los límites de la muerte, hasta Georg. Su padre le pide que le conteste y el muchacho emprende esa tarea y cuando la acaba el lector, lleno de emoción, tiene entre sus manos un libro sin límites temporales.
No es una novela triste, en absoluto, es una novela preciosa que nos golpea de lleno en el corazón porque lo que más importa, al fin y al cabo, es el amor que hay que buscar y, una vez encontrado, conservarlo más allá de la propia Muerte, o pese a la propia Vida, depende de cómo lo miremos.
El mensaje final del muchacho es positivo porque él se muestra agradecido por haber nacido y les dice a sus lectores que les pregunten a sus padres y que averigüen qué hay detrás de su nacimiento y ojalá encuentren una historia de amor tan estupenda como la que se nos narra en el libro. Como dice Georg: “La vida es una gran lotería en la que sólo son visibles los boletos premiados”.
La joven de las naranjas es un relato tierno y luminoso ya que su autor ha sabido transformar lo que podría haber sido una historia amarga, de nostalgia y de recuerdos dolorosos, en una esperanzadora historia, abierta y llena de futuro.